LITERATURA Y ZOMBIEDAD
El otro día leí en “Babelia” un artículo sobre la última moda literaria importada de Capital City: la adaptación de clásicos al universo zombi. El origen de la cosa es la ocurrencia de un editor aburrido que se pasó todo un domingo por la tarde discurriendo cómo podía unir la columna de las novelas importantes con la de los géneros populares. Estaba desesperado el hombre de tanto pensar, hasta que se rascó la cabeza, abrió un cajón, luego otro y sacó un dado, y así, en dos tiradas, lo tuvo resuelto. En una, “Orgullo y prejuicio”; en la otra, los zombis. Lo demás fue la parte fácil del engendro: telefoneó a un escritor necesitado, le dio el título, y en dos meses ya la tenía sobre su mesa: “Orgullo y prejuicio zombis”. Podría haber sido “Orgullo y prejuicio vaqueros”, “Madame Bovary pirata” o “Robinson Crusoe en el campus”, pero no le dio por ahí al dado. El caso es que tuvo tanta aceptación aquello, que pronto el editor y el escritor se cebaron en otra novela de Jane Austen y parieron “Sentido y sensibilidad y monstruos marinos”, en la que las hermanas protagonistas se enamoran de unos calamares muy apuestos.
Quizás porque a los lectores les gusten más los cefalópodos en tapa o bocadillo que en libro, las imitaciones y las secuelas han venido por la parte de los zombis y se han propagado pronto por esta España tan receptiva, de modo que ya circulan por aquí, entre otras, “La casa de Bernarda Alba zombi”, “Lazarillo: matar zombis nunca fue pan comido” e incluso un “Cuentos de zombis para niños”, a fin de que les vaya entrando el gusanillo.
A mí se me subleva el charlesbronson y se me escapa a repartir ultimátums: ¡quitad vuestras sucias manos del Lazarillo, cabrones! Pero no es más que una pataleta. De adaptaciones y parodias está llena la historia de la literatura. A finales del XVIII Ramón de la Cruz firmó una traducción de “Hamlet” que termina en fiestorro y casorio. Lo que no sé es si don Ramón se salta lo del suicidio de Ofelia o si es que la resucita después; y si en el último acto cambia el veneno por champán o si solo los mata un ratito. En el segundo caso tendríamos ahí un antecedente muy sólido de la literatura zombi. Y en cuanto a las parodias, basta recordar que el Quijote fue en su momento tan irreverente hacia el modelo de la novelas de caballerías como lo son hoy éstas.
En definitiva se trata de un nuevo género que si aún no ha aportado una novela de mérito es porque apenas tiene dos años de vida, pero igual que ha pasado en otros ámbitos de la cultura en la que los zombis han protagonizado obras maestras como “La noche de los muertos vivientes”, de George A. Romero (1968), “Yo caminé con un zombi”, de Jacques Tourneur (1943), el videoclip “Thriller”, de Michael Jackson (1982) o “Invasión de los Elvis zombis”, de Gary Panter (1984) –un cómic extraordinario y delirante del que hablaré en mi próximo artículo-, cabe la posibilidad de que esos monstruos se salgan también en literatura de la reserva friqui.
Lo que me preocupa de este asunto no es, por tanto, que pululen tantos zombis por las librerías. Ya lo hacen los vampiros y no pasa nada. Es más, seguro que, a imitación de lo que ha ocurrido con éstos, en algún rincón del Imperio se está forjando una moda de vestidos y maquillaje zombis. A mí lo que me asusta es la primera frase de “Ogullo y prejuicio zombis”: Es una verdad universalmente reconocida que un zombi con cerebro necesita más cerebros. Uno siempre piensa que el suyo es tan fuerte e indigesto que nunca se lo van a comer, sin contar con que –aparte del detalle de que se ha de estar muerto y un poco corrompido para ser un buen zombi- la principal característica del gremio es una imbecilidad de tipo pandémico.
