lunes, 10 de mayo de 2010

Elvis y Che Guevara

ELVIS Y CHE GUEVARA (UNA TEORÍA DEL DOBLE)

Después de cuatro meses de escritura en estás páginas ya es hora de que el lector se vaya del punto final con algo de provecho que le compense por su tiempo y su fidelidad. Así que he decidido obsequiarle con un secreto que vengo guardando desde hace cuatro años y que nunca he confesado ni a mis más íntimos, y no porque me asuste que me consideren imbécil –creo que a los que escribimos por la cara la gente nos mira con un poco de lástima y nos perdona nuestras excentricidades- ni menos aún por temor a que me lapiden con manuales de historia o de física. Lo mío es de alguna manera una vocación de silencio. Sí, ya sé que en este blog ha habido grandes revelaciones. La composición atómica del alma, por ejemplo. Y también consejos utilísimos, como una infusión de bejucos machacados que anula al noveno día de su ingesta la toxicidad de cualquier eventual picadura de serpiente. Pero ni unos ni otros eran míos; ahí yo sólo era un comentarista de descubrimientos ajenos. Ahora soy yo el culpable –utilizando una expresión de mi otro yo, con quien he mantenido una controversia un tanto áspera sobre la materia del secreto-. El caso es que me da un poco de apuro decirlo a las bravas y, aun a riesgo de dar la razón a quienes me animan a que me dedique a coleccionar llaveros en vez de a escribir en mis ratos estas bobadas, he de referirme a una palabra extraña y encima en alemán, “Doppelgänger”, para introducir suavecito el secreto que digo. En castellano significa literalmente “doble que camina”, y se refiere a una especie de desdoblamiento fantasmal que ha dado muy buenos réditos literarios, sobre todo en el Romanticismo. Algunas mitologías suponen que todos tenemos un doble por ahí (los japoneses, más competitivos hasta en el folclore, afirman que dos). Yo al mío me lo imagino en la taiga siberiana, buscando setas, o bebiendo mate en una pulpería patagónica, aunque algunos sucesos ocurridos recientemente (y del que vale como pista el primer comentario a mi segundo artículo sobre literatura y zombis)  me hacen barruntar si no andará por los EEUU. En cualquier caso, esta coincidencia fisonómica no pasaría de una broma de la naturaleza si no fuera porque el doble se le suele presentar a uno con una invitación para su entierro. Abundan los relatos sobre esa costumbre macabra; incluso hay unas cuantas referencias históricas que la avalan, en las que no me entretengo para referirme ya a una teoría electromagnética de la simpatía  que puede ayudar a comprender el efecto letal del encuentro de uno con su doble. Su autor es el señor Antonio, jubilado de la rama del metal y propietario de un mestizo de bretón y ratonero con quien suelo coincidir en mis paseos vespertinos con mi perro. Dice que cada persona es un radiador de ondas electromagnéticas, a las que responsabiliza de la compatibilidad energética entre dos personas. Lo que llamamos "simpatía" sería, pues, una cuestión de polaridad. De ahí que el encuentro de alguien con su doble -a quien muchos autores atribuyen características opuestas a las de su doblado- produciría un cortocircuito y luego un apagón. De profundizar en todo esto se ocuparía la psicología eléctrica, una rama de la ciencia que, una vez introducida en los planes de estudio, obligaría a reconsiderar los casos de fallecidos al cambiar una bombilla.  
     Sentado todo esto y, para satisfacción de mi otro yo y de los de su cuerda (nota: no confundir mi otro yo -una vulgar desviación esquizoide- con mi Doppelgänger), sentado esto -digo-, es el momento de aclarar que lo escrito hasta aquí y lo que vendrá a continuación es pura ficción elucubrativa y que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. lo cual firmo a 10 de mayo de 2010, para desánimo de los que ya se estaban poniendo serios para pelarme.
     Y ahora sí, amigos, después de muchos estudios y desvelos, puedo afirmar en primicia que Elvis Aaron Presley y Ernesto Guevara de la Serna eran doble y doblado. Son tantos los argumentos que resulta ocioso extenderme en ellos. Es obvio que la mayoría se refiere a oposiciones irreconciliables. Los hay también de oposiciones simétricas -por ejemplo, que tanto Elvis como el Che tenían sendas pecas a la altura de la tercera vértebra lumbar, a la derecha de la columna el primero, mientras que el Che la tenía a la izquierda-. Y, por último, tenemos las coincidencias vitales, de las que entresaco una con la que concluyo. En mis dos artículos anteriores he hablado de la aparición de Stalin a Elvis en el desierto de Arizona. Pues bien, lo mismo le ocurrió a Che Guevara. Fue en 1965, en el Congo, adonde se había trasladado con un pequeño contingente de solados cubanos para apoyar la rebelión de Laurent Kabila. Allí, en la jungla, en una de sus primeras noches, sobre las brasas aún encendidas en las que habían cocinado la cena, se le presentó flotante, como la sonrisa del Gato de Cheshire, pero con más bigotes y menos alegría, la cabeza del Padrecito. Elvis, como creía en la Providencia, consideró su aparición como un mensaje trascendental. Che Guevara, que era un materialista histórico, la atribuyó a los efectos de una mala digestión y a un licor elaborado con hojas de palma.      

8 comentarios:

  1. Algo trágica tu teoría del doble. El equilibrio entre "la besta y el angel" aún en el caso de que exista realmente es una antítesis seductora pero trágica. Me viene a la mente el Parsifal de Wagner mientras leo tu bitácora...

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  2. Supongo que la asociación será por el libreto y no por la música. Para mí esa historia es un tostón, pero se lo diré al señor Antonio, que a lo mejor se alegra.

