viernes, 2 de septiembre de 2011

Desmemoria histórica (Luis de Tapia en Quart de Poblet)

     No lejos de casa, en el límite meridional de los paseos vespertinos con mi perro, hay una quinta de principios del siglo pasado, un edificio noble con forma de ele, de fachadas de sillería, tejado a dos aguas, vigas de madera y rejas de hierro forjado en  las ventanas. En su parte interior, un enorme patio convertido en selva por la desidia y el tiempo es refugio de pájaros, gatos y de algún vagabundo; mientras que los otros dos lados se abren a una calle y al parque homónimo de un  santo eremita africano, Onofre, a cuya devoción -por mor de un viaje desde la Etiopía del siglo IV al Quart de Poblet del XIV- se le rinde culto en una ermita de doble espadaña y cúpula azul cobalto como las que admiraron a Víctor Hugo en la cercana Valencia  35 años después de que tuviera lugar aquí mismo la Batalla de San Onofre, en la que siete mil civiles mal armados y mil soldados veteranos intentaron detener el avance de las tropas napoleónicas, como recuerda una copia en azulejos de un dibujo de Vicente López que decora una pared de la ermita.
     Un rumor de agua acompaña esta evocación. Son las acequias de Quart y Benager-Faitanar, que emergen en este punto, donde hallan las compuertas de regulación de su caudal.
      A menudo paseo hasta la ermita, me refresco en la fuente y descanso en un banco, a la sombra de los cipreses, donde el  murmullo del agua y el calor me adormecen. Una urraca se posa en una rama, de donde el revoloteo de unas palomas la ahuyenta. Mi perro endereza una oreja, abre un ojo y decide que no vale la pena malgastar un ladrido. Al cabo de un rato nos levantamos y caminamos perezosamente hasta el edificio abandonado. Es el antiguo psiquiátrico de Quart, llamado también como aquel anacoreta etiope.
     En el semillero de hipotéticos relatos que son mis carpetas de recortes de prensa encuentro una noticia del año 92 sobre un médico que se despertó una mañana convertido en un interno de esa casa. A lo que parece, su ex-mujer, muy harta ya, le adobó la cena con somníferos, le pidió a un psiquiatra amigo que se luciera con un informe y, hale, como en un chiste de Gila: oiga, ¿es ahí donde los locos? Pues que vengan, que les tengo preparado un paquete. Pero todo eso se acabó pronto. Los vecinos protestaron porque a la hora de la merienda de los nenes en el parque algunos locos salían de paseo, se mezclaban entre la gente cuerda y no había manera de distinguirlos. Por las noches, además, se oían las risas de los locos, que ya se sabe que son contagiosas y producen pesadillas. Por suerte para los vecinos, los nuevos aires en psiquiatría soplaban a su favor y muy pronto todos los pájaros volaron sobre aquel nido de cuco.
     Menos afortunado que los últimos internos fue Luis de Tapia, de quien apenas ya no queda ni el recuerdo de su nombre, que rescato de las páginas de Las armas y las letras a raíz de unas lecturas relacionadas con mis artículos sobre los bohemios. Escribe Andrés Trapiello en esa obra que se ha convertido en una herramienta imprescindible para el estudio de las implicaciones de los escritores en la Guerra Civil: "Loco en Valencia, transtornado por los acontecimientos de la guerra, terminó el poeta coplero Luis de Tapia (Madrid, 1871-Quart de Poblet, Valencia, 1937). Las ediciones del Socorro Rojo le editaron sus coplas revolucionarias. La descripción de su enternamiento y entierro es una sombría estampa que pone los pelos de punta a las mismas escarpias. Arturo Mori en su muy interesante y raro "La prensa española de nuestro tiempo" trazó su retrato así: "El poeta satírico de la República sintió tan hondamente el derrumbamiento de las libertades españolas, que enloqueció y, conducido a un sanatorio cerca de Valencia, terminó su vida acusando a la Compañía de Jesús de todos sus males, como un gran actor al final del drama".
     Fue tan famoso en su época como hoy nos es desconocido (periodista, corresponsal de guerra, traductor de Goldoni, poeta, Galdós prologó una de sus obras dramáticas y Valle-Inclán le promovió un homenaje en el Círculo de Bellas Artes) y aunque no se puede considerar un desafuero literario que su obra se haya relegado a notas a pie de página, la desmemoria de su vida y, sobre todo, de las circunstancias de su muerte, es una clase de Historia que no deberíamos perder. José Esteban elabora con elegancia su perfil biográfico, en el que incluye un comentario de Isaac Pacheco, el editor de la antología que menciona Trapiello: "Cuando España vuelva a su normalidad civil, interrumpida por el fascismo en su criminal sublevación, el pueblo demostrará a Luis de Tapia la gratitud que merece el poeta por su valiosa ayuda en defensa de las libertades populares".
     Cuarenta y cinco años después, nuestra confianza en la gratitud de nuestros representantes políticos hacia aquellos que pagaron con cárcel, psiquiátrico y vida su apuesta por las libertades anda algo mermada, y queda la sensación de que tenemos una lección pendiente.   

