tag:blogger.com,1999:blog-74360024245614088432024-03-12T22:30:10.213-07:00Zapatos de ante azuldetengan los bombardeosRicardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.comBlogger123125tag:blogger.com,1999:blog-7436002424561408843.post-75055719831848549802023-11-02T14:58:00.001-07:002023-11-02T15:22:12.429-07:00"El rey de los alisos", de Michel Tournier<div style="text-align: justify;"> <span style="font-size: large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-pU4f267wB2ZLHkOCi0iyFH-ke2mhHjX-KETyBwYXY6tBa9nP6ye0jZXvgC9-D1oBNSs14SySRnYz_xfnxLMEE4FtEojGxye_zXbNtUdxnlftbDMrjQTJ9D5W6ejEEG8yh3DAsJBMOiRXfrtOxxhJjHsyQE7hO38h9pvnEZkUAOMQcnPP8AH5Vctl8Op5/s1499/michel%20tournier.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="843" data-original-width="1499" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-pU4f267wB2ZLHkOCi0iyFH-ke2mhHjX-KETyBwYXY6tBa9nP6ye0jZXvgC9-D1oBNSs14SySRnYz_xfnxLMEE4FtEojGxye_zXbNtUdxnlftbDMrjQTJ9D5W6ejEEG8yh3DAsJBMOiRXfrtOxxhJjHsyQE7hO38h9pvnEZkUAOMQcnPP8AH5Vctl8Op5/w640-h360/michel%20tournier.jpg" width="640" /></a></div><br />1. "<i>3 de enero de 1938</i>. Eres un ogro, me decía a veces Rachel. ¿Un ogro? Es
decir, ¿un monstruo fantástico surgido de la noche de los tiempos? Sí,
creo en mi naturaleza fantástica; quiero decir, en esta secreta
complicidad que mezcla profundamente mi aventura personal con el curso
de las cosas, y le permite inclinarlo a su favor".</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Así comienza "El rey de los alisos", la novela con la que <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Michel_Tournier"><b>Michel Tournier</b></a> ganó el premio Goncourt en 1970. Sí, ya ha pasado más medio siglo de eso, pero da igual; podría haberla escrito ayer; no envejece. Es una de esas obras raras que una vez las lees se quedan contigo para siempre, y no por atributos asociados a la excelencia literaria de su estilo o de su argumento, sino más bien a una voluntad perversa de destrucción de... Me detengo en estos puntos suspensivos buscando el complemento, pero como lo que encuentro se me queda corto (estilo, argumento, valores, principios, historia...), mejor lo dejamos así; incluso podría quitar lo de "voluntad", que empaña el sintagma de incertidumbre (¿voluntad cumplida o no?) y dejarlo en "destrucción perversa", como un zarpazo semántico, en correspondencia a un cuento (de 456 páginas) contado y protagonizado por un ogro.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">2. "<i>3 de enero de 1938</i>. Eres un ogro" -dice, y así empieza el cuento, en forma de diario, con una digresión sobre la naturaleza de lo monstruoso que hace sospechar al lector que detrás del protagonista, el dueño de un taller de automóviles de París, se esconde un malvado catedrático de semiótica que a la mínima te retuerce el concepto con la misma facilidad que se merienda a un niño: "Todo es signo. Pero son necesarios una luz o un grito penetrantes para vencer nuestra miopía o nuestra sordera". Eso dice en la tercera página, cuando ya se me han acumulado las citas y las notas sobre la obsesión interpretativa de esa voz que firma un diario que titula "Escritos siniestros de Abel Tiffauges". Aquí el lector se pone en guardia; le acaban de llamar miope y sordo cuando estaba tan tranquilo, repantigado en el sillón, con el libro entre las manos. Dan ganas de levantarse y gritarle ¡en la calle te espero! Menos mal que los lectores de novelas en general somos gente civilizada que se conforma con cambiar la posición, del decúbito supino a la sedente, porque entre las ganas que le entran a uno de zurrar al narrador y la expectativa de que le guíe por el bosque de signos no hay quien lea eso tumbado. En consecuencia es una obra que incomoda, y tanto por lo que cuenta como por el hecho de que la naturaleza monstruosa del protagonista se extiende al relato: un diario, una confesión, el testimonio de un paciente de un psicoanalista, una novela de educación sentimental (torcida), una novela de formación ( de deformación), una novela gótica (con sus castillos, sus decadentes aristócratas y el terror a la vuelta de la página) , una novela libertina como las del siglo XVIII (rebosante de deseo, impudicia y discurso de justificación), un cuento de miedo (con su ogro y sus niños) y una interpretación crítica sobre lo que se va diciendo a lo largo de ese cuento. Es un paisaje literario espeso, boscoso, excesivo, donde es fácil perderse; y esto se agradece. Muchas novelas son, decía Gide, viajes en autobús de línea. Aquí, en cambio, todo es sinuosidad y desconcierto, pero, cumplida la lectura, uno tiene la vaga sensación de que ha transitado un sendero circular por el territorio de los cuentos tradicionales.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_B9fGIr0qJKPed-Jhgrdgjx7FFPDav4WAFI5wC1ouOY4-EujV0dr3TxYGslnFUpnIJMqICfC_nmzZUK-FhRNRPt_f90RgKvI5HyvVWv8q5Dth9vCH7u7heSRTI6rxhmIyUcb7fUHxc2pw6cqJ_uuv_HP7sOyH6nEkP4Jj3Hz1thg1wBLY0CsY-O9dxEhH/s1024/Hermann-The-Hunter.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1001" data-original-width="1024" height="391" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_B9fGIr0qJKPed-Jhgrdgjx7FFPDav4WAFI5wC1ouOY4-EujV0dr3TxYGslnFUpnIJMqICfC_nmzZUK-FhRNRPt_f90RgKvI5HyvVWv8q5Dth9vCH7u7heSRTI6rxhmIyUcb7fUHxc2pw6cqJ_uuv_HP7sOyH6nEkP4Jj3Hz1thg1wBLY0CsY-O9dxEhH/w400-h391/Hermann-The-Hunter.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Hermann Göring, <i>el ogro de Rominten</i></td><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><i> </i></td><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><i> </i><br /></td></tr></tbody></table></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">3. "3 de enero de 1938" es la fecha con la que Tiffauges inicia su diario. El lugar es París. El horizonte está claro: invasión de Polonia, ocupación de Francia, etcétera. Pero hasta que la guerra afecta a su vida transcurre más de un tercio de la novela; y, una vez que esto sucede, el relato de las vicisitudes personales del protagonista, de sus obsesiones y de sus deseos, así como la interpretación que él mismo hace de todo ello, dominan totalmente sobre lo colectivo. Apenas unas pocas páginas tendrían cabida en una novela histórica. Por supuesto que por ahí hay trenes de prisioneros, barracones, literas; a lo lejos, muy lejos, un campo de concentración. Encontramos soldados, oficiales de todo rango y hasta a Hermann Göring, denominado en la novela "el ogro de Rominten", de acuerdo a una idea del personaje, mucho más asociada a lo simbólico (al cuento) que a lo histórico (la novela). De fondo se oyen bombas, en invierno hace frío, las ruedas de los camiones se hunden en el barro y el rancho deja mucho que desear: a Tournier no le interesa novelar lo que el lector ya conoce. La Historia con mayúsculas es un telón de fondo donde se sitúa la fábula. Las palomas, los ciervos, un alce ciego y un caballo percherón tienen sus rasgos individuales y sus nombres. A su lado, los nazis son figurantes. <br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: large;"> </span> <br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">4. </span><span style="font-size: large;">"<i>3 de enero de 1938</i>. Eres un ogro, me decía a veces Rachel. ¿Un ogro?". Hay algo de infantil en nuestro imaginario del ogro que procede de los cuentos en que los conocimos. En Wikipedia se nos habla de una etimología imprecisa y se atribuye a Perrault la popularización del que quizás es su rasgo más aterrador: la antropofagia. "La frase <i>Huelo a carne fresca</i> es propia de los ogros desde que Perrault publicó el cuento de <i>Pulgarcito</i> en 1697" leemos allí. Pues bien, Abel Tiffauges (<i>Tiefauge</i> en alemán significa "ojo profundo; <i>Triefauge</i>, "ojo enfermo": aclaración semántica gentileza del autor en las páginas 326 y siguiente) se pasa toda la novela oliendo, mirando y tocando <i>carne fresca</i>. Primero la de los compañeros de internado, luego la de los niños de un colegio y, por último, la de los de una "napola" -una escuela de élite nazi.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">"Se me ocurrió la idea de hacerme una capa o una especie de chaquetón con sus cabellos. Sería, al fin y al cabo, mi vellocino de oro, una clámide de amor y majestad a la vez, que satisfaría mi pasión interior y daría cuenta exterior de mi poder" (402). Pero como la tejedora, asustada al ver la materia prima, rechaza el encargo, Tiffauges, que no entiende los motivos de aquella, cambia de idea: "He hecho que rellenen un colchón, un edredón y una almohada con todo el pelo de los niños [...] El olor a grasa de niño se me subió en seguida a la cabeza, sumiéndome en una feliz embriaguez" (403). </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> <br /></span></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><img alt="undefined" class="mw-mmv-final-image jpg mw-mmv-dialog-is-open" crossorigin="anonymous" height="314" src="https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/f/fa/Poucet10.jpg/1280px-Poucet10.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" width="400" /></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">El Ogro de <i><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Pulgarcito_(Perrault)" title="Pulgarcito (Perrault)">Pulgarcito</a></i> ilustrado por <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Gustave_Dor%C3%A9" title="Gustave Doré">Gustave Doré</a>.</td></tr></tbody></table><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Desprovistas de su contexto, de las explicaciones que acompañan esos actos y de la culminación final de su obsesión por los niños, las citas de arriba aproximan al ogro al más famoso de los psicópatas olfativos de la literatura: a Jean Baptiste Grenouille, el protagonista de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/El_perfume"><b>El perfume</b></a>, de Patrick Süskind. Sin embargo, todo eso se desmiente por un procedimiento sistemático de inversión de valores del que Tiffauges es muy consciente y al que denomina "inversión fórica". Es la clave de un juego de apariencias que afecta a diferentes esferas de significación, desde lo individual a lo nacional, lo lingüístico y lo político. A veces resulta incluso muy divertido, como cuando un coronel le dicta a Tiffauges -ahora soldado responsable de la comunicación con palomas mensajeras- una carta llena de apelaciones al valor y a la entrega a la patria, pero este, al cifrar el mensaje, cambia el tono y el contenido, dejando al coronel como lo que es, un militar torpe y cobarde. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">El mejor ejemplo de esas inversiones nos lo ofrece Tournier al final de la novela, pero dejo al lector el placer de descubrirlo, porque no se trata de una anécdota, sino de una clave interpretativa que permite al lector cuestionarse lo que ha leído hasta entonces. En ella se resuelve la contradicción que plantea toda la obra y que expresa brillantemente la portada de la novela entre dos mitos: <br /></span></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgucmV3UfwQv3TYxVOWnt-s7Aj6pShrV_-e3Z0ieXA0bbXBvXOLtxNGBeS1S0hhqzNTGMJhK2W9mhUTksiCX3rW2t3T0U3rG8EcKEgDjYqy8yBaLV9zNFXsyvZI3MTG1fXXv3-oPd0faQhOi0_PvXrCmyqgmFaEoY4Ek0_xL92kz2i6dVASGqfgNSenYuDB/s944/El%20Rey%20de%20los%20Alisos%20(1992).jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="944" data-original-width="572" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgucmV3UfwQv3TYxVOWnt-s7Aj6pShrV_-e3Z0ieXA0bbXBvXOLtxNGBeS1S0hhqzNTGMJhK2W9mhUTksiCX3rW2t3T0U3rG8EcKEgDjYqy8yBaLV9zNFXsyvZI3MTG1fXXv3-oPd0faQhOi0_PvXrCmyqgmFaEoY4Ek0_xL92kz2i6dVASGqfgNSenYuDB/w242-h400/El%20Rey%20de%20los%20Alisos%20(1992).jpg" width="242" /></a></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Por un lado, el de San Cristóbal, aquel gigante orgulloso de fuerza descomunal que en su búsqueda del señor más poderoso del mundo sirvió al diablo y acabó llevando a cuestas al niño Jesús. Y, por otro, el poema de Goethe que da título a la novela, "El rey de los alisos" (o de los elfos, "<a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Der_Erlk%C3%B6nig"><b>Der Erlkönig</b></a>"). Es decir, el ogro reconciliado y el otro, el misterioso raptor de niños.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Es justamente e</span><span style="font-size: large;">n este territorio de los mitos donde hay que situar a Abel Tiffauges, el protagonista de un relato tan brumoso. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span><i><span style="font-size: large;">-Hijo mío, ¿por qué ocultas temeroso la cara?</span></i></div><div style="text-align: justify;"><i><span style="font-size: large;">-Padre, ¿no ves al Rey de los Alisos?<br />El Rey de los Alisos con su corona y su cola...</span></i></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><i>-Hijo mío, es una estela de bruma. </i> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: medium;">(cito la segunda estrofa tal como aparece en la nota 2 de Tournier)</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: medium;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="400" src="https://www.youtube.com/embed/OY7bGXj05FA" width="482" youtube-src-id="OY7bGXj05FA"></iframe></div><br /> </span><br /></div>Ricardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7436002424561408843.post-91447615873987675762023-04-17T08:19:00.008-07:002023-04-20T08:29:26.405-07:00El boxeo y la vida<br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdXsR8nFfzSmxDDlj42RVrC_nCUMcyEIm8I1f378nI0DCNylXkvDvGQuUOfMOyULpsidET0xQZThowG-aRlE9xaq4kCGIpRf-rCvbR948M-CLmgnk4Iok85pHD5VxvaTkeNDdF6OAM6clLjNcp24esEQ3ELetOV9JM4fM2vvkF6eWMKAd4Qxra1_sQzg/s720/P%C3%BAgil-en-reposo-detalle-cuerpo.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="623" data-original-width="720" height="554" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdXsR8nFfzSmxDDlj42RVrC_nCUMcyEIm8I1f378nI0DCNylXkvDvGQuUOfMOyULpsidET0xQZThowG-aRlE9xaq4kCGIpRf-rCvbR948M-CLmgnk4Iok85pHD5VxvaTkeNDdF6OAM6clLjNcp24esEQ3ELetOV9JM4fM2vvkF6eWMKAd4Qxra1_sQzg/w640-h554/P%C3%BAgil-en-reposo-detalle-cuerpo.jpg" width="640" /></a></span></div><span style="font-size: medium;"><br /></span><p></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Leo en <u><b>Del boxeo</b></u>, de la escritora estadounidense Joyce Carol Oates, la siguiente cita, que abre uno de sus capítulos: </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><i>¿Por qué te has hecho boxeador?, le preguntaron al irlandés Barry McGuigan, campeón peso pluma. </i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><i>Él respondió: "No puedo ser poeta. No sé contar historias".</i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Me gusta la frase porque une elegantemente el croché de izquierda con la escritura, o, lo que viene a ser lo mismo, la sangre con la tinta, o el boxeo con la vida. Con mucha menos autoridad que J.C. Oates o que McGuigan traigo esta otra</span><span style="font-size: large;"> que</span><span style="font-size: large;"><span> me ronda desde hace tanto que no sé si la he leído o es mía. Lo
más seguro es que sea lo primero y que se quedara en algún rincón de mi
memoria hasta que los años me han dado la perspectiva y
el conocimiento para escribirla aquí: "La vida es como el boxeo, pero el
boxeo es la vida". Tú lees esto y si nunca te has subido a un ring
piensas en metáforas, en connotaciones y en otros recovecos del significado, pero aquí no
hay sitio para esas sutilezas. "La vida es como el boxeo", vale, es fácil de aceptar. La lengua lo avala con muchas expresiones (bajar los brazos, estar contra las cuerdas, salvado por la campana, tirar la toalla...). Pero, ¿y lo otro? La mayor parte de la gente tiene una experiencia vicaria de este deporte, bien como lector, bien como espectador. Muchos hemos forjado nuestra afición con las películas de Rocky, con <i>Toro salvaje</i>, <i>Million Dollar Baby</i>, los combates de Ali, Foreman, Sugar Ray Leonard, Mayweather, Tyson, Holyfield, Nicolino Locche, Chávez, Juan Manuel "Dinamita" Márquez, "Mano de Piedra" Durán, Marvin Hagler..., o con los relatos "Por un bistec", de Jack London, "La noche de Mantequilla", de Cortázar, o "Young Sánchez", de Ignacio Aldecoa. Con ellos hemos creado una épica del boxeo, pero también una lírica. Es una historia jalonada de victorias que conducen inexorablemente a la derrota frente al tiempo. La escultura helenística del <i>Púgil en reposo</i> expresa en bronce estas palabras. Lleva escrito en el rostro </span></span><span style="font-size: large;"><span><span><span>su currículum. Las manos están vendadas con el "caestus", unas cintas de cuero reforzadas en los nudillos con unas tiras metálicas capaces de convertir en cisco el cráneo de un rival. Una reposa sobre la otra; los antebrazos se apoyan en los muslos y el torso está ligeramente inclinado hacia adelante. No hay ninguna trascendencia por ahí. Parece un gesto de oficio, como el de un panadero que se da una tregua después de tantas horas de amasar la harina. Si no resultara anacrónico podríamos imaginar incluso un cigarrito entre los dedos. La familiaridad que desprende la imagen soporta estos devaneos sin violentar nuestra apreciación, al punto de que el cambio del plinto por la taza de un váter no resulta del todo un disparate. Sin embargo hay algo en el fondo que nos repudia la banalización. </span></span></span></span></div><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span><span><span> </span></span></span></span><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span><span><span><span></span></span></span></span></span></span></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span><span><span><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsIKuG0V4OL0_YoOF-0uy0mjlSqTYA4r3Yc-3zUhqe-fYb5KSpN309eac2qAEk_LhibppO9OUbun9tNLmTU4krrW36mFaKmQ9mbXlTNyIjvm_e5LsiRWZLtnXdQsL-GAWOJCsemqK3p3xUdZ1pE5nZpUbty_h_zFRZZx2O6XvJk1nXPBPixqTvbFvgYA/s1024/Escultura-del-Boxeador-1.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="683" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsIKuG0V4OL0_YoOF-0uy0mjlSqTYA4r3Yc-3zUhqe-fYb5KSpN309eac2qAEk_LhibppO9OUbun9tNLmTU4krrW36mFaKmQ9mbXlTNyIjvm_e5LsiRWZLtnXdQsL-GAWOJCsemqK3p3xUdZ1pE5nZpUbty_h_zFRZZx2O6XvJk1nXPBPixqTvbFvgYA/w266-h400/Escultura-del-Boxeador-1.jpg" width="266" /></a></span></span></span></span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span><span><span><span><span>No es ninguna metáfora lo de que se trate aquí de una cuestión de vida o muerte. </span></span></span></span> A fin de cuentas si el hombre que representa está vivo es porque su rival no lo está. Es una obviedad que merecería un gesto si no de alegría, al menos de alivio, pero en lugar de eso encontramos una mirada interrogante que increpa al espectador, porque el estado de ese rostro marcado por las heridas infligidas por otros "caestus" no es solo un mapa de dolor que se exhibe, sino la consecuencia de la mirada de sus espectadores, pues el púgil lo es en función del deseo de aquellos que le miran pelear. De ahí la fuerza trágica de una expresión que demanda un sentido al tiempo que nos inculpa.</span></span></div><p></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span><span><span>Cuando el visitante del Museo Nazionale Romano entra en la sala del Palazzo Massimo donde se exhibe recorre admirado la estancia directo hacia la escultura, gira hacia su izquierda e intuitivamente busca el sitio donde su mirada se encuentra con la del púgil. Él no lo sabe, pero es entonces cuando la escultura se completa. Durante unos segundos, acaso minutos, forma parte de la obra de arte y le da sentido. Luego viene otro turista que reemplaza al anterior, y luego otro más, y así, como ondas que causa una piedra en el mismo estanque, llega una a la orilla de este blog.</span></span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: large;">Yo he visto a ese púgil cansado y he compartido con él banquillo en el vestuario. A veces incluso hemos hecho guantes, es decir, hemos boxeado sin público y sin otro ánimo que el de ejercitarnos en este deporte que es al mismo tiempo un ajedrez y una esgrima de los cuerpos. Con frecuencia le he oído lamentarse por errores cometidos dentro y fuera del ring, también me ha relatado con orgullo combates en los que había algún título en juego, pero lo que más me ha admirado es la tranquilidad con la que alguno de ellos me ha revelado su relación con la derrota. En un ambiente tan enrarecido por la testosterona como es un gimnasio de boxeo las bravuconadas son un ruido de fondo tan habitual como el silbido de las combas o el castañazo de los guantes en el saco. En ese contexto, las derrotas, en general, son eventuales, inesperadas, muchas veces injustas y, por supuesto, justificadas por circunstancia imponderables. Que alguien que ha hecho del boxeo su forma de vida te revele que ha sido un profesional de la derrota es mucho más que una confidencia. A esta gente se le llama en la jerga "jornaleros". Son boxeadores fuera ya de su mejor edad y de su mejor peso, fajados en múltiples combates, conocedores de todas las mañas, que saben que ya nunca serán aquel campeón que soñaron, pero que siguen subiendo al ring y compiten de la misma manera que el panadero se levanta todos los días a las cuatro de la mañana para amasar la harina con el agua, la sal y la levadura, o que la profesora de literatura explica el sentido de las golondrinas en un verso de Bécquer. No se trata de amaños: ellos quieren ganar y ponen todo su empeño, no rehúyen el intercambio de golpes en la corta distancia y, sabedores de la superioridad física de su oponente, capean lo mejor que pueden el temporal a la espera de su oportunidad, un golpe de suerte que no suele llegar. Evitan a toda costa caer por KO, porque eso les impediría subirse la semana que viene al ring, con lo cual sus ingresos mensuales mermarían, y ellos viven de eso. Su bolsa está pactada independientemente del resultado del combate, que ya se sabe que va a ser una derrota, porque de lo que se trata es de engrosar el currículum del rival. Como es una cantidad modesta viajan solos, sin entrenador ni asistente, y así ahorran en gastos de hotel y honorarios. Los organizadores de la velada les ponen unos de la casa, y a veces estos ni siquiera hablan el mismo idioma. Están solos y sus expectativas no van más allá de que les contraten para otro combate. </span></span></span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span><span><span>La última vez que vi boxear a unos jornaleros fue hace unos meses en Sedaví. Era el combate previo al estelar de la velada -el de <b><a href="http://www.zapatosdeanteazul.com/2022/12/johan-talento-orozco-el-camino-de-un.html">Johan Orozco</a></b> frente a Juan José León Álvarez- y se anunciaba con la etiqueta de "internacional" para dar más postín al cartel. Un brasileño y un italiano, el primero de 35 años, y el otro de 37, contendientes en la categoría crucero (de 81 a 90 kilos). Acabo de ver que al primero le ha suspendido la Federación Austriaca de Boxeo hasta finales de este mes; es decir, que su última derrota fue por KO. Su apodo es "Bigfoot", lo que a priori no anunciaba que poseyera grandes habilidades técnicas en uno de los fundamentos del boxeo como son los desplazamientos. Esto, unido a que la proporción de grasa corporal era bastante mayor a la que se vio en toda la noche y a que las habilidades técnicas y la pegada del italiano fueran parejas a las suyas convirtieron el combate en una disputa trabada y algo pastosa. La testosterona de los espectadores, muchos de ellos practicantes del boxeo, empezó a dejarse sentir en forma de comentarios y gracietas: que si yo les gano, que si yo me subiera al ring, que si tal y que si cual. En fin, ruido. Un detalle técnico complicaba el intercambio limpio de golpes: el italiano era zurdo. Esto suele ser una ligera ventaja, puesto que los zurdos están más acostumbrados a pelear con diestros de lo que estos lo están a pelear con zurdos. Pero para aprovecharla, igual que para contrarrestarla, se requiere una velocidad en los pasos de la que ambos carecían, de modo que apenas pasaban de la larga distancia a la media se abrazaban y el árbitro tenía que separarlos, y otra vez a empezar. Lo habitual, ya digo, es que un jornalero se enfrente contra un boxeador más joven y de mucha mayor proyección, con lo cual son asaltos vistosos de esos en los que los aficionados locales jalean a su boxeador, y el otro, el jornalero, aguanta agónicamente como puede. Pero aquí se trataba de algo muy extraño: un jornalero se enfrentaba a otro jornalero. Era una pesadilla de boxeador hecha realidad: un combate en el que uno se enfrenta a otro púgil igual a sí mismo. Hubo un ganador porque los jueces quisieron que lo hubiera. Sus gestos de sorpresa y de alegría cuando se dio el veredicto muchos no los entendieron y se los tomaron a guasa. Parecía que había ganado el título mundial, decían algunos. No se daban cuenta de que ese hombre cuando se arrodilló a besar la lona y luego, emocionado, se levantó para agradecer al público su presencia estaba henchido de orgullo por llevar una semana más el pan a casa.</span></span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span><span><span>(Dedicado a los jornaleros del boxeo y a los jornaleros de la literatura, compañeros míos del instituto y de la vida) </span></span></span></span></div><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"> </span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"></span></span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRbxiX2B1gZahjYxw0tYZPVkekIptgCPB7wTgujOxc4GxweHFTey2k5RtpFDCr__U_R8x4SoxHlU1spP1mr1PHyKcmbYl3JHua9oxFoIRU6-IQcTMnVnFkvGCJRFY_bZAhKvxjKViq6bd_nRa2IpB5TvfaJ21yMEw7GAVbuwvAX57eggFs0qLzEIg02w/s696/Mourad%20Aliev.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="423" data-original-width="696" height="243" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRbxiX2B1gZahjYxw0tYZPVkekIptgCPB7wTgujOxc4GxweHFTey2k5RtpFDCr__U_R8x4SoxHlU1spP1mr1PHyKcmbYl3JHua9oxFoIRU6-IQcTMnVnFkvGCJRFY_bZAhKvxjKViq6bd_nRa2IpB5TvfaJ21yMEw7GAVbuwvAX57eggFs0qLzEIg02w/w400-h243/Mourad%20Aliev.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Mourad Aliev, otro púgil cansado<br /></td></tr></tbody></table><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><br /> <br /></span></span></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"> <br /></span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><br /><span style="font-size: medium;"><br /></span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><br /></span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><br /></span></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><br /></span></span></span></span></p><br />Ricardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7436002424561408843.post-83666268137555085822023-04-07T11:42:00.000-07:002023-04-07T11:42:00.544-07:00En bicicleta por el Bidasoa y por el canal del Garona<div><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLxt7iEFZGqxWeQPFoJ8bhoonb9NJu43YvCrUdoDz-CvfXkkpp8mJrBVKKAhela3vSBfhtEsqRYSMVWrcRA-8ip_jX6VVD7a5Y16wHApO4o82V_K1UgwN7UC22VqGUJuq8igyDrSCRzciIeR2IE8nrRUO_wGiPhFmSeACTqLOILuNfamZiH6ZzUXh8NA/s2366/IMG_20220818_183009.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2018" data-original-width="2366" height="341" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLxt7iEFZGqxWeQPFoJ8bhoonb9NJu43YvCrUdoDz-CvfXkkpp8mJrBVKKAhela3vSBfhtEsqRYSMVWrcRA-8ip_jX6VVD7a5Y16wHApO4o82V_K1UgwN7UC22VqGUJuq8igyDrSCRzciIeR2IE8nrRUO_wGiPhFmSeACTqLOILuNfamZiH6ZzUXh8NA/w584-h341/IMG_20220818_183009.jpg" width="584" /></a></span></div><span style="font-size: large;"><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> Este artículo es un relato voluntariamente incompleto y desordenado de un viaje gozoso por tierras vascas y francesas durante el mes de agosto de 2022. No tiene otro propósito que el de guardar el recuerdo y compartirlo con algunos amigos. Tejido con retales escritos por los viajeros es a la fuerza irregular, pero creo que guarda en su disparidad algo que lo define: la ausencia de prisa, la fascinación por el paisaje y el placer de la conversación.</span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtbyiV-foHVosJIuJyEB9c93blMOsuF_qNuPLljXUMrRdlBYweSYRvJ-D0BAWCAJjN83RCQy4kzKApH5S9vc4GxbeayeWzHrEzVmeFf94hsR_jCDU9EYBSEuks4johOIvTU2XLwhIjKizQ_qFH2XYwvadg6GZCG5xSxReJ2BBcfwwdchTosJwVXBdQPA/s4032/IMG_20220819_143133.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4032" data-original-width="3024" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtbyiV-foHVosJIuJyEB9c93blMOsuF_qNuPLljXUMrRdlBYweSYRvJ-D0BAWCAJjN83RCQy4kzKApH5S9vc4GxbeayeWzHrEzVmeFf94hsR_jCDU9EYBSEuks4johOIvTU2XLwhIjKizQ_qFH2XYwvadg6GZCG5xSxReJ2BBcfwwdchTosJwVXBdQPA/w300-h400/IMG_20220819_143133.jpg" width="300" /></a></div><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">1.Ricardo: <b>Presentación del cuerpo expedicionario</b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">[13/8/2022
19:42]: El pasado viernes doce de agosto tuvo lugar la
presentación del cuerpo expedicionario de la travesía ciclista de los
canales del Garona y del Midi en un chalet de una urbanización de
Náquera. Paco López, que ejercía de anfitrión, obsequió a los
concurrentes con una magnífica paella, una estupenda ensalada aliñada
con una salsa experimental que puede revolucionar el mundo del estucado
con yeso y una sandía que seguramente los aguerridos aventureros echarán
mucho de menos en jornadas venideras. Previa a la conferencia de los
viajeros sobre cuestiones básicas de intendencia se debatió sobre la
educación franquista, sobre la contradicción capitalista entre consumo y
ecologismo y sobre la desinformación que supone el control de los
medios de información por grandes corporaciones. Del interés de la
conversación da testimonio el hecho que ni una sola vez se habló de la
ola de calor que padecemos, ni siquiera cuando Paco y Víctor hicieron un
aparte para echarse un manguerazo. Rescatamos de la tertulia un método
lingüístico para el aprendizaje de la lengua inglesa basado en la
pronunciación pausada del valencià (recomendado por Paco) y la
declaración de Ricardo Signes sobre las secuelas padecidas por él mismo
debidas a la enseñanza tardofranquista: "Lo extraño es que no esté
gilipollas del todo". Con ese ánimo y con la confianza en el buen hacer
de María y Laura se abordó la cuestión del transporte, etapas,
alojamiento, víveres, impedimenta y meteorología.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrBUnoMcBAqdorUK8QsshR66v_Ewh8MCJK4d41g9ShjJqlQCMlllrFVrrtYWvT6WdQCSG7OxULy4YeJ32-Q0LZhCj5nFsetEJJV55vZ5phhH1EfhhMrUXVvC4zFmTs7nm8NWtJMdx2sVghOOKj2hOJy3ococImTz6wy2plwE0VlLT1vwK3ugBKIijyGQ/s2048/IMG-20220825-WA0007(2).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1536" data-original-width="2048" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrBUnoMcBAqdorUK8QsshR66v_Ewh8MCJK4d41g9ShjJqlQCMlllrFVrrtYWvT6WdQCSG7OxULy4YeJ32-Q0LZhCj5nFsetEJJV55vZ5phhH1EfhhMrUXVvC4zFmTs7nm8NWtJMdx2sVghOOKj2hOJy3ococImTz6wy2plwE0VlLT1vwK3ugBKIijyGQ/w400-h300/IMG-20220825-WA0007(2).jpg" width="400" /></a></div></span></div><div style="text-align: justify;"><br /><span style="font-size: large;"><br /> 2. Víctor: </span><br /><div dir="auto"><span style="font-size: large;"><b>Te recordaré, <i>kalea</i></b> (martes 16 de agosto, de 07:00 a 15:00)</span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;"><br /></span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;">
Hace cuatro o cinco años descubrí que Felipe González no era
boliviano. Durante toda mi vida di por hecho que Felipe había venido de
Latinoamérica a salvar la democracia de este país o, mejor dicho, a
reconstruirla. Mi sorpresa al descubrir que era sevillano fue un
sentimiento parecido al que experimentamos en el primer día de nuestro
viaje.</span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;"> A las siete de la mañana emprendimos un
trayecto agradable en el taxi conducido por nuestro querido Pepe.
