martes, 18 de enero de 2011

Las orgías fúnebres (Mark Twain y la incorrección política)

   Las orgías fúnebres

 La semana pasada venía un artículo en la prensa sobre una adaptación de "Las aventuras de Huckleberry Finn" perpetrada por un profesor de la Universidad de Auburn, en Alabama, que ha necesitado de 219 cambios respecto al original para, según él mismo afirma, no sentirse incómodo al leer en clase algunos fragmentos de esa gran novela de Mark Twain. Se ve que palabras como "nigger", "injun" (respectivamente, "negro" e "indio" con matiz despectivo) o "half-breed" ("mestizo") le subían el colesterol, así que se puso los manguitos de censor y ha limpiado ese clásico, dejándolo como una patena. Tras el esfuerzo el hombre debe de haberse quedado satisfecho, porque no solo ha preservado la exquisita y virginal sensibilidad de sus alumnos frente a palabras tan ofensivas como las mencionadas, sino que además ha ofrecido una actuación digna del rey, ese pícaro con quien se encuentra Huck en su viaje por el Misisipi, que en el capítulo 25 de la novela explica el porqué de su expresión "orgías fúnebres":
     -Digo orgías, no por ser el término corriente, que no lo es... -exequias es el término correcto-, sino porque orgías es el término correcto. No se emplea exequias ya en Inglaterra..., pasó de moda. En Inglaterra ahora decimos orgías. Orgías es mejor, porque significa lo que uno quiere decir con más exactitud. Es una palabra compuesta de la griega "orgo", que significa fuera, abierto, exterior, y de la hebrea "jeesum", plantar, cubrir, es decir, enterrar. Así, como se ve, orgías fúnebres son funerales abiertos al público.
     No sé cómo le ha quedado este fragmento, pero me da que lo ha dejado igual, y no por fidelidad al texto, que ya vemos que no es una virtud filológica en boga en su universidad, sino más bien por coincidencia en el análisis etimológico y en la limpieza de la palabra "orgía", libre ya de connotaciones sexuales y apta, por tanto, para su uso. De todos modos tampoco hay que exagerar su mérito: la Asociación de Bibliotecas de EEUU ya había avisado de la peligrosidad moral del libro al situarlo durante la última década del siglo pasado en su lista de libros prohibidos y censurables. A lo que parece, la amistad entre un blanquito sureño y un esclavo negro fugitivo es algo obsceno, intolerable. Lo cual explica que en la serie televisiva que sacó la CBS en 1955 se omitiera cualquier referencia a la esclavitud y que fuera un actor blanco quien interpretara al negro Jim. Todo un disparate que subraya con éxito aquello que pretende ocultar.
     Unas páginas más allá del artículo del expolio literario aparece la noticia de la liberación de dos hermanas negras que se han pasado dieciséis años en la cárcel por robar once dólares. La causa de su excarcelación no ha sido la revisión de su condena a cadena perpetua, sino el ahorro que le supone al estado de Misisipi librarse de los gastos de la diálisis que requería una de ellas.     
       En el capítulo 32 de la novela leemos el siguiente diálogo entre Huck y la tía Sally a raíz de un accidente de navegación:
      - ¡Por amor de Dios! ¿Hubo heridos?
      -No, señora. Mató a un negro.
      -Pues ha sido una suerte, porque a veces hay heridos.
      Puede que el profesor de Auburn, en su afán de corrección política, haya cambiado al difunto negro por un gato, pero de lo que no me cabe duda es de que el gobernador de Misisipi, este prohombre que ha liberado a las hermanas Scott, todavía hoy, un siglo y un año después de la orgía fúnebre de Mark Twain, estará muy de acuerdo con el alivio de Huck y la tía.   

10 comentarios:

  1. A lo mejor si se corre la voz sobre la prohibición de la novela de Mark Twain en USA conseguimos que se lea más. Muy buen artículo. Y qué vergüenza lo de las hermanas Scott.

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  2. Sí, las prohibiciones suelen funcionar. Me acuerdo que José Montoro me contaba el éxito que tenía entre sus compañeros de instituto la poesía de Miguel Hernández cuando estaba prohibida.
    Respecto a lo de las hermanas Scott, recomiendo que visitéis http://freethescottsisters.blogspot.com Lo que más miedo me da es que el gobernador de Misisipi, un tal Haley Barbour, es un posible candidato por el Partido Republicano para las próximas elecciones presidenciales.

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  3. En la introducción a "Las aventuras de Huckleberry Finn" Twain advirtió: "Las personas que intenten encontrar un motivo en esta narración, serán perseguidas. Aquellas que intenten hallar una moraleja, serán desterradas, y las que traten de encontrar un argumento, serán fusiladas". Premonición certera de lo que la posteridad le ha ofrecido al genial humorista. No deja de ser irónico que escribiera "Un yanky en la corte del Rey Arturo", para criticar en clave la esclavitud, y que haya sido calumniado en la actualidad precisamente por utilizar palabras como "nigger" por los supuestos defensores de los derechos humanos. Lo que Twain no consiguió con "el yanky en la corte del Rey Arturo"- que lo lincharan sus paisanos- lo han logrado los hijos -blancos y negros- de lo políticamente correcto.

