sábado, 18 de agosto de 2012

¡Seguid leyendo, malditos!

La reducción de condena a cambio de lectura que ha promovido el gobierno brasileño suena mucho mejor que la supresión de merienda a los presos catalanes que han impuesto por aquí, aunque, en el fondo, el objetivo es el mismo: acabar con los reclusos, unos con la cultura. otros con el hambre. Particularmente prefiero leer que ayunar, así que me inclino por el método brasileño, aunque tiene su letra pequeña que enturbia la generosidad del planteamiento. Por ejemplo, nada de literatura de evasión. Se puede ser muy progresista, haber leído "Balden Dos" de adolescente y tener un currículum impecable, pero en cuanto promocionas a director general de asuntos penitenciarios todo lo que suena a fuga te da alergia, así que nada de novelas de vaqueros, de piratas, policíaco, terror... Redimir condena es lo mismo que ganarse otra vida, por lo que si la lectura va a ser el camino, no caben atajos cómodos. Como en "El nombre de la rosa" la risa es sospechosa y acaba matándote. O sea, que hay que expurgar la biblioteca de la cárcel y fichar con cuidado cada libro con una etiqueta que indique los días de rebaja de pena. Poner, por ejemplo, al lado de "En busca del tiempo perdido" que vale por un mes, del "Ulises", que veinticinco días (siempre que uno no se ría leyéndolo, claro); "Madame Bovary", una semana; "La regenta", lo mismo; "El sonido y la furia", una quincena; "Germinal", ocho días; "La metamorfosis", uno, y así. Ya ven, mucha novela, mucho XIX y media cuarta del XX.
     Algunos habituales de este blog -gente leída y dotada de una capacidad innata de empatía con los presos de las cárceles brasileñas- abogarán por otros autores, otros títulos y otros géneros con más tino que un servidor. Cada lista de libros es como una ristra de sábanas atada por un extremo a los barrotes de una celda, a solo un salto del suelo de la calle por el otro. Demasiado fácil han decidido los responsables del método literario de liberación, y por eso han pensado en obligar a cada recluso lector a que redacte un resumen de la obra y su opinión personal. Lo mismo que pedimos en el instituto, vaya, solo que ellos para que salgan y nosotros para que no entren. 
     El maridaje entre libro y libertad arranca de la propia etimología del primero, pero cuando más se evidencia la relación es en momentos de quiebra entre unos y otra.  Unas simples menciones al "índice de libros prohibidos" o a las piras nazis son bastante elocuentes. En "Farenheit 451" los libros son tan peligrosos que hay un cuerpo policial encargado de localizarlos y quemarlos. Orwell fue más radical en "1984", pues en la sociedad totalitaria que imagina no basta con la prohibición, sino que en un esfuerzo paralelo al del desarrollo tecnológico para mermar la libertad se investiga y promueve la reducción del vocabulario. 
     Me contaba mi amigo José Montoro -poeta y director del excelente programa "La poesía", en Radio Klara- que en sus años de bachillerato en el instituto de Baeza los compañeros se pasaban por debajo del pupitre los entonces prohibidos poemas de Miguel Hernández. Hoy esos mismos poemas forman parte del currículum de segundo de bachillerato. Los profesores les hablamos de la vida y muerte de su autor, les leemos con emoción sus poemas, les ponemos las adaptaciones musicales de Serrat, Jarcha, Atahualpa Yupanqui..., les pasamos reportajes en el vídeo, incluso les llevamos a veces al teatro a ver espectáculos basados en su vida y obra, pero lo que solo en contadísimas ocasiones he visto es que los alumnos se pasen, no por debajo, sino por encima del pupitre, sus libros de poemas con algo más de emoción que si se pasaran un sacapuntas. Del mismo modo que la prohibición despertaba el apetito lector de aquellos bachilleres en ciernes, a los de ahora nuestras recomendaciones e incluso nuestro apasionamiento les resultan sospechosos. En cierta ocasión en que los alumnos habían sido convocados a una huelga por su sindicato me preguntaron si iba a ir a clase: Les dije que sí, que si había alumnos les daría clase de repaso y si no, pues  me quedaría en el aula leyendo. Entonces un alumno no se pudo aguantar y soltó de lo más hondo una expresión como de burla y lástima al mismo tiempo: "¿Leyendo? ¡Ja, qué pringao!". Ni siquiera Orwell imaginó consecuencias tan logradas del totalitarismo. Lo mismo que la foto del puesto de bragas en el mercadito la anécdota que cuento haría babear de gusto al Gran Hermano. Por eso, aun valorando la valentía de la iniciativa del gobierno brasileño, me pregunto si no sería más efectivo mantener la reducción de pena por lectura después de haber declarado ilegales los libros en la cárcel.     

7 comentarios:

  1. A lo mejor los presos de las cárceles brasileñas se convierten, como en su momento lo fueron los clérigos del Mester de Clerecía, en los guardianes de la cultura, amén de conseguir su redención. No se puede negar que tengan un ambiente parecido; reclusión, aislamiento, reglas y, en general, una vida austera.

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  2. Dicho así casi parece algo deseable, como esos monasterios que ofrecen celdas para el descanso de ejecutivos estresados, terapia de trabajo en el huerto, colación ligera en el refectorio y asistencia voluntaria a los oficios religiosos. Por suerte este blog no lo leen los que tienen responsabilidades ejecutivas en el ramo de lo penitenciario, porque si no ya les estaba rondando la idea de cobrar la estancia a los presos o de organizar un turismo carcelario.
    Saludos.

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  3. Lo de la merienda está mal planteado, es cuestión de marketing. Si los responsables de la Generalitat hubieran dicho que esta supresión formaba parte de una dieta de adelgazamiento para lograr gente guapa y más saludable en las cárceles catalanas, tal vez habría funcionado. Deberían haber aprendido de la Comunidad Valenciana, donde un conseller de educación se negó a recibir gratuitamente unos ordenadores para los alumnos, porque según los expertos la pantalla perjudicaba seriamente la vista. ¿Quién le va llevar la contra a los oculistas? Yo voy tomando nota y me consuelo de la supresión de la paga extra pensando que algún que otro responsable de sanidad tomó la medida para prevenir el aumento del colesterol en Navidad, la adicción al consumismo o el tan temido síndrome postvacacional. ¿Por qué consideramos que nuestros gobernantes no se preocupan por nuestro bienestar? ¿De qué nos podemos quejar si algunas modelos parecen salidas de campos de concentración?

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  4. Por ese camino, Joaquín, se llega a alabar la dieta insectívora por su elevada proporción de proteínas saludables. O sea, que mejor no darles ideas.

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  5. Entre los aztecas y los actuales mexicanos, los insectos eran y son considerados un "bocato di cardinale". Si la ratio de presos mexicanos sube en las cárceles españolas, los podrán añadir a su dieta como una concesión al "multiculturalismo". Aunque si yo estuviera en la piel de alguno de estos presos, iría pensando en algún político para la cena. No sé si les resultará indigesto, pero no deja de ser un gesto más en nombre la diversidad culinaria y el multiculturalismo. Palabra muy útil esta última que, como ves, sirve para justificar muchas cosas.

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  6. Yo necesitaría más de un mes para leer el "...Tiempo" de Proust, la verdad. Creo que ni con todo el tiempo del mundo -ni internet, ni cines, ni bares...- podría realizar tal hazaña lectora XD

    Un saludo!!

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    1. Bueno, espero que no tenga que hacerte falta el estímulo más que convincente de una larga estadía en una cárcel brasileña.
      Un abrazo y bienvenido, como siempre.

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