18 comentarios:

  1. Ricardo, al leer la descripción del lugar me dan ganas de tener perro para pasearlo hasta la ermita de San Onofre.... Y me encanta la imagen de los locos que no se pueden entresacar de en medio de los cuerdos.
    La verdad es que vivir ciertas experiencias y no enloquecer es cuestión no se si de suerte, fortaleza o destino. Es imposible que algo tan injusto como es una guerra no se siga de multitud de pequeñas o no tan pequeñas injusticias cometidas hacia aquellos que la perdieron a aquellos que no supieron adaptarse a los nuevos vientos. O hacia aquellos que tiene un tufo herético. O hacia aquellos a los que otros se quieren quitar de enmedio por cualquier motivo. Los escritores suelen estar entre los mas atacados durante y después de una guerra (quizá porque su mensaje parece más fácil de digerir por el pueblo), pero igual lo vemos en pintores, músicos y directores de orquesta.. cualquier artista que tenga algo que nos justifique para poder sacarle el corazón, simbólica y/o materialmente.

    Me ha gustado mucho como has escrito esta entrada. Muy evocadora.
    Saludos.

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  2. Eres muy amable, Óscar. Si algunas vez vienes a Valencia, dímelo y celebraremos el encuentro en una horchatería muy próxima a la ermita y al antiguo psiquiátrico. Respecto al sufrimeinto de artistas y escritores, tienes toda la razón. Últimamente, la lectura de algunas páginas de "Las armas y las letras" me ha dejado el ánimo para el arrastre. Esto y la coincidencia geográfica de mis paseos con mi perro y el lugar donde murió Luis de Tapia es lo que me ha llevado a escribir el artículo.

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  3. No sé si los nombres predestinan un destino, pero estoy seguro, Ricardo, de que tendrás a mano alguna vidente que sepa leer nuestro futuro en las líneas de nuestras letras. En las películas paranormales una de las formas de descubrir al diablo es a través de distintos anagramas forjados combinando las letras de un nombre. "Tapias" es un apellido que no evoca un hogar acogedor sino una cárcel o un psiquiátrico. ¿No escribió este autor esas letras satíricas para huir de la maldición de su nombre? Los puritanos nos dirían que desde mucho antes de que naciera este pobre escritor que perseguía aquel rayo de luna republicano acabaría en un manicomio. Las autoridades de posguerra añadirían que se lo había ganado a pulso. Un relato de posguerra que me produjo escalofrío es la de un republicano que tras la guerra olvidó su propia identidad porque temía ser descubierto por los comisarios políticos. ¿No era el de volverse loco un recurso para eludir a la muerte?

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  4. Muy perspicaz tu observación sobre la "tapia" y muy parecido a esa historia que apuntas el caso de Emilio Carrere, de quien se dice -y sigo en esta nota a Trapiello- que, haciéndose el loco para evitar "ser paseado" en Madrid, durante la guerra, durmió muchas noches en una tumba y prefirió "consumir la espera en deprimentes establecimientos frenopáticos. Al término de la guerra, se despulgó el miedo, se sacudió las congojas en la puerta y apareció campante de nuevo en Madrid". (A. Trapiello, op. cit., pág 526. Edit. Destino. Barcelona, 2010)

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  5. Coincido con Óscar, soberbia entrada. Es difícil escribir con naturalidad "por mor" o "doble espadaña", y tú lo haces como si nada. Da gusto leerte. A mí también me dan ganas de irme a la ermita, aunque no tenga perro. Y muy interesante la historia de Luis de Tapia.
    Un saludo.

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  6. Gracias, Batboy. Al final voy a tener que organizar algún encuentro allí, una especie de peregrinación al antiguo manicomio. Mi buen amigo Joaquín Huguet, que está muy familiarizado con el mesmerismo y con todas las criaturas de la noche, podría actuar de oficiante.
    Como siempre, bienvenido por estas páginas.