Fuimos despidiéndonos de la "serra" valenciana y comenzando a ver otro
tipo de vegetación. En algún momento, le dije a Paco: "Paco, ¡cómo es el
relieve!". Y él entendió perfectamente la grandeza de esta frase, pues
hasta hace cuatro días yo pensaba que el agua del Nilo caía en el mapa
por su propio peso, es decir, hacia el sur. Lo que no sé es dónde
desembocaba.</span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;"> Creo que el trayecto se truncó en
el momento en que nuestra María dejó el asiento de copiloto: al irse su
duende, llegó mi turno. Fuimos avanzando y viendo cómo pasaban las
horas y no llegábamos. Al entrar en Navarra, vi una casita preciosa en
el monte y dije: "Quina caseta més bonica!". Laura, mi teta, respondió:
"Digues als papis que la compren". Nos dio la risa tonta.</span></div><span style="font-size: large;">
De repente, alguien pregunta cuánto falta para llegar a Zubieta.
Pepe responde que unos minutos. Llega un giro de volante, una ráfaga de
aire y una playa abarrotada. Dice María: "¡Qué bonita, La Concha!".
Estábamos en San Sebastián, a dos minutos de Zubieta Kalea. Por detrás,
un Ricardo sorprendido dio la clave: "Kalea es calle en euskera" (Pepe había puesto en el navegador "Zubieta kalea". A la
hora y media, vimos el Zubieta real. Te recordaré, kalea. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj94XEMtpohlzSk556nS-kI7b8YnjgFv09BKkUqGx0mvtPddqY_C9nrrZnN5mGaeWXY0vsYg7ZZni9oY_PHBDMnV9CctqyofMXySnNk3tHZK1iwPywffS6Y1JrwmcAkciN0I2_HjbATtGaP4fX0ZKUwqLzStSIYAIZQ45ipRFugPiMPBl_63wwAPP8_Zg/s4032/IMG_20220816_163520.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4032" data-original-width="3024" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj94XEMtpohlzSk556nS-kI7b8YnjgFv09BKkUqGx0mvtPddqY_C9nrrZnN5mGaeWXY0vsYg7ZZni9oY_PHBDMnV9CctqyofMXySnNk3tHZK1iwPywffS6Y1JrwmcAkciN0I2_HjbATtGaP4fX0ZKUwqLzStSIYAIZQ45ipRFugPiMPBl_63wwAPP8_Zg/w300-h400/IMG_20220816_163520.jpg" width="300" /></a></div><br /><span style="font-size: large;">3. Ricardo: <b>Zubieta</b>.</span><br /><span style="font-size: large;">Y por fin llegamos a Zubieta, que nos recibe en fiestas. Es un
pueblo pequeño de muchos apellidos vascos que nos ofrece una inmersión
se cultura euskalduna, y lo hace tan eficazmente que si no continúo en
euskera este texto es porque yo sé que algunos lectores, buena gente en
general y amigos de los miembros del cuerpo expedicionario, no dominan
esta lengua. Pero nosotros, que hemos sido tocados por la gracia del
Espíritu Santo vasco le hemos pillado el tranquillo al idioma que es un gusto. No me
quiero alargar en la demostración, pero algo he de decir, porque luego
hay descreídos y envidiosos que sonríen cuando se les cuenta este
portento idiomático. Asín que ahí voy: donde cualquier otro aborigen
peninsular no euskaldún hubiera tenido que recurrir a una torpe
gesticulación propia de mandriles o chimpancés para llegado el momento
satisfacer el apetito con alguna delicia local, o incluso hubiera tenido
que echar mano no sin sonrojo a la lengua del Fari y de Paco Martínez
Soria, nosotros de un sola mirada penetramos en los secretos de esa
lengua milenaria y sin que nadie nos tradujera nada comprendimos el
significado de menua, de zopa, de paella, postrea, kafea y otras por el estilo
(por favor , amigo lector, no desespere si no comprende: estamos
pensando añadir un glosario al final). ¿Impresionado? Pues eso no es
nada. Si hubierais visto a Ricardo traducir a pelo las intervenciones
del duelo de versolaris en la plaza del pueblo, que es al mismo tiempo
el frontón, entonces sí que sí. Para que os deis cuenta del carácter
improvisado y mordaz de los versolaris os contaré un detalle. El
versolari de barbita con una mirada tuvo bastante para identificar a
Víctor cómo un espécimen cumplido de homo saguntinus, y no tardó ni dos
minutos en improvisar una rima en la que decía que le entraba muy mala
hostia de ver que un tío de Sagunto no parara de descojonarse en su
actuación. Menos mal que Ricardo lo tradujo en buen castellano, porque
si no igual se monta una gorda en el pueblo, que los de Zubieta tienen
mucho carácter. Aquí, ya te digo, la iglesia está apartada y en alto,
como para que uno se lo piense mucho antes de ir a misa. En cambio el
frontón está en el centro del pueblo y ejerce de plaza mayor. De hecho toda
la fiesta se desarrolla allí: cucaña, concurso de frontón, desafíos de
versolaris, bailes tradicionales y bailes menos tradicionales. Hay una
variante de estos muy celebrada por aquí. Consiste en que a las cuatro
de la mañana, cuando ya la verbena va decayendo, para animar al
personal a que siga la fiesta un indígena coge un bombo y lo empieza a
aporrear cada cinco minutos. No es cosa fácil, no se crean, porque lo ha
de hacer sin ningún ritmo ni gracia. De vez en cuando un compañero le
acompaña con un platillo. El resultado es que todos los vecinos que en
ese momento están durmiendo se acuerdan de la familia de ambos
intérpretes y se suman de nuevo a la fiesta aunque solo sea de
pensamiento. De resultas de esto se comprenderá que esta mañana hemos
abandonado Zubieta con una mezcla se sentimientos encontrados.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpE3v6Gu44uSwrK69515CpRzJIBddhaYnOiPfBXEOSMRXImD9DBFLepWfbR_uSNqEEMjChnEXvAEVLt94Zlmvoj-3O8RPnFTng9U_zlOyOd691t35BMy8eOkdwZEVhqF8AiwMQcbnWJHwrx02nQlW66I4q2tkLaKzVicMkaiXTfp_pslQDACt6eqXD2A/s4032/IMG_20220816_164121.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4032" data-original-width="3024" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpE3v6Gu44uSwrK69515CpRzJIBddhaYnOiPfBXEOSMRXImD9DBFLepWfbR_uSNqEEMjChnEXvAEVLt94Zlmvoj-3O8RPnFTng9U_zlOyOd691t35BMy8eOkdwZEVhqF8AiwMQcbnWJHwrx02nQlW66I4q2tkLaKzVicMkaiXTfp_pslQDACt6eqXD2A/w300-h400/IMG_20220816_164121.jpg" width="300" /></a></div><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> 4. Paco: <b>de Zubieta a Hendaya</b><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><br /><span style="font-size: large;">Día 17 de agosto del año del Señor 2022. Amanecemos pronto en Zubieta.
Desde la noche anterior un grupo de amables parroquianos nos ha
deleitado con el sonido de un tambor. A las 08.30 h. hemos arrancado en
dirección a Hendaya a través de la Vía Verde del Bidasoa. Los primeros
kilómetros fluían ante nosotros inmersos en una vegetación exuberante de
bosque atlántico. El río era nuestro compañero inseparable y todos
nuestros sentidos agradecían el frescor, el paisaje, el olor y el rumor
del camino. Claro!!!! Muy bonito!!!!! Pero cuando llegó la guerra de
cifras (quedan 18 km, no! que va! quedan 5, síiiiiiiiii otros 5. Los
últimos kilómetros de la Vía Verde los recordaremos (sobre todo María y
yo, su padre) como la expresión pura y simple del agotamiento, del
dolor, del "no puedo más". Pero todo llega y un enorme rótulo nos indica
que llegamos a Irún y, por ende, a Hendaya. En Irún recuperamos
fuerzas con un menú variado en el que destacaban unas natillas que
habrían servido para hacer el encofrado de La Sagrada Familia. Ricardo y
yo (súper héroes en esta aventura) nos rendimos ante la consistencia de
estas natillas sin parangón. Por fin, a eso de las 15.20 horas
cruzamos a Francia ( qué frase más épica si pensamos las circunstancias
en que muchos españoles las pronunciaron). Son las 16.00 h y en el andén
de la estación de Hendaya cinco aventureros miran hacia Burdeos y NO
SIENTEN LAS PIERNAS</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrrxvC3x5xnRzChGKbDUx2CzeGikWilXMHmf7L5uPUpxa-LmkVYs--YiSgtRVEnsf968PmV4tqJ9Nntj59jsUAJeXtTVospiJ_HSWNxDnl_9XljHtAWDMtrgo0kYVQN5y8L-e7xyytKWLORkP6HT65XK4OKEDkjXXlvzlXJY-MTL7OrmGtFJpozrD4Zw/s4032/IMG_20220816_172914.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4032" data-original-width="3024" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrrxvC3x5xnRzChGKbDUx2CzeGikWilXMHmf7L5uPUpxa-LmkVYs--YiSgtRVEnsf968PmV4tqJ9Nntj59jsUAJeXtTVospiJ_HSWNxDnl_9XljHtAWDMtrgo0kYVQN5y8L-e7xyytKWLORkP6HT65XK4OKEDkjXXlvzlXJY-MTL7OrmGtFJpozrD4Zw/w300-h400/IMG_20220816_172914.jpg" width="300" /></a></div><br /> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> 5. Víctor: </span><b><span style="font-size: large;">Canal del Garona desde una perspectiva gastronómica</span></b><div dir="auto"><span style="font-size: large;">
La llegada a Zubieta fue el principio de esta aventura, que no
solo ha supuesto un descubrimiento paisajístico, sino también
gastronómico. En esta primera parada comimos pollo al chilindrón o, como
lo bautizamos enseguida, "pollo a la Pantoja". No podemos obviar el
vinito, que Ricardo lanzó desde lo alto hacia la copa al más puro estilo
Sidra El Gaitero. Por la noche, en una taberna cenamos sopa y una carne
trinchada buenísima.</span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;"> Avanzamos y llegamos a
Burdeos. Allí cenamos comida para llevar: Paco y Ricardo tomaron un
poke cundidor; Laura y yo compartimos unas pizzas aceptables.</span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;">
De camino a La Réole llegó uno de los puntos álgidos del viaje.
Desplegamos las esterillas y todo un festival compartido: un jamón
excelente que trajo Paco, sardinitas y atún. ¡Qué bien nos sentó! Por la
noche, cenamos estupendamente en un restaurante: ensaladas, pasta y
pizza.</span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;"> <br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjC8Rp4b_Qi1VWFetY3xZie-g3vKee05g49Qu_XBTsGHHIfVa1oOivrlqiRFcFdy2y3kmv3c2yRRe4YhnKIV5dVzAphc0YZ7OV8V3nd7s5-6WuuCsF7QDEXklxOqEf3Fx_EncEmTpwUOJedRngU-k4VY2thA2nhisV42RIZSk02Enw1TxuXqPchD-dzww/s4032/IMG_20220818_142143.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4032" data-original-width="3024" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjC8Rp4b_Qi1VWFetY3xZie-g3vKee05g49Qu_XBTsGHHIfVa1oOivrlqiRFcFdy2y3kmv3c2yRRe4YhnKIV5dVzAphc0YZ7OV8V3nd7s5-6WuuCsF7QDEXklxOqEf3Fx_EncEmTpwUOJedRngU-k4VY2thA2nhisV42RIZSk02Enw1TxuXqPchD-dzww/w300-h400/IMG_20220818_142143.jpg" width="300" /></a></div><br /></span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;"> A la mañana siguiente, volvemos a la
bici hacia Damazan. Por el camino, encontramos a las 12 un restaurante
estupendo. De primero, ensalada de tomate. De segundo, un mar de patatas
fritas acompañaron un pato delicioso. La noche fue más sencilla: unos
kebabs y más patatas fritas.</span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;"> ¿Cuándo
llegará la cassoulet? Aún faltan unos días. ¡Seguimos! Llegamos a Agen
bastante cansados. De repente, unos toneles. Bajó la Virgen y obró el
milagro: cervezas fresquitas y patés diversos. Nos quedamos
contentísimos. Por la noche, ¡música y variedades! Encuentra una silla
en Moissac y te darán un diploma. Lo hicimos y, no solo eso, sino que
cenamos cuscús y una fideuá aceptable acompañados por Julie. Gracias,
Paco, por esas cervecitas que nos trajiste. ¡¡Vimos al protagonista de
"Intocable"!!</span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;"> </span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi0zVKdCfwnv_x2vl68vSvX4DdiHrCwnJjnBs2SD9hO-Hf5CtP6GkyzH2MmMXJgYyFVmQ6LqZsclkGlAaT0ADQfoRuuA8wccgS-OaymGvt4UVn78pJpM5MS1dSBgm7nLUqj_Z2YIBp6FLJnSnacGK_p5s4gV65LWbg1kLck7qX_d_DUtcMsn2p7YY5Kaw/s4032/IMG_20220820_152217.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3024" data-original-width="4032" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi0zVKdCfwnv_x2vl68vSvX4DdiHrCwnJjnBs2SD9hO-Hf5CtP6GkyzH2MmMXJgYyFVmQ6LqZsclkGlAaT0ADQfoRuuA8wccgS-OaymGvt4UVn78pJpM5MS1dSBgm7nLUqj_Z2YIBp6FLJnSnacGK_p5s4gV65LWbg1kLck7qX_d_DUtcMsn2p7YY5Kaw/w400-h300/IMG_20220820_152217.jpg" width="400" /></a></div> </span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;"> Esto no se acaba: teníamos
que llegar a Toulouse, pero se nos cruzó Grissolles. Erico y Mari Ros
nos acogieron como si fuésemos sus hijos: piscinita, buen ambiente y
risas. Comimos un salchichón por cabeza acompañado de pan de pita y
olivas. Pero, antes de que la familia López Hernández se lanzase a
bailar -María lo dio todo-, cenamos una cassoulet estupenda. ¡Que no,
todavía falta un poco para la cassoulet! Decía que cenamos algo, que fue
una focaccia y una ensaladita por cabeza.</span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;"> </span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;"> En Toulouse llega el otro punto álgido. Dale a Paco unos chorizos y
unos huevos; a Laura, camembert. En un momento, te han sentado en la
mesa y casi no te enteras. ¡Buena digestión! Por la noche, un
restaurante chino al lado de música callejera. La sopa, estupenda.</span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;">
Señoras y señores, Carcassonne nos ha traído la cassoulet, que ha
estado de lujo. "Victorada": yo pensaba que era lasaña, pero era una
fabadita. Ha valido la pena el viaje no solo por lo que hemos comido y
lo que hemos pedaleado, sino por lo mucho que nos hemos reído haciendo
ambas cosas. Une autre bière, s'il vous plait!</span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;"> <br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg79TclRDgVqRKUC_pvmupyasAsKB4FK2YqC3b-kWR9P3D55Tr6s_QYcNaJ4WBA8AyzY0sDObv6C2AUyiH-DfZTxPXC5XNtJ_O21TkbC6Ya0IoA0UJzYz5ts7E7S4IkdO_4YkiJZ6op1KI7U1L6hdXg_UrQ4WGCoq64s3ZQJbGwYzCqWPfdP_cajWl6CQ/s4032/IMG_20220824_204149.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3024" data-original-width="4032" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg79TclRDgVqRKUC_pvmupyasAsKB4FK2YqC3b-kWR9P3D55Tr6s_QYcNaJ4WBA8AyzY0sDObv6C2AUyiH-DfZTxPXC5XNtJ_O21TkbC6Ya0IoA0UJzYz5ts7E7S4IkdO_4YkiJZ6op1KI7U1L6hdXg_UrQ4WGCoq64s3ZQJbGwYzCqWPfdP_cajWl6CQ/s320/IMG_20220824_204149.jpg" width="320" /></a></div><br />6. Ricardo:<b> Alojamientos</b></span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;"><b> </b></span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEit4SV5ZyrRGHM6txmzXyX_537vmxDqDNLCrHHe-MzocWWCb7uVeJsxGSu39RHSIM2HOm0F0XjXLErVzgytjgOv-Jwxqv_baolnzYAgrY_5Kq7YV8uQ2aoBS6X0yXXcySqQCeW5Uq2cQAQutkyYeo3yp3PfnVoqZww3N0MZELnonLrxvsWbumbhUGvDGg/s4032/IMG_20220816_152214.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4032" data-original-width="3024" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEit4SV5ZyrRGHM6txmzXyX_537vmxDqDNLCrHHe-MzocWWCb7uVeJsxGSu39RHSIM2HOm0F0XjXLErVzgytjgOv-Jwxqv_baolnzYAgrY_5Kq7YV8uQ2aoBS6X0yXXcySqQCeW5Uq2cQAQutkyYeo3yp3PfnVoqZww3N0MZELnonLrxvsWbumbhUGvDGg/s320/IMG_20220816_152214.jpg" width="240" /></a></div>Hemos dormido en albergues de peregrinos, en la tienda de campaña, en residencias de estudiantes, en un hotelito y en una especie de tubo diseñado como una experiencia inmersiva para futuros tripulantes de submarinos. Creo que también han pasado por ahí opositores a astronautas y concursantes de un programa de la televisión japonesa. Lo cierto es que sales de allí con las nociones del espacio algo alteradas. Como tuvimos que irnos muy temprano en la puerta nos encontramos a tres mochileros que se habían instalado a sus anchas en un contenedor de papel, huyendo de las apreturas del cuarto que les habían asignado.<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5ArTwulXvhBLxI4SJCK3P202Hi4LTuf1TZvMxGVlNf-SzsL9PrOoTJAi6lev_8EPS6HgSOgHp-IIWb9NlCgmHyKX__93gkNfj_nnHLsRVteHTWVk_CAXnWDFAYSkT_sizXNETUGTnTC1ffWlz0SgFFHPgRNJGc_L0RX03MgPL9cZyI1lVHJdRQCVhgA/s4032/IMG_20220818_193827.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4032" data-original-width="3024" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5ArTwulXvhBLxI4SJCK3P202Hi4LTuf1TZvMxGVlNf-SzsL9PrOoTJAi6lev_8EPS6HgSOgHp-IIWb9NlCgmHyKX__93gkNfj_nnHLsRVteHTWVk_CAXnWDFAYSkT_sizXNETUGTnTC1ffWlz0SgFFHPgRNJGc_L0RX03MgPL9cZyI1lVHJdRQCVhgA/w300-h400/IMG_20220818_193827.jpg" width="300" /></a></div></span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;"> </span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;">Querida tía: <br /></span><div dir="auto"><span style="font-size: large;">Espero que al recibo de la presente te encuentres bien.
