lunes, 7 de octubre de 2013

La lengua de los nazis (4)

                           Delirios arios

     En su magnifíco estudio sobre la jerga nazi, Victor Klemperer advertía de la toxicidad de algunas expresiones inicuas cuya repetición incesante conseguía que fueran aceptadas por el hablante con la misma naturalidad con que uno acepta palabras como "lluvia", "agosto" o "berenjena". Hoy se diría que cualquiera que haya pasado por el instituto con un mínimo de aprovechamiento es capaz de percibir el tufo rancio y peligroso que desprenden locuciones como "espacio vital", "judaísmo internacional", 
"superioridad racial"... y ponerse en guardia ante cualquiera que se atreva a esgrimirlas como argumentos. Sin embargo, hay algunas de estas expresiones que, burlando el sentido común y la lección de la historia, se han filtrado en el léxico ordinario al modo en que aquellos nazis, después del 45, huyeron de Alemania y, bajo identidad falsa, llevaron una vida discreta, camuflados entre sus vecinos. De aquellas la de más enjundia, la Adolf Eichmann de las palabras con una vida secreta nazi activa es "ario".
     Rosa Sala Rose, en su Diccionario crítico de mitos y símbolos del nazismo (El Acantilado, 2013), que ya se ha convertido en una herramienta imprescindible para quien quiera adentrarse en el estudio de ese movimiento, ofrece con rigor y brillantez la genealogía ideológica de esa palabra, "ario", -según ella, sin lugar a dudas el núcleo seminal que estructura la práctica totalidad de la cosmovisión nazi-. Para ello se remonta al comparativismo lingüístico del XVIII y a la indofilia que supuso el descubrimiento de las relaciones entre el sánscrito y otras lenguas europeas. De ahí pasa a Schlegel, quien en pleno Romanticismo dio el paso desafortunado de lo lingüístico a lo antropológico y racial, y, adelantándose en más de treinta años al Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas de Gobineau, habló de una raza superior oriunda del norte de la India, a la que denominó "aria", que en su deriva triunfal por la prehistoria se habría extendido hasta la península escandinava. Lo cual, por otra parte, es cosa de agradecer, porque si se le ocurre detener la migración en el Llobregat o en el Bidasoa, ya se pueden imaginar la que hubiéramos tenido aquí a cuenta de unos pómulos prominentes o de una mandíbula más o menos cuadrada.
      No menos jugoso que su origen intelectual, e íntimamente unido a él, es el estudio de sus etimologías, propuestas a menudo como confirmación de ideas previas o prejuicios de sus autores, de las que Rosa Sala ofrece un repaso interesantísimo del que subrayo la asociación primera de Schlegel de la raíz "ari" con el griego "aristós" -el más noble- y el alemán "Ehre" -honor-, que abona ya la mixtificación, y la del indólogo Paul Thieme, en las antípodas del anterior, que identifica "arya" con extranjero, pues -cito textualmente- este "habría sido el modo en que los habitantes autóctonos del valle del Indo habrían llamado a los invasores indoeuropeos.
     Los siguientes hitos en la conversión de lo ario en el combustible ideológico del nazismo vienen representados por un discípulo de Schlegel, Christian Lassen, quien por vía de un error filológico vinculó a los germánicos con los arios, a quienes definió por su superioridad física sobre otros pueblos, por su piel blanca y por su naturaleza creativa. A lo que hubiera podido añadir sin menoscabo de su estupidez que un marcado rasgo de su cultura gastronómica era su preferencia por la cerveza y las salchichas.
     De la asociación de Lassen al cambio de origen geográfico de los ario-germánicos solo había que dar un empujoncito, pues resultaba un tanto enfadoso remontar la cuna de aquella casta de vencedores a territorios tan lejanos como el valle del Indo, conque, nada, se invirtió el orden de la migración y asunto resuelto: la patria de los germánicos fue el norte de Europa, desde donde se desplazaron a otros lares, como, por ejemplo, el noroeste de la India, donde los llamaron "arios".
     Inherente a la formación del mito fue una voluntad de oponer a los judíos un pueblo victorioso con un origen distinto y unas características "superiores", lo cual determinará a finales del XIX, con las aportaciones delirantes de gente como Rudolf Virchow, Houston Stewart Chamberlain o Jörg Lanz von Liebenfels, la elaboración de ese pisto criminal con que se sustentó el nazismo.
     El primero de ellos fue un médico que alentado por el auge de la frenología llevó el mito de lo ario al terreno de las mediciones craneales y del estudio de los rasgos faciales. El segundo, un inglés apasionado por lo germánico que superó los obstáculos que el empirismo pudiera oponer a la nobleza de espíritu -ejem-, anteponiendo la voluntad a los datos: "Aunque llegará a demostrarse que en el pasado nunca existió una raza aria, nosotros querríamos que en el futuro hubiera uno." Y el tercero, un antiguo monje cisterciense que, tomando la palabra al anterior, fundó el "Templo del orden nuevo", al que solo podían acceder hombres rubios de ojos azules que debían casarse con mujeres rubias de ojos azules para engendrar niños rubios con ojos azules, y editó la revista Ostrara. El joven Hitler devoró en Viena todos sus artículos, que luego le suministarían buena partde de las ideas que desarrollaría en Mein Kampf. 
Tolkien, brillante ante el despropósito
     En realidad, tanto Hitler como Rosenberg  aportaron ideológicamente bien poco al mito de lo ario. Ambos avivaron la hoguera, pero fue con leña talada por otros.
     Por último, termino con dos argumentos más que evidencian la estupidez y la iniquidad del mito. El primero es de J.R.R. Tolkien, y lo tomo del ensayo de Heather Pringle El plan maestro. Arqueología fantástica al servicio del régimen nazi (Debate, 2007). Se refiere a la respuesta del escritor cuando una editorial alemana se interesó por su origen ario como condición previa para publicar El hobbit: "Lamento no acabar de comprender qué entienden ustedes por ario. Yo no soy de extracción aria, es decir, indoirania; por lo que yo sé, ninguno de mis antepasados habló indostaní, persa, caló ni ningún otro dialecto relacionado. Pero si debo entender que me están preguntando si soy de origen judío, no puedo sino lamentar el hecho de que aparentemente no tengo ningún antepasado de tan agraciado pueblo."
     Y el segundo es una aclaración mía de un término muy usado en Alemania a partir del año 33, "arianización", que deja clara la esencia criminal y antijudía del mito. Generalmente se aplicaba a las propiedades inmobiliarias, pero también se podía extender a otros bienes muebles. Una casa merecía la categoría de "arianizada" cuando por vía de la extorsión, del robo o del asesinato se desahuciaba a sus legítimos propietarios judíos y se la concedía a algún organismo oficial o a algún nazi  prominente. El gesto arrogante del soldado nazi en el recibidor de la casa arrojando al suelo de un manotazo el candelabro de siete brazos, la menorá, y colocando en su lugar un busto de Hitler resume bien lo que significa el mito ario.      

