viernes, 13 de abril de 2012

La galleta del "Endurance"

    De la magdalena de Proust a las galletas de mi desayuno, empapadas también en nostalgia, aunque no por mi juventud perdida, sino por otro tiempo y por otros hombres para los que este acto de hace apenas unos minutos, mecánico y banal, de llevarme un trozo de galleta a la boca, era parte de una heroicidad. En abril de 1916, Ernest Shakelton y sus náufragos del "Endurance", seis meses después de que la masa de hielo en la que había quedado atrapada la nave reventara el casco, zarparon en sus botes desde el extremo septentrional de la Tierra de Graham hacia la Isla Elefante. Fue una singladura durísima, mermados los hombres de alimento, enfermos algunos de disentería, azotados continuamente por el oleaje y el viento. Uno de aquellos valientes escribió después que el rancho consistía en una galleta diaria: "Se mira para desayunar, se chupa para comer y se come para cenar". Y nosotros, al sumergir nuestras galletas en el café con leche calentito, con la única precaución acaso de esquivar el exceso de calorías y colesterol, nos hacemos merecedores de una frase que hace poco le oí decir a Álvaro Pombo: "Hoy son imposibles ya las aventuras". Ojalá no, aunque sea solo al modo vicario al que nos invitan las novelas o los relatos de aquellos que con sus vidas nos dieron materia para aquellas, como este marinero del "Endurance", por ejemplo, quien con solo un menú debería figurar en las antologías del género junto a Stevenson, London, Salgari, Álvar Núñez Cabeza de Vaca y los demás cronistas de Indias.
     Con ventaja sobre el relato mínimo de Monterroso esta galleta impone su promesa de aventuras más que las fauces y músculos de aquel dinosaurio insomne. Su fuerza no parte de lo fabuloso, sino de lo cotidiano. Desde el Génesis y la Odisea la literatura está llena de alimentos así, por lo general asociados a un engaño o a una prohibición y cuya ingesta implica un castigo terrible. La tripulación de Ulises, acuciada por el hambre en la isla de Helios, se merendó una parrillada de vacas sagradas, lo cual fue la causa de que ninguno de ellos llegara vivo a Ítaca. Las galletas del "Endurance" no eran un alimento prohibido, a lo sumo un poco asqueroso por los gorgojos que las habitaban, y, a diferencia de aquella barbacoa, fue lo que les permitió arribar a su destino. Desde el punto de vista literario lo primero pertenece a lo memorable y lo segundo a lo prescindible. En el capítulo 3 de la primera parte del Quijote el ventero explica muy bien esa segunda condición cuando su huésped y recién nombrado caballero para justificar su carencia de dinero alude a que nunca ha leído en sus libros que los caballeros lo necesitaran: "[...] no se escribía, por haberles parecido a los autores dellas que no era menester escribir una cosa tan clara y tan necesaria de traerse como esos dineros y camisas limpias". Y un poco más adelante, en el escrutinio de la biblioteca del hidalgo, el cura salva y encomia así el Tirant: "aquí comen los caballeros y duermen y mueren en sus camas y hacen testamento antes de su muerte, con estas cosas de que todos los libros deste género carecen". Cervantes transforma esas carencias en prioridades y, al hacerlo, sustituye las aventuras por la vida, uno de los rasgos más notables de la novela moderna. Lo cotidiano cobra así un protagonismo que tenía vedado, y es por aquí por donde volvemos a esta modesta galleta, cuyo menú de presentación es lo contrario a un relato, pero que, en su contexto, adquiere la dimensión connotativa de Moby Dick.

11 comentarios:

  1. La verdad es que esta historia siempre me pareció fascinante. Bien es cierto que sucedió en una época en la que el mundo todavía contaba con más de una zona por explorar y propicia para la peripecia, mientrás que hoy la mayor hazaña diaria es conseguir que la batería del móvil te aguante hasta la noche. Pero mientras existan libros sobre estos exploradores nuestra sed de aventuras seguirá vigente.

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    1. Cierto, Wolfville, y a veces parece que uno ha de leer esos libros con un salakof y al aire libre. De entre los de los estantes de aventuras de mi biblioteca me gusta nombrar aquí uno que no es tan conocido como debiera y que es una auténtica joya: "El descubrimiento de la lentitud", sobre el gran marino y aventurero inglés John Franklin.

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  2. Interesantísima combinación, como siempre, de literatura, historia, cocina y reflexión personal.
    La historia de Shackleton, como la de todos aquellos exploradores, es fascinante, como lo fue la de su rival en vida y antecesor en la muerte, el Capitán Scott ("Salgo. A lo mejor tardo un rato", ¡qué grandes últimas palabras!).
    Me acabo de comer dos María Dorada que me han sabido a gloria celestial.