Yo bien, a Dios gracias. Burdeos nos recibió generosamente, como si
fuéramos amigos de toda la vida, nos puso un carril bici al lado del
Garona, que es un río enorme, con barcos y todo, una maravilla, oye, y
para que no faltara nada nos regaló un concierto de blues, que parecía
que estábamos en el Misisipi. Por la noche Paco y yo cenamos en un
restaurante hawaiano una ensalada que tenía de todo, y ese todo tan
mezclado que conseguía no saber a nada. Víctor y Laura cenaron
pizza. Y María directamente se fue a la cama sin cenar, de tan cansada
que estaba por el viaje, la pobre. El hotel no era hotel sino albergue juvenil, lo
cual tiene su guasa. Era una habitación de diez personas en literas de
tres. Yo dormí entre un alemán y Víctor. Fue toda un experiencia, sobre
todo a partir de las cinco de la mañana, porque a Víctor le entró
nostalgia de los versolaris de Zubieta y empezó a mantener con el alemán
un desafío de ronquidos. Yo me desperté pensando que me había caído en
la jaula de los osos. Por suerte eso solo duró una hora y media. Por la
mañana empezamos la ruta. Pensábamos que no podía haber un camino tan
bonito como la ruta verde del Bidasoa, que habíamos recorrido la
víspera, pero este aún es mejor. Primero mansiones, luego un bosque
tupido de hayas, robles, plátanos, arces... Más adelante vinieron los
viñedos, los campos de girasol... Yo iba afectado por tanta belleza del
paisaje, y llevaba esa cara de tonto que tan bien conoces. Hasta iba en
silencio, no te digo más, y me acordaba de ti. En un momento dado se me
cruzó un urogallo y me graznó. ¿Qué más se puede pedir?</span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;">Hicimos
dos paradas, una para un café au lait a media mañana y otra para comer,
debajo de un roble, unos bocadillos que nos hicimos de jamón y otros de
atún, con su correspondiente siesta. A las 18 llegamos a nuestro
destino, 72 km al este de Burdeos, La Réole, un pueblo al lado del
Garona. Llegamos al camping, plantamos las tiendas y después de asearnos
nos fuimos a cenar a una pizzería. Últimamente yo pensaba que las
pizzas son comida basura -sí, ya sé que está mal hablar así de los
alimentos, perdóname, tía -, pero después de lo de anoche he cambiado de
opinión. La noche ha sido muy agradable y fresquita, al ladito mismo
del Garona. He dormido como un ceporro y apenas me he enterado de los
ronquidos de mis vecinos ni de las canciones que estuvieron poniendo
hasta las tantas en un bar a la otra orilla del río. Esta mañana Paco,
que del frío y de la música apenas ha echado ojo, el pobre, quería tener
unas palabras con el dueño del bar, pero por suerte estaba cerrado, así
que nos hemos ido a otro. Se llamaba el Gipsie. Te lo digo por si
alguna vez vienes por aquí para que no vayas. La dueña es una señora
mayor que no oye muy bien y que no para de fumar. Lo mejor son los
cuadros del bar, todos de motivos gitanos. Ha sido un desayuno muy
frugal, ni siquiera había curasanes, ¡con las ganas que tenía! Pues como
apenas hemos desayunado, cuando solo llevábamos 15 kilómetros
por el canal ya estábamos con hambre, hemos parado en un restaurante al
lado de un muelle y como no hacían almuerzos hemos comido el menú del
día (ensalada, pato con patatas y lechuga, y de postre
nectarina). Mis compañeros ahora dormitan sobre el césped.
Yo estoy sentado en un pequeño pantalán de madera, feliz.</span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;">Un beso y un abrazo de tu sobrino que te quiere bien.</span></div></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;"> <br /></span><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-KvC9JSD6TagZVe3apiIggmK8hZSXOdAZuK-aIKcf2hLQDQ1QPMoR53eLndYo3bLSFgHSLWam4x8keqie4p7vgczW2YHYbpsADX_F-ivY1UXkGKfqaI_ZGK1a6g1pZveC-_MdfHpWwy-tlBJB6wiIzD9SOq0IoLBpnoAwwFDMap8Yx-d2CJcq_GwXgA/s1600/IMG-20220818-WA0002.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1200" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-KvC9JSD6TagZVe3apiIggmK8hZSXOdAZuK-aIKcf2hLQDQ1QPMoR53eLndYo3bLSFgHSLWam4x8keqie4p7vgczW2YHYbpsADX_F-ivY1UXkGKfqaI_ZGK1a6g1pZveC-_MdfHpWwy-tlBJB6wiIzD9SOq0IoLBpnoAwwFDMap8Yx-d2CJcq_GwXgA/w436-h400/IMG-20220818-WA0002.jpg" width="436" /></a></div><br /></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;"> </span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;"> </span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;"></span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;">7.</span><span style="font-size: large;"><b> </b>María: <b>purificación.</b><br /></span><div dir="auto"><span style="font-size: large;">18 de agosto, de Bordeaux a
la Réole, salimos del hostal chano chano al encuentro de la vía verde entre
deuxmers -a mi me suena a dos madres, la atlántica fría,dura e
indomable y la mediterránea, la nuestra, la que en sus orillas nos
criamos, amable, cálida y conocida-. Este caminar me inspira una
sensación de tránsito a través de las aguas, una purificación , un
dejarse llevar que pasa en cada pedalada dónde el cuerpo, el tuyo y el
mío, se pone a trabajar y a conectar toda esta información estancada a
la que por fin se le da el espacio- tiempo ( o ilusión, según en qué
percepción, del viaje) para aflorar, agradecer también a nuestros aliados
abuelos, árboles centenarios que nos asombran y nos dan sombra para
facilitar la rodada y el ir hacía dentro en un vaivén de conexiones a
seguir descubriendo, de dentro a fuera y de fuera a dentro.</span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6sXhTDTRlHDtdBm3LR5W5h6o6h2IsuFzhvOscHU5U8-QlwvsjsafDe0HvExdCtDuVD2yEc8iM-gFfQFC5LEAYWADRW2Yh2FyWXqGfptMZhje4uCLrAomt4fK3G73JWD3u2O-OMYI-vcRpfqVs-HNufS8DMtfi1nHpl5SNKFMtdOxTC0iVUu05FEMLFg/s4032/IMG_20220818_133932.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4032" data-original-width="3024" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6sXhTDTRlHDtdBm3LR5W5h6o6h2IsuFzhvOscHU5U8-QlwvsjsafDe0HvExdCtDuVD2yEc8iM-gFfQFC5LEAYWADRW2Yh2FyWXqGfptMZhje4uCLrAomt4fK3G73JWD3u2O-OMYI-vcRpfqVs-HNufS8DMtfi1nHpl5SNKFMtdOxTC0iVUu05FEMLFg/w300-h400/IMG_20220818_133932.jpg" width="300" /></a></div><br /> 8. Ricardo: <b>el canal</b>.</span></div><div dir="auto"><br /><span style="font-size: large;"> Sexto día: la visión continuada del canal ha ejercido desde el
principio del viaje una atracción de la que resulta muy difícil
sustraerse. Contemplada ahora con la perspectiva de más de trescientos
kilómetros de ruta se diría que ha sido todo un proceso de seducción en
el que la belleza del paisaje y el arrullo continuado de sus aguas nos
ha ido llevando sin que lo supiéramos -siempre a cobijo de las
inclemencias del sol de agosto por la protección de grandes plátanos,
robles y olmos- a un diálogo íntimo con nuestros propios recuerdos. Así,
nos han ido acompañando en nuestro pedaleo personas que ya no están y
otras que siguen estando a nuestro lado pero de manera diferente.
Avanzábamos en la distancia y retrocedíamos en el tiempo. En algún
momento al llegar a la plaza mayor de algún pueblo durante la parada de
media mañana para el café au lait o la cerveza teníamos la sensación de
que llegábamos al mismo pueblo en el que habíamos parado el día
anterior. Muy pronto perdimos la noción del día de la semana en el que
estamos. Vivimos en un presente regido por los elementos: hace sol, es
de noche, hay niebla, llovizna... A veces hablamos entre nosotros
durante las horas de bicicleta, y a veces vamos en silencio dialogando
cada uno consigo mismo. La noche ha sido siempre una celebración:
verbena en Zubieta, blues en Burdeos, varietés en Moissac, baile
improvisado en el camping de Grissolles, música en directo durante la
cena en Toulouse. Pero el peso de los kilómetros se acumula, aflora el
cansancio, la introspección es cada vez más punzante. La imagen del
canal tiene algo de hipnótico que desdibuja los límites del tiempo.
Tenemos todos la sensación de que este viaje es un regalo doble que nos
hacemos: el de la propia experiencia vivida en el momento y el del
recuerdo de la misma para el futuro.</span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;"> </span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIt9iQoMYaS4jLjxrkMn79Pu_VuC2RSf00FgjTZFQAfGdVCHPvum-MvSEZaC6I6xrV76tX41bTb5dzvi_SRp2Pyx6k5hjryL01C0uocFHTxPOCS2UR5J2-VEc7IhOlxnXEXubplcI20kyfEn_7lhw2cRxjl7bxH30h2_pojd2fQlCj3BYcVaxTQlgy9w/s4032/IMG_20220819_104329.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4032" data-original-width="3024" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIt9iQoMYaS4jLjxrkMn79Pu_VuC2RSf00FgjTZFQAfGdVCHPvum-MvSEZaC6I6xrV76tX41bTb5dzvi_SRp2Pyx6k5hjryL01C0uocFHTxPOCS2UR5J2-VEc7IhOlxnXEXubplcI20kyfEn_7lhw2cRxjl7bxH30h2_pojd2fQlCj3BYcVaxTQlgy9w/w300-h400/IMG_20220819_104329.jpg" width="300" /></a></div><br /> 9. El mapa. Cuando uno ve el mapa de Francia y ve la distancia que ha atravesado en bicicleta es casi como cuando uno mira una foto suya de niño, se reconoce en ella y acepta con asombro el misterio del paso del tiempo. Ves Burdeos, Toulouse, Carcassonne, Narbona... y piensas con agradecimiento en los momentos vividos, en los viejos plátanos que nos ofrecían su sombra, en las praderas de cola de caballo, en los endrinos, en las higueras y en los manzanos, en las compuertas que íbamos pasando, en aquella vieja lancha que nos remontó cinco kilómetros, en las viñas, en los girasoles, en aquel urogallo que se nos cruzó, en las ratas de agua, en las figuras de los capiteles del claustro de Moissac, en la bendición de una cerveza al acabar la etapa, en las terrazas de la plaza mayor de los pueblos, en los caminos solitarios, en los versos de una canción que leímos en la fachada de un edificio en Narbona:</span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;"> </span></div><div dir="auto"><span style="font-size: large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhz50OO1AecMxDKQ2wiFSA8N1jEQnsYJMSI6dbTiNihx2brWSpp0Ulmtv-eakAVpyvOqpiYbRTtIwjiTDx1Cy7l8lEtYDlwP0OOzjI5xAf9FoqJIAcQ-TyJ2xIGMgydpy8WYloHJzTEfmn4ppz8ivZHR583jdJ20ozqxJO7V638mtW6JMZ4jQahiAnNfg/s4032/IMG_20220824_190310.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3024" data-original-width="4032" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhz50OO1AecMxDKQ2wiFSA8N1jEQnsYJMSI6dbTiNihx2brWSpp0Ulmtv-eakAVpyvOqpiYbRTtIwjiTDx1Cy7l8lEtYDlwP0OOzjI5xAf9FoqJIAcQ-TyJ2xIGMgydpy8WYloHJzTEfmn4ppz8ivZHR583jdJ20ozqxJO7V638mtW6JMZ4jQahiAnNfg/w447-h300/IMG_20220824_190310.jpg" width="447" /></a></div></span><br /></div></div></div><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/6cDnV5c7Y3s" width="320" youtube-src-id="6cDnV5c7Y3s"></iframe></div><br /><span style="font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></div><p><br /></p><p><br /></p><p><br /></p>Ricardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7436002424561408843.post-91141521004961371492023-01-01T07:43:00.022-08:002023-01-01T08:11:54.939-08:00La Isla Misteriosa: pedagogía del náufrago<div><div><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6a-LEdTG6qZ9NUcmL2TEY-y1ZbulYyRSmz1T8tNXP915wbDt-DadUYNR3LuD8jnr9XPKEUZB5vrLEa6gR62hRSseBcA9FCmjUvMG8HSzrUKYzqiCH7_9L6uQMRz3RcIorSjWMjYtjtt-oGHa2VKoLIlLD90EfAryiCx38YrRi7ryE0-vZdzKA_OuFkw/s1200/julio%20verne.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="674" data-original-width="1200" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6a-LEdTG6qZ9NUcmL2TEY-y1ZbulYyRSmz1T8tNXP915wbDt-DadUYNR3LuD8jnr9XPKEUZB5vrLEa6gR62hRSseBcA9FCmjUvMG8HSzrUKYzqiCH7_9L6uQMRz3RcIorSjWMjYtjtt-oGHa2VKoLIlLD90EfAryiCx38YrRi7ryE0-vZdzKA_OuFkw/w640-h360/julio%20verne.jpg" width="640" /></a></span></div><p><span style="font-size: medium;"><br /></span></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> "Ellos <i>sabían</i> y el hombre que <i>sabe</i> triunfa allí donde otros vegetarían y perecerían inevitablemente" escribe<span style="color: #2b00fe;"><b> <a href="http://www.zapatosdeanteazul.com/search/label/Julio%20Verne">Verne</a> </b></span>en el capítulo XIX de <i>La isla misteriosa</i> (1874) y ofrece al lector el epítome de esta novela y el de todo el proyecto literario que emprendió de la mano de su editor, Pierre-Jules Hetzel. De acuerdo con el modelo establecido por Daniel Defoe en <i>Robinson Crusoe</i> para el género narrativo de las novelas de náufragos, el enfrentamiento de los personajes con un medio hostil pone a prueba su conocimiento como recurso fundamental de supervivencia. A este respecto <i>La isla misteriosa</i> representa el apoteosis del náufrago inteligente, con todas las interpretaciones metafóricas que se quiera dar al término "náufrago": <i>homo viator</i>, peregrino, hijo de vecino, prójimo...; y lo mismo de ese pequeño espacio acotado que es la isla, porque, en definitiva, el náufrago literario es el hombre solo ante el abismo de la existencia, a la que se enfrenta a pecho descubierto armado de su conocimiento. Laten ahí la utopía ilustrada y el socialismo, interpretados por Verne (y por Hetzel) como un proyecto pedagógico que, de la mano de una narración novelesca, alcanza la categoría de campaña global y urgente de alfabetización científica. A su lado, las reformas ministeriales de educación (LOE, LOMCE, LOMLOE...) palidecen como panfletos liliputienses. En este punto me pregunto si los artífices de estas reformas habían leído a Verne. Me da que no, y es una lástima, no tanto por lo que se perdieron, sino por lo que nuestros alumnos han perdido. Pero volvamos a <i>La isla misteriosa</i>.</span><span style="font-size: large;"> Respecto al modelo robinsoniano aporta algunas variaciones interesantes. En primer lugar, en consonancia con la modernidad tecnológica de las novelas de Verne, el viaje previo no es marítimo sino aerostático. En segundo, el protagonismo es colectivo, puesto que una vez establecidos los parámetros que determinan el aislamiento (insularidad del territorio, ausencia de otros habitantes y remotas posibilidades de abandono), el objetivo que se plantea va más allá de la supervivencia (resuelta en unas pocas páginas); ya no se trata de montarse una cabaña de estilo vagamente provenzal donde esperar unos cuantos lustros el acontecimiento que ponga fin a su confinamiento. Si Robinson Crusoe se consagró como santo patrón de los amantes del bricolaje, de los montadores de muebles de IKEA y de los usuarios de la moda del Coronel Tapioca al demostrar a los lectores la gracia con la que resolvía los principales problemas tecnológicos del neolítico, los cinco náufragos de <i>La Isla Misteriosa</i>, partiendo de una situación de desventaja, se marcan como meta la reconstrucción del bienestar de una sociedad ya plenamente industrial, con su telégrafo, su ascensor hidráulico, su minería, su metalurgia... </span></div><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><i></i></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjA_-R5DoF2t2UbJO-l5mLW2vJnikLEExIsUD87xUC6qTI89fMfALA_-dkVdNAg6jqpox8hhlWGp1AZQst-zFTwfHfOYfyUcWgwTdAl6Y3sC2tBbz_DpKKqNwb_77bjMPSQmUZxCa1l_QLZJjkJVVys_-Z1cnJLo6VVmeH5w_1AU2g_Ay5MUuWwGQk9DQ/s1041/Screenshot_20221230-144155~2.png" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="507" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjA_-R5DoF2t2UbJO-l5mLW2vJnikLEExIsUD87xUC6qTI89fMfALA_-dkVdNAg6jqpox8hhlWGp1AZQst-zFTwfHfOYfyUcWgwTdAl6Y3sC2tBbz_DpKKqNwb_77bjMPSQmUZxCa1l_QLZJjkJVVys_-Z1cnJLo6VVmeH5w_1AU2g_Ay5MUuWwGQk9DQ/w310-h507/Screenshot_20221230-144155~2.png" width="310" /></a></div><span style="font-size: medium;"><i><br /></i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><i>Ni los héroes imaginarios de Daniel Defoe o de Wyss, ni tampoco un Selkirk o un Raynal, náufragos en Juan Fernández y en el archipiélago de las Auckland respectivamente, estuvieron nunca en una indigencia tan absoluta. O bien se surtían de los abundantes recursos de su barco embarrancado, fueran estos granos, animales, herramientas o municiones, o bien llegaba a la costa algún derrelicto que les permitía subvenir a las primeras necesidades de la vida. No se encontraban, de entrada, absolutamente desarmados frente a la naturaleza. Pero en este caso, ni un instrumento cualquiera, ni un utensilio. ¡Partiendo de nada tendrían que llegar a todo!</i></span></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: small;">(pág. 95 y 96. Capítulo VI. Traducción de Teresa Clavel. <i>Penguin clásicos</i>. Barcelona, 2016) </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> </span></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Hoy, casi siglo y medio después de su publicación por entregas en el <i>Magazin d'Education et Récréation</i>, esta confianza en el progreso basado en la alianza entre la ciencia y la tecnología nos resulta doblemente ingenua, pues no solo se contempla como el motor de cambio que debe conducir a la felicidad, sino que además, por la nobleza de ese fin, se eleva a regla moral. La dinamita, el acero o la electricidad, más que innovaciones tecnológicas incorporadas a la sociedad, se convierten en principios de filosofía moral, pues en ellos se concreta el afán de superación, el sentido del deber y la búsqueda de la felicidad. En cierto modo toda la novela es el relato de esa utopía, por lo que basta con abrirla al azar por cualquier página para encontrar, igual que aquellos puritanos en la Biblia, inspiración edificante sobre las virtudes del progreso. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Ocurre, sin embargo, que esa confianza asociada a la proliferación de ejemplos ("situaciones de aprendizaje" se les llama hoy en la jerga de la neolengua pedagógica) aturden al lector, que no sabe si reírse o si marcharse corriendo a matricularse en el Politécnico. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Veamos una muestra de esa concatenación de problemas y soluciones tan característica de la novela:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">¿Que el refugio que habían encontrado el primer día para pasar la noche no reúne garantías y puede quedar anegado por las mareas? No pasa nada. Se busca otro. Es que no hay refugios naturales a la vista. Sin problemas: la morfología del terreno revela la formación de grutas con respiraderos que dan al acantilado. Ya, pero el acceso a esas grutas tendría que ser a través del lago. Pues se crea un desagüe para bajar medio metro el nivel del agua, de modo que se pueda entrar a la gruta sin mojarse uno los zapatos. Pero es que el lecho rocoso del lago es de granito. Para eso están los explosivos. No hay. Pues se fabrican. ¿Cómo? Nada más fácil si se encuentra entre los náufragos el ingeniero Cyrus Smith, "un microcosmos, una combinación de toda la ciencia y toda la inteligencia humanas" (página 126). Tomen nota:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">1º. Se recolectan a cielo abierto varias toneladas de piritas.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">2º. Se monta una pila de leña sobre la que se dispone una capa de esquisto piritoso que se recubre con piritas del tamaño de una nuez.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">3º. A continuación se enciende la hoguera y se deja que arda a fuego lento durante diez días por lo menos para que el sulfuro de hierro se convierta en sulfato de hierro.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">4º. Mientras se produce esa reacción química el náufrago hará muy bien en fabricar vajillas refractarias de arcilla plástica a fin de destilar el sulfato de hierro resultante.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">5º. Una vez finalizado el tercer paso, el resultado es una mezcla de sulfato de hierro, sulfato de alúmina, sílice, residuos de carbón y ceniza. Se remueve todo con cuidado, se deja reposar y se destila. De esta operación se obtienen los cristales de sulfato de hierro, de los cuales ahora hay que extraer el ácido sulfúrico. Para ello se requiere un instrumental muy sofisticado que incluye ciertos adminículos de platino de los cuales no suele haber suministro en las islas desiertas. Por suerte Cyrus Smith está en todo y conoce un procedimiento alternativo tradicional de Bohemia que consiste en...</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">6º... calcinar los cristales de FeSO4, cuyos vapores una vez condensados nos dan el ácido sulfúrico.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">7º Dejamos aparte el ácido sulfúrico y pasamos a separar la grasa de un dugongo que previamente se habrá pescado y deshuesado. Para ello se requiere un poco de sosa, que como todo el mundo sabe es una sustancia fácil de conseguir con la combustión de algunas plantas marinas como las barrillas, las ficoideas y otras fucáceas. A continuación se aplica la sosa a la grasa del dugongo, lo cual nos permite la obtención de jabón (muy recomendable para los náufragos) y de glicerina.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">8º. Retomamos el ácido sulfúrico, se le añade un poco de salitre, y de esa combinación resulta el ácido nítrico.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">9º. Por último se mezcla el ácido nítrico con la glicerina y ya tenemos la nitroglicerina. Ahora ya puede usted volar lechos rocosos de granito.</span><span style="font-size: large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Como se deduce fácilmente de lo expuesto, el correlato estilístico de la confianza en el progreso es la proliferación de datos (geológicos, químicos, botánicos, zoológicos, matemáticos, astronómicos, náuticos...), enmarcados en auténticas lecciones, coronadas a menudo por el encomio de la superdotación intelectual y tecnológica de los protagonistas. Poco lugar queda entonces para lo misterioso, para ese adjetivo que preside el título de la novela, por ejemplo, de resonancias románticas, cuyo uso obedece a un recurso narrativo para excitar la imaginación de los lectores, pues se trata simplemente de la dilación de la explicación racional de un problema que en un primer momento parece irresoluble o fantástico. En realidad, después de leídas las casi setecientas páginas de la novela solo dos misterios permanecen desvelados: ¿cómo consigue el perro de Cyrus subir y bajar a la casa de la roca por una escalerilla de mano? y ¿cómo convierten a un orangután en pinche de cocina y excelente camarero?</span></div></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> </span><div style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_B_yKdvE10elmYSIesGpXOl15WxWNl2S7AkO4YwyeTsmO4fGFscfZp0Sx5PNSuBz3znqaMYpa2A3QaSLlEbMibcONiUR3vy0QjlvAz_ACtiGdRcoNCTO2SXSoZnWcdq0LzTnJjjlFFnK20iexeuG-DRsjkZJgYv1tfZUQp2y6YTcpHLxq0yXruPxmXA/s2048/gettyimages-931300412-2048x2048.jpg"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1427" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_B_yKdvE10elmYSIesGpXOl15WxWNl2S7AkO4YwyeTsmO4fGFscfZp0Sx5PNSuBz3znqaMYpa2A3QaSLlEbMibcONiUR3vy0QjlvAz_ACtiGdRcoNCTO2SXSoZnWcdq0LzTnJjjlFFnK20iexeuG-DRsjkZJgYv1tfZUQp2y6YTcpHLxq0yXruPxmXA/w279-h400/gettyimages-931300412-2048x2048.jpg" width="279" /></a></div></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> </span>Jup the orangutan, illustration for The Mysterious Island, adventure
novel by Jules Verne (1828-1905), engraving after a drawing by
Jules-Descartes Ferat (born 1829), published by Paolo Carrara, 1902,