14 comentarios:

  1. Gracias, Ricardo, por esta entrada tan estimulante y por la mención a mi libro, enriquecida con otros datos tan interesantes como el de Tolkien, que supo responder con inteligencia a una pregunta estúpida.

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  2. Muy honrado por tu visita. Soy yo quien agradece tu comentario y, sobre todo, los ratos estupendos que me he pasado leyendo tu Diccionario. Es una obra magnífica que recomiendo a todos los amigos de este blog y que rebasa en mucho los límites de un diccionario. Enhorabuena.

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  3. Buenas Ricardo. Interesantísimo post, he disfrutado mucho de esta serie de artículos, y han sido esclarecedores para mí en muchos aspectos que desconocía. Enhorabuena. Un saludo.

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  4. Gracias, Álvaro. Me alegro un montón de haberte descubierto aspectos nuevos del nazismo con mis artículos. Y espero seguir haciéndolo, si no en esta serie, que no sé si prolongar con algunos artículos más, en otras próximas, porque, como ya sabéis los que visitáis estas páginas, este es un tema que trato con cierta frecuencia.
    saludos

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  5. 1. Excelente artículo, Ricardo. Coincido con Batboy en que toda esta colección de artículos merecería ser publicada en un libro. Tomo nota del diccionario crítico de mitos y símbolos nazis. Tiene una pinta estupenda.
    2. La frenología estuvo muy extendida en Europa y caló entre las investigaciones policiales. Lombroso es un ejemplo muy significativo y muchas de sus imágenes han circulado no tanto entre los bibliófilos como en las películas de cine negro americanas. Por cierto, algunos de los prototipos lombrosianos más significativos aparecen en una película de Billy Wilder, “Con faldas y a lo loco”, cuando en un antro donde se vende alcohol se levantan varios tipos patibularios, matones al servicio de “botines” y aquel los presenta como “abogados, todos de Harvard”.

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    1. Con la frenología se han hecho muchas tonterías, pero a veces también hemos ganado algo con ella, como por ejemplo con los retratos de de delincuentes que pinta nuestro querido Conan Doyle. Sin embargo hay que reconocer que como ciencia es un desastre. Te obsequio con esta cita del libro "Álbum de pequeños precipicios" de nuestro amigo Rafael Ballester Añón:
      "Cuenta Stendhal que el maestro Leonardo da Vinci buscaba caras tabernarias para pintar el Judas de su "Última Cena", hasta que descubrió que era ideal el rostro de un padre prior".