Una persona tan relevante como el expresidente Bush acaba de descubrir al mundo sus miedos y su cultura respecto a lo que digo. Alguien muy perverso lo ha enviado a Haití para animar, pero cuando se ha visto rodeado de negros pobres y famélicos que tendían hacia él sus brazos, desde lo más hondo de su subconsciente han emergido recuerdos de “Yo caminé con un zombi”, que también transcurre en Haití, y se ha acojonado tanto, que después de chocar la mano a unos cuantos para la foto, disimuladamente se la ha limpiado en la camisa de Clinton, no fuera que lo de negro, pobre y hambriento fuera tan contagioso como lo de zombi.
Quizás cultura de la basura, suena mejor que cultura de los zombis...De todas formas, hasta que no salga en la tele no existe, do not worry!.
ResponderEliminarIrónico título el tuyo, Ricardo, el de "Literatura y zombiedad", porque lo propio, si fueras un tío legal, es que lo hubieras llamado "Literatura y zombies". Siguiendo tu análisis, creo que esta literatura zombie tiene mucho futuro, porque la música y la cultura popular actual son el caldo de cultivo ideal para toda esta caterva de engendros. ¿Qué es el rap sino música para descerebrados? ¿Qué son algunos de nuestros videojuegos? Lo peor de todo es que estas adaptaciones son una falsedad porque los auténticos zombies no emiten más que gruñidos y alaridos. ¿Cómo traducimos la declaración de amor de Darcy en dos o tres alaridos? ¿Cómo transmitir la contestación airada de su prometida con dos o tres gruñidos? Y cuando se prometen, ¿cómo manifiestan su amor sino andando torpemente por el prado con los brazos en alto persiguiendo algún que otro caballero aún más descerebrado? Me viene a la memoria el episodio de los Simpson, en el que los zombies, al palpar la cabeza de Homer, se niegan a comer su cerebro. ¿No es Homer, el irónico representante de la cultura griega, un perfecto descerebrado? Ni los propios zombies lo aceptan. Del mismo modo, creo que estas novelas resultarán demasiado "sesudas" para algunos de nuestros jóvenes.
ResponderEliminarLo cierto, Mila, es que ya hay una serie, "Zombis" (puedes curiosear en http://www.series911.com/capitulos/zombis/primera-temporada-1-capitulo-01-amor/, y ya se está realizando la adaptación televisiva de "Orgullo y prejuicio zombis" y la de un cómic de mucho éxito, "Los muertos vivientes", de Robert Kirkman, así que ya puedes desempolvar tus novelas de Faulkner si quieres un antídoto potente contra la plaga.
ResponderEliminarNo te conviene, Joaquín, ir aireando por aquí que no soy un tío legal. Pero aún es más peligroso que despotriques con tanta vehemencia contra los zombis. Es posible que dentro de poco haya asociaciones filozombis que los apoyen y que defiendan sus derechos; y entonces no te valdrán de nada los argumentos de que no existen o de que están muertos. No descarto incluso que, si como he leído, algunas universidades de EEUU ponen de lectura a sus alumnos las adaptaciones zombis en lugar de los clásicos originales, la ola de lo políticamente correcto incluya un aluvión de eufemismos para referirse a las actividades de los muertos vivientes (o, adelantando ya una posible denominación, de las "entidades corpóreas con constantes vitales de baja actividad"). Te aviso.
ResponderEliminarTe propongo, Ricardo, un catálogo que puede suplir a muchas de nuestras obras desfasadas. "Me casé con un zombie", "Un zombie de ida y vuelta", "Ser o no ser zombie"; y la joya de la corona: "Física para zombies muy zombies" que sustituirá la ya desfasadísima "Física para tontos muy tontos" que ya deberían haber retirado de los centros de enseñanza por su gran complejidad.