Milan.</div><div style="text-align: justify;"><p><span style="font-size: large;"> </span></p><div><span style="font-size: large;">Con el paso del tiempo los editores de sus obras han ido adaptándolas al gusto de las nuevas generaciones de lectores mediante el procedimiento de la poda de datos y, en general, de su componente didáctico, de modo que Verne ha dejado de ser para muchos aquel escritor enciclopédico de estilo digresivo, precursor de la wikipedia y del hipertexto, para convertirse en un narrador vigoroso de una velocidad contagiada de su mundo arriesgado y futurista. </span></div></div><p></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Sin embargo hay un personaje que me parece que enlaza muy bien esas dos lecturas. Me refiero a Ayrton, contramaestre del <i>Britannie</i>, cabecilla de un motín, convertido en pirata, conocido entonces como Ben Joyce, capturado y abandonado a su suerte en un islote del Pacífico en el paralelo 37. Uno tendería a pensar que este náufrago pirata es un homenaje a Stevenson a través de la analogía con aquel Ben Gunn de <i>La Isla del Tesoro</i>, con quien comparte nombre, condición, destino y deseo de redención. Pero resulta que la novela de Verne es nueve años anterior, de modos que los términos del tributo se invierten. Y no sorprende la atención que le dedicó el escritor escocés, porque ese Ayrton es un personaje magnífico, dotado de una complejidad psicológica de la que carecen los otros, de los que le separa una ejemplaridad inversa, tanto en el terreno moral como en el técnico, pues toda su historia es un argumento de cómo sin el socorro de la ciencia y de la técnica el hombre expulsado del paraíso de la civilización se desliza hacia su condición animal camino de la locura.</span></div><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> </span></p><p style="text-align: justify;"></p><br /><span style="font-size: medium;"><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> </span><br /></p><p></p>Ricardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-7436002424561408843.post-67186134450351437202022-12-03T02:44:00.001-08:002022-12-03T02:48:07.859-08:00Johan "Talento" Orozco: el camino de un campeón<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: x-large;"><b></b></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: x-large;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSZg7JHFE6it4J6NaD8Lc7L-pIMASn3L4HxUout5jpstg8mujM0ka5F3P_jkDI12PHNrDNv95H5_e9iR0cplQ9nVSHnkBwFGGpOmAKSDzMZoA-6IDRd0ukjtCKvc6AqmT2grMwVMf-ix_GOgg1NDMts6fMnvXS6EjmCWGHXGijntf1yxGqCOJ2u6qTow/s576/Screenshot_2022-12-03%20Johan%20TALENTO%20Orozco%20(%20talent0rozco)%20%E2%80%A2%20Fotos%20y%20v%C3%ADdeos%20de%20Instagram.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="445" data-original-width="576" height="494" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSZg7JHFE6it4J6NaD8Lc7L-pIMASn3L4HxUout5jpstg8mujM0ka5F3P_jkDI12PHNrDNv95H5_e9iR0cplQ9nVSHnkBwFGGpOmAKSDzMZoA-6IDRd0ukjtCKvc6AqmT2grMwVMf-ix_GOgg1NDMts6fMnvXS6EjmCWGHXGijntf1yxGqCOJ2u6qTow/w640-h494/Screenshot_2022-12-03%20Johan%20TALENTO%20Orozco%20(%20talent0rozco)%20%E2%80%A2%20Fotos%20y%20v%C3%ADdeos%20de%20Instagram.png" width="640" /></a></b></span></span></div><span style="font-size: large;"><span style="font-size: x-large;"><b> </b><span style="font-size: small;">Inicio con este artículo una nueva serie dedicada al boxeo que he titulado <i>crónicas boxeísticas</i></span><b><br /></b></span></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: x-large;"><b><span style="font-size: small;">Dedico este artículo a David Montesinos, que hace poco peleó con la muerte y ganó</span> <br /></b></span></span></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: x-large;"><b>E</b></span>stuve el sábado en una velada de boxeo en Sedaví. Nada más llegar me encuentro al Piña, a Javi, al Chulito y a su hermano, y me siento con ellos. Al poco vemos a Jandro, a Lautaro y a Sento -tres de los grandes del boxeo en Valencia- con quienes intercambiamos saludos y bromas. Hay un buen ambiente de boxeo allí. El gremio de los guantazos reúne a gente tan variopinta, que a veces uno duda si el espectáculo está sobre el ring o en sus aledaños. Quizás en otra ocasión me detenga a contar historias de la periferia del boxeo, pero hoy no. A lo que vengo es al combate de la noche -aunque la sorpresa estuvo en el inmediatamente anterior, en el de los teloneros, del que hablaré otro día-. Se enfrentaban dos superligeros de mucha categoría, el madrileño Juan José León Álvarez y Johan Orozco, colombiano afincado en Valencia. Diestro el primero, zurdo Johan. Cada uno fiel a una concepción diferente del boxeo. Johan es un boxeador finísimo, dotado de una cintura de bailarín y de una diestra de esgrimista con la que oculta los embates de una zurda más precisa que contundente. Frente a él, Álvarez, un boxeador rocoso, de mucho músculo, que apostó con insistencia por su pegada de acuerdo con un guion en el que estaba escrito que debía acorralar a Johan entre las cuerdas para exhibir ahí su variedad de golpes. Pero la potencia intimidatoria de sus crochés y sus ganchos se estrellaba en los brazos y en los guantes del colombiano cuando no eran sorteados elegantemente mediante esquivas. El madrileño recortaba el ring trazando paralelas y perpendiculares al paso de Orozco para encerrarlo en la esquina; a veces lo consigue y ahí propone un intercambio que en teoría le beneficia. Su boxeo es sólido, directo y, por tanto, previsible. No rompe nunca la línea. Su rostro y su cuerpo están siempre donde su rival sabe que los va a encontrar. Y Johan lo aprovecha. Al recorte de espacios responde inventándose pasillos, casi siempre diagonales que convierte en vías de fuga. Es una estrategia que domina y de la que no abusa, porque sabe que la repetición puede hacerle vulnerable, por eso echa mano de repertorio en sus respuesta, y tan pronto acepta el intercambio en la corta como mantiene la distancia, bloquea, finta, lanza el uno-dos con cambio de altura en el dos y se marcha con pasito atrás o con pivote. Y Álvarez otra vez vuelta a empezar. Pero cada segundo golpea como un jab en la guardia de los púgiles, y la acumulación empieza a pesar, sobre todo en el madrileño, porque cada intento de encerrar a su rival disminuye su confianza y aumenta la del otro. La entrega y el deseo de victoria son los mismos, pero sus velocidades distintas. Uno, desde el centro del ring, lanza sus ataques con paso militar. El otro se desliza por la lona dejando las cuerdas a sus espaldas. Es la artillería contra la caballería, el ataque frontal contra la maniobra envolvente. Así hasta el sexto asalto. A partir de ahí se alteran las proporciones de ímpetu y de talento. Los ataques de Álvarez son cada vez más lentos, más previsibles. Arrecian entonces los contraataques de Johan. Los espectadores se levantan y corean su nombre. Se ha hecho el dueño del ring. Su izquierda percute en el rostro y en el costado del madrileño, que aguanta bien el castigo. Es un boxeador muy bravo y no le teme al KO, pero ve cómo el recital de su oponente va sumando en las tarjetas de los jueces. Sus ataques se dilatan, le falta aire, las piernas le pesan, pero su propuesta es la misma: ataque sobre la línea e intercambio de golpes..., pero menos. Se dosifica porque no tiene fuerzas para más, coge aliento, carga la diestra y espera un error de su rival que no llega. Sus rectos y sus crochés mueren antes de salir. Ese golpe de suerte se queda esperando.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Johan ha vencido. En su horizonte más inmediato está el campeonato de España de los superligeros. Los que le hemos visto boxear sabemos que es muy capaz de eso y de más.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/DOpppaeA7bw" width="320" youtube-src-id="DOpppaeA7bw"></iframe></span></div><span style="font-size: large;"><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghVlssdxb4orglQy9qpA3Xm_9aHyTOkCOQlzgx83MLYGDhAV9hYhXU3e1ZJi7qnClg-XBl_wyZPoaAHRRDDy8U8nUaGA4nH4VHqjWUqZo549fv0V5xoj98H7S2MBfnCazrpIYTgOXRQZAM2ZLnP_oOXvS6h_9hA5fbxW15fTXmw2OAS3ZOiY46C11oqw/s630/Screenshot_2022-12-03%20Johan%20TALENTO%20Orozco%20(%20talent0rozco)%20%E2%80%A2%20Fotos%20y%20v%C3%ADdeos%20de%20Instagram(1).png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="630" data-original-width="466" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghVlssdxb4orglQy9qpA3Xm_9aHyTOkCOQlzgx83MLYGDhAV9hYhXU3e1ZJi7qnClg-XBl_wyZPoaAHRRDDy8U8nUaGA4nH4VHqjWUqZo549fv0V5xoj98H7S2MBfnCazrpIYTgOXRQZAM2ZLnP_oOXvS6h_9hA5fbxW15fTXmw2OAS3ZOiY46C11oqw/s320/Screenshot_2022-12-03%20Johan%20TALENTO%20Orozco%20(%20talent0rozco)%20%E2%80%A2%20Fotos%20y%20v%C3%ADdeos%20de%20Instagram(1).png" width="237" /></a></div><br />Ricardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7436002424561408843.post-58220235402024128702022-07-03T06:58:00.000-07:002022-07-03T06:58:28.478-07:00Viaje fin de curso<p>
</p><p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-size: medium;">Nota previa necesaria:
cualquier tentación de establecer relaciones entre este escrito y el
viaje reciente que un servidor y mi compañera de Economía
realizamos con nuestros alumnos a la Selva Negra correrá de cuenta
de la malicia del lector. Este escrito no es más que el fruto de una
mala siesta. Las coincidencias que pueda haber son solo
circunstanciales.</span></p><p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-size: medium;"> </span></p>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEia8gb1ta1IQX7_0xyV96FtsrVfA3VasIfOjwg4Fh9iep-dLGBEvIFiGvoL-GG2ns75MksDu0J077P-01exOlwjlySkQ6ht-m1744Wmilp5i2ynMq1e1v7W1IYvjM409DfrTXmM4VF08BSUmQPKtU61s9VoNUh58fJj_kCHxGVguLdPSek8gzNyC1Jx4Q/s322/autob%C3%BAs.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="215" data-original-width="322" height="268" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEia8gb1ta1IQX7_0xyV96FtsrVfA3VasIfOjwg4Fh9iep-dLGBEvIFiGvoL-GG2ns75MksDu0J077P-01exOlwjlySkQ6ht-m1744Wmilp5i2ynMq1e1v7W1IYvjM409DfrTXmM4VF08BSUmQPKtU61s9VoNUh58fJj_kCHxGVguLdPSek8gzNyC1Jx4Q/w400-h268/autob%C3%BAs.jpeg" width="400" /></a></div><br /><p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-size: medium;"><b>1.
De la naturaleza del autobús</b></span></p>
<p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Un
autobús cargado de alumnos de 4 ESO en viaje fin de curso es una
fuerza incontrolable de la naturaleza. Hay en él tensiones de
carácter expansivo que desafían el sentido común y dejan en pobre
lugar a aquellos que por inconsciencia o temeridad deciden
acompañarlos. Por ejemplo: un observador experimentado habrá caído
en la cuenta de que en el autobús los asientos se disponen en dos
filas de un par de asientos separadas por un pasillo, lo que
determina que la posición del viajero sea estática y sedente. Las
leyes de la física y las del tráfico así lo sentencian. No
obstante, los alumnos de ESO, por lo general dotados de una visión
muy laxa para todo lo relativo a leyes o normas, sean de gramática,
de física o de normativa municipal sobre uso de petardos, prefieren
el escorzo, de manera que es casi imposible ver a todo el pasaje
sentado y con los cinturones de seguridad abrochados. Esto último es
una cuestión delicada, porque a pesar de la relación lógica que
alguien no avisado puede establecer a primera vista entre "cinturón",
"seguridad" y "abrochado", para ellos son tres
enunciados inconexos. De esa laxitud interpretativa se derivan graves
problemas de salud, de los cuales las afecciones en las cuerdas
vocales de los profesores y de los guías son las más irrelevantes.
Lo peor se lo lleva el conductor del autobús. ¿Sabíais que les
hacen descuento en el psiquiatra? Los pobres están acostumbrados al
imperativo moral kantiano y llevan muy mal el sometimiento de la
razón a los vaivenes de las voluntades adolescentes. Es por eso que
paran cada dos horas en las áreas de servicio. Están obligados:
tienen que fumarse media cajetilla de tabaco en cada parada, tomarse
un ansiolítico y, para combatir los efectos sedantes de este, han de
beberse un café bien cargado y una Coca-Cola. Solo así pueden
eludir pulsiones homicidas. Se comprende entonces que pongan en todos
los viajes "Hombres de honor", una película fascista
destinada a ensalzar el cuerpo de marines estadounidense, en la que
básicamente se habla de señores que mandan mucho y de otros señores
más jóvenes que obedecen siempre. Otra película que no falla en
este tipo de viajes es "La milla verde", sobre un
funcionario de prisiones muy buena gente que tiene problemas de
próstata y que trabaja en una sección de una cárcel donde destinan
a los condenados a morir en la silla eléctrica. Hay por ahí otro
funcionario muy malo y un preso negro enorme que tiene poderes y le
cura al carcelero bueno lo de la próstata, con lo cual la señora de
este se pone muy contenta. Un sencillo análisis actancial nos deja
bien claro de parte de quién está el conductor y en qué tipo de
silla le gustaría ver sentados a los ocupantes de su autobús. Pero
todo esto no pasa de ser un mero desahogo, porque los alumnos, tras
los cinco minutos iniciales, prestan la misma atención a la película
que al profesor cuando introduce algún comentario cultural relativo
a algún castillo o a algún accidente geográfico que se avizora
desde la ventanilla. "Profe, que estamos de vacaciones": es
la manifestación de un ocio militante que rechaza cualquier estímulo
que pueda implicar un aprendizaje que no se refiera a un truco de
tik tok o del videojuego que se llevan entre manos. Para ellos la
idea romántica del viaje simplemente no existe. Se trata de un
desplazamiento de un punto A a otro B, pasando por unos puntos
intermedios que son las áreas de servicio. Daría igual que
estuviéramos durante 980 kilómetros dando vueltas por la V-30 y
parando en los centros comerciales de Bonaire y de Gran Turia si al
final de ese recorrido estuviera la ciudad francesa de Grenoble, que
es el destino de nuestra primera etapa.</span></p><p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-size: medium;"> </span></p>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyXnGjPvkMoJSrnM0ww6sn5H1QPFPMUdbc7dWuZnFqVmOn3v6BrALXL-rVHBkyteisJHoacww-eDDYUDBu0YxEIcYZDbQ6oK1pEEU0ADPI6iIc25XWyfnjJM0WRtll2BAEgXZQYuBHGWSGTKkTw45Yq_fSdHbNaJaC90NRGLUMM5FqAcX_OOA-v3dreg/s437/grenoble.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="189" data-original-width="437" height="277" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyXnGjPvkMoJSrnM0ww6sn5H1QPFPMUdbc7dWuZnFqVmOn3v6BrALXL-rVHBkyteisJHoacww-eDDYUDBu0YxEIcYZDbQ6oK1pEEU0ADPI6iIc25XWyfnjJM0WRtll2BAEgXZQYuBHGWSGTKkTw45Yq_fSdHbNaJaC90NRGLUMM5FqAcX_OOA-v3dreg/w640-h277/grenoble.jpeg" width="640" /></a></div><br /><p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-size: medium;"><b>2.
De las áreas de servicio</b></span></p>
<p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Son
las herederas de las antiguas fondas, de las ventas y de las casas de
postas, espacios de restauración ricos en evocaciones literarias:
Lazarillo, don Quijote, don Juan, John Silver el Largo... Es verdad
que si uno deja sueltos a los ocupantes de un autobús de estudiantes
de la ESO en viaje fin de curso en cualquier lugar, inmediatamente
ese lugar pierde las connotaciones poéticas que pueda tener y se
convierte en algo prosaico, abarrotado y ruidoso de donde uno está
deseando marcharse. Quizás por eso uno de los sitios donde menos
desentonan es justamente las áreas de servicio. Allí entran en
estampida, porque nuestros alumnos siempre están meándose, bajan a
a los aseos, se alivian, suben corriendo y, si la pausa es superior a
los quince minutos, se lanzan a la búsqueda de un enchufe para
conectar el cargador del móvil (siempre se están quedando sin
batería). Su otra precaución es proveerse de alimentos, porque los
intervalos entre el desayuno y la comida o entre está y la cena son
para ellos una travesía del desierto que han de recorrer con sus
bolsas de patatas fritas, sus paquetes de galletas y sus pastillas de
chocolate. Una vez satisfechas estas necesidades (y recuerdo que cada
dos horas se produce una parada y se repiten las mismas escenas),
entonces se dispersan por la sección de compras. Apenas llevamos dos
paradas, estamos al lado de Barcelona y muchos de ellos empiezan a
comprar recuerdos para sus familiares. ¿Recuerdos de qué? Da igual.
Antes los viajeros volvían a casa con un montón de historias que
contar. Ahora eso se ha perdido. Los testimonios del viaje ya no son
relatos orales sino fotografías que se cuelgan al instante en
Instagram y objetos que se compran, y si son tópicos y recargados,
mejor. Lo que interesa es que el objeto en cuestión proclame que el
comprador ha estado allí y se ha acordado de uno. Un llavero, una
navaja, un botellín de cerveza, unos calcetines de lana, un imán
para la nevera, un peluche, la tocineta envasada al vacío,
galletitas de mantequilla, mermeladas, patés: son objetos en los que
se materializa el afecto y cuya oferta se repite obsesivamente cada
dos horas en todas las áreas de servicio, creando esa sensación de
que el autobús se desplaza pero uno siempre llega al mismo sitio.</span></p><p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-size: medium;"> </span></p>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRc8BcwKus5NsN4IiXEscyv28pnun2Ouxj-u13nZ-mYozkwaPZPN1S7AF1D8tJWg5-5C68d-83IHomha6yW1FBKK4MQXghR_xFCmS74puxCaoDkm_ZDT8Arbs39hHKs_3VwRf4vE5bIRzV5MBVdu7NaXWWTv5f60pSj9wGQnXtvs-1JAri8UEvGz5K9Q/s650/s-127.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="443" data-original-width="650" height="218" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRc8BcwKus5NsN4IiXEscyv28pnun2Ouxj-u13nZ-mYozkwaPZPN1S7AF1D8tJWg5-5C68d-83IHomha6yW1FBKK4MQXghR_xFCmS74puxCaoDkm_ZDT8Arbs39hHKs_3VwRf4vE5bIRzV5MBVdu7NaXWWTv5f60pSj9wGQnXtvs-1JAri8UEvGz5K9Q/s320/s-127.jpg" width="320" /></a></div><br /><p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-size: medium;"><b>3.
De la ubicación, naturaleza y etimología de la Selva Negra.</b></span></p>
<p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Como
cualquier profesor de ESO sabe, la lógica de los alumnos es una
atribución intelectual sometida a infinitas variables. Algunos de
los que no aciertan con la relación de causa efecto entre las
expresiones "cinturón (abrochado)" y "seguridad"
son capaces de ubicar la Selva Negra en el África subsahariana solo
por las connotaciones evidentes del topónimo. Así ocurrió en la
primera reunión que mantuvimos con el representante de la agencia
con motivo del viaje que organizamos hace unos años. Este
malentendido vino acompañado de cierto desencanto, porque no es lo
mismo ir de viaje a un territorio incógnito poblado en la
imaginación por guerreros masais, pigmeos, gorilas y leones, que ir
a otro donde el mayor riesgo es que te muerda un dedo una ardilla
cuando le das un cacahuete. Por eso conviene deshacer el equivoco
desde el principio: la Selva Negra es una región al suroeste de
Alemania, fronteriza con Francia y Suiza, que se extiende hacia el
norte a lo largo de unos 160 km., con una anchura variable de unos 30
a 60 km. Su nombre no se debe al color de la piel de sus habitantes,
sino a lo frondoso de su vegetación, especialmente la de su zona no
visitable, la que se observa a ambos lados de la carretera que la
recorre. Se puede afirmar entonces que la mejor manera de apreciar la
negrura de ese bosque es desde lejos, sin entrar en él, porque
cuando uno llega a Triberg, por ejemplo, que es uno de sus enclaves
más famosos, lo primero que has de hacer es pasar por taquilla y
pagar una entrada que te da acceso por unos caminos despejados a un
territorio vegetal exuberante, sí, pero donde la selva se ha
convertido más que en un bosque civilizado en un jardín botánico.
Pensar que por aquí una vez estuvieron los hermanos Grimm y que
estos bosques alimentaron la imaginación que llevó al papel a
personajes como Hansel, Gretel, Blancanieves, los siete enanitos, la
princesa malvada, el gato con botas, el enano saltarín y tantos
otros exige hoy un esfuerzo mental sobresaliente. Acompañados por
sesenta alumnos resultan mucho más próximas las evocaciones a las
hordas de Arminio y a la batalla del bosque de Teutoburgo contra los
romanos; y eso a pesar de las numerosas tiendas para turistas
surtidas de relojes de cuco, navajas multiusos y tocineta envasada al
vacío que, quieras o no, aportan cierta pátina de modernidad
igualitaria al paisaje urbano de estos pueblecitos.</span></p><p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-size: medium;"> </span></p>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiM_QIdFUkvUeYLu3LjG_JzwUWltPwE3oJEhWaHlyyMkEjcaW_MpZmCfEPu_2kvJEaJb6weSKJ07145Ft8bVQ9ZGOseqF4vZvcIa7hLP-hxTFZxS3d6pwyBmQ5bhHP3GTlFIXiEgUVb-QLx16URjciZGh4XbRwMkfMrl96B-06zgDywLwKKuY8_mtEQ5w/s1024/naturaleza1-1024x688.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="688" data-original-width="1024" height="269" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiM_QIdFUkvUeYLu3LjG_JzwUWltPwE3oJEhWaHlyyMkEjcaW_MpZmCfEPu_2kvJEaJb6weSKJ07145Ft8bVQ9ZGOseqF4vZvcIa7hLP-hxTFZxS3d6pwyBmQ5bhHP3GTlFIXiEgUVb-QLx16URjciZGh4XbRwMkfMrl96B-06zgDywLwKKuY8_mtEQ5w/w400-h269/naturaleza1-1024x688.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">O sea, que esto no es la Selva Negra<br /></td></tr></tbody></table><br /><p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-size: medium;"><b>4.
De algunas impresiones de viaje recogidas en el diario escrito para
mis compañeras de departamento.</b></span></p>
<p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">¿Cómo
era eso de la competencia de relacionarse con el entorno? Yo creo que
es un eufemismo de "¿Es gilipollas el alumno? ¿Sí? ¿No?
¿Cuánto?" Espero que esto que os cuento no salga de aquí,
porque podría implicar un cambio en los informes individualizados de
los alumnos de 4 ESO en lo relativo a esa competencia. Lo digo porque
varios alumnos están tocados de la garganta porque no saben que el
aire acondicionado de las habitaciones se puede apagar (y que incluso
se puede regular la temperatura). Esta noche se nos ha puesto
bastante mal un alumno y lo hemos tenido que llevar en taxi al
hospital. El guía de la agencia se ha hecho cargo y se ha pasado
allí casi toda la noche. Al parecer todo ha sido por el aire
acondicionado.</span></p>
<p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Otro
ejemplo de sagacidad: en el desayuno me viene una y me dice que han
perdido la llave de la habitación dentro de la habitación. Voy a
recepción, le explico el caso a la señora, me dan una llave de
repuesto, se la doy a las alumnas y les digo que luego tienen que
devolver las dos llaves. Total, que cuando dejan la habitación dicen
que no encuentran la llave. Subimos Rosa y yo a buscarla. Nada. Se lo
digo a la recepcionista y me responde que tendrán que pagar la
llave. Subo al autobús, se lo explico a las chicas. Preguntan:
¿Cuánto hay que pagar? Les digo al tuntún 60€. Unos segundos de
reflexión y aparece misteriosamente la llave en el bolsillo de una
de ellas. Demasiado dinero para un llavero de recuerdo deben de haber
pensado.</span></p>
<p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Ahora
vamos camino de las cataratas del Rin. Es un paisaje sobrecogedor. A
mí me parece que es la mejor lección que se puede dar sobre lo que
es el Romanticismo en arte y en literatura, porque uno contempla esa
naturaleza y los sentimientos de pasión, belleza y pequeñez humana
afloran a borbotones. Pero, alto ahí amigas. Estamos hablando de
alumnos de ESO, sobre todo, y estos forman parte de una especie muy
particular. Puede darse el caso de que un alumno vea esas cataratas y
piense que es un lugar ideal para refrescarse con un ducha, y se le
ocurra tirarse del barco. No me fío un pelo. Debería estar contento
de volver ahí, pero estoy acojonado. Me encomiendo a San Gotardo,
que es un santo que tiene mucho mano por esta zona.</span></p>
<br /><br /><p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-size: medium;"><b>5.
De lo mismo</b></span></p>
<p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-weight: normal;">Buenos
días, compañeras:</span></span></p>
<p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Ojalá
el COVID sea ligero para las que lo habéis pillado, y más ojalá
aún que no os haya puesto las manos encima y que no lo haga. Ya sé
que Violeta y Natalia estáis afectadas. Iba a decir que rezo a San
Gotardo, que lo tengo por aquí enterrado, para que os ilumine y
proteja, pero no me fío mucho de que mi recomendación sea efectiva.