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  4. Lo que ocurre con Mark Twain y con otros grandes escritores es que su humor nunca se tomó en serio. Fíjate en Bulgakov o en Hasek. O en nuestro Jardiel Poncela. En general me parece que hay dos técnicas para desactivar la carga crítica de su humor: una es el silencio y otra la degradación del humor a la guasa.
    Agradezco doblemente tu comentario: por su pertinencia y por la cita de Twain, que es estupenda.

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  5. Jardiel lleva una revolución a la novela española que casi nunca ha sido tenida en cuenta por la crítica más que tangencialmente. Sus tres únicas novelas son un despliegue de ingenio, originalidad y talento que no se prodigan a menudo en la cultura española contemporánea. Es curioso que se haya celebrado la "originalidad" de una novela como "Niebla" -tal vez por la pose de cleryman de Unamuno- y no a Jardiel o a Pérez de Ayala que escribieron obras de mayo enjundia, eso sí, sin tanta prosopopeya. Jardiel en Francia o en Inglaterra sería considerado uno de sus mejores novelistas -de hecho podría ser un escritor francés o inglés transplantado, mucho mejor que Waughn o Anatole France- en su lugar, en los manuales de historia literaria se homenajea a Baroja y Azorin, maestros del aburrimiento y del realismos caduco, junto con sus herederos, Laforet, Aldecoa, maestros de la nada aburrida.Jardiel comete un gran pecado para ser reconocido: divierte con lo que te cuenta y te seduce con su prosa. Muchas veces me he planteado una historia paralela de la literatura española del siglo XX, allí aparecerían algunos marginados, mucho más interesantes que los popes de la literatura oficial: Dieste, Jardiel, Fernández Flores, Julio Camba, Torrente Ballester (ya no tan marginal). Y sí, estoy de acuerdo, el sambenito de "humorista" es un descrédito para un escritor que se precie de ser "serio". El humor no sólo es un descrédito para la literatura sino también para la interpretación: se considera a los actores de comedia como secundarios. Yo creo todo lo contrario. Los mejores actores siempre bordan la comedia, para mí es la auténtica de fuego; y al igual que el actor de comedia, un escritor que no sabe sonreír en alguna de las líneas no es un creador de fuste.

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  6. Podría entrar en polémica contigo sobre tu valoración de algunos de nuestros clásicos del siglo XX, pero en cuanto a Jardiel Poncela, amigo, ahí sí que estamos de acuerdo. Lo de que "podría ser un escritor francés o inglés transplantado" me divierte, porque es justo lo que pensé de ti después de leer "El señor Teckel".

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  7. No serás el primero, Ricardo, ni el último en acusarme de anglofilia y desarraigo cultural. Pero yo recomiendo a los comentaristas de este blog que juzguen por sí mismos ojeando algunos fragmentos que en breve estarán colgadas en mi página "la biblioteca de Gotham". Allí podrán comprobar si algún guiri se ha colado en mis novelas, osease si un inglés embozado de negro me ha soplado al oído estas narraciones góticas. Y digan lo que digan los anglófilos, francófilos y toda ralea de extranjerizantes están escritas en la lengua de Cervantes y Larra o al menos eso creo.

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  8. Ni te acuso de lo uno ni de lo otro. Mi observación sobre mi sensación tras la lectura de tu novela debe ser entendida como un elogio. Pero entiendo que para los lectores que la desconozcan he de precisar: es el recuerdo de Conan Doyle y de Wilkie Collins lo que lo justifica.

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  9. Esta noticia fue, cuando la conocí, una de las que más me idignó desde hace tiempo en ese frecuentado tópico que son los "desprecios a la herencia literaria". Huck Finn es algo que va mucho más allá de un simple libro americano. Huck es un libro que ha formado parte de la educación de millones de lectores en el mundo entero. Nunca he considerado que me hiciera más racista leerlo tal como salió de la pluma de Twain. Precisamente el hacer ese tipo de correcciones es lo que mancha la novela y la vuelve sucia.
    Pero no es casual, estoy convencido. Solo se atreven a hacer eso con Twain porque está muerto. Si estuviera entre nosotros, lo azuzaba yo contra ese profesor de Auburn a ver cuanto le duraba a Twain vivo. Eso se hace contra un clásico de siglo y pico mientras que hoy en día los escritores americanos vivos retoman sin problemas todos esos insultos raciales tradicionales y sin rubor los insertan en sus novelas para hacerlas simplemente realistas.
    Gracias a la última novela de Philip Roth descubrí yo lo que era un WOP en los años 10-20-30 (despectivo para los inmigrantes italianos), como
    Gracias al refulgente National Book Award, Colum McCann descubrí que los Dagos eran los españoles y portugueses, los Polacks los polacos y los Micks los irlandeses. Todo ello dicho a la vez que se escupe al suelo.

    ¡Cobardes! Atreverse a hacerle eso a Twain. Me hierve la sangre.

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  10. Comparto totalmente tu indignación, Óscar, y en tu honor y en recuerdo del genio de Twain cito una de sus frases para enmarcar: "Prefiero el cielo por su temperatura, y el infierno por la compañía".

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