lunes, 25 de enero de 2010




Imágenes del Delta



"De toda la geografía mítica que alimenta nuestro subconsciente pocos territorios son tan fértiles como esa vasta región que se extiende desde el sur de Tennessee hasta el Golfo de Méjico. Es el Delta del Mississippi, cuyo límite septentrional, lejos aún de los bayous sobre los que el gran río se desborda, se localiza en el salón recibidor del Hotel Peabody de Memphis. Ahí siempre se alojaba Faulkner cuando venía a la ciudad, y se dice que Chuck Berry se inspiró en sus huéspedes más eximios, unos ánades que se pasan el día reflexionando sobre filosofía en una fuente adornada con orquídeas, para inventar su famoso paso del pato. La historia del blues se junta con la del rock en esta ciudad: W.C. Handy, Muddy Waters, Memphis Slim, Carl Perkins, Ike Turner… B.B. King, cuando aún no era King, sólo the Boy of Beale Street, interpretaba sus blues en una esquina de esa calle y se ganaba la vida con las monedas que le echaban. Muy cerca, en una paralela, Union Avenue, se encuentran los Estudios Sun, donde una mañana de junio de 1954 Elvis grabó That´s All Right, Mama.
Jim Jarmoush filmó en Strangers on Paradise el peregrinar alucinado de dos japoneses que llegan a Memphis. Estas fotografías recogen de forma tosca mis propios deslumbramientos por el Delta, de Graceland a Bourbon Street en Nueva Orleáns.
Dice García Márquez que estas tierras pertenecen al Caribe. Yoknapatawpha y Macondo. Me figuro al coronel Aureliano Buendía compartiendo mesa con Ignatius J. Reilly y algún tarado de los Snopes. Las fronteras de la imaginación son libres. Con el mismo espíritu recuerdo aquellos paisajes, le pido a Juanjo un julepe de menta y una canción de Elvis y siento esta noche que el Delta del Mississippi llega hasta La Edad de Oro".





(Estas palabras presentaron la exposición de fotografías sobre el viaje de los zapatos azules que Juanjo y yo organizamos en "La Edad de Oro". Muchas de las imágenes que acompañan a estas entradas estuvieron en aquella exposición. El fragmento que sigue, en cambio, es mi recreación literaria de ese mundo fluvial.)







"Bien ceñido a la ribera el viejo vapor desciende morosamente y como de memoria las someras aguas del Dark Deer River. Las raíces de los sauces rozan la cubierta por estribor, y las ramas más altas golpean la cruz que sobresale de la timonera. En el puente de proa, bajo un toldo de lona sucio de carbonilla, dormita en una hamaca un marinero. A su izquierda, de una cuerda sujeta a una bita y a un pescante cuelga una empavesada de ropa mal lavada y hace ya tiempo seca. Las paletas de la rueda baten con mansedumbre el agua lodosa. Densos y perezosos cúmulos de vapor se van quedando atrás. Una mosca liba un rastro de saliva en los labios del marinero mientras el piloto apura el último trago de café en su jarra de peltre. Poco después las ruedas se detienen. La sacudida hace agitarse al marinero en su hamaca. Una taza pasa rozándole la cabeza y cae sobre la cubierta. Desde su ventana el piloto le llama a la faena. Se levanta aquél aún medio dormido y nos descubre su enorme y desgarbada figura, encorvada y vencida del lado de babor. Camina un par de pasos, se sujeta a la bita y levanta la mano libre para indicar al piloto la distancia. Un gesto tajante y la rueda gira en sentido inverso al habitual. El chop chop de batidora es acompañado ahora por la aspersión de cazcarrias de fango escupidas por las paletas. Otro gesto y se detiene la rueda.
Apoyado en la barandilla de estribor de la cubierta de calderas un negro enteco de edad indeterminada, vestido solo con pantalón azul y una gorra, contempla la maniobra. El marinero ha echado el ancla, ha bajado la pasarela sobre los restos de un viejo pantalán y afirma un cabo de amarre al grueso tronco de un alerce. [...]