ResponderEliminarYo no arremeto contra los zombis, sino contra la estupidez, y no es lo mismo, aunque es un rasgo inherente suyo la imbecilidad, pero fíjate, Joaquín, tú que eres un especialista en literatura gótica, cuánta porquería se publicó de ese género hasta que salió un "Melmoth el errabundo", "Drácula" o "Frankenstein". Cientos de novelas con monjes rijosos y crueles de protagonistas pasaron con toda justicia al saco del reciclado del trapero. La literatura de género siempre ha sido muy popular y ha originado toneladas de basura, de entre las que de vez en cuando surge la sorpresa. Yo no descarto, por tanto -y repito aquí una idea de mi artículo- que aparezca de pronto una buena novela de zombis, incluso una muy buena. Con los cómics ya ha ocurrido y con el cine también. Es más, el único escritor que conozco capaz de retorcer al zombi y sacar de sus entrañas algo de jugo literario eres tú, conque...
ResponderEliminarPues nos iremos vacunando.Ahí va lo último presentado en cortos españoles y que ni siquiera ha pasado a la final... Que no cunda el pánico!
ResponderEliminarhttp://www.notodofilmfest.com/ediciones/09/?lg=es&corto=22345
Dado vuestro silencio de los últimos días sospecho que estáis comiendo la mona y felizmente desconectados. Las posibilidades transgenéricas que sugieres me hacen pensar en una película de cuando iba a 2º de BUP que vi en el cine de la Calle Carniceros con mi amigo Colomo (le llamábamos "Colomo, que te la como", porque eso es lo que le dijo una chati del cole de las monjas un día en uno de los conciertos del Teatro Principal al que nos obligaba a ir el cura que daba Música). La película en cuestión se llamaba "Alicia en el País de las Pornomaravillas". Colomo -que te la como- salió fascinado del cine por el episodio del conejo y porque el tipo de relación que entablaban la joven protagonista y la reina de naipes no se ajustaba a lo imaginado por Lewis Carroll (bueno, o quizá sí, bien pensado)
ResponderEliminarNo sé gran cosa de zombis, pero me llama la atención la soltura con la que algunos de nuestros alumnos -los que tienen la viciosa costumbre de leer libros- manejan todos los referentes de lo que parece ser una auténtica Cultura de los Muertos que No Están Muertos. Pienso que todo ese asunto de la moda gótica tiene mucho que ver. Cuenta con representantes tan conspicuos como la hija de Madonna -mirar hoy en la portada de yahoo noticias- o las hijas de Zapatero. La conversación que transcribo la tuve hace unos años con una ex-alumna nuestra. Yo pensé que aquella joven debía sufrir algún tipo de trastorno, dado que siempre iba ataviada como para ir al entierro de su loro:
-"Ana, ¿por qué vas siempre de negro?",le pregunté suponiendo que me iba a contar entonces tras desmoronarse bañada en lágrimas que su padre había sido torturado por la contra en Nicaragua o que su madre vivía en una leprosería de Calcuta
-"...porque soy gótica", contestó concluyente y con aire de que con eso debía darme por más que satisfecho.
Saludos, espero que no haya demasiadas tormentas por la costa.
1. Por fin he visto, Mila, el corto del que hablabas. Es increíble: a los diez segundos consigue aburrirte, y si uno consigue quedarse más tiempo delante de la pantalla debe de ser como ejercicio de flagelación audiovisual. Si la condición de zombi se transmitiera por la tele, este corto sería peligrosísimo, pero como lo que se extiende por ahí es sólo la estupidez, pues nada, todos tranquilos.
ResponderEliminar2. Tienes razón, David: estaba desconectado del Planeta Zombi. Tu amigo Colomo tiene la desgracia de tener un apellido que se presta mucho a rimas y paridillas, pero con esos gustos cinematográficos me lo imagino con bastante caparazón como para soportarlos. El cine porno, que tiene una estructura narrativa tan compleja como el mecanismo de un palo, ha tenido que echar mano de las parodias y las adaptaciones para liarlo un poquillo, igual que estas novelas que están floreciendo ahora como hongos. Para mi desgracia esta semana he querido comprobar empíricamente lo que ya había adivinado con la intuición, y, tonto de mí, he leído cien páginas del Lazarillo zombi. Lo resumo con cuatro palabras manteniendo el estilo y profundidad de la novela: caca, culo, pedo, pis.