Es verdad que ayer no se nos ahogó nadie en las cataratas, pero fue
a cambio de una penitencia medieval que yo no quisiera ni para el
inventor de los ámbitos y las competencias (bueno, sin exagerar,
igual sí).</span></p>
<p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Primera
penitencia:</span></p>
<p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Una
jornada en Suiza: ocho horas sin datos en el móvil. El riesgo de
tenerlo conectado son 60€. Lo decimos varias veces para que les dé
tiempo a descifrar el mensaje y así lo vayan entendiendo. Media hora
más tarde:"¿Podemos poner los datos?" Esta pregunta se va
a repetir alrededor de sesenta veces, pero como se ve que no querían
que nos aburriéramos intercalaban cada pocos kilómetros esta otra:
"¿Falta mucho?". Yo miraba al conductor, que lo tenía
justo delante, y pedía a San Gotardo y a Santa Úlfila que le dieran
paciencia, y he de reconocer que estos benditos santos locales
cumplieron, aunque con su poquito de suspense, porque la carretera
estaba en obras, nos desviaron por otra, tuvimos que dar un rodeo por
carretas secundarias con el consiguiente intento de motín (¿Falta
mucho? ...Pues tú habías dicho que llegaríamos a las once,
etcétera). Y a todo esto, venga curva. "Profe, que Noelia se
marea", y yo: por favor, si os mareáis vomitad hacia el lado
del compañero, que empapa mejor; si no, la papilla corre pasillo
abajo y pone el autobús perdido. El conductor, que se cuida el
autobús como un sacristán una reliquia, de pensar en que le iban a
vomitar en el autobús cogía el volante como si quisiera
estrangularlo y echaba miraditas a la ruta que le marcaba el móvil.
"¿Cuánto falta?". Creo que no he estado nunca tan cerca
de un asesinato.</span></p><p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEy3H-iuJeFCiFTGg1398raL1-qOP8zz1hDLc5pjhkpmzIkiBmiywfgLqBqqOo8zWLC3Nf9PNnOKGIEq19WzCmSbiS-PlAI-godBRkHdiSkxRsOShd12ptLnpGnHREVFv9BIPNanJXg9Geh3GDmaX-kgdi4K_Mn7wgyzXz4UUVkZQZfcQqvpetCfpFxg/s4032/IMG_20220621_131319.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="4032" data-original-width="3024" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEy3H-iuJeFCiFTGg1398raL1-qOP8zz1hDLc5pjhkpmzIkiBmiywfgLqBqqOo8zWLC3Nf9PNnOKGIEq19WzCmSbiS-PlAI-godBRkHdiSkxRsOShd12ptLnpGnHREVFv9BIPNanJXg9Geh3GDmaX-kgdi4K_Mn7wgyzXz4UUVkZQZfcQqvpetCfpFxg/w300-h400/IMG_20220621_131319.jpg" width="300" /></a></div><br /><span style="font-size: medium;"><br /> </span><p></p>
<p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Segunda
penitencia:</span></p>
<p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Me
salto lo de la llegada a las cataratas, la estampida hacia los
servicios y la segunda estampida hacia las tiendas de recuerdos,
donde los chavales se abastecen de peluches, vacas de madera,
chocolate, galletas... Voy directamente a la comida en una terracita
junto al lago Constanza. Les habíamos dado tiempo libre durante dos
horas y les habíamos dado recomendaciones sobre sitios económicos
para comer, pero yo creo que el sol les había afectado mucho y la
gran mayoría decidieron ir a comer al mismo sitio que los profes,
los guías y el conductor: un local donde se sirven las típicas
salchichas alemanas, el codillo y ensaladas al gusto. Me pido el
codillo por consejo del conductor y de la guía. He boxeado con tíos
de más de cien kilos que me han lastimado menos que ese codillo: una
bola de carne asada del tamaño de una pelota de waterpolo que más
que codillo era un codazo en la boca del estómago. Estaba bastante
bien asado, con la piel churruscadita, la grasita dorada, y la carne,
como era tan abundante, se ofrecía en diversas modalidades (tierna,
tirante, correosa, pedernal...). Lo malo es que sus aromas atraían
las moscas a enjambres, unas moscas alemanas, gordas, lustrosas, que
pensaban cuando tratabas de espantarlas con la mano que las estabas
saludando. Se ve que el calor y los ”¿Podemos encender el móvil?
y los ¿Falta mucho?" me habían anulado la sensatez, así que
me comí el codillo enterito. Luego vino el combate cuerpo a cuerpo
no solo con aquella bola, sino con el pensamiento de que aquel
ejército de moscas había adobado la carne con infinidad de huevos
de ascáridos que ahora estarían eclosionando en algún rincón de
mi intestino.</span></p><p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-size: medium;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEij2bDkttNgXKUg0NULiZ-Hw1-hHHy7g6Ador9UZdPxQn3Yx3YnjbCcjAd6q2AH4QRgXlL8KvQ8ttJj5QYEHdgyVFHl5xC_Ae47ACZXNIViHZP9Khj7VJGTNbJtxliIx4Z3FcXn11DbrEXzI55Q89M-H8R12c4ksqUjUA8OqiXsfhlYbCtiJrDz7WS0kw/s4032/IMG_20220621_151229.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3024" data-original-width="4032" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEij2bDkttNgXKUg0NULiZ-Hw1-hHHy7g6Ador9UZdPxQn3Yx3YnjbCcjAd6q2AH4QRgXlL8KvQ8ttJj5QYEHdgyVFHl5xC_Ae47ACZXNIViHZP9Khj7VJGTNbJtxliIx4Z3FcXn11DbrEXzI55Q89M-H8R12c4ksqUjUA8OqiXsfhlYbCtiJrDz7WS0kw/w400-h300/IMG_20220621_151229.jpg" width="400" /></a></span></div><span style="font-size: medium;"><br /></span><p></p><p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> Como
veis, la penitencia era importante, y para remarcarla ahí estaban
los intercambios nocturnos de huéspedes en las habitaciones con las
consiguientes risitas, carreritas, portazos, etcétera, etcétera.
Total, que sobre las dos y media pude pensar en dormirme. Qué bonita
es la inconsciencia de la juventud. A mi favor puedo decir que no
interpreté ninguna vez el papel de profesor en pijama en el pasillo
riñendo a los alumnos y amenazando con avisar a los padres.</span></p>
<p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Hoy
estamos de camino de la selva negra y mi pensamiento está en la
ardillas y en las pobres bestias del bosque.</span></p>
<p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><br />
</p>
<p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-size: medium;"><b>6.
De lo mismo.</b></span></p>
<p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-size: medium;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjFBy082-3OqKoEAbd_U2nFWU7MpSHyyjQJcSaazUSy6z4T0p_nk7tZcP_aB13dgJuHbEb7f0FCN0m-K6utgkE_gy4g1M1wWoifnHOoOeJFnhmBTG7TZr9-lBmq6LAoNTh6JWAwDcnJGMrgEDw8SXIRPiOMCcRVWa8TRVM2vmcdny7ih8vCQzkAU91J-w/s4032/IMG_20220623_155451.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="4032" data-original-width="3024" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjFBy082-3OqKoEAbd_U2nFWU7MpSHyyjQJcSaazUSy6z4T0p_nk7tZcP_aB13dgJuHbEb7f0FCN0m-K6utgkE_gy4g1M1wWoifnHOoOeJFnhmBTG7TZr9-lBmq6LAoNTh6JWAwDcnJGMrgEDw8SXIRPiOMCcRVWa8TRVM2vmcdny7ih8vCQzkAU91J-w/w300-h400/IMG_20220623_155451.jpg" width="300" /></a></span></div><span style="font-size: medium;"><br /> </span><p></p><p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-size: medium;">Buenos
días, compañeras:</span></p>
<p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Día
6 del viaje. Vamos de vuelta. Hemos dormido (poco) en el autobús.
Los ánimos decaen entre el pasaje. Hace siete horas que no hace
falta que los guías o un servidor reclamemos silencio a los alumnos.
San Gotardo nos ha concedido la gracia de la afonía, pero de una
manera aviesa, porque este deseo cumplido nos ha llegado envenenado
como un ¡jódete! bíblico. El caso es que había empezado muy bien
el día, la gente estaba contenta, ha sido puntual en el desayuno y
en la salida. Primero hemos visitado Riquewihr, un pueblo alsaciano
precioso, donde se rodó "La bella y la bestia". Nada que
reseñar ahí salvo que han pillado a un alumno robando un imán para
la nevera ( los que han optado con un mayor sentido práctico por
robar navajas han tenido más suerte: igual esto sube la nota en la
competencia del sentido de la iniciativa y espíritu emprendedor).
Hemos seguido hacia Estrasburgo, donde todo hacía presagiar una
jornada apacible. Hemos comido en un restaurante típico junto al
canal, hemos visitado la catedral, subido a su magnífica torre, que
fue durante siglos el edificio más alto del mundo, hemos tenido
tiempo libre y hemos callejeando y disfrutado a gusto de sus terrazas
y cervezas. En el punto de encuentro para la cena se nos ha empezado
a torcer la cosa: a una alumna le había bajado mucho la tensión y
no podía ni andar. Hemos llamado a su madre, nos ha autorizado a que
le diéramos un Ibuprofeno (porque la niña padecía dolores de regla
fortísimos) y me la he llevado cargada al caballito hasta el
restaurante. Era una especie de cava muy parecida a los refugios de
la guerra que hay en Valencia. El menú estaba protagonizado en
exclusiva por la típica tarte flambée, que es una especie de pizza
con nata, cebolla y panceta en su versión más habitual, que admite
pequeñas variaciones, como que te quitan la panceta y te ponen
champiñones. Pues bien, iban sacando tartes una tras otra como si el
mundo se acabara. Y de postre, más tartes flambées pero dulces. Si
tenemos en cuenta que anoche cenamos pizza, la víspera comimos
pizza, y la antevíspera cenamos tarte flambée, no os extrañará que
me sienta como la galleta de jengibre, ese muñequito con forma de
hombrecillo tan gracioso atropellado por un camión. Pero aunque
nuestros estómagos empezaban a resentirse, lo malo estaba por venir.
De acuerdo con la previsión meteorológica, a las diez empezó a
llover con fuerza. Menos mal que en el autobús la guía les había
insistido mucho en que cogieran una chaquetita, rebeca o sudadera
para después de la cena, porque ya nos había pasado que a pesar del
calor del día por la noche refrescaba y los alumnos, sobre todo las
alumnas, iban muy ligeros de ropa y luego tenían frío, lo cual
unido a lo del aire acondicionado, ya se sabe. Y menos mal también
que yo, antes de salir del autobús les había dado el parte del
tiempo con la recomendación de que cogieran chubasquero, porque las
previsiones de lluvia eran del 90%. Lógicamente la mayoría de los
alumnos no cogieron ni ropa de abrigo ni chubasquero, porque como
entonces hacía tanto calor... O sea, que después de un paseo de
veinte minutos para llegar adonde habíamos quedado con el autobús,
llegaron empapados. La hora acordada era las 23.15, pero el autobús
aún no había llegado. Nos refugiamos bajo un techado ocupado por
indigentes. Algunas alumnas empezaron a ponerse nerviosas, otras
tiritaban de frío. Paciencia, que no tardará en llegar. Se hacen
las 23.30: nada. Qué raro. Tranquis, que estará aquí enseguida.
Las 23.45. Nada. Intento de motín. Querían linchar al conductor.
Las 24h, nada. Los guías estaban nerviosísimos. El conductor no
contestaba el teléfono. Llaman a la empresa. No saben nada. Al
hotel: tampoco saben nada. Las 0.15. Empiezan las tosecitas, las
tiritonas, una alumna sufre un ataque de ansiedad. 0.30. Seguimos sin
noticias. 0.45. La guía ya tiene plan B: han contactado con un hotel
para pasar la noche (120€ por persona. El seguro de la agencia se
hará cargo, espera). El conductor es un hombre muy meticuloso y
puntual. Nunca había pasado esto. Algo le ha ocurrido. Las
conjeturas son de todo tipo. Triunfa la del alcoholismo, aunque yo
solo le he visto beber café y Coca-Cola. La guía está a punto de
echarse a llorar. Yo voy por ahí calmando ánimos. Algunos para
combatir el frío se ponen a hacer flexiones y sentadillas. La guía
empieza a comerse su cigarrillo de vapear. La 1,15: empiezan las
alucinaciones. Algunos alumnos confunden el tren con el autobús. La
1.20: Por fin. Llega el autobús. La policía lo había detenido, se
lo había llevado a un retén y lo había registrado de arriba a
bajo. Creo que encontró sustancias tóxicas peligrosísimas:
calcetines sudados, bragas y calzoncillos que a todas luces
incumplían la normativa más laxa de cualquier país en materia de
cuidado medioambiental y prevención del cambio climático. Pero como
ya se sabe que si por algo son conocidos los policías franceses es
por su simpatía y amabilidad, dejaron marchar al autobús como si no
hubiera pasado nada. No hay que tener en cuenta a tan insigne cuerpo
policial ese contratiempo: cualquiera confunde un autobús de alumnos
de la ESO con un vehículo de transporte secreto de terroristas.</span></p>
<p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-size: medium;">Lo
que queda espero que no ofrezca motivo de relato.</span></p>
<p style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;"><span style="font-size: medium;">Un
abrazo muy fuerte.</span></p>
<p><style type="text/css">p { margin-bottom: 0.25cm; line-height: 115%; background: transparent }</style></p>Ricardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7436002424561408843.post-79299840069210837192022-03-21T15:17:00.005-07:002022-03-21T15:34:06.118-07:00"El peón", de Paco Cerdá: lirismo y metafísica del ajedrez<div class="separator"><p style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> </span></p></div><div><p style="text-align: justify;"> <span style="font-size: x-large;"><img alt="" aria-describedby="caption-attachment-36681" class="wp-image-36681 size-full" height="333" src="https://nuevocronica.es/wp-content/uploads/2017/06/ARTURO-POMAR-2.jpg" width="592" /></span></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Hay una lírica y hay una metafísica del ajedrez. A veces ambas convergen felizmente en la misma partida. Es el caso de aquellos versos de Borges: En su grave rincón, los jugadores/ rigen las lentas piezas. El tablero [...] Dos sonetos que nos regalan una experiencia literaria de la perfección: nada sobra, nada falta, y queda en el lector el convencimiento de que el poema no podía ser de otro modo, e incluso de que ya era así antes de que Borges lo escribiera. Lírica y metafísica. Como pago de una deuda de inspiración y gratitud encuentro en las páginas de "El peón", de Paco Cerdá, numerosas referencias a esos dos sonetos. Podrían haber encabezado el libro si Borges no estuviera tan lejos de la condición de peón, pero para esos menesteres protocolarios Cerdá ha buscado en las clases subalternas de la cultura, muy en la línea de la idea de trascendencia del ajedrez que desarrolla, más próxima a la sociología que a la metafísica, y que articula la metáfora que cohesiona toda la obra:</span></div><br /><br /><span style="font-size: x-large;">Los peones son el alma del ajedrez </span></div><div><span style="font-size: x-large;">(François-André Danican Philidor). <br /><br />Y esta otra: Si la partida tiene un destino,/ ellos son los juguetes del destino;/ si bien a veces, por ironía, /el destino depende de ellos.<br /><br />Ezequiel Martínez Estrada (<a href="https://www.blogger.com/#">Lírica social amarga</a>) </span><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Ese peón con alma, sujeto a un destino del que a veces es artífice, inmerso en un momento histórico -el año 1962- donde es difícil deslindar lo individual de lo colectivo, es el niño prodigio Arturito Pomar, pero también sin el sufijo y sin el prodigio: Arturo Pomar Salamanca, funcionario de Correos y el primer Gran Maestro español de ajedrez. Y, junto a ellos, una larga serie de hermosos vencidos que Paco Cerdá rescata de las cunetas de la Historia, (y unos pocos que escapan a esa doble condición). Julián Grimau, Francis Gary Powers (un piloto espía estadounidense capturado por los soviéticos), Pedro Sánchez Martínez Y Ramón Vila -"Caracremada"-, ambos maquis; Robert F. Williams (norteamericano, </span><span style="font-size: x-large;"><span>activista</span> por los derechos de los negros), Román Alonso Urdiales (falangista que en público acusó a Franco de traidor), Roland Stokes (veterano de la guerra de Corea, negro, asesinado por la policía de su país), los siete mineros asturianos de "La Nicolasa" que se atrevieron a iniciar una huelga; la escritora Dolores Medio (que se manifestó en Madrid en solidaridad con las mujeres asturianas que apoyaban y padecían la huelga, y que por ello fue encerrada un mes en la cárcel); Blanche Posner, miembro del Women Strike For Peace, activista opuesta a los experimentos con armas atómicas, puesta en la picota anticomunista del macartismo; Marcos Ana, el decano de los presos políticos de las cárceles franquistas; James Meredith (el primer negro que se matriculó en la Universidad de Mississippi); Dionisio Ridruejo; George Fryett (militar norteamericano prisionero del Vietcong); Salvador de Madariaga; el mayor Rudolf Anderson (el único muerto en combate en la "crisis de los misiles" de Cuba); Boris Spasski; George Steiner; Blas Piñar (sí, el fundador de Fuerza Nueva, la versión original de VOX); Marilin Monroe; los primeros etarras; Diego Martínez Barrio (presidente de la República Española en el exilio; Radio Española Independiente ("La Pirenaica"); "The Other America: Poverty in The United States", de Michael Harrington; Salvador Barluenga, estudiante universitario que robó el retrato de Franco que presidía el paraninfo de la Facultad de Medicina de Barcelona; Tom Hayden, activista estadounidense de izquierdas al que los cargos públicos le desactivaron; Nee-gon-we-way-we-dun ("El trueno antes de la tormenta"), indio ojibwa luchador por los derechos de su pueblo; Fidel García Martínez, obispo de Calahorra desafecto al régimen y represaliado mediante la calumnia; Thomas Merton, estadounidense, monje del Císter, pacifista que se opuso a la política de su gobierno y al silencio de su iglesia; Pedro Ardiaca Martí, militante clandestino del PSUC; Herbert K. Stalling, agente del FBI, especialista en desestabilizar agrupaciones y partidos de izquierda; una señora mayor, viuda -su marido fue asesinado en el año 42 en un paredón del cementerio de Paterna, acusado de haber sido concejal de su pueblo-, que mira en la tele cómo el Generalísimo felicita a los españoles la Navidad y el Año Nuevo. </span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEia5nntXCzGAPMXbC1Wgf8xexyNIfyZMGsApAkf8DfLHrSqQAFBaZKLt649nVpyg5WpWpqCjbBRq531IAffTbGavYf-j498D4APWIrDrmTxhhvxPCGkEGRcbm7t3zrkmdjpDfhX77IBmnsWWjQltlrdDxkuvK6ZJZmRqymNat2KOesBWb6kmUfjWjTnSw/s4032/IMG_20220320_203548.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4032" data-original-width="3024" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEia5nntXCzGAPMXbC1Wgf8xexyNIfyZMGsApAkf8DfLHrSqQAFBaZKLt649nVpyg5WpWpqCjbBRq531IAffTbGavYf-j498D4APWIrDrmTxhhvxPCGkEGRcbm7t3zrkmdjpDfhX77IBmnsWWjQltlrdDxkuvK6ZJZmRqymNat2KOesBWb6kmUfjWjTnSw/w300-h400/IMG_20220320_203548.jpg" width="300" /></a></span></div><span style="font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">La lista es larga, los capítulos cortos, setenta y cuatro en total (los movimientos de la partida entre Fischer y Pomar en el Torneo Interzonal de Estocolmo de 1962). "Con lo bien que juegas, tendrás que volver a poner sellos cuando termine el torneo" -dicen que le dijo Fischer a Pomar al firmar las tablas. La anotación de cada uno de los movimientos hasta llegar ahí encabeza los capítulos. Entre los protagonizados por los integrantes de la lista se interpolan otros dedicados a Pomar, a Fischer, al transcurso y circunstancias de la partida entre ambos, y a ciertas expansiones líricas sobre el ajedrez y la vida que tienen algo de metafísica.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">El resultado de todo ello es un libro de carácter misceláneo que es al mismo tiempo reportaje, anecdotario,conjunto de artículos y un poco de ensayo, hilvanado todo con elegancia en un estilo que discurre entre la sobriedad del periodista y el entusiasmo de un escritor apasionado con el objeto de su escritura.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-size: x-large;">En "Los últimos. Voces de la Laponia española" (editado igualmente por <a href="https://www.pepitas.net/"><i>Pepitas de calabaza</i></a>) Cerdá ya manifestaba talento para encontrar y dejar hablar a los protagonistas, estableciendo, a mi modo de leer, un diálogo muy interesante en torno a la despoblación con "La España vacía. Viaje por un país que nunca fue" (Editorial Turner), de Sergio del Molino. Aquí mantiene la polifonía como recurso narrativo, pero invierte el objetivo: allí eran las voces de los resistentes las que leíamos, las de los del "aquí nací y aquí me quedo" y la de los desencantados y desheredados de las ciudades que a cuestas con su desengaño y su esperanza venían a habitar los pueblos. Aquí las que encontramos no son las voces testimoniales de uno que te cuenta, sino discursos institucionalizados: un informe médico, crónicas del <i>ABC</i> sobre los éxitos del niño Arturito Pomar en Londres, una "tercera" de ese mismo periódico sobre lo mismo ("Este muchachito moreno, de cuño español, en cuyos ojos, entornados por la meditación del juego, se vislumbra la furia ibérica, ofrece en su aire colegial un arquetipo de la adolescencia acrisolada."), otra "tercera" firmada por Blas Piñar, la transcripción del NODO del 28 de mayo de 1962: el pueblo catalán de Tragó de Noguera va a quedar sumergido bajo las aguas de otro pantano ("un sacrificio necesario"), un informe de seguimiento policial a unos rojos desestabilizadores, el primer mensaje de felicitación por Navidad televisado de Franco. Todos ellos conforman un panorama de la retórica del franquismo tan siniestro como las celdas de la Dirección General de Seguridad. Emerge entonces una sensación de asco en el lector que nace del conocimiento de que tras el sustantivo solemne y el epíteto marcial late una violencia de paredón, de porra de verga de toro, de balas de goma, hostia va, hostia viene, firme el ademán y banderas al viento. Era una violencia orgánica que calaba en todos los ámbitos de la vida, institucionalizada desde la escuela con capones, pestorejazos, bofetadas, pellizcos de monja, estirones de pelo y humillaciones -todo por el bien de los niños, por supuesto, y al paso alegre de la paz. </span> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: x-large;">Arturito Pomar (1931-2016), promovido a niño prodigio oficial, fue utilizado como emblema de ese régimen, paseado, exprimido, agotado, abandonado a su suerte y finalmente olvidado. En su historia nos descubre Cerdá la fuerza trágica de los mitos: la violenta estupidez de Saturno devorando a sus hijos.</span><br /></span></div><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"></span></p><p style="text-align: justify;"><img alt="" id="yui_3_5_1_1_1647899022607_1380" src="https://tse3.mm.bing.net/th?id=OIP.zNuVXYfWQM4QnNsVDCdhWwEsCo&pid=Api&P=0&w=377&h=211" style="height: 211.8px; margin-left: 0px; margin-top: -15.9px; width: 377.1px;" /><br /></p>Ricardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-7436002424561408843.post-67574401946882655372021-09-02T14:17:00.019-07:002021-09-02T23:12:19.130-07:00"Veinte años después": la arquitectura del folletín<div><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">(dedicado a Ágata y a Arturo) <br /></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQQ3UTXXg16fHh8uRmE9PUSFCGllvKfYVt26ZMBvZtcHJFTejQf1XD5PqM07rHUqZrwonXHWZVeafyUbd3rxc2cwUuiM23r50xIE2y3P68n5WlDnKAhGAIaLizoSsDzr4SEbhqG0YpLAX8/s1225/Alexandre_Dumas_9.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1225" data-original-width="800" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQQ3UTXXg16fHh8uRmE9PUSFCGllvKfYVt26ZMBvZtcHJFTejQf1XD5PqM07rHUqZrwonXHWZVeafyUbd3rxc2cwUuiM23r50xIE2y3P68n5WlDnKAhGAIaLizoSsDzr4SEbhqG0YpLAX8/w261-h400/Alexandre_Dumas_9.jpg" width="261" /></a></span></div><span style="font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">En enero de 1845, apenas seis meses después de la publicación de la última entrega de <i>Los tres mosqueteros</i> en el diario "Le Siècle", aparece la primera de su continuación, <i>Veinte años después.</i> Durante esos dos años de 1944 y 45 Alejandro Dumas publicó ensayos sobre historia y sobre pintura, memorias, dramas y novelas, hasta un total de treinta obras, entre las que, además de las citadas, se incluyen algunas de tanta envergadura como<i> El conde de Montecristo</i> o <i>La reina Margot</i>, que contribuyeron a ganarle una plaza XL en el Hotel del Parnaso, planta XIX, sección "Aventuras", pasillo "Folletín". El volumen es tan impresionante que la idea de Dumas como una factoría literaria parece una conclusión lógica. Gustave Doré lo ilustra muy bien con su caricatura de la máquina de novelizar:</span></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"></span><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEieNX3ay_GBOCUzLHrgkoaBgTEpOECDd6YfpPXiK9wkcnDgH7AYkvMVdy10o7B7F9OCdRSi4c_aSOSVrzEf_f7neHpwxEyrS7pDLlYbRXwZHTS-FF5Dy8LxujOpSs_6pUnX2EYYk1moPCDb/s2048/caricature+dumas.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1536" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEieNX3ay_GBOCUzLHrgkoaBgTEpOECDd6YfpPXiK9wkcnDgH7AYkvMVdy10o7B7F9OCdRSi4c_aSOSVrzEf_f7neHpwxEyrS7pDLlYbRXwZHTS-FF5Dy8LxujOpSs_6pUnX2EYYk1moPCDb/w300-h400/caricature+dumas.jpg" width="300" /></a></div><p></p><p><br /></p><div style="text-align: left;"><p><span style="font-size: large;">Y lo mismo esa anécdota paterno-filial con valor de epigrama: </span></p><p><span style="font-size: large;">DUMAS PADRE: -¿Has leído mi última novela?</span></p></div><div style="text-align: justify;"><p><span style="font-size: large;">DUMAS HIJO: -Yo sí, ¿y tú?</span></p></div><div style="text-align: justify;"><h4><span style="clear: right; float: right; font-size: large; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"> </span><span style="clear: right; float: right; font-size: large; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"> </span><span style="font-weight: normal;"><span style="font-size: large;">Aparte
de la sátira, de la ironía y, principalmente, de la admiración rendida,
hubo, por supuesto, otras respuestas a la fecundidad de Dumas: el
libelo y la denuncia judicial. Ambas ofrecen unas perspectivas que
recalan en aspectos tan interesantes como el racismo, la originalidad
literaria y el papel de los "negros" en sus obras (Gautier, Gérard de
Nerval y, sobre todo, August Maquet). Hay un ensayo de Bernard Fillaire