-Mira, Moisés, contempla desde aquí la belleza del río. Esta ribera es Luisiana. La de babor, Misisipí. La colina aquella está sembrada de miles de cadáveres. Muertos confederados y muertos unionistas. El limo sobre el que discurren estas aguas es un enorme pecio. Cada hoja de esos árboles, cada rama, cada tronco deberían ser sagrados. La tierra y el agua de la que se alimentan sus raíces una vez fueron alimentadas por los cuerpos de nuestros soldados.
Tres prolongados toques de bocina honran la ocasión. Fochas, cercetas, somormujos, lavancos y otras aves más pequeñas levantan el vuelo.
Un intempestivo bostezo despunta en la cara de Elvis, pero, raudo, lo oculta tras la taza de café. Prolongado e insípido, un trago concluye y justifica el gesto.
-¿Un poquito más? –amenaza el capitán.
Elvis, apartándose de la oferente cafetera, retrae el brazo y agradece la generosidad, pero el capitán insiste, y aquél, que ve que si no le pone la taza delante al final va a recibir un chorro de aguachirle ardiente sobre el brazo o la pierna, claudica"
. ("Zapatos de ante azul", cap. 10 y 13)












4 comentarios:

  1. Hola, Señor Signes. Cuando leo o escucho algo sobre esa cosa tan grande y tan abstracta que se llama el Sur de los EEUU de America (disculpe, pero no se que demonios pasa hoy con los acentos, todos salen asi: ´´, parece que las maquinas por fin han optado por rebelarse)se me ocurre pensar que una contingencia historica como es la derrota termina convirtiendose en destino, en clave identitaria. Sudista es asi pues sinonimo de derrotado, de aquel que tiene que renunciar a sus principios o, en todo caso, aferrarse orgullosamente a ellos como quien se agarra al resto de un naufragio. Se refiere usted a cierto film de Jim Jarmusch, Mistery train, que me impresiono hace ya muchisimos años, cuando se estreno. Tuve la impresion de que dos japoneses horteras imitaban ciertos signos que, sin duda, no llegaban a comprender, asistian en peregrinacion a Tierra Santa -Memphis, obviamente, cuna de Dios- no encontraban absolutamente nada de lo que buscaban, entre otras cosas porque tampoco sabian que es exactamente lo que buscaban, y, finalmente, y de la manera mas paradojica, terminaban cruzando la historia con "Elvis", es decir, con un imitador, ladron de poca monta, creo recordar, el cual se dedicaba a hacer el ratero, que es probablemente lo que Elvis hubiera hecho de no haberse topado con la fama y la gloria. Cuanta paradoja, ¿no?, y perdon de nuevo por la desacentuacion en la que vivo, pero parece cosa de brujas.

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  2. Tienes razón, David: la película es "Mistery train". Podría editar de nuevo la entrada y corregir el error, pero no: el lapsus vale más (creo que no es difícil descubrir las causas).
    Item. Hay dos ideas interesantes en tu comentario. Una, la identificación del Sur con una derrota ulcerada en el alma. Y dos: la falta de sentido que percibes en la peregrinación de aquellos dos japoneses de la película. Con lo primero coincido; con lo otro, no. Para mí, el sentido está en la búsqueda, no en su objeto ni en el destino. De todos modos, este asunto merece que lo hablemos más despacio. No sé si aquí o en otro sitio. Siempre es muy grato hablar contigo, hasta cuando estamos de acuerdo.

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  3. Puedo, con tus palabras, imaginarme las sensaciones que viviría allí, en las orillas del Misisipi: puedo sentir el viento húmedo en la piel, oír el sonido de las aves, el rumor del agua, el batir de la rueda del vapor humeante sobre el espejo del río, la placidez del atardecer encendido... Y siento cada vez más la nostalgia de ese viaje soñado a EEUU...

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  4. Me alegro de que te resulte sugerente el texto y espero que puedas realizar ese viaje.

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