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  7. Pues sí, tienen razón los contertulios, escrito francamente certero y seductor, quizá el mejor que le he leído en este blog, lo cual confirma la impresión que tengo desde hace algún tiempo de que don Ricardo destaca más como literato que como persona. Lo que, de forma perspicaz -como le señala el autor- fabula el amigo Huguet respecto a la maldición que se oculta tras el nombre del personaje Tapia nos puede hacer entrar en un bucle peligroso, uno de esos en los que uno sabe como se interna pero no como salir. Me refiero, por ejemplo, al apellido de nuestro blogger, Signes, el cual parece haber condicionado secretamente sus inclinaciones personales. En cuanto a Jesús, corre el riesgo de que nos avengamos a considerarlo -sin ningún ánimo ofensiva- como una versión reducida del autor de Los miserables.

    No digo más gilipolleces, felicidades por el artículo, excelente.

    David P.Montesinos

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  8. Lo que dice Montesinos no se debe tener demasiado en cuenta, al menos lo que dice aquí (muy diferente es lo que publica en su Cueva del Gigante, un blog muy saludable que recomiendo a todos los amigos de estos Zapatos, y al que basta para acceder con un clic en el icono de la columna de la derecha). Es un amigo al que le gusta fastidiarme de vez en cuando y lo hace bastante bien, especialmente con sus halagos. Baste decir de él que es profesor y encima filósofo, el pobre.

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  9. Rayos¡ Ahí me han dao.

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  10. A propósito de Emilio Carrere, el escritor loco que mencionas. Es el autor de una novela gótica clásica "La torre de los siete jorobados", que adaptó Edgard Neville en una película homónima. La historia parece sugerente, tal como muestra este resumen del film:

    “A Basilio se le aparece el fantasma del doctor Mantua para advertirle de algo asombroso: en el subsuelo de Madrid hay una ciudadela subterránea, oculta desde tiempos inmemoriales, donde se escondieron los judíos que no quisieron abandonar España cuando se decretó su expulsión. Ahora, este refugio está habitado por una banda de jorobados capitaneados por el doctor Sabatino, que se dedica a realizar todo tipo de crímenes para después esconderse en el subsuelo. El fallecido doctor le encomienda a Basilio que encuentre la torre de los siete jorobados donde se encuentra secuestrada y bajo hipnosis su bella sobrina Inés"

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  11. No he leído la novela, pero vi la película de Neville hace muchos años y mi recuerdo, ya muy desvaído, es el de una película misteriosa y cautivadora en un ambiente de pesadilla, miseria y maldad.

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  12. " El mal florece cuando los buenos no hacen nada" Ese edificio cargado de historias,pronto,si no se hace nada sera pasto de la voracidad de un gobierno alcabalero,pues con las deudas que arrastra no me extrañaria que lo esten negociando y quede de momento en manos de testaferros y si no el tiempo.Entonces esas vivencias e historias tendremos que ampararnos en lo que tú nos puedas seguir contando Ricardo.Un abrazo Angel Álvarez Tomás

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  13. En una esquina del edificio, Ángel, cuelga un cartel tenebroso con un anuncio de una promoción de viviendas en una calle adyacente. Esperemos que no sea premonitorio y que no acabe esta historia en un supermercado o en unos pisos.

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  14. Algo inquietante tu post Ricardo -paseos por acequias, cipreses y antiguo manicomio pensando en tus recortes de historias maquiavélicas y echándote después una siestecita, ¡como si nada! Entiendo que tu perro no ladre...Estaría bien recuperar a Luis de Tapia y sus cantos -incluso podemos incluirlo entre las lecturas de curso y que acudan a San Google alumnado y compis del instituto jeje.Y muy acertado Joaquín en mencionar al gran maestro Edgar Neville quien a pesar de la precariedad técnica y el marcaje censor , consiguió con La torre de los siete jorobados una obra tan magistral como Metrópolis o El doctor Mabuse.El niño vampiro tiene toda la razón, escribes con naturalidad -fantasmal- añadiría modestamente yo;-)
    Un gran artículo digno de ser coleccionado.
    Abrazo y que todos tengáis un buen comienzo de curso, Mila.

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  15. Gracias por el comentario, Mila, y por tu deseo de buen comienzo, aunque, por ahora, en lo que a mí y a muchos compañeros concierne, es un deseo incumplido: más horas, más alumnos, más cargos... O sea, menos tiempo, más agobios. Lo inquietante de verdad sería que el manicomio estuviera al lado del instituto.
    Bienvenida de nuevo por estos Zapatos.

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  16. ¿Y no crees que a veces lo tenemos dentro? Encantada de volver a leerte :))

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  17. En la misma calle Lluís Vives que el "sanatorio", un poco más allá. Ahora, entre los libros, también quedará un recuerdo para Luis de Tapia.

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  18. Vuestro comentario me resulta gratísimo, porque quizás por ahí podamos empezar a corregir esa desmemoria.

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