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    1. Muy oportuna tu cita de Scott, amigo Batboy. Lo de "salgo a por tabaco y ahora vuelvo" más que un tópico es todo un género literario del que por nombrar solo una de sus grandes novelas mencionaré "Corre Conejo", de John Updike. Tanto esa cita como la que más abajo nos da Huguet sobre el anuncio de reclutamiento que hizo Shackelton para el "Endurance" son buenísimas, y cada una de ellas, por separado, merecería su artículo.
      Un saludo.

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  3. Pasa usted con admirable soltura de prestidigitador de las madalenas a las galletas.

    El asunto polar lo pienso siempre con el fondo musical de la Sinfonía Antártica, de uno de mis preferidos, Ralph Vaughan Williams. Me ha recordado el asunto de la escasez de provisiones a una frase que recuerdo de alguna crónica de Indias. Tras algún episodio en el Orinoco o algún río caudaloso y agreste por el estilo, con indígenas cabreados y mosquitos a cascoporro: "Llegamos tan hambreados..."

    En otro de los pasajes de su entrada, me ha hecho pensar también en cierto pasaje muy bonito de La rosa púrpura de El Cairo, una de las mejores de Woody Allen. Un héroe abandona la pantalla para seducir a una espectadora real. El guaperas proporciona emocionantes aventuras a la chica, pero, en un momento dado, para pagar a un taxi, ésta se da cuenta que el dinero que utiliza su paternaire es de pega, dinero como el que se usa en las películas.

    En fin, creo que hay que felicitarle por el libro, aunque me gustaría conocer los detalles al respecto.

    Pdta: yo creo que sí es aún posible la aventura, ya le explico otro día mis razones.

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    1. Con carácter de urgencia voy a paliar mi ignorancia musical respecto a esa Sinfonía Antártica. "Llegamos tan hambreados" es una frase muy buena, pero aún es mejor tu expresión "mosquitos a casporro": tomo nota y me la guardo. La referencia a la escena de "La rosa púrpura ..." también tiene miga y me hace mucha gracia, especialmente porque es una actualización de la del Quijote que cito en el artículo. Por último, y no te creas que no me pesa, he de darte la razón en lo de la posibilidad actual de la aventura, aunque a veces sea en una geografía mínima de 90 metros cuadrados.

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  4. 1.El anuncio que publicó Shackelton para reclutar a la tripulación estaba a la altura de tan extraordinario personaje: “Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Mucho frío. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito. Ernest Shackleton“. Lo curioso del caso es que se apuntaron muchísimas personas. Cualquier cosa para huir de la aburrida sociedad eduardiana- que era una prolongación de la victoriana.
    2.Signes me sorprende con sus menús a lo Quique da Costa. Como subraya David se siente cómodo entre fogones. Cualquier día de estos nos obsequia con una receta inédita entresacada de "Zapatos de ante azul". ¿Quién será el chef? ¿Elvis o Angelito? Elvis aficionado a las comidas grasas. Angelito, amante de las verduras y la comida microbiótica. De este último me espero Magdalenas con buenas vibraciones, pastelitos de espinacas ying yang o alguna empanadilla vegetal lubricada por algún personaje del santoral.

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    1. Si cambiamos lo de "honor y reconocimiento" por "media hora semanal en un reality el la tele" las solicitudes hoy desbordarían al servicio de correos o colapsarían la dirección electrónica de los organizadores. Respecto a lo demás, no habría que cambiar ni una coma. Se me ocurre un montón de actividades para los participantes, pero no es cuestión de dar ideas a los guionistas de la tele. Te habrás fijado, oh, gran Gurú de Gotham, que la variante de aventura más popular hoy es el más difícil todavía. Por ejemplo: una vez agotada la posibilidad de escalar el Everest, hacerlo sin oxígeno; luego, por la cara norte y sin oxígeno; después, sin piolet y sin botas; a continuación..., y así llegamos dentro de nada a la escalada al Everest con una bombona de butano en la mano (vacía); luego con una en cada mano; después con las bombonas llenas; y por ahí a con dos bombonas llenas y con un samoyedo sentado en una de ellas. Esa es nuestra poética de la aventura, que refleja tan bien nuestra enorme inteligencia y perseverancia a la hora de afrontar retos en la vida.

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  5. Buenas tardes1

    Tengo una sorpresa esperándote en mi blog, en una entrada publicada hoy. Espero que te guste.

    Un saludo ^^

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  6. Me alegra que haya sido grata la sorpresa, no estaba segura de que te parecería.

    Un abrazo.

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    1. ¡Cómo no me iba a gustar!. Todas estas iniciativas para promocionar los blogs en la red me parecen estupendas. Además te quedo muy agradecido.

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