muy bien documentado: <i>Alexandre Dumas, Auguste Maquet et associés</i> (editorial Bartillat, 2010). Incluso tenemos película:<i> L'autre Dumas</i>, de Safy Nebbou (2010): </span></span></h4><h4><span style="font-weight: normal;"><span style="font-size: large;"><br /></span></span></h4></div><h4 style="text-align: justify;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-size: large;"> </span></span><span style="font-size: large;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/GbSA_pc8LfA" width="320" youtube-src-id="GbSA_pc8LfA"></iframe></span></h4><span style="font-size: large;"><br /></span><p></p><h4 style="text-align: justify;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-size: large;">Pero más allá de ese punto de misterio que encierra el grado de participación de Maquet, Gautier o de cualquier otro importa mucho más el hecho de que Dumas concibiera su obra como un producto de consumo masivo, pues esta vocación original es la que determina tanto su autoría compartida, como su volumen y principales rasgos literarios. </span></span></h4><h4 style="text-align: justify;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-size: large;">El referente comercial de Dumas fue <i>Los misterios de París</i>, de Eugène Sue, cuya última entrega (15 de octubre de 1843) es cinco meses anterior a la primera de <i>Los tres mosqueteros</i></span><span style="font-size: large;">. En ella buscó Dumas y encontró la fórmula del éxito. Sue había tomado del Romaticismo el gusto por las tramas enrevesadas, la vocación de lo misterioso, el uso dramático de las escenografías y una tendencia al maniqueísmo en la construcción de los personajes. Sin embargo, en vez de llevar los hechos a un pasado remoto más o menos idealizado, situaba su acción en el París de 1838. Este contexto compartido con su público explica que, una vez alcanzada la fama, Sue recibiera donaciones por parte de lectores caritativos para socorrer a la pobre familia protagonista. Se comprende que en toda Europa se propagara el modelo: <i>Los misterios de Marsella, </i>de Londres, de Nápoles, de Múnich, de Berlín, de Amsterdam...; hasta unos <i>Mysteries and miseries of New York</i>. Sus autores habían descubierto de repente que la pobreza y la miseria urbanas eran un filón narrativo que podía hacerlos ricos. Pero casi nadie lo consiguió; en parte porque el éxito de Sue fue tan abrumador que acaparó el mercado, y estos otros "misterios" fueron vistos como copias del original; y en parte, porque muchos de esos autores no supieron adaptar el ritmo de la narración al ritmo de publicación de las entregas del folletín. </span></span></h4><h4 style="text-align: justify;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-size: large;">Dumas, sin embargo, no siguió el camino de esos plagiarios. Él entendió que el filón no estaba en la contemplación de la miseria, ni en su denuncia, ni en la búsqueda de la complicidad caritativa de sus lectores con los protagonistas, sino en la adecuación de su escritura al proceso de publicación de los folletines. Por lo demás, se mostró bastante fiel al modelo de la novela romántica inspirada en Walter Scott, aunque la aligeró de descripciones, evitó las digresiones y supeditó los sentimientos a la acción. En cuanto a los personajes, pienso que se inspiró en uno de los protagonistas de <i>Los misterios de París</i>, en Rodolfo, el duque de Gerölstein, una especie de superhéroe, idealista, campeón de boxeo y de esgrima, forrado a más no poder, redentor y ejecutor al mismo tiempo, que oculta sus poderes disfrazado de un pobre obrero. Lo que ocurre es que todos esos atributos Dumas los reparte entre sus cuatro mosqueteros (incluso lo del boxeo, que es para Porthos, como se verá en un ejemplo unas líneas más adelante). Y para que todas esas virtudes luzcan y el lector se lo pase bomba se requiere un antagonista que esté a la altura. En <i>Los tres mosqueteros</i> compartían ese papel el cardenal Richelieu y Milady de Winter; en <i>Veinte años después</i>, el cardenal Mazarino y el hijo de Milady, que viene a esta novela para vengar a su madre. </span></span></h4><h4 style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-weight: normal;">Hay, no obstante, una sensación de que estos malvados no son tan buenos como los de la novela anterior. Mazarino aparece retratado como un una copia de opereta de Richelieu; y Mordaunt, el hijo de Milady, si bien tiene la misma mala leche, está desprovisto de la fascinación erótica de su madre. Incluso en los mosqueteros se apuntan rasgos de carácter que revelan el hastío de Dumas hacia ellos. Es como si el padre intuyera que su criatura iba a fagocitarle. Por eso, sin desaprovechar la ocasión de sacar aún unas buenas rentas exprimiéndolos un poco más, en la tercera y última novela de la serie, <i>El vizconde de Bragelonne</i> (1849), los mata a todos, menos a Aramis, el menos popular de los mosqueteros, en una especie de ajuste de cuentas con los personajes y con los propios lectores que no está desprovisto de sadismo. </span><br /></span></h4><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><img alt="caricatura de Dumas por André Gill (1866)" height="400" src="https://www.comedie-francaise.fr/www/comedie/media/image/ressources-numeriques/La%20caricature%20théâtrale/02-alexandre-dumas-caricature-par-gill-dans-la-lune-n-macr-39-1866.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" title="caricatura de Dumas por André Gill (1866)" width="285" /></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">caricaturas de Dumas y Maquet por André Gill (1866)</td></tr></tbody></table><div style="text-align: justify;"><h4><span style="font-size: large;"><span style="font-weight: normal;">El marco histórico al que nos llevan esos veinte años después es el de 1649: minoría de edad de Luis XIV, regencia de su madre, Ana de Austria, gobierno del cardenal Mazarino, sublevación de la Fronda y, en Inglaterra -donde transcurre casi toda la Segunda Parte-, el ascenso de Cromwell y el regicidio de Carlos I. Es la historia contemplada como un decorado por donde Dumas mueve a sus personajes como actores secundarios de un drama que no llegan a entender. Los hechos históricos se suceden como si el orden cronológico fuera suficiente explicación, es decir como si fueran inevitables. Frente a ellos los mosqueteros oponen un heroísmo que les permite salvar sus vidas, pero que no les evita el fracaso en la historia. Es una visión conservadora y un punto nostálgica que ni siquiera apunta atisbos de modernidad con las referencias constantes al interés económico de los personajes, porque aquí el conflicto social y político no es más que una consecuencia de una ambición individual que iguala a mendigos y a aristócratas. </span><br /></span></h4></div><div style="text-align: justify;"><h4><span style="font-size: large;"><span style="font-weight: normal;">En cuanto a su estructura, toda la novela es la prolongación del deseo furtivo de unos personajes por entrar y salir de determinados espacios. Se empieza con la celda de un castillo y se termina con la celda de otro castillo, pero la gama es muy amplia y abarca desde habitaciones de posadas rurales y un pequeño falucho en el canal de la Mancha, hasta una ciudad -París- o toda una isla -Gran Bretaña. Es un deseo que se concreta en huidas, separaciones y reencuentros, unas funciones narrativas de por sí bastante efectivas, a las que Dumas adoba con unos tropezones típicos de su cocina que las hacen aún más suculentas. La receta consiste en que una vez un personaje anuncia a otro el plan de entrada o de fuga, se saltea la acción con una serie de inconvenientes inesperados que ponen a prueba el ingenio y la capacidad de improvisación de sus artífices. Se trata de un recurso de dilación que tensa dramáticamente los acontecimientos obligando al lector a un ritmo rápido de lectura y, en su origen, a una ávida espera de la siguiente entrega. Es el territorio del folletín, que, entre salones y mazmorras, se define arquitectónicamente por la presencia recurrente de puertas traseras, pasadizos secretos, criptas, falsos tabiques y escaleras ocultas -elementos que subrayan un contraste básico entre la libertad y su privación, subsidiario a su vez del conflicto ideológico que marca la relación entre los mosqueteros: el respeto al orden y a la jerarquía frente a la libre conciencia. Son diversas y continuadas las formas en las que se concretan esas oposiciones, pero en todas se da el mismo reparto de actores. Por un lado, D'Artagnan y Porthos, mosqueteros del rey, al servicio del cardenal Mazarino. Por otro, Athos y Aramis, quienes apoyan la rebelión de la Fronda y, por ende, se oponen al cardenal. A los primeros los mueven sendas promesas de ascenso social (la capitanía del cuerpo para D'Artagnan, y un título de barón para Porthos); a los segundos, una vaga apelación al honor asociada a intereses aristocráticos que culmina con un enfrentamiento con Oliver Cromwell y un intento delirante por evitar la ejecución del monarca Carlos I.</span></span></h4></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><img alt="Fotograma de la película 'Matar a un rey'." class="wp-image-792" height="295" src="https://cdnb.20m.es/sites/139/2016/01/to-kill-a-king_420.jpg" style="height: auto; margin-left: auto; margin-right: auto; width: 100%;" width="620" /></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">fotograma de "Matar al rey", de Mike Barker (2003). En la novela de Dumas el verdugo es Mordaunt<br /></td></tr></tbody></table><h4 style="text-align: justify;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-size: large;">Esa divergencia de intereses está llena de aristas e incluso de contradicciones. Copio aquí un fragmento del diálogo entre Porthos y D'Artagnan:</span></span></h4><h4 style="text-align: justify;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-size: large;">"-¿Desconfiáis verdaderamente? -preguntó Porthos.</span></span></h4><h4 style="text-align: justify;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-size: large;">-De
Aramis sí, desde que se hizo cura. No os podéis figurar, amigo cómo se
ha vuelto. Cree que nos interponemos en el camino que le lleva al
obispado, y no tendría muchos reparos en suprimirnos, por lo que veo.
[...] Ved, amigo, que no son las guerras civiles lo que nos desunen; es
que ninguno tenemos ya veinte años, es que los leales impulsos de la
juventud han desaparecido para dar paso al interés, a las ambiciones, al
puro egoísmo". <br /></span></span></h4><h4 style="text-align: left;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-size: large;"><span>(capítulo XXIX de la Primera Parte) </span></span></span></h4><h4 style="text-align: justify;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-size: large;">Otro ejemplo de esa ambigüedad nos lo ofrece la misión de apoyo a Cromwell ordenada por Mazarino a sus dos mejores mosqueteros, quienes después de tomarse muy a pecho el cumplimiento del encargo invierten totalmente su objetivo y se convierten en miembros de un comando suicida que pretende evitar la caída no tanto del rey, sino de la monarquía. Y en un plano más concreto, D'Artagnan, quien da cumplidas muestras de pragmatismo a lo largo de la novela e incluso de un sentimiento comercial nada heroico cuando en el capítulo IX de la Segunda Parte hace acopio de paja para revenderla a los aristócratas huidos de París que no tienen cama donde dormir, doce capítulos más tarde supera incluso a Athos en integrismo monárquico. "Un rey cautivo es dos veces el representante de Dios" -dice, justificando así su condena a un hombre que escupió a Carlos I durante su juicio: pena de muerte mediante un directo a la cara ejecutado por Porthos. No le vale la pena a la primera espada de Francia echar mano de su destreza, pues el ofensor no es un caballero, argumenta. "El hombre cayó derribado por el mazo del matarife". "¡Se ha hecho justicia! -exclamó Porthos". En este punto Dumas (Maquet, Gautier, Nerval o algún desconocido Dupont) deja la pluma en el tintero, mientras que el lector, quien socialmente está mucho más próximo de la víctima que de los verdugos, aplaude esta justicia de hostia y tentetieso y espera anhelante la próxima entrega de Dumas y compañía.</span></span></h4><br /><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span><br /></p>Ricardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-7436002424561408843.post-34893465139369825852021-02-13T13:49:00.005-08:002021-02-17T08:39:29.038-08:00Barojiana (1)<p> </p><p><b><span style="font-size: large;">Ecfrasis</span></b></p><p><!--StartFragment-->
</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoIJAjcjqrLX3l74nrrDkf4QCJMieV74YuAKQaZzgJF9IQ2SZBIAguf3-gm_68LlhjqBod22AqEQviAFLoSZRmlSWKFgOoNmvDLHdmFDQEvL0QepvncGDACrwJ7ALg2OYqROVhnppSgZ-5/s955/SmartSelect_20210213-212025_Samsung+Internet.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="824" data-original-width="955" height="345" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoIJAjcjqrLX3l74nrrDkf4QCJMieV74YuAKQaZzgJF9IQ2SZBIAguf3-gm_68LlhjqBod22AqEQviAFLoSZRmlSWKFgOoNmvDLHdmFDQEvL0QepvncGDACrwJ7ALg2OYqROVhnppSgZ-5/w408-h345/SmartSelect_20210213-212025_Samsung+Internet.jpg" width="408" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><br /><span style="font-size: large;">
</span></p><p align="justify" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: x-large;"><b>U</b></span><span style="font-size: large;">n
anciano de barba cana recortada entre surcos que custodian la boca
hundida y encerrada.</span> <span style="font-size: large;">Una
boca que oculta dientes ralos y amarillos y un aliento fuerte de
tabaco. De sus comisuras cuelgan restos de charlas desganadas,
retazos de tertulias de café y, acaso, el rumor de una vieja canción
vasca. A fuerza de costumbre el gesto se relaja y aparenta un sosiego
que es solo fatiga de los años. Su frente parece pautada por zanjas
de arado o cuadernas de un esquife; hay en ella esa vastedad de campo
abierto que despierta evocaciones de viaje y de aventuras, pero
entonces asoma por el horizonte un nubarrón de boina negra con su
melancolía de brasero y lo echa todo a perder. La corbata, mal
anudada y torcida, como algún párrafo dejado caer con prisas en
cualquiera de sus novelas. Chaleco de lana, traje añejo de paño ya
lustroso, pantalón gris a rayas; y, sobre la pernera, en la vertical
de su anular derecho, su soltería asoma por el agujero dejado por
una pavesa. Del otro lado, confinada en las sombras y envuelta en dos
capas de tela, duerme una enorme potra, protegida por las piernas. Él
mira a otro lado, quizás a otro tiempo, y soporta en silencio su
deseo de marcharse. Ahí, al alcance de su mano, reposan sus gafas,
un folio y un estuche, pero son los atributos de una naturaleza</span>
<span style="font-size: large;">muerta dispuestos para que
alguien los retrate. La cortina del fondo es el telón que cierra la
escena. </span> <span style="font-size: large;">Sus
pliegues repiten el juego de luz y sombras que ha buscado el
fotógrafo en su modelo. El escritor ya está acostumbrado y accede;
su nariz, altiva e insolente, claudica; sus dedos, huérfanos del
cigarrillo y de la pluma, se entrelazan a la espera de que acabe
pronto el trámite.</span></p>
<p align="justify" style="line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">Al
día siguiente verá la fotografía en la página de un diario de la
mañana y se extrañará con regocijo de que esa imagen dé cuenta
tan pobre de su persona.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-size: large;"><style type="text/css">p { margin-bottom: 0.25cm; line-height: 115%; background: transparent }</style></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-size: large;"><br /></span></p><o:p></o:p>
<!--EndFragment--><br /><p></p>Ricardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7436002424561408843.post-83517546574484637802021-01-02T14:55:00.011-08:002021-01-03T11:26:50.609-08:00Julio Verne: el viaje perpetuo<p style="text-align: justify;"><b> "Las aventuras del capitán Hatteras"</b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjPswxFwZmjL_ZYZZucowv-imNiOvVHM0uS7tzMtHNHZ1OlZ4pyObiqWM3AcMe3k_dvQhPAaJpi_BZN0tFso0Qm5NR2ITlGMaKrmbfzcYh0qHFtHXFRClRpq2JGjoEcCfDKqczM5e1O9jA/s1242/Screenshot_20201231-200407.png" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1242" data-original-width="802" height="588" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjPswxFwZmjL_ZYZZucowv-imNiOvVHM0uS7tzMtHNHZ1OlZ4pyObiqWM3AcMe3k_dvQhPAaJpi_BZN0tFso0Qm5NR2ITlGMaKrmbfzcYh0qHFtHXFRClRpq2JGjoEcCfDKqczM5e1O9jA/w401-h588/Screenshot_20201231-200407.png" width="401" /></a><b></b></div><span style="font-size: medium;"><br /></span><p style="text-align: left;"><span style="font-size: medium;"></span></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: x-large;">A</span>cabo de leer <b>"Las aventuras del capitán Hatteras"</b>, de Julio Verne, pertrechado de un forro polar y mitones. Son las 23 horas y 55 minutos del domingo 27 de diciembre de 2020. Arrecia el viento del Noroeste. Mi situación es la siguiente: latitud 39° 28' 12'' Norte. Longitud 0° 22' 35'' Oeste. Hace cuatro días que inicié la penosa lectura de un ejemplar de la editorial Busma de páginas amarillentas mal entintadas. Al principio lo achaqué a la antigüedad y baratura de la edición; luego comprendí la genialidad tipográfica: las gafas se empañaban y yo forzaba la vista, adivinando las letras en medio de la bruma o de la tormenta. ¿Sabían que a 31° bajo cero el aliento se condensa y se convierte en nieve? Yo tampoco. Lo cuenta Verne en el capítulo XXIV de la primera parte. O sea, que uno dice "nieve" y el mismo hálito que da sonido a la palabra se corporiza en aquello que nombra. Pero dice "pan", dice "café", "fuego" o "tocino" y todo acaba en nieve. Es algo asombroso y frustrante que define no solo esta novela, sino quizás todo un género (y aquí figurarían otras novelas de Verne, de Salgari, de Stevenson, también algunos de sus relatos, otros de Jack London y, por supuesto, la obra maestra de Melville, "Moby Dick"). Como aquel oxímoron de Alejo Carpentier, "lo real maravilloso", que sirvió de etiqueta para casi medio siglo de literatura hispanoamericana, este, menos afortunado -"lo asombroso frustrante"- precisa en forma de contradicción la esencia de la novela de Verne y de otras de su cuerda, solo que aquí la ubicación geográfica de la trama no se concreta en un continente y, sobre todo, el reparto de los dos términos es desigual. El asombro se lo lleva el lector y la frustración, los protagonistas. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> </span><br /><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;">La
disposición al asombro deriva de algo que comparten los niños con los
exploradores, los científicos y los artistas: la idea del mundo como un
territorio por descubrir. Uno contempla el "Forward" fondeado durante
las primeras páginas en en el puerto de Liverpool: un bergantín de 170
toneladas, máquina de vapor de 120 caballos, extraordinario velamen en
la arboladura y su proa reforzada con un tajamar de acero, y no puede
menos que enrolarse para un viaje incierto. A fin de cuentas eso es la
literatura. Lo otro, como decía Gide, es un trayecto en autobús. </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"> </span></span><br /><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><i>A
ninguno de aquellos cinco hombres se le ocurrió la idea de formular la
menor objeción, de hacer oír la voz de la prudencia. A todos ellos los
dominaba el vértigo del peligro, a todos los acosaba la sed de lo
ignoto, y por eso avanzaban, ciegos no, mas sí cegados, sin advertir la
espantosa rapidez de su marcha, no tan violenta ciertamente como su
impaciencia. </i>(página 256) </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"> </span></span></span><br /><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;">Es
la lucha del capitán Hatteras y de lo que queda de su tripulación
contra una tormenta polar, a bordo de una chalupa, azotados por las
olas y por ráfagas de viento en un mar plagado de escollos y de rocas de
hielo. Pero es también la descripción metafórica de la lectura de esos
mismos acontecimientos y de todos los otros desde que el lector se
embarca en las postrimerías del capítulo IV en el "Forward" y -otra vez
convirtiendo en realidad una palabra- sigue adelante, siempre adelante. </span></span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"> </span></span></span></span><br /><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;">El
asombro al que nos lleva Verne conserva aún el entusiasmo de un
apostolado científico que en la segunda mitad del XIX ofrecía
alternativas didácticas a una educación cautiva de instituciones
religiosas. En aquel contexto, las máquinas, las expediciones, la
observación de fenómenos meteorológicos, la descripción geológica de un
paisaje, las explicaciones zoológicas que adoban sus páginas y, de modo
particular, la resolución a través de la aplicación de conocimientos de
física, de química o de biología de atolladeros en los que se ven
envueltos los personajes convertían la lectura de sus novelas en una
experiencia lúdica y formativa que guiaba a los lectores hacia la
modernidad. </span></span></span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"> </span></span></span></span></span><br /><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;">En
ese sentido la novela está sembrada de expresiones de asombro
vinculadas a esos factores de conocimiento, los cuales desmienten con
solvencia supersticiones y temores arraigados no solo en la mentalidad
de los marineros del "Forward", sino en la de muchos lectores de aquella
época. </span></span></span></span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"> </span></span></span></span></span></span><br /><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><i>De
un estado de pánico pasaron sin transición a otro de maravilla, de
asombro, producido por el sorprendente fenómeno, que no tardó en
esfumarse.</i> (página 55) </span></span></span></span></span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"> </span></span></span></span></span></span></span><br /><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><i>Para los que no están habituados la persistencia del día es objeto de eterno asombro e incluso de fatiga</i> [...] <i>El
doctor experimentaba verdaderos dolores, sin lograr acostumbrarse a
aquella luz perpetua, que adquiría mayor potencia de irritación de
resultas de la reflexión de los rayos solares sobre las llanuras de
hielo.</i> (página 43) </span></span></span></span></span></span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"> </span></span></span></span></span></span></span></span><br /><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><i>Entre tantos asombros y maravillas tantas avanzaba tranquilamente la chalupa. </i>(página 250) </span></span></span></span></span></span></span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"> </span></span></span></span></span></span></span></span></span><br /><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><i>Al mediodía admiraron los navegantes por vez primera un soberbio fenómeno solar: una aureola de parhelio doble.</i> (página 81) </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"> </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"> </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0reM1mcdF4dm_JoD4jJfwXiPkTsNtWxNb2EH0uWQc_21wba2XBXq7p-tpMweyzUUnkAeBWRvI7d-3E3Fjsa1OhSbTT-Q_JS-I6wUkZ3RQjw5-9YKvWyiQEqN3AFPfDmaCBMQnNb-R9TVy/s1023/Screenshot_20210102-203252.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="774" data-original-width="1023" height="273" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0reM1mcdF4dm_JoD4jJfwXiPkTsNtWxNb2EH0uWQc_21wba2XBXq7p-tpMweyzUUnkAeBWRvI7d-3E3Fjsa1OhSbTT-Q_JS-I6wUkZ3RQjw5-9YKvWyiQEqN3AFPfDmaCBMQnNb-R9TVy/w457-h273/Screenshot_20210102-203252.png" width="457" /></a></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"> </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span><span style="font-size: medium;"></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"> </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span><br /><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;">De
mayor calado que la fascinación causada por el fenómeno atmosférico, el
invento mecánico, la explicación científica o el descubrimiento
geográfico resulta la lectura por parte de Verne de "El origen de las
especies", de Darwin, publicado en 1859, cinco años antes de "Aventuras
del capitán Hatteras", novela que desarrolla la lucha de unos hombres
por adaptarse a un entorno hostil que pone a prueba su capacidad de
supervivencia. De hecho, se trata de una sucesión continua de
adversidades que los personajes van salvando a costa de una pérdida
progresiva de ventajas propias del mundo civilizado: pérdida de
combustible, de confianza, de víveres, de salud, del propio barco, de
vidas y, finalmente, de pérdida de la razón. Es tal la gradación de
obstáculos a los que somete a la tripulación del "Forward", que si uno
no atendiera a sus propósitos didácticos, imputaría a Verne cargos de
sadismo. Pero mientras que en la escuela tradicional permanecía vigorosa
la alianza pedagógica entre la sangre y las letras, en las novelas de
la serie <i>Viajes extraordinarios</i> el pacto resultaba mucho más
ventajoso (y, por ende, mucho más didáctico), ya que la sangre (y la
frustración) la ponen los personajes, y la lección se la lleva el
lector. </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"> </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span><br /><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;">Cuando en los albores del siglo XX Shakleton buscaba voluntarios para el <b><a href="http://www.zapatosdeanteazul.com/2012/04/la-galleta-del-endurance.html">"Endurance"</a></b>
publicó unos carteles en los que ofrecía salarios bajos, mucho frío,
posibilidades de regreso inciertas y honor y gloria en caso de éxito.