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  6. Cuando estuve en Berlín me enseñaron algo siniestro. En cada uno de los edificios del Mitte, corazón de la ciudad, solía aparecer a la entrada una placa de hierro donde se habían grabado los nombres de las familias judías que medio siglo antes habían sido desalojadas y deportadas y la fecha correspondiente. Siempre he tenido la sospecha de que, por debajo de toda la estúpida panoplia ideológica de los sabios de Sión y la sangre pura, lo que había es una mezquina codicia. Los judíos, como ya ocurrió cinco siglos antes por nuestros lares, fueron perseguidos como forma de saldar las deudas que las instituciones tenían con ellos. Los aterrorizo y los extermino, y así, no solo no he de pagarles, sino que además un "ario" ocupa su casa y se apodera de su patrimonio. La historia demuestra que las razones de las acciones humanas más execrables son de más baja extracciones que los discursos con las que se autolegitiman. Como explicó Hannah Arendt -contando, por cierto, con la hostilidad del Estado de Israel- en la maldad nazi hay un componente de estupidez y mezquindad sobre el que conviene reflexionar.

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    1. Yo no estoy tan seguro de esas dos afirmaciones, David. La codicia y el deseo de medrar fueron causas fundamentales en el ascenso del nazismo, pero ni fueron las únicas ni quizás las más importantes. Creo que la codicia o la banalidad -en el caso de la afirmación de Arendt- simplifican la complejidad (complejidad criminal. sin duda) del fenómeno. Por ejemplo, tanto en el caso alemán como en el español de finales del siglo XVI el problema está tan relacionado con lo identitario como con lo crematístico. Pero en el primero fue la sangre -convertida en argumento discriminatorio después de la mixtificación ideológica que he tratado de explicar en el artículo- y en el segundo la religión la causa del pogromo nacional. Esto nos lleva a otras consideraciones que creo que rebasan el margen de estos comentarios, pero tal vez sean tema de un próximo artículo. La cuestión de lo ario en España, por ejemplo, de la que tan solo apunto un chiste en el texto de arriba me parece interesantísima.

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  7. Hay una comunidad judía llamada los judíos de las montañas, cuyos orígenes se remontan a varios siglos antes de Jesucristo, y que procede nada menos que de Irán. Es decir, y dada la nebulosidad del término "ario", que podría considerarse a esos judíos más arios que cualquier nazi.
    Por otra parte, a menudo toda la intoxicación y destrucción de todo tipo de valores morales por parte de los nazis se resume en la consabida máxima goebbelsiana "repite una mentira mil veces...". Tan perverso como eso, si no más, es lo que señalas al principio a propósito de expresiones (aparentemente inicuas) repetidas hasta la saciedad, tales como "espacio vital" o "judaísmo internacional". Por simplificar un poco más, y dejando de lado el carácter inhumano del nazismo, podría decirse que lo que los nazis hicieron fue sustituir las ideas por los dogmas. Es decir, justo lo que está pasando hoy en tantas partes de España. Prefiero no dar ejemplos: los dogmas no se cuestionan. Pero cuánta falta nos hace alguien de la inteligencia de Tolkien.
    Un saludo.

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    1. No solo los judíos de las montañas, sino también los estudios de muchos lingüistas -alguno incluso en fecha tan temprana como Holger Pedersen en 1905- desmienten hoy la separación del hebreo de las lenguas indoeuropeas. Es decir, que del mito de lo ario ya solo quedan brasas. Pero para acabar de apagarlas quizás no convenga ser tan prudentes y debamos señalar con el dedo y con la tinta esa sustitución de las ideas por dogmas, especialmente en esta España tan revuelta.

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  8. Descubro con estupor que en la versión del diccionario de la Real Academia para teléfonosmóviles aparece la siguiente acepción para "ario": "1. adj. Se dice del individuo perteneciente a un pueblo de estirpe nórdica, supuestamente formado por los descendientes de los antiguos indoeuropeos. U.t.c.s.
    El disparate es de tal envergadura que podría haberlo firmado Goebbels sin ningún problema.

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  9. 1. El diccionario de "El Mundo" tiene una definición parecida de "ario": Se dice del individuo perteneciente a un pueblo de estirpe nórdica, formado por los descendientes de los antiguos indoeuropeos, que la ideología nazi consideraba superior y destinado a dominar el mundo: raza aria.
    2. Esta noticia apareció en la prensa británica. Sobran los comentarios.

    Matrimonio negro da a luz hija aria

    www.dailymail.co.uk/news/article-1296159/Black-British-co...
    por Portomagno el 20-07-2010 12:12 UTC

    Benjamin y Angela Ihegboro, matrimonio afro-británico, ha dado recientemente a luz a la pequeña Nmachi. Pese a que ambos progenitores son de raza negra, la niña presenta rasgos físicos propios de la descendencia indoeuropea aria, tales como pelo rubio, ojos azules y tez blanca..

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  10. Es inevitable, Joaquín, ante estas estupideces la redacción de un próximo artículo sobre "Más delirios arios" con un protagonismo especial para esos diccionarios (con perdón por la rima, más cacofónica que nunca). Y, aunque este blog es un local casi que frecuentado solo por cuatro amigos y algunos despistados, voy a hacer llegar a la RAE este artículo y el próximo, a ver si reaccionan.

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    1. Me parece genial, a ver si en la RAE aprenden a actualizar definiciones con un poco más de rapidez. Por cierto, es posible que la propia palabra "ario" sea de origen semita.

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