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  3. Tú sabes, Ricardo, que lo bufonesco es el rostro cómico de los sublime. Si ponemos al rey cabeza abajo nos topamos con el bufón, y el discurso regio se metamorfosea en sinsentidos o majaderías. Me vas a permitir una pequeña “humoresque”. En alemán “ir” se puede traducir por “gehen” o “fahren”. “Gehen” implica ir andando, de donde procede “gänger”, el que anda; “fahren” significa ir o marchar con vehículo, y “fährer”, conductor. Julio Camba señala una contradicción en la palabra “Himmelfahren”, la “Fiesta de la Ascensión”. Si trasladamos al castellano la “Ascensión al Cielo” (Himmel: cielo; fahren: marchar), se debería traducir literalmente la ascensión de la Virgen al cielo no por sus propios medios sino con un vehículo. ¿Se imaginan a la virgen María ascendiendo al cielo en un ascensor o en un avión? De lo sublime a lo cómico hay un paso, nunca mejor dicho. No entiendo cómo los sesudos teólogos germánicos, con Küng a la cabeza, no han resuelto este complicado rompecabezas religioso. ¿Cómo es posible que estos cabezas cuadradas haya cometido este desliz teutónico? Bueno, dejémosles con sus quebraderos de cabeza y continuemos con nuestra historia. Todos sabemos que el hogar favorito de nuestro doble es el espejo. De ahí que contemplarnos frente a ese instrumento infernal nos produzca inquietud y espanto. Pues bien. Imagina, Ricardo, que te acercas andando a un espejo y el “doppelgänger” se ha convertido en un “doppelfäher”, tu otro yo se acerca a ti en una moto o, aún peor, en un motocarro. ¡Qué horror! Te frotas los ojos, pensando que es fruto de una mala noche o de una indigestión. Pero no, la ilusión no se esfuma; y, asustado por tu propia locura, rompes el espejo en mil pedazos y, como el monje de “Los elixires del Diablo”, el doble se multiplica en las esquirlas del espejo. Unos vienen en triciclo; otros, en patinete; otros, en patines; otros, en bicicleta; otros en Mercedes; otros- como el príncipe azul- a caballo; así hasta el infinito y la locura.

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  4. Mi Doppelgänger debe de ser mucho más sencillo, no entendería ni una palabra de tu artículo (ni del mío)y, además, seguro que cuando se me acerque lo hará caminando, despacio y casi que apostaría que descalzo.

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  5. Por supuesto que me refiero a la historia Ricardo y en concreto a la secuencia final: 'Parsifal sosteniendo una lanza paradógicamente curativa y todos postrados' -pero con fondo musical extradiegético,La flauta mágica o Sueño de una noche de verano, por ejemplo-. Y no creas,descalzar escrituras leídas con demasiado tacón o plataforma, añadiéndoles fondo musical adecuado y punto de vista de tu otro yo, las convierte en auténticas revelaciones...

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  6. La versión más pesimista de la teoría del doble proviene a mi entender de que, lejos de visiones idílicas del tipo de la media naranja, el doble es algo así como la mímesis monstruosa de nosotros mismos que vamos fabricando sin darnos cuenta y que, como en Frankenstein, puede terminar por destruirnos. De esta forma, el doble no viviría en las antípodas ni en ningún otro reino remoto donde solo un malicioso azar podría azar que nos topáramos de morros cone él en la esquina de un suburbio de Bombay, siempre ha estado muy cerca, sin que nos demos cuenta. El doble puede ser nuestro hijo, nuestra esposa, nuestros alumnos, nuestros amigos, el doble es ese al que intentamos sin darnos cuenta convencer de que debe ser como nosotros, algo así como nuestro duplicado. Los pueblos imperialistas llevan haciéndolo desde siempre con sus colonizados, los hombres lo han hecho durante miles de años con las mujeres, muchos padres con sus hijos. El doble es la mismidad que fabricamos por temor a que el otro se nos revele en lo que es.

    Y ahora me voy a dejar de Baudrillard y de pedanterías. Yo he tenido dos dobles. Uno era un amigo de Requena. Cuando llegaban sus tías de Murcia me besaban y abrazaban confundiéndome con él, al parecer le querían mucho porque era cariñoso y tierno. Hace unos años me dijeron que se había cambiado de sexo. El otro doble era un camello. Cada dos por tres pasaba por un garito y alguien me pedía hachís. Incluso uno, al que ofendió mi negativa, me dijo: "Va, tío, si tú eras el que me pasaste la otra noche". Yo pensé algo así como "debías ir muy ciego, so cabrón, porque yo no he pasado nada a nadie en mi vida". El caso es que un día decidí entrar en el garito y ahí estaba... Yo creo que más que parecérseme el tipo me tenía "una retirada". El caso es que me hubiera ido mejor dedicándome a los negocios de mi doble, ¿no crees?

    Por cierto, que no se me olvide, en mi blog entra con frecuencia un chico que se hace llamar BT. Intuyo, entra en los post últimos y lo verás, que tenéis cosas en común y que incluso podría ser que os conocieráis.

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  7. Palabra que no soy yo, pero ya mismo estoy leyendo qué dice BT. Presiento una maldad de las tuyas, Monti.

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  8. Vale, BT es breve e impetuoso, como yo. Acepto la comparación. Pero lo que no te perdono es esta frasecita: "El doble es la mismidad que fabricamos por temor a que el otro se nos revele en lo que es", que me ha tenido despierto hasta las tantas. Menos mal que a ratos me acordaba de lo de tus dobles -eso sí que lo he entendido- y entonces me entraba la risa. Me queda, no obstante, una duda: cuando entraste al local aquel a enfrentarte con tu doble camello, ¿sentiste algún calambre o, al menos, un cosquilleo? Me gustaría recopilar ejemplos para confirmar lo de la psicología eléctrica.

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