Desde el primero al último de los tripulantes sabían adónde iban y a qué
se exponían.</span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><br /></span></p></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"> </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqgYUZvDggmc0gdGAK28w2m0c1FH0hH4Y6Lbda5FE_LqeeCwBLCf2bauyRrHalWn1ml1cT8BEomR7h4SKnjI9-a6jXAjWnkSJbnMYp-CjWtRpG-x6HR-P6HSCpJRwfhBiKtqdktB2CCPap/s1329/Screenshot_20210101-120733.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1329" data-original-width="932" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqgYUZvDggmc0gdGAK28w2m0c1FH0hH4Y6Lbda5FE_LqeeCwBLCf2bauyRrHalWn1ml1cT8BEomR7h4SKnjI9-a6jXAjWnkSJbnMYp-CjWtRpG-x6HR-P6HSCpJRwfhBiKtqdktB2CCPap/w280-h400/Screenshot_20210101-120733.png" width="280" /></a></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"> </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span><span style="font-size: medium;"></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"> </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span><br /><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;">Todo
lo contrario ocurre con los marineros del "Forward", quienes,
extraordinariamente pagados, desconocen no solo su destino sino la
identidad de su capitán, que solo se les revela cuando han llegado a un
punto en el que no es factible el retorno, próximos a los 74º de
latitud, al filo del capítulo XII. A partir de ahí la navegación se
complica: hielo, frío, mucho frío, escorbuto, un motín, hambre, fatigas
extremas, osos polares al acecho, la muerte... y, de fondo, una disputa
nacionalista por el honor del descubrimiento. Verne, que compartía con
su editor, Hertzel, la ilusión por el socialismo utópico, tal como lo
concebía Saint-Simon, presenta aquella disputa como un disparate,
anteponiendo así la fraternidad al nacionalismo y ofreciendo a sus
lectores una lección de orden moral que implicaba objeciones a la idea
de la selección natural aplicada al género humano</span></span>. </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"> </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: medium;">Hoy, siglo y medio después de su publicación, estas lecciones quedan en un segundo o tercer plano, mientras que lo que persiste con la misma fuerza de entonces es la capacidad de su prosa para recrear un mundo y ofrecer al lector un rinconcito a bordo de un bergantín, una chalupa o un trineo para recorrerlo (pero, eso sí, antes abríguense al menos con unos mitones y una rebequita).</span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><p><br /></p></div><p style="text-align: justify;"><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><p><br /></p></div><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> </span><span style="font-size: medium;"></span></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><br /></span></p>Ricardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-7436002424561408843.post-33906187035195962842019-12-24T08:59:00.003-08:002019-12-24T08:59:45.725-08:00Exhumación literaria de Franco en "Leyenda del César visionario"<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgYVxSJddky4-2DI-j7PCnFG626UsWk3ZKrTU09QfE6gbBFfP_z0JSjdz_cgq5tazVYop5SmmwNPuBJUU4DJEcsXmMiMOo0R1oTOpeh0Mr9oJN7D4VHBnvEOjdvUy_iFsOuiSQhJOqhFeaY/s1600/Paul-Valery.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="687" data-original-width="554" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgYVxSJddky4-2DI-j7PCnFG626UsWk3ZKrTU09QfE6gbBFfP_z0JSjdz_cgq5tazVYop5SmmwNPuBJUU4DJEcsXmMiMOo0R1oTOpeh0Mr9oJN7D4VHBnvEOjdvUy_iFsOuiSQhJOqhFeaY/s320/Paul-Valery.jpg" width="258" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Paul Valéry, por Yun Gee</td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">En uno de esos accesos de metafísica que suelen padecer los poetas durante una mala digestión, Paul Valéry dijo aquello de que "la sintaxis es una facultad del alma". Luego, en otra, dijo también: "Si viera usted mi alma no podría comer", que entra en contradicción con la primera, sobre todo si uno atiende a su poesía, pero ya se sabe que un poeta cuando airea el alma por sus versos como quien pasea el perro una tarde de domingo por la alameda puede defender con pasión aquello y lo contrario. "La vida es vasta estando ebrio de ausencia/ y dulce el amargor, claro el espíritu".</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">En su poesía brilla la revelación de lo íntimo, mientras que en aquellas declaraciones se dan la mano el fingimiento y la ocurrencia. "Una facultad del alma" dice, y me suena a virtud teologal colgada de una esquina del catecismo, dispuesta a caer sobre la palma abierta de la mano de un niño. Y ese niño fui yo, sentado en un banco de detrás, receloso y atento a las amenazas que prometían el alma, el catecismo, la sintaxis, el sujeto paciente y toda esa ralea que nos acompaña en la pérdida de la infancia.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">En cambio, si leo esa misma frase como un verso descubro la sonrisa traviesa de Valéry por debajo de su bigote, mientras con su metáfora juega a derribar castillos sintácticos de los estructuralistas, él mismo, que fue precursor del estructuralismo. Ya digo: aquello y lo contrario.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">"La sintaxis es una facultad del alma" dice donde otros dijeron "la ortografía", y de esta pirueta psicologista nació la grafología, que convirtió los rabitos de las es y los trazos transversales de las tes en indicios de carácter. Peor aún la fisiognomía, que proclama que el alma asomaba por las protuberancias craneales o desde las aletas de la nariz. Por esa misma senda, la interpretación del alma a través del estudio de la sintaxis podría haber llevado a una "sintaxinomía", que definiría tipos psicológicos a partir de la combinación de unas pocas categorías básicas determinadas por el mayor o menor uso que de ella hiciera el individuo en su discurso (principal, subordinado, sujeto paciente, sujeto omitido, reflexivo, transitivo, intransitivo...). La ventaja de esta disciplina sobre la fisiognomía es clara, pues no se basa en rasgos inherentes ni involuntarios, sino en otros elegidos en función de la competencia y de la voluntad. Sería, por tanto, susceptible de análisis, aunque su validez dependería de la extensión del corpus. Me viene aquí a la memoria el cuento de Borges "Del rigor de la ciencia" y aquellos cartógrafos que alcanzaron la perfección de su arte con un mapa del Imperio a escala 1:1. El sueño de un buen sintaxínomo sería tener transcritos todos los discursos del individuo objeto de su análisis, desde sus primeros balbuceos al momento del estudio. Un trabajo arduo, sí señor, pero asumible con un buen ordenador y un poco de paciencia. Por desgracia, las personas a las que no nos alcanza ni nuestra capacidad de trabajo ni la pasión por la sintaxis para adentrarnos con paso firme por el territorio de la sintaxonomía hemos de conformarnos con algún paseo por sus lindes y con mirar de lejos el paisaje.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiL6IUhZO8cvu6_HsK3LkOPGY1-DV416x-IWuMViEmvnHirMVET2EKD6HmtT_R0bEIkcw5MZ_IyM0BBrsdHLQt8GdSlpCD1MbPTFyRdWT1R0rpm_TqMexve_vxydFwbr34RjmZ6A4PX0iqg/s1600/umbral.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="901" data-original-width="1600" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiL6IUhZO8cvu6_HsK3LkOPGY1-DV416x-IWuMViEmvnHirMVET2EKD6HmtT_R0bEIkcw5MZ_IyM0BBrsdHLQt8GdSlpCD1MbPTFyRdWT1R0rpm_TqMexve_vxydFwbr34RjmZ6A4PX0iqg/s640/umbral.jpg" width="640" /></a></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">“En un Burgos salmantino de tedio y plateresco, en una Salamanca
burgalesa de plata fría, Francisco Franco Bahamonde, dictador de mesa
camilla, merienda chocolate con soconusco y firma sentencias de muerte”. Este es el inicio de <i>Leyenda del César visionario</i>, de Francisco Umbral, la clave de Fa de su novela que marca su tonalidad y su estilo. Hay un repique ahí de tres tes (salmantino, tedio, plateresco), un tintineo campanillero de señor que llama al servicio; luego un fri, Fran, Fran como un arrastrar de sotanas; siguen tres nasales oclusivas que suenan a murmullo de confesionario; y, por último, cuatro taconazos, co, co, co, co, llenos de impaciencia y su poco de ironía.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Se nota que la novela está escrita con máquina de escribir, con una vieja Olivetti, seguramente, porque hay una conciencia de las letras, del peso de su sonido, que solo dan aquellas teclas que obligaban a una pulsación fuerte -a una pulsación macho, diría Umbral. Releo ese comienzo y descubro la cadencia de su fraseo. Eso de "en una Salamanca burgalesa de plata fría" casi que molesta, pero si se quita pierde mucho el ritmo, que se acelera y llega al último punto demasiado rápido, a trompicones. Nada sobra, todo está medido: un sintagma preposicional de 15 sílabas y cuatro acentos; otro sintagma preposicional yuxtapuesto al anterior, ambos en función de complemento circunstancial de lugar, también con cuatro acentos, y con una sílaba más. Es decir, paralelismo sintáctico, acentual y tonal (sendos tonemas de suspensión en las dos últimas sílabas de cada sintagma). Y toda esa estructura sintáctica, bien apuntalada en lo morfológico y lo semántico, primero con un quiasmo ("Burgos salmantino" y "Salamanca burgalesa") y luego con una paranomasia ("plateresco", "plata"), es la antesala al sintagma nominal sujeto, donde el núcleo y su complemento reciben formalmente al lector con un doble taconeo (co, co: Francisco Franco), pero sin levantarse de la mesa, que para eso es el dictador. Lo que ocurre es que un taconeo sentado pierde marcialidad y se convierte en un pataleo nervioso que expresa su falta de grandeza. El complemento del nombre del núcleo de la aposición que acompaña al sujeto lo explicita: (dictador) "de mesa camilla". Luego, la primera coordinada incide en la condición doméstica del tirano: "merienda chocolate con soconusco", pero al llegar a la segunda oración ("firma sentencias de muerte") el horror empaña retrospectivamente la anterior. Entonces, si el que lee, rápido de sensaciones, ha llegado a paladear ese chocolate perfumado, en ese punto de las firmas se atraganta.</span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-size: large;"></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7iQQmMu2eUWRxbTxyEJZf8cLEYZx1mE7072nAqQeFayILIU8dNcwrYejbQkD3xv274Yn9gmvfiCBHU4p-jIlyKSdG0AP9QbOdKHL0T4Wo1_yfnr4139enkgn15Vp0dpjNRxaG7CmqHdcU/s1600/Franco2.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="631" data-original-width="510" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7iQQmMu2eUWRxbTxyEJZf8cLEYZx1mE7072nAqQeFayILIU8dNcwrYejbQkD3xv274Yn9gmvfiCBHU4p-jIlyKSdG0AP9QbOdKHL0T4Wo1_yfnr4139enkgn15Vp0dpjNRxaG7CmqHdcU/s400/Franco2.jpg" width="322" /></a><span style="font-size: large;">Se diría que toda esa escritura afanosa y consciente avanza oración tras oración guiada por una voluntad obsesiva en pos de una presa: el alma de Franco. Y como se conoce que eso del alma es cosa esquiva, resbaladiza y aun dudosa, Umbral va con todo a por ella; no se conforma con la sintaxis y recurre a todos los ámbitos de la lengua y, en particular, a un tipo de asociación de lo físico con lo psicológico que no es propiamente fisiognomía, porque no hay deducción ni causa, sino algo mucho más profundo y contundente, que es el estilo. Ahí brillan la descripción, la metonimia y el tentetieso con un sustantivo al final de la oración o una estocada de gracia con el filo de un adjetivo.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">"Franco, militar escarpado y legionario cruento, tatuado interiormente de sus propios fetiches y autodisciplinas, es un sentimental de lo español, y su sentimentalismo, su corazón patriótico, de crueldad tranquila, cabe en una sola palabra corta y muy usada: cursi".</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Tanto le acomoda el procedimiento a su prosa y a su presa, que Umbral practica la autopsia sobre el cadáver de Franco y luego, para que no se hastíe el lector, descuartiza el cuerpo y esparce los trozos por la novela. Aquí habla de sus manos "de señorita de provincias", allá de su bigotillo, de su frente, de su "tripita sedentaria y precoz"... Como dice Umbral que se dice Franco, "del enemigo todo es aprovechable": sus andares bajo palio, su manera de saludar, su voz "poco macho", su caligrafía, el acento melillense en sus arengas, y, por supuesto, su pensamiento, a menudo expresado en estilo indirecto libre cuando no tiene interlocutor, y en estilo directo en las declaraciones a sus generales y ministros, en sus audiencias a los laínes (Laín Entralgo, Dionisio Ridruejo, Torrente Ballester, Antonio Tovar..., comparsas de un coro tragicómico), en su no audiencia al general Cabanellas, en declaraciones a la prensa internacional, en conversaciones con su hermano Nicolás o con el cuñadísimo (Serrano Suñer).</span><br />
<br />
<span style="font-size: large;">Fue Karl Vossler quien reivindicó para la estilística el estudio de los desajustes entre lo gramatical y lo psicológico. Franco, todo él, es un enorme desajuste, y desde el inicio de la novela Umbral, que toma ese camino de la estilística como práctica y estudio, no deja de subrayarlo. A veces explicita la distorsión en lo más físico del discurso, su voz:</span><br />
<br />
<span style="font-size: large;">"Franco habla como de visita. Franco habla con una voz neutra, en huida, una voz de cumplido que no tiene ninguna relación con lo que está diciendo".</span><br />
<br />
<span style="font-size: large;">Y, a veces, simplemente transcribe sus palabras, es decir, le deja mentir, como hacia el final de la novela cuando Millán Astray, en las trincheras de Carabanchel, se dirige hacia los milicianos:</span><br />
<br />
<span style="font-size: large;">"Franco me ordena os diga, y estas son sus mismas palabras: <i>Sean para todos mis palabras anuncio de liberación, ofrenda de perdón y paz</i>. </span></div>
Ricardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-7436002424561408843.post-33760226379946617992019-10-20T15:20:00.000-07:002019-10-20T15:20:36.468-07:00La sombra de los monstruos: Emil Ferris y Michel Tournier<span style="font-size: large;"><b>"Lo que más me gustan son los monstruos", de Emil Ferris.</b></span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div align="justify" style="line-height: 150%;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-family: "liberation" serif , serif; font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFmhvnwLERdQKKiBrniwXmGQtwmW2O9yHsff11_hTLUFQvP9ukC5rWooMj_XYU35ASBK437b_nBeV5foKimlsLucIiCgU-CGTBXAAgrCZXpSimd-_iKYwx_Lrvy-0_DNzLUWgdSJGtwLJt/s1600/IMG_20191019_231553_BURST3.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFmhvnwLERdQKKiBrniwXmGQtwmW2O9yHsff11_hTLUFQvP9ukC5rWooMj_XYU35ASBK437b_nBeV5foKimlsLucIiCgU-CGTBXAAgrCZXpSimd-_iKYwx_Lrvy-0_DNzLUWgdSJGtwLJt/s640/IMG_20191019_231553_BURST3.jpg" width="640" /></a></span></div>
<br />
<div align="justify" style="line-height: 150%;">
<span style="font-family: "liberation" serif , serif; font-size: large;">Chicago,
años 60. Karen es una niña que se imagina a sí misma afectada de
una licantropía sin horarios ni restricciones lunares. Es una
monstruosidad voluntaria y orgullosa, elegida como afirmación
defensiva y antídoto contra una masa hostil caracterizada por su
aburrimiento, su maldad y su falta de imaginación; una masa
acechante compuesta por las monjas docentes de su colegio, por sus
compañeros de clase, por sus padres, por vecinos del barrio y por
los adultos en general.</span></div>
<span style="font-size: large;">
</span>
<br />
<div align="justify" style="line-height: 150%;">
<span style="font-family: "liberation" serif , serif; font-size: large;">Toda
esta magnífica novela gráfica se mueve entre esos dos polos. Por un
lado está lo monstruoso, es decir, lo que se muestra como excepción
deformada, representado por Karen, la narradora principal de la
historia. Y por otro, lo misterioso, es decir, lo que se oculta. Me acuerdo aquí del inicio de <i>El Rey de
los Alisos</i>, de Michel Tournier: </span></div>
<div align="justify" style="line-height: 150%;">
<br /></div>
<span style="font-size: large;">
</span>
<br />
<div align="justify" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "liberation" serif , serif; font-size: large;">"3
de enero de 1938. Eres un ogro, me decía a veces Rachel. ¿Un ogro?
Es decir, ¿un monstruo fantástico, surgido de la noche de los
tiempos? Sí, creo en mi naturaleza fantástica; quiero decir, en
esta secreta complicidad que mezcla profundamente mi aventura
personal con el curso de las cosas, y le permite inclinarlo a su
favor […]</span></div>
<span style="font-size: large;">
</span>
<br />
<div align="justify" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "liberation" serif , serif; font-size: large;">En
cuanto a la monstruosidad... Para empezar, ¿qué es un monstruo? Ya
la etimología nos reserva una sorpresa un tanto pavorosa: monstruo
viene de mostrar. Un monstruo es lo que se muestra con el dedo, en
las ferias, etcétera. Y, por lo tanto, cuanto más monstruoso es un
ser más hay que mostrarlo. Esto me pone los pelos de punta, puesto
que yo solo puedo vivir en la oscuridad y estoy convencido de que la
multitud de mis semejantes solo me deja vivir gracias a un
malentendido, porque me ignora. Para no ser un monstruo, uno tiene
que asemejarse a sus congéneres, ser conforme a la especie o estar
hecho a imagen de sus padres. O bien tener una progenie que lo
convierta en el primer eslabón de una nueva especie. Pues los
monstruos no se reproducen". </span></div>
<div align="justify" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="justify" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "liberation" serif , serif; font-size: large;">No sé si Emil Ferris leyó este texto antes de escribir el suyo, pero me da que sí, porque ahí está en tono mayor la misma perspectiva de Karen Reyes, la niña licántropo, en su diario, que es la misma forma discursiva del narrador ogro de "El Rey de los Alisos". Y quizás también esa convergencia entre "Reyes" y "Rey" sea más un guiño que una mera casualidad. De hecho, son este tipo de indicios los que ayudan a Karen, disfrazada de detective con la gabardina y el sombrero de su hermano, a investigar en los dos misterios que envuelven su vida: el de su propia identidad y el del fallecimiento de una vecina. Es una dualidad entre lo íntimo y lo ajeno, entre lo cotidiano y lo histórico, entre la inocencia y la maldad, que nos conduce -otra vez igual que en la novela de Tournier- al fondo de la cueva: a la Alemania nazi.</span><br />
<span style="font-family: "liberation" serif , serif; font-size: large;">El recurso narrativo que elige Ferris para ese desplazamiento cronológico es el del relato dentro del relato en forma de un testimonio grabado en cintas de radio-casete. Karen sospecha de que la muerte de su vecina de arriba, la señora Anka Silverberg, no ha sido un suicidio, y movida por lazos de afecto hacia una mujer de la que desconoce todo su pasado empieza a acumular indicios que la llevan a abrir una especie de juego de las pistas en busca de un asesino. Y ahí lo que podría haber sido otra más o menos habilidosa composición del puzle de un crimen se convierte en una historia turbia, retorcida y apasionante gracias, sobre todo, a su peculiar dibujo y a una facultad extraordinaria de percepción de la protagonista a la que ella misma alude en las primeras páginas:</span><br />
<span style="font-family: "liberation" serif , serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: "liberation" serif , serif; font-size: large;">"Debería mencionar que eso de ver y oler cosas me pasa a menudo y me he acostumbrado a prestarle atención. Percibo que en el cuadro hay algo más que tengo que ver. Algo que he olvidado... Una pista."</span><br />
<span style="font-family: "liberation" serif , serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: "liberation" serif , serif; font-size: large;">Es como un superpoder, un atributo monstruoso que le permite asociar estímulos olfativos, cromáticos o más amplia y difusamente visuales con sentimientos, personas y sucesos para descubrir un tejido oculto que explica su mundo.</span><br />
<span style="font-family: "liberation" serif , serif; font-size: large;">En sus visitas al Museo de Arte es donde alcanza sus momentos más felices esa cualidad, estableciendo un diálogo extraño con los personajes de sus cuadros, como si fueran seres vivos atrapados y custodios de secretos que ella se complace en desvelar. Así ocurre en "San Jorge matando al dragón", de Bernat Martorell, en "La tentación de la Magdalena", de Jacob Jordaens, o en "La pesadilla", de Henry Fuseli:</span><br />
<span style="font-family: "liberation" serif , serif; font-size: large;"><br /></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcPnlL4Mg5wxj70E84FkWg45W6HheFxmjYYq72JzV4dTSGCyzKmUxCW15vsxEJdpCjNZa_JSLg-49m2vx2rl8n5ksXysscPVDf2KQelBOjjHK4ArbqF9Y5quo1BbPEfYU50Rynr-WCBLq7/s1600/IMG_20191020_194818_4.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1200" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcPnlL4Mg5wxj70E84FkWg45W6HheFxmjYYq72JzV4dTSGCyzKmUxCW15vsxEJdpCjNZa_JSLg-49m2vx2rl8n5ksXysscPVDf2KQelBOjjHK4ArbqF9Y5quo1BbPEfYU50Rynr-WCBLq7/s640/IMG_20191020_194818_4.jpg" width="480" /></a></div>
<span style="font-family: "liberation" serif , serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: "liberation" serif , serif; font-size: large;"> "Todo es signo. Pero son necesarios una luz o un grito penetrantes para vencer nuestra miopía o nuestra sordera" escribe Abel Tiffauges, el ogro de la novela de Tournier, mientras aferra su pluma con la mano izquierda y vence el blanco de un cuaderno que titula "Escritos siniestros". Juzguen esto si quieren como signo, indicio o coincidencia, pero hay también una gracia siniestra en el dibujo de Emil Ferris que tal vez proceda de que, al igual que el ogro, sufrió un accidente que la obligó a aprender a dibujar con la mano izquierda. Son más de 400 páginas en las que convergen miedos, deseos, sexo, culpa, amor, violencia racial, el arte de grandes maestros de la pintura y las portadas de revistas populares de terror, el retrato cuidado de los personajes y el esbozo atolondrado, las páginas configuradas con viñetas y los dibujos que ocupan toda una página. Hay, pues, una cierta monstruosidad deliberada en el abigarramiento del material narrativo que va en la misma línea que la licantropía escogida por la protagonista: un deseo manifiesto de afirmación creativa que, culminado, ha supuesto para ella una obra de redención inesperada. </span><br />
<span style="font-family: "liberation" serif , serif; font-size: large;"> </span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<iframe width="320" height="266" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/ejNQXgTkgCU/0.jpg" src="https://www.youtube.com/embed/ejNQXgTkgCU?feature=player_embedded" frameborder="0" allowfullscreen></iframe></div>
<br />
<span style="font-family: "liberation" serif , serif; font-size: large;">En cuanto al estilo, la complejidad de recursos gráficos obligaría a referirnos a ello en plural, pues hay un tantos estilos como situaciones narrativas. Hay un estilo para las pesadillas de Karen, otro para las escenas compartidas por ella y su madre; otro para los primeros planos de página completa y para los retratos de la madre; otro para las escenas eróticas protagonizadas por su hermano; otro para las escenas callejeras de Berlín (con homenaje incluido a Grosz); otro para la representación de los cuadros del museo; otro para las fachadas de los edificios -con preferencia clara para las angulaciones en contrapicado-; y así sucesivamente. Pero hay también en todo ello una voluntad que los ata y que va más allá del tema o los temas que los unen. Es aquella percepción deformada de la protagonista, responsable de un complejo entramado de relaciones entre las cosas y las emociones, la que permite a su creadora llenar sus páginas de indicios -a menudo sinestésicos- para ayudarnos, como dice el ogro, a vencer nuestra miopía. Son los gatos, los pétalos de rosa, las miradas de los personajes, los ojos sin personajes, el color rojo, la luna, las calaveras, los conejos, las estrellas, el color amarillo y el azul del bolígrafo con el que está dibujado casi todo el álbum. </span><br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1CG8gdxYNLRy9wMhsC8D2Q8yah5PG2GVRIhlSxH2ZpjJgjgrvbyG2zWM024oOjWOSSH_iswpe5l0hrld59jW3aEF9FlDl87Inp6hExW-pWD7oDb6zs1rrWRl2VRtNj-1w9BH1VJ9yyaCH/s1600/1526568127_677833_1526569069_sumario_normal_recorte1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="947" data-original-width="720" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1CG8gdxYNLRy9wMhsC8D2Q8yah5PG2GVRIhlSxH2ZpjJgjgrvbyG2zWM024oOjWOSSH_iswpe5l0hrld59jW3aEF9FlDl87Inp6hExW-pWD7oDb6zs1rrWRl2VRtNj-1w9BH1VJ9yyaCH/s640/1526568127_677833_1526569069_sumario_normal_recorte1.jpg" width="484" /></a></div>
<span style="font-family: "liberation" serif , serif; font-size: large;">...............</span><br />
