domingo, 18 de diciembre de 2011

Literatura y babas (los orígenes de la poesía según Snorri Sturluson)

      La naturaleza líquida de la literatura no acaba ni en la tinta ni en el alcohol, por más que de una a otro se produzcan trasvases, desbordamientos e inundaciones, y aún con más frecuencia goteos, filtraciones, humedades... Nada extraño si se consideran sus orígenes míticos. Cuenta Snorri Sturluson que los dioses para limar asperezas con unos vecinos organizaron una parranda en la que se selló la paz mediante una comunión escatológica consistente en el llenado colectivo de una cuba con escupitajos. Después los dioses con aquel magma crearon un hombre al que llamaron Kvásir, y era sabio y de ánimo inquieto y se fue a ver mundo, pero por el camino se encontró a dos enanos cabrones que le mataron. No obstante, ahí no se acabó Kvásir. Los enanos vaciaron su sangre en dos cubas y una olla, la mezclaron con miel, de lo cual resultó un hidromiel que hacía sabio y poeta a quien lo cataba.
     Poco después los enanos ahogaron a un gigante en el mar y descalabraron a la viuda con una rueda de molino, pero el hijo gigante de ambos se enteró de aquello y fue a ajustar cuentas, lo cual no parecía difícil, porque era un muchacho muy espabilado, y así fue que ya tenía a los enanos a punto de ahogarlos cuando estos le ofrecieron el hidromiel a cambio de sus vidas. El gigante aceptó el trato y escondió las dos cubas y la olla en el interior de una montaña y dejó también allí dentro a su hija para que lo guardara.
     Celoso de ese néctar, Odín  se transformó en jornalero, segó los campos de heno de un gigante y en pago se hizo llevar a la montaña que encerraba el hidromiel. Allí el gigante taladró la roca, y Odín se convirtió en serpiente y se escabulló por el agujero hasta que llegó donde estaba la giganta. Tres noches durmió con ella, tras las cuales le permitió echar un traguito, pero Odín se lo bebió todo, que para eso era dios, y se fue volando, transformado ahora en un águila. La cual, por su tamaño y por el de su buche, no pasó desapercibida a Súttung, que este era el nombre del gigante dueño del hidromiel, y él también se transformó en águila y voló tras el ladrón  y como iba más ligero recortaba la distancia más y más. Odín ya tenía a la vista las murallas del Ásgard, desde donde los dioses, cuando vieron cómo se acercaba perseguido por la otra, sacaron de las bodegas unas cubas vacías, y en ellas el águila divina, después de regurgitar el hidromiel, vomitó el tesoro que había robado. Pero no todo se fue por el pico: con el sofoco y el susto de verse casi cazada por Súttung, un poquito se le fue por el trasero, y ese poco se quedó fuera del Ásgard. Y de ese resto, nos dice Snorri Sturluson en su Edda Menor, se alimentan todos los malos poetas, quienes contagiados de su naturaleza excrementicia nos dejan en papel -o en pantalla- sus regalos.
     Los griegos a su hidromiel le llamaron néctar y ambrosía. En la tradición védica era el soma. La nostalgia de esa sustancia ha vuelto loco y ha ahogado a más de un escritor. Los principales sucedáneos con los que se ha querido paliar esa carencia han sido el alcohol y el café. De esto último escribiré en un próximo artículo. 

13 comentarios:

  1. Los poetas son celebrados muchas veces por su mala baba y por endulzar con sus palabras a los tiranos con la miel en los labios, mientras te escupen por la espalda. ¿No es así desde los tiempos de Virgilio? No obstante, algunas cosas, Ricardo, como la fórmula de la Coca Cola, es mejor que queden bajo el tupido velo del misterio. Habría dado cualquier cosa por una gotas del preciado hidromiel, pero ahora prefiero el fierabrás norteamericano. No me extrañan los malos modales de los dioses vikingos en el Walhalla y su mala baba. Ya contaba con el aditivo secreto de esos vinos romanos, conservados en ánforas de naufragios- los quesos milenarios de los esclavos-, si bien distan mucho de la fórmula vikinga. Y es que, por más que me endulcen el hidromiel con los bucólicos cantos de Snorri Sturluson, no sé si me tomaría un trago. Al menos los griegos partían de los gloriosos genitales de un dios para engendrar a Afrodita, y los cristianos santificaron la bendita misión castradora de los eremitas a través de la trasposición simbólica del santo prepucio. Además me cuesta creer que las poesías de personas tan caballerosas como Campoamor o Pemán hayan salido de la parte postrera posterior de un dios. Estos señores eran cualquier cosa menos malhablados. Esa actividad excrementicia poética le conviene mejor a un Rimbaud, que escribió sin ningún pudor una oda a sus calcetines y orinó sobre sus comensales en una de sus orgías poéticas.

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  2. Casi que tengo que arremangarme para contestarte después de haber leído dos veces tu sesudo comentario, Huguet, -oh gran vate y señor de la Biblioteca de Gotham-, pero en estos momentos mi nostalgia de hidromiel es máxima y como no tengo a mano más que el sucedáneo de un café de máquina en vasito de plástico, en vez de polemizar contigo sobre orificios y pemanes, me atrevo a preguntar si en tu calidad de bibliotecario gothense no sabrás alguna recetilla aceptable del hidromiel.

