domingo, 7 de febrero de 2010

Elvis, Nixon y el Capitán Marvel

Elvis, Nixón y el Capitán Marvel

En vísperas de la Navidad de 1970 Elvis se presentó en Washington para entrevistarse con el presidente Nixon. Iba acompañado de dos guardaespaldas apodados el Águila y el Puma, y su propósito era ofrecerse como agente especial en la lucha contra los enemigos de su país, que en aquellos años eran muchos y taimados. Convencido de que la combinación de su popularidad con sus profundos conocimientos sobre las técnicas de lavado de cerebro de los comunistas y sobre los estragos de la droga en la juventud americana le capacitaba para ese cometido, Elvis llega a la Casa Blanca vestido para la ocasión con un terno negro y una camisa blanca de cuello de palmo, adornado con una cadena de oro con colgante de cabeza de león y un cinturón estilo campeón del mundo de lucha libre o de boxeo. A su derecha, Nixon, cumplidamente trajeado, aparece en la fotografía oficial que conmemora el evento estrechándole la mano y sonriendo con la satisfacción de un vendedor de enciclopedias que acaba de colocar a un primo la de "Repostería para el hogar" de veinticuatro volúmenes. Motivos no le faltaban: le había sacado un colt 45 bañado en oro a cambio de una placa del FBI, y, encima, en medio de la guerra con Vietnam, se hacía una publicidad gratis impregnada con todos los matices que sugería entonces la imagen del Rey.
     Fue un encuentro breve, pero uno sospecha que Elvis salió de allí con algo más que una chapa de policía. Y puede también que a Nixon su ego le dejara algún resquicio como para vislumbrar el poder que se escondía tras la ingenuidad de aquél.
     Hay una escena muy repetida en las entregas de uno de los cómics más populares en los EEUU durante los años 40: un muchacho se adentra por un ramal abandonado del metro y llega a una galería flanqueada por siete esculturas de formas monstruosas a cuyos pies se lee el nombre de cada uno de los pecados capitales. Allí mismo, sentado en un trono de piedra le espera un anciano que le explica que ha sido conducido hasta allí por tener un alma pura. Si acepta el trato que le propone, sellará un compromiso con la humanidad: reparar las injusticias y combatir el mal. El muchacho acepta y el anciano entonces le revela su nombre y le insta a pronunciarlo: ¡Shazam! Y ya tenemos ahí al superhéroe. El joven esmirriado ha pasado de golpe a la talla XXXL y su ropa es ahora un mono de color rojo con una capa dorada y un cinturón a juego. Su nombre artístico, "Capitán Marvel"   
     Cuando Elvis era un  niño pobre en Tupelo la lectura de de sus aventuras le fascinaba tanto, que le dejó una huella de por vida. Son muchas las pistas que lo corroboran:



       1º. Vernon Presley afirma que "una misteriosa luz azul" envolvió  su cabaña en el momento en que nació su hijo Elvis, como si el cielo quisiera subrayar así la condición especial del bebé.
      2º. Muchos años después, durante una tormenta, un rayo cayó sobre una estatua de mármol del Jardín de las meditaciones, en Graceland, dejando como única marca una muesca con la forma del rayo igual a la que luce en su camiseta el capitán Marvel.
      3º. Cuando Elvis organizó una camarilla de amigos para que se ocuparan sin dilación de todos sus asuntos -la TCB (take care of business), conocida también como la mafia de Memphis- escogió como distintivo para la hermandad el rayo del Capitán Marvel.
      4º. Son numerosísimos los testimonios que nos hablan de los superpoderes de Elvis, desde su capacidad visionaria (se dice que llegó a predecir su propia muerte), a sus dotes para interpretar mensajes divinos a través del canto de los pájaros, o a su poder de sanación.
      5º. A partir del relanzamiento que experimentó su carrera con el espectáculo televisivo de la NBC del año 68 y sus posteriores conciertos en Las Vegas, su vestuario pareció siempre una recreación del del Capitán Marvel.
      6º. Su devoción por las historietas del Capitán Marvel le llevó  a creer firmemente en los ovnis, en los venusianos y en las abducciones.
      7º. La doble dimensión, pública y privada, de Elvis reproduce en gran medida el conflicto entre el joven periodista radiofónico Billy Batson y su alter ego, el Capitán Marvel.
      Podría seguir un buen rato y hablar, por ejemplo, de la afición claramente marveliana que sentía Elvis por las artes marciales o de su conocida generosidad que le llevó a regalar un cadillac a una viejecita que pasaba por allí, pero por encima de cualquiera de esas relaciones hay un hecho que resulta más ilustrativo de la identificación del Rey con el superhéroe del cómic, me refiero a la gran cantidad de sueños y alucinaciones relatados en primera persona en los que se observa cómo la figura del Capitán Marvel forma parte del subconsciente colectivo de los seguidores más devotos de Elvis.
                                                                   (extracto del cap 7 de la 2ª parte de "Zapatos de ante azul")

      Ese Elvis que atravesaba los pasillos de la Casa Blanca en dirección al Despacho Oval revivía de algún modo el itinerario de Billy Batson por la galería de Shazam, un anciano sabio de barba blanca al que en aquel día de su entrevista con Nixon muy bien pudo identificar con aquel otro que desde los carteles de alistamiento de la II Guerra Mundial le señalaba con el dedo llamándole a filas.
       Hoy aquellos cómics y aquel Elvis nos sorprenden con la extraña ingenuidad de los pioneros. Once años más tarde aquel atrevimiento encontró sucesor en un actor mediocre retirado: Ronald Reagan. Y poco después, quien había dado vida a Conan y a Terminator era nombrado gobernador de California.
        Nixon creía que le había tomado el pelo a Elvis, y éste salió de la Casa Blanca silbando de contento y con una placa de agente federal en la mano. Lo que no sabía el presidente, a pesar de su inclinación por las telecomunicaciones, era que Elvis había descubierto que el grito de Shazam que le convertía en superhéroe eran sus propias canciones.

6 comentarios:

  1. Joaquín dijo:

    Tal vez porque Estados Unidos, por su situación geográfica, estaba a salvo de cualquier invasión, necesitó inventarse unos enemigos a los que combatir. Polonia o Irlanda no tenían que hacerlo, porque la historia había colocado a sus puertas enemigos de carne y hueso.Sin embargo, América los buscó infructuosamente entre las piedras de su historia reciente. Las amenazas imaginarias requerían héroes imaginarios, por eso los dibujantes se sacaron del magín personajes de cómic que tan pronto luchaban contra el Imperio japonés como detenían terremotos. La proliferación de películas de serie B de marcianos y monstruos prehistóricos nació asimismo de ese impulso de suscitar un desasosiego entre la población que los preparara psicológicamente contra futuras invasiones rusas o comunistas, unas invasiones que, por cierto, nunca llegaban. Como mucho estas amenazas aparecían en forma de catástrofes naturales que eran personificaciones de un continente pavoroso al que era difícil domesticar. Otras, entre las masas de protocomunistas que conspiraban desde dentro contra la american way of life. Estos marcianos protocomunistas acabaron mutando hasta convertirse en virus y gérmenes, invasores diminutos que acabarían matando a un hombre tan poderoso como Howard Hughes o trastornando a un ídolo como Michael Jackson, que nunca creció porque creyó en el sueño americano.

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  2. Gracias, Joaquín. Tus observaciones me llevan a plantearme que si todas nuestras sociedades tienen sus héroes -que como tú bien dices personifican el deseo de vencer sus temores-, ¿cuáles serán los héroes de cómics que reflejen los miedos de la España de hoy? Lo primero que me sale son "Los Simpson", pero no me vale porque es demasiado general. Me acuerdo entonces de "Carpanta", que era un vagabundo que se moría de hambre y que encarnaba como nadie el deseo insatisfecho de aquella España tardofranquista. Y me vienen también a la memoria los tebeos de "Roberto Alcázar y Pedrín". No se puede decir que fuera un superhéroe, pero es que no había entonces para más. Hoy creo que ya no lee nadie sus aventuras, pero dio pie a un cómic que los parodiaba que era divertidísimo. Sus personajes eran Roberto el Carca y Zotín. No estoy muy seguro ahora, pero creo que los autores son Gallardo y Mediavilla. Seguramente tendríamos que buscar hoy también alguna parodia para dar cuenta de esta chapuza nacional.

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  3. Los héroes hispánicos e ibéricos no se disfrazan tras máscaras. El Jabato y sus variantes -el Capitán Trueno y el Corsario de Hierro-, no deben ocultar su vena patria, que se remonta a antes de los romanos, cuando una abigarrada mancha de tribus poblaban la Península Ibérica. Los americanos, en cambio, tienen una doble vida. Una burguesa, completamente aburrida, como la de Clark Kent;la otra, de superhéroe.Lo más gracioso del caso es que el oficinista Kent apenas se disfraza tras las gafas de un periodistas despistado que no engaña a nadie. ¿Sera porque cualquier hombre anodino -el vecino de la puerta de al lado- puede ser un héroe camuflado? Confieso que me aterra que mi vecino llegue a ser un superhéroe. los héroes de cartón gozan de una gran ventaja sobre los de carne y hueso: se hacen a medida, por eso mismo son controlables. Los de granito, sin embargo, no dependen de la imaginación del dibujante y a veces adquieren las dimensiones de un Charles Bronson que va repartiendo mamporros sin ton ni son al grito de "yo soy la justicia".

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  4. A mí lo que me aterra no es que el vecino sea un héroe, sino un asesino en serie, aunque sea una serie pequeña en plan "Un día de furia" en el rellano. Por otra parte, sí hay héroes de tebeo hispánico enmascarados: el Guerrero del antifaz, el Zorro, Superlópez... Yo de pequeño leía en la revista "Strong" las aventuras de un niño bajito con boina que se llamaba Benito Sansón. Ya no he vuelto a saber de él, pero nunca he encontrado a un héroe más cercano.

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  5. Me divierte mucho leer tus entradas, pero he de hacerte una aclaración: Roberto el Carca es un personaje de Pamies. De Gallardo y Mediavilla es Tío Emo, que no está mal, pero que no llega a la genialidad del otro.

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  6. Gracias por la aclaración. Mi error viene porque los dos personajes -Tío Emo y Roberto el Carca- los leía en la revista "El Víbora" hace ya muchos años. Para quien no conozca a Roberto el Carca, recomiendo "Perfidia moruna" y "Tras el telón de acero". Son excelentes, divertidísimos.

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