<span style="font-family: "liberation" serif , serif; font-size: large;"></span></div>
"Lo que más me gustan son los monstruos", de Emil Ferris. Editorial Reservoir Books. Barcelona 2018<br />
"El Rey de los Alisos", de Michel Tournier. Editorial Alfaguara (2006).<br /><style type="text/css">p { margin-bottom: 0.25cm; line-height: 115%; }</style>Ricardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7436002424561408843.post-86665151423546037712019-07-13T03:54:00.000-07:002019-07-13T03:54:05.213-07:00La subida a "El obispo leproso"<div style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQmuEkn-MTaDY9YWPrOud8mqrvhwS9F9eJiS3cUXn1Oegdrigw6nZNU64qeHlCbXuPMn5OlltH-zV6MYxrZ2ScC_AT8muKfKU62Vi4_2YFexagtVya1eeHa2lBYuyhfIXtwmwmoRfeBect/s1600/g.+miro.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="354" data-original-width="354" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQmuEkn-MTaDY9YWPrOud8mqrvhwS9F9eJiS3cUXn1Oegdrigw6nZNU64qeHlCbXuPMn5OlltH-zV6MYxrZ2ScC_AT8muKfKU62Vi4_2YFexagtVya1eeHa2lBYuyhfIXtwmwmoRfeBect/s320/g.+miro.jpg" width="320" /></a></div>
<span style="font-size: large;">Acabo de leer "El obispo leproso", de Gabriel Miró, como quien asciende un ocho mil, y por eso lo cuento: yo soy aquel que leyó esa novela, y aquí estoy, delante de trescientas páginas de argumento esquivo y difuso, ambientada a finales del XIX en Oleza (Orihuela), un pueblo agrícola, católico y sentimental que se descompone como la piel y la carne de su obispo, entre bochornos de verano, vahos de cera y olores de sotana sudada. A veces hay un recreo de jardín cerrado, un huerto ameno en el claustro de un viejo palacete; y mujeres tristes, al otro lado de los cristales, contemplan una palmera, malvarrosas y azaleas, hasta que el revoloteo de tórtolas o gorriones se lleva sus ensoñaciones a otra parte, lejos, en una fuga necesaria que no llega a producirse. Desprenden estas páginas aromas de bergamota, de mermelada casera en alacenas bajo llave y de lencería encerrada en el ropero con saquitos de lavanda; y, todo junto, el olor de la cera, el de las sotanas, el de las flores... se arrebuja en los párrafos, en un ambiente irrespirable. El lector pasa la página como si abriera una ventana, con la esperanza de que se airee, pero todo se engolfa, avanza la corrupción de la piel y aparece un tufo de reliquias y formol. </span><br />
<span style="font-size: large;">Ya desde el principio de la novela se aprecia una oposición entre el espacio de la religión -sólido, jerárquico y con recovecos oscuros- y el de la naturaleza, distante, insinuado y sometido. Me viene al recuerdo "A.M.D.G.", de Ramón Pérez de Ayala, por lo que tienen ambas de novela de formación y de crítica a los jesuitas, si bien en esta todo es explícito y contundente, con el vigor militante de las novelas anticlericales del XIX, mientras que en la de Miró transcurre más despacio, en un segundo plano, con la naturalidad de la costumbre. Es el suyo un anticlericalismo esteticista que recuerda al de Valle-Inclán en las sonatas, pero de una fuerza callada, inexorable, que empuja a sus víctimas -a los escolares, pero aún más a las mujeres- al aburrimiento y a la tristeza.</span><br />
<br />
<span style="font-size: large;"><i>En los ruedos de mecedoras y en torno de las mesas de billar se celebraba cada noticia de las jácaras y libertades de los bárbaros. El síndico Cortina elevó los brazos y se torció desperezándose. Como él era todo Oleza: un bostezo. El anterior obispo, andaluz y jinete, debió morir de murria. No había más pasatiempos que los aprobados por la comunidad de "Jesús" y por la comunidad del penitenciario. Procesiones de Semana Santa; juntas de las cofradías; coloquios de señoras con señoras, de hombres con hombres; tertulias de archivos; comedias de Navidad en el "De profundis" de "Jesús". Allí, el público, de familias de alumnos, había de sentarse con separación de sexos, como en las primitivas basílicas, y bajo la vigilancia de un Hermano, que se deslizaba por el pasillo central como el inspector de una brigada extraordinaria. Entre los socios del Casino había antiguos colegiales que representaron "El martirio de San Hermenegildo" y "La vida es sueño", con loas al colegio y sin "papeles de mujer". </i></span><br />
<span style="font-size: large;"> ("El obispo leproso". Edit. Cátedra. Edición de Manuel Ruiz-Funes, pág. 197 y 198) </span><br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgmL_OF1VBLoAu8kxYrzgJRsarENupLJWNyGaoNiInjFD8kiueE8qYo27X7zRocf7ZBG-vhp5kg61-Yw-KxKG_60uC6F6OAkyYqXLC7JnuIiuYG9G04Fbh8ZviV-rOd58wqtSgdHD6HiBn/s1600/IMG_20190713_112606.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1200" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgmL_OF1VBLoAu8kxYrzgJRsarENupLJWNyGaoNiInjFD8kiueE8qYo27X7zRocf7ZBG-vhp5kg61-Yw-KxKG_60uC6F6OAkyYqXLC7JnuIiuYG9G04Fbh8ZviV-rOd58wqtSgdHD6HiBn/s400/IMG_20190713_112606.jpg" width="300" /></a></span></div>
<span style="font-size: large;">Todo en Oleza invita a cerrar el libro y a echar a correr. Pero uno se queda en ese mundo aborrecible, suburbio del círculo quinto del infierno, porque, igual que ante las escenas de Dante, sobre lo desgraciado del tema se impone lo sublime de su relato. Es una sensación evidente la que experimenta el lector de estar lidiando con una obra mayor de la literatura. Concurren ahí algunas de las presencias más señaladas de la novela del XIX: descripciones realistas, los conflictos de Orbajosa, introspección psicológica, arrastrar de sotanas, chocolate de Soconusco, destellos acharolados de botas carlistas y el tren, que llega a Oleza como una amenaza de modernidad. En su prosa abigarrada y detallista, de continuas descripciones y enumeraciones los objetos intercambian sus cualidades con las de los personajes en un trasiego poético que alcanza a menudo la brillantez estética de los versos de Rubén Darío:</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;"><i>María Fulgencia estaba más descolorida, y sus cabellos negros, más frondosos, la dejaban en una umbría de ahogo apasionado, una umbría de mármol con hiedra, en el olvido de un huerto.</i></span><br />
<span style="font-size: large;">(página 167)</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">Hay una concepción musical en la prosa de Gabriel Miró: el ritmo del fraseo, la disposición de los tonemas, el juego de contrastes con el timbre de las vocales, las cadencias repetitivas, a veces lentas como letanías susurradas por una beata en el banco de una iglesia; a veces alegres como estribillos de canciones infantiles escuchadas en la calle. Con frecuencia son los adjetivos los que marcan el contraste, reforzados semánticamente por una relación de sinestesia respecto al sustantivo. Y de fondo, durante toda la novela, el rumor de las aguas del Segral y el tañido de las campanas de Oleza: la fuerza instintiva de lo natural y el orden y compás de la religión.</span><br />
<span style="font-size: large;">El mérito de esa prosa se ha convertido en un tópico que, a mi entender, dificulta el reconocimiento de otro mérito literario mayor: su personal tratamiento del tiempo en la novela, que por hondura y originalidad merecería situar esta obra en la misma balda de la Historia de la Literatura donde alardean de estudios y reconocimiento "La montaña mágica" y "En busca del tiempo perdido". Pero las mallas del canon de nuestra literatura son muy anchas y muy viejas, y estos gozos que propone Miró requieren demasiado esfuerzo para vencer prejuicios e ignorancia.</span></div>
Ricardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7436002424561408843.post-10446650679048115592018-12-30T11:51:00.000-08:002019-01-18T00:17:55.822-08:00"Ordesa", de Manuel Vilas: el desguace del "yo"<div style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<span style="font-size: large;"><i>En mi familia nunca se narró con precisión lo que estaba ocurriendo. De ahí viene la dificultad que yo tengo para verbalizar las cosas que me pasan.</i></span><br />
<span style="font-size: large;">(página 22) </span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgdfSpnnItfWFW9LDTsqtup9Bp66L52U8W2LXMspGrLwpq5VLA-CZj4kHXG2vDPtVBOBCc2A0_OQSbDFEieQPTppjM7XU6_S1rsA1_dYasEwU20K1Hc_YDhjqa3u-TL8GtMwetQChNIdSU/s1600/20181224_190848.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="900" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgdfSpnnItfWFW9LDTsqtup9Bp66L52U8W2LXMspGrLwpq5VLA-CZj4kHXG2vDPtVBOBCc2A0_OQSbDFEieQPTppjM7XU6_S1rsA1_dYasEwU20K1Hc_YDhjqa3u-TL8GtMwetQChNIdSU/s400/20181224_190848.jpg" width="225" /></a> Me dijeron que lo leyera, que era diferente y que me gustaría, que yo sabría degustar esa literatura íntima, retorcida, antiheroica, a veces amarga, otras disparatada, de la novela -por decir algo- de Manuel Vilas. Me dijeron que venciera las primeras páginas, que igual me parecían disuasorias, no por el tema -la ausencia insuperable del padre-, sino por el tono sentencioso de su narrador. Pensé que quizás era una broma, o dos bromas: la del autor y la de quienes me lo recomendaban, y que aquellas expresiones dudosas con empaque de aforismos filosóficos formaban parte del alicatado humorístico del texto. Tocaba sonreír con esa complicidad de quien intuye lo que no es evidente. Así que sonreí, y me dije "vaya, esto va a ser como una excursión a Ordesa organizada por un colega", y allá que me voy, a seguir a Vilas en su deriva. Y al poco de partir encuentro un rinconcito a la vuelta de la página 37 que despierta mi interés. Resulta que invitan al narrador, que se supone que es el mismo Manuel Vilas, a una recepción en el Palacio Real de Madrid, y, visto lo leído, uno piensa que la va a montar, que como poco va a pisar el vestido de cola de Letizia o que le va a vomitar encima de su zeta de bisutería el sanjacobo con cerveza de la víspera. Pero no, se porta bien, no hace nada, no dice nada:</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><i>No ha sabido decir ni buenas tardes ni buenas noches ni buenos días ni hola qué tal cómo está usted a ninguno de los dos reyes. Es normal su mudez: procede de la noche avarienta de pan y carne del campesinado ibérico, de la noche de los locos y de los retrasados mentales, y en su genética solo hay terror y angustia y error. </i></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br />
<span style="font-size: large;">Si el ejemplar que he leído no fuera prestado habría subrayado el párrafo entero con rotulador fosforescente, porque ahí está toda la novela: la exhibición del yo, el alarde en el fracaso, la herencia como argumento y como coartada, España como lastre y melancolía; todo ello envuelto en una prosa esquizoide que fluye a trompicones entre imágenes deslumbrantes, alardes de ramplonería escolar, metáforas fantasmales, metonimias insospechadas y sinestesias del color del tabaco rancio y olor a Veterano. A todo esto junto se le suele llamar "estilo", y Vilas tiene mucho y gordo, desde luego. En las listas de los mejores libros del año figura en los primeros puestos, así que no tardará en cosechar premios. Yo se los daría todos, pero ni siquiera creo que ese reconocimiento alegrara a alguien como el protagonista de "Ordesa", ese profesor de literatura jubilado antes de tiempo, divorciado, padre de dos hijos que pasan de él, hijo de un padre santificado y lejano como un dios, y de una madre "Antiquísima bruja que meditaba por las noches la conservación del hijo, que conspiraba contra la oxidación, la entropía, el desgaste de la carne de su hijo, y que corrompía el espíritu de su hijo bajo la dulce luz del matriarcado, anterior a Grecia", etcétera, pobrecito mío, oiga. Pues sí, yo a alguien así le doy todos los premios, y una beca vitalicia del montepío de escritores. Miren:</span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1yFFSUnuPUWXuxXZ-1BdnLfLJilY89tlKY5jOWAtm0HY7DPbzY9DV_A4AgDlAL5pwkkmMKskZNPppRPddFnLvqK7pl7Dnf7q23HZ6mJ0usPGWAEWUGvRy_AeSJdUvA2DcwmP-hs5uSGgr/s1600/20181229_194407.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="900" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1yFFSUnuPUWXuxXZ-1BdnLfLJilY89tlKY5jOWAtm0HY7DPbzY9DV_A4AgDlAL5pwkkmMKskZNPppRPddFnLvqK7pl7Dnf7q23HZ6mJ0usPGWAEWUGvRy_AeSJdUvA2DcwmP-hs5uSGgr/s400/20181229_194407.jpg" width="225" /></a></span></div>
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;"> Aparte de que a Vilas le debe de apasionar Fenimore Cooper, habrá tenido que rebuscar a fondo en su móvil para encontrar una foto en la que salga tan perjudicado. Yo veo a este tío por la calle y le invito a tomar algo calentito; y si encima sé que es un disidente de mi gremio, con heridas profesionales por los morfemas derivativos, la modalización epistémica o la Generación del 98, entonces le llamo hermano y le abrazo. Pero, cuidado, amigos: ese Yo que aparece en el primer párrafo de "Ordesa" después de un buen tatatachán no es Manuel Vilas, sino su criatura. Esto parece una obviedad, pero conviene remarcar esa diferencia, porque mientras que el relato autobiográfico parte de la experiencia del "yo", en el ficcional biográfico ocurre lo contrario: que ese "yo" se convierte en la experiencia literaria . En algún momento de mi lectura pensé que se trataba de una especie de psicodrama encargado a Vilas por su terapeuta, pero a medida que avanzaba su narrador y protagonista se evidenciaba cada vez más novelesco por su falta de amor propio y por su propensión a ofrecerse como objeto y espectáculo de su sarcasmo. Por ahí asomaban las figuras de Leopoldo María Panero y de Charles Bukowski, pero los modelos narrativos no eran la poesía ni el relato, ni siquiera la novela de formación sentimental o la "Bildungsroman" ("novela de formación"), porque ahí -en "Ordesa"- no hay propiamente formación del "yo", sino su derrumbe y desguace. Una lírica de la derrota envuelve la novela (por decir algo) convirtiéndola en un inmenso vertedero sentimental que permite al lector la alegría del descubrimiento estético, que es también, a veces, la tristeza empática del descubrimiento del dolor. Así, en medio del caos y de la ganga, uno encuentra una expresión feliz del desamparo, una imagen insólita de la melancolía, un aforismo que le invita a quedarse a cenar con un amigo.</span><br />
<br />
<span style="font-size: large;"><i>Mi corazón parece un árbol negro lleno de pájaros amarillos que chillan y taladran mi carne como un martirio </i>(página 252)</span><br />
<span style="font-size: large;"><i>El matrimonio es una empresa social de auxilios mutuos.</i> (pág. 259) </span><br />
<br />
<span style="font-size: large;">Pero junto a ello hay que sufrir un exceso verbal premeditado y alevoso que página a página mece al lector en un bucle de locura, como si Vilas quisiera llevarnos al territorio del que él mismo pretendiera escapar.</span><br />
<br />
<span style="font-size: large;"><i>Se fue desvaneciendo, se desvanecía su vida y su conversación se desvanecía, era ya silencio. Puede un hombre convertirse en silencio. Mi padre, que es silencio ahora, ya fue silencio antes; como si supiera que iba a ser silencio, decidió ser silencio antes de la llegada del silencio, dando así una lección al silencio, de la que el silencio salió tocado de música.</i> (pág. 154) </span><br />
<br />
<span style="font-size: large;">En lo que a mí concierne he de admitir que ha sido esa locura más que el deslumbramiento estético y que la empatía lo que ha determinado mi transitar esquivo por las páginas profundas de "Ordesa". Alguien se acercará despacio y me preguntará por encima de mi hombro si me ha gustado, pero no se trata de eso. La cuestión es que hace muchos años que no había leído nada tan peligroso. </span></div>
Ricardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7436002424561408843.post-21169076352927489672018-08-17T12:29:00.000-07:002018-08-19T01:16:28.312-07:00Berlín para principiantes<div style="text-align: justify;">
<b>1. El peso de las columnas</b><br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQJJmAQvBmJ7M4JL1Hr0-ic3eWXZHyO8wQ1nxpx0WE0fdjlx8Xge_Ps4MBbrRHj55lqh_1WJSfAZn1LdQR-SrP9sO6UrnwkB-esjvAeMHWm7Ha0iqWfFbTsIewEOBjGSdR2sJ3h5_mTaJ8/s1600/2018-08-16+11.15.14-1.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="904" data-original-width="426" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQJJmAQvBmJ7M4JL1Hr0-ic3eWXZHyO8wQ1nxpx0WE0fdjlx8Xge_Ps4MBbrRHj55lqh_1WJSfAZn1LdQR-SrP9sO6UrnwkB-esjvAeMHWm7Ha0iqWfFbTsIewEOBjGSdR2sJ3h5_mTaJ8/s640/2018-08-16+11.15.14-1.jpg" width="299" /></a></div>
<b>E</b>l viajero que llega a Berlín debe estar prevenido de que el diseño de la ciudad responde en gran medida a un complejo y a un deseo orientados ambos a dejar al ciudadano acojonado y con la boca abierta. Es una fisonomía que en su estampa turística más reconocible resulta desmedida, ciclópea, imperial, de sello neoclásico, llena de ínfulas arquitectónicas, debidas, sobre todo, a Federico el Grande. Digo "complejo" por una comparación con Viena, que, como ciudad imperial, le sacaba una ventaja hiriente en todo; y digo "deseo" como voluntad, desde el siglo XVIII, de expresar en edificios, plazas y avenidas la grandeza primero del rey primero y del káiser después. O, lo que venía a ser lo mismo, la grandeza de Prusia primero, y la grandeza del imperio alemán, después. Y, como se sabe, aquella fue una grandeza muy seria. En consecuencia, uno se pasea por Unter den Linden, la gran avenida berlinesa y su eje de abcisas, como quien dice, y se siente sobrecogido por dos sentimientos de naturaleza contradictoria: el impulso de invadir Checoslovaquia o cualquier otro vecino que se ponga a tiro, y el convencimiento de que si uno no fuera tan poca cosa y encima extranjero le detenían seguro. Descartado lo primero por falta de ganas y munición, sigues andando, vas cogiendo confianza y hasta dejas de marcar el paso de la oca y caminas incluso despacio, con ese punto de satisfacción infantil que dan las cosas prohibidas o clandestinas, porque por mucha gente que veas andando o en bici a tu alrededor, esa es una avenida hecha para desfiles militares victoriosos, y si es en tanque, mejor. Y tú, con zapatillas de loneta y bermudas, que agotaste las prórrogas al servicio militar y luego te hiciste objetor, de marcial solo tienes el recuerdo de la prosa de César en la "Guerra de las Galias". Conque allí vas, feliz, casi, y perplejo, mucho, como un liliputiense, preguntándote por la escala de aquellos que construyeron aquellas columnas, frisos y cúpulas: la catedral, la fachada del Altes Museum, el Museo de Historia de Alemania, la Universidad von Humboldt, la Bebelplatz..., una arquitectura mayestática levantada para súbditos. Quizás por eso los berlineses,reivindicando su condición de ciudadanos y huyendo de esa monumentalidad grandilocuente, han creado espacios amables, sencillos y libres en los patios de vecinos, y los han llenado de cafeterías y terrazas: es el revés de aquella estampa imperial y, seguramente, una imagen mucho más justa de la ciudad como estado de ánimo. <br />
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<b>2. La historia por los suelos</b> </div>
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Más pronto que tarde sorprenden al viajero unas placas de metal que recuerdan en el suelo a víctimas y testimonios de la barbarie nazi. Apenas inicias tu paseo por Unter den Linden, viniendo desde Alexander Platz, tu atención, golpeada por la inmensidad de la cúpula de la catedral protestante y por las imponentes fachadas de aquellos edificios, cuando a la izquierda, el contraste de un enorme espacio vacío entre los suntuosos edificios de la ópera, de la catedral de Santa Eduvigis y de la antigua biblioteca real te absorbe como un embudo. Entonces te ves en la necesidad de pagar el peaje de tu condición de turista con unas cuantas fotografías, pero te falta perspectiva para sacar en el mismo plano la fachada completa de cualquiera de las dos moles. Hasta la plaza se te resiste. Solo alcanzas a sacar vistas que por su naturaleza fragmentaria resultan insatisfactorias, porque lo único que importa allí es el volumen. Más culto no podría ser el emplazamiento, entre una ópera y una antigua biblioteca (ahora universidad), pero desde allí dentro el vértigo del espacio hace sentirse a uno como ante un paredón. Aquellos mármoles, amigos, no le inspiran a uno estudio, sino obediencia. Entretanto, y sin que tu voluntad haya tenido algo que ver en ello, tus pasos te han llevado al centro de la plaza, donde descubres a tus pies aquellas palabras proféticas de Heine sobre la quema de libros y de las personas. Allí mismo, el 10 de mayo de 1933 los nazis levantaron una pira con la literatura, la filosofía y la ciencia. </div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWRMxZEXD5pX4qA_FPaCOkdtPu7GG31oo3h3A_P3JQctgUKXm5Wb0MxXlIdIpxRzY8fM1FohoOi7WEWshZ26aMQPh1rklCv0H6J5ix9dCu9S5eOpp5Ncqo11bqzeWcuuigmBeyP86Z3_WM/s1600/20180806_101929.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="1600" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWRMxZEXD5pX4qA_FPaCOkdtPu7GG31oo3h3A_P3JQctgUKXm5Wb0MxXlIdIpxRzY8fM1FohoOi7WEWshZ26aMQPh1rklCv0H6J5ix9dCu9S5eOpp5Ncqo11bqzeWcuuigmBeyP86Z3_WM/s640/20180806_101929.jpg" width="640" /></a></div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgy4lT_x-BPwhDqy_VUXXt88qv5SqHlxMXoEaZTrtiNFoFdkrw-Uem5Ki5FFmxDlbwHgs7pDdtehKHTh0KOOluGxJDk-yJWEEU9rcRdDYSG6E3NQcqZ9_RFTI3Xv0u8Ra5HHKQo6_92afBB/s1600/En+Gipsstrasse+n+9.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="900" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgy4lT_x-BPwhDqy_VUXXt88qv5SqHlxMXoEaZTrtiNFoFdkrw-Uem5Ki5FFmxDlbwHgs7pDdtehKHTh0KOOluGxJDk-yJWEEU9rcRdDYSG6E3NQcqZ9_RFTI3Xv0u8Ra5HHKQo6_92afBB/s400/En+Gipsstrasse+n+9.jpg" width="225" /></a>En las aceras de otras calles, en otros barrios, no lejos de allí, algunos adoquines de bronce encastrados en las piedras son partes del camino que recuerdan la identidad de muchos judíos asesinados. Es una reivindicación del nombre frente al número. Esos adoquines dorados son como hitos en el suelo del bosque urbano; la luz del sol se refleja en ellos y devuelve destellos de memoria: "Aquí vivió Jakob Honig, nacido en 1881. Víctima de la Polenaktion de 1938. Destino desconocido" en una acera de la Rosenthaler Strasse. "Aquí vivió David Guter, nacido en1871. Deportado el 2 de febrero de 1943. Asesinado en Theresienstadt el 11 de abril de 1943". "Aquí vivió Friedrich Hirsch, nacido en 1915. Fue deportado en 1942 a Auschwitz, donde fue asesinado el 22 de diciembre de 1942". Y junto a este recordatorio, el de su madre y su hermano, los tres en la Gips Strasse número 9. Entonces levantas la cabeza y ves la fachada de esos edificios y piensas que alguna de esas ventanas era la de la habitación de esas personas.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-N8AsYAY8DjVJyxd4Zht4nDDHnQ73wOMB0C_75ExirbClyqPY0Tg1MbO4loBBNMQ0G-rxu9yOVkGm4MYKr8nha09-AuaqWPNiXoXB0LHwp9owoYFkGkTWs5Qlndxfrn0L8uD9bNujS9Uw/s1600/Auguststrasse+27%25281%2529.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="1600" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-N8AsYAY8DjVJyxd4Zht4nDDHnQ73wOMB0C_75ExirbClyqPY0Tg1MbO4loBBNMQ0G-rxu9yOVkGm4MYKr8nha09-AuaqWPNiXoXB0LHwp9owoYFkGkTWs5Qlndxfrn0L8uD9bNujS9Uw/s640/Auguststrasse+27%25281%2529.jpg" width="640" /></a></div>
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Es un gesto motivado por una curiosidad imprecisa, cuyo resultado trasciende el conocimiento visual de esa fachada, porque de pronto esos nombres encerrados en las placas de metal se levantan como gorriones hacia las cornisas de los balcones o a los alféizares de ventanas donde una vez aquellas personas se asomaron felices; y al hacerlo reclaman en mi imaginación y en mi memoria aquel instante de su vida. Karla Rosenthal, Gisela Niegho y la familia Schwarz en la Neue Schonhauser Strasse; la familia Salinger en la Rosenthaler Strasse; la familia Marcuse, en la Gips Strasse; Jakob y Felli Bergoffen, en la Sophien Strasse; la familia Kramer, en la August Strasse 27... Y tantos otros, especialmente en esas calles del Mitte, cerca de la Sinagoga Nueva, un edificio de mediados del siglo XIX de imprecisas influencias orientales (y parte de esa imprecisión estriba en que su orientalidad está inspirada en gran medida en la Alhambra de Granada). En su tiempo fue la mayor y más lujosa sinagoga de Alemania, pero víctima de asaltos y de un incendio perpetrados por los nazis la "noche de los cristales rotos", de las bombas de los aliados en la guerra y de la política urbanística de la RDA, hoy apenas es un vestigio cuya restauración parcial armoniza la ruina con la memoria. Queda su cúpula dorada. En la guerra los nazis obligaron a ocultar su brillo con una gruesa capa de pintura negra dentro de las medidas generales de oscurecimiento y ocultación en previsión de ataques de la aviación enemiga. Pero en el cielo de Berlín su brillo es hoy una referencia, como lo es el brillo de las placas en sus calles. </div>
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<b>3. Cicatrices de hormigón </b><br />
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<b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVkJp0nhLYzeