sábado, 6 de agosto de 2011

"La vida instrucciones de uso", de Georges Perec

     Decía Mallarmé que "el mundo existe para llegar a convertirse en un hermoso libro", lo cual tiene su miga y da para más de una charla de bar, a menos que uno se llame Georges Perec y ande algo aburrido, porque entonces leer esa frase y marcharse a casa a escribir "La vida instrucciones de uso" es todo uno. En cambio, si se padece la desgracia, bastante extendida, por otra parte, de no llamarse Georges Perec, por mucho talento literario que se tenga, es mejor quedarse en el bar y seguir hablando, que es lo que hace un servidor a su manera sobre estas servilletas de papel ahora que me han dejado solo en una mesa del fondo. No les culpo: un tocho de 634 páginas asusta, sobre todo si en la contraportada se leen tonterías como esta: "obra maestra inclasificable -de la que se ha dicho que es un compendio tan enciclopédico como la Comedia de Dante o los Cuentos de Canterbury de Chaucer, y, por su ruptura con la tradición, tan estimulante como el Ulises  de Joyce". Todo un ejemplo de baladronada crítica con una ráfaga de autoridad destinada a crear en el lector una sensación de ignorancia imperdonable por no haberla leído todavía. Dante, Chaucer y Joyce, ahí es nada el despropósito: tres referencias clásicas a la literatura asociada al viaje para elogiar una obra que se caracteriza por todo lo contrario, un movimiento mínimo en un espacio de unos noventa metros cuadrados, más o menos. De hecho, sus protagonistas lo son por su condición de vecinos de una finca de pisos de una calle de París, cuyas esmeradas descripciones constituyen una de las peculiaridades estilísticas más relevantes de la novela (por llamarla de algún modo): salitas, salones, comedores, dormitorios, cocinas, cuartos de baño..., con un gusto especial por las telas, el parqué, los cuadros, los libros, los gatos y los pequeños objetos decorativos que suelen poblar estantes, mesitas y vitrinas.
     "Busco a un tiempo lo eterno y lo efímero" es la cita que preside el último capítulo como una adivinanza escurridiza para delectación y entretenimiento de lectores. A continuación se adentra uno en el primer párrafo e inmerso ya en una de esas descripciones se pregunta si no es la alquimia de Perec que transforma lo banal en literatura la clave del acertijo. Pero, ojo, amigos, la mirada fisgona del narrador no se demora ahí, como suele, en el inventario notarial de muebles, complementos y detallitos. Por una vez el inicio de un capítulo no recuerda el listado de bienes del contrato de alquiler de un propietario obsesivo. El objeto que focaliza su atención nos resulta a esas alturas bien conocido y, siendo como es una caja negra, justo es que encierre el secreto de aquella búsqueda.
   Su dueño, de nombre Bartlebooth, es uno de los personajes más destacados del edificio literario de Perec. Primo hermano de Bartleby, comparte con él su apatía: "No le interesaban el dinero, el poder, el arte ni las mujeres. Tampoco la ciencia, ni tan siquiera el juego." Pero a diferencia de aquél, su pulsión vital alcanza para más que el absentismo en una oficina y se orienta en un plan que organiza toda su vida y cuyas etapas aparecen expuestas en el Capítulo XXVI:
     1º. Aprendizaje del arte de la acuarela (10 años)
     2º. Viajes por el mundo pintando una acuarela cada quince días, hasta un total de quinientas marinas (25 años).
     3º. Reconstrucción de los puzles que había mandado elaborar con cada una de sus acuarelas. Media estimada: un puzle cada quince días (20 años).
     4º. Una vez terminado cada puzle, y gracias a un ingenioso procedimiento, se desprende de él entera la acuarela originaria, se remite al lugar donde fue pintada y, tras sumergirla en una solución detersiva, se consigue "una simple hoja de papel Whatman intacta y virgen".
     Cada acuarela terminada y troquelada en un puzle de 750 piezas la guardaba Bartlebooth, a la espera de su composición y posterior destrucción, en una caja negra. El resultado, efímero; su recuerdo, lo contrario.
     Pero no es la de Bartlebooth la única historia memorable del edificio. Al contrario, son tantas las historias relacionadas con sus moradores, que por ello el responsable del texto de la contraportada menciona a Dante y a Chaucer, esquivando por alergia a lo popular lo que a cualquier aficionado a los tebeos nos parece obvio: que esta historia de historias sobre los habitantes de una finca de la Rue Simon-Crubellier ambientada alrededor de 1975 comparte con las de Ibáñez de "13 Rue del Percebe" una misma estructura inmobiliaria que deterrmina dos de sus rasgos más característicos: el protagonismo compartido y la posibilidad de una lectura no lineal mucho más libre que la de "Rayuela".
     Con todo, y a pesar de lo gráfica que resulta la analogía, el referente básico de esta obra de Perec, el que lo sitúa dentro de la tradición literaria francesa y desmiente de nuevo las palabras del desafortunado texto de contraportada, es "Papá Goriot", de Balzac, en cuyas primeras páginas leemos una descripción pormenorizada, estancia por estancia, de una pensión de la Calle Nueva de Santa Genoveva, con retrato e información de cada uno de sus inquilinos, protagonistas a su vez de otras de sus novelas (Vautrin, Monsieur Poiret, Eugenio de Rastignac...).
     Entre mis notas de lectura encuentro un croquis de la sección de ese edificio: en la planta baja, aparte de las comunes, dos estancias; en el primero, dos habitaciones; cuatro en el segundo; una terraza y dos buhardillas. Las del segundo las ocupan la señorita Michonneau, papá Goriot y Eugenio de Rastignac, y queda  la única libre de la pensión, reservada -según el narrador- para gente de paso, pero que yo, en mi dibujo, asigno al propio Balzac en una osadía que es menos una suposición que un homenaje al genio creador del maestro, en cuyo "Papá Goriot" hallo ahora los cimientos del edificio de la Rue Simon-Crubellier.
  

6 comentarios:

  1. Me ha encantado tu entrada, de verdad. Porque además llevo mucho tiempo dando vueltas a este libro. Me atrae, no me atrae, pero es que es de un francés (no son mi filia literaria principal, aunque a algunos los adoro), pero parece prometedor, pero tiene un grosor digno de provocar una hernia fiscal cervical por sujetarlo....

    Necesitaba un empujón. Ese empujón me lo ha dado tu entrada y el nombre de Bartlebooth. Además, en contra de todo pronóstico, mis vacaciones este año pasarán por París y quería llevar a algún francés conmigo, por si los parisinos me agreden verbalmente.

    Además en Anagrama. Como me gusta esa editorial.
    Un salduo.

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  2. Gracias, Oscar. Estoy convencido de que esa "novela" es una compañía excelente para un viaje a París, y ,a pesar de su extensión, su carácter fragmentario permite dejarla y retomarla sin ningún transtorno. Que la disfrutes.

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  3. Coincido contigo, Ricardo, en la influencia de Balzac, ya que obviemente- tratándose de una descripcion entomológica científica- el precedente de Balzac y Zola es evidente. Hay otro precedente, el de Jarry, con su "Costumbres de los ahogados" y un hijo- no sé si espurio- latinoamericano: Cortazar, con sus "Instrucciones para subir una escalera". Al que se podría añadir un manual nuevo, que no sé si ha llegado a escribirse:"Manual para levantarse de la cama", escrito muy necesario para algunos de los personajes que mencionas en tu bitácora bohemia: la del propio Oblomov, que emplea toda una vida para realizar un acto heroico: levantarse de la cama. Necesitó alguien enérgico como Lenin para cosumar su hazaña. porque el principal empeño del líder soviético no fue luchar contra la burguesía sino contra la epidemia nacional rusa: la oblomivitis. De tal modo que algunos de estos oblomov enlazaron la cama con la sepultura pero no al modo calderoniano sino mucho más crudo.

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  4. "La vida instrucciones de uso", amigo Huguet, es un dédalo de intertextualidad: abres una página cualquiera y ahí te puedes encontrar a Kafka, a Borges, a Julio Verne, a Melville y a tantos otros, de manera que es difícil decir que no a cualquier parentesco. Sin embargo resalto a Balzac y a su "Papá Goriot" porque en sus primeras páginas está el germen de esa gran obra de Perec.
    Agradezco tu, como siempre, suculento comentario y, en especial, ese "Costumbres de los ahogados", del cual ahora mismo me voy a poner a indagar.
    P.S. Espero poder seguir pronto la 5ª entrega de "El señor Teckel" en tu Biblioteca de Gotham.
    Saludos.

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  5. Ésta es una de mis innumerables lecturas pendientes desde hace años. Sólo tenías que mencionar 13 rue del Percebe y ya se me hace la boca agua. Ahí lo tengo esperando, lástima no haberlo considerado como lectura veraniega.
    No te imaginas hasta qué punto coincido contigo en lo de las chorradas que se escriben en la contraportada de los libros.
    Un saludo.

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  6. En consideraci`on a tu gsto por 13 rue del percebe aqui va una recomendaci`on. El invierno del dibujante, de Paco Roca, sobre la `epoca de V`azquez en la editorial Brugera. Como sabes este dibujante sirvi`o de inspiraci`on a Ibanez para el moroso del `atico. Un saludo y perd`on por esta ortografia penosa, pero mi m`ovil no da m`as de si.

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