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  3. Amigo Signes no sólo te sales por la tangente sin responder como dicta la tabla- una a una- a mis sesudas meditaciones, sino que atacas mi punto débil: ya sabes que las musas no me han dotado con el don de la poesía, ni siquiera borracho de hidromiel. Si tu insistes, no obstante, en que te abra las puertas de la Biblioteca de Gotham, no estaría de más que te tomaras unos átomos de criptón, porque según decía tu artículo “El curare y 84 átomos de criptón”, los efectos son milagrosos, nada que envidiar al hidromiel de marras. Allí te propuse otra alternativa a tono con los dioses nórdicos, el bocadillo de chorizo, pero no sé si el perverso Loki me lo habrá hurtado y se lo estará merendando en compañía de unas patatas bravas en algún bar cutre rodeado de gordinflones dioses teutones.

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  4. Total, que al fin y al cabo todo viene de lo mismo y vuelve a lo mismo. ¡Es el milagro de lo orgánico!

    Un saludo.

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  5. Amigo Wolfville, tras degustar la ambrosía de restaurantes de cinco tenedores con toda su prosopopeya y demás mariconadas, más de uno vuelve a manjares más viriles como la tortilla de patatas y los calamares al ajillo, escanciados con una buena cervecita. A los aromas de pétalos de rosas y los sonidos deliciosos del paraíso aristocrático les suceden los berridos del bar de tapas. ¡Maaarrrchando una de bravas!

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  6. Como parece que a Huguet le ha sentado mal la comida prenavideña de empresa, soy yo el que se atreve con una receta de hidromiel. Ahí va: dos litros de agua de manantial; doscientos gramos de miel de abedul siberiano; cuatro onzas de pimienta negra molida. Macérese, ferméntese, destílese. ¡Qué aproveche!

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  7. Anda el tema algo marranote hoy por lo que veo, no está mal como homenaje navideño. Yo, la verdad, creo que podría hablarles mucho por mi actual experiencia del mundo de las babas, pero me conformo con desearles unas felices fiestas, caballeros.

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  8. Brindo con hidromiel por ello. Felices para todos, amigos.

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  9. Hidromiel, sexo y rock 'n' roll ya desde tiempos mitológicos y quizás también metáfora de las musas y tú Ricardo creando post en tu cafetito de plástico...Una de huevos de mi pueblo (3 huevos fritos con pimiento, patatas y morcilla) regado con un crianza Ribera del Duero sí que haría babear a dioses y/o malhablados. También felices, señores :))

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  10. Huevos, pimiento, morcilla y vino tinto. Una combinación muy ibérica que me suena a Lazarillo y a Cela. Quizás, aún más sutil, también hay una relación entre la mitología y la gastronomía. Se me ocurre a bote pronto un libro entre cuyos capítulos leo estos epígrafes: "La literatura de los bebedores de cerveza", "La literatura de los lotófagos", "La literatura de los comedores de morcilla", "La literatura de los cafeinómanos" (atención a mi próximo artículo) "La literatura de los comedores de casquería", "Mitología y micología"... Quién sabe, puede que hasta ya esté escrito.
    Saludos.

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  11. Vaya, mi próximo post trata sobre un erudito profesor -cuento de Luis Mateo Díez- que solo bebía té- pero el tema que propones es muy interesante. Si quieres te mando un Gdocs y lo escribimos colaborativamente.Besazo navideño casto

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  12. Ahora entiendo unas pocas de cosas. La mala leche que tiene un enano que trabaja en el mismo sitio que yo. Tiene que ser familia de los dos mamones esos. Además Sturluson y tu me aclaráis de un plumazo de donde viene los dones de más de uno y más de cien de los escritores acerca de los cuales antes (ahora no pierdo fuerzas en ello) discutía con algunos amigos a los que aun no he sacado de Dan Brown y Stieg Larsson: escupitajos de los dioses cagados por un águila... claro, si es que tenía que tener alguna lógica. No podía ser casual tal cantidad de diarreas mentales. Aunque ganen la pasta que ganen.
    Muy interesante, hoy me ire más tranquilo a la cama.
    Respecto del hidromiel, hace poco leía a alguien que (de manera similar al señor Huguet) decía que una vez descubierto que ni cuando se emborrachaba conseguía elaborar una poesía digna, había decidido tomar una vía alternativa. Emborrachaba a todos los componentes de la audiencia y, ahora si, todos comenzaban a verle un puntillo a su poesía....

    Saludos y Felices Fiestas a todos.

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  13. Celebro que el artículo te alumbre sobre el origen de la capacidad literaria de algunos conocidos e incluso famosos, pero he de aclarar que el mérito es todo de Sturluson. Lo único mío son las torpezas.
    Feliz año a todos. Brindo por ello con un poco de hidromiel (y espero que sea de una barrica que no contenga del procedente de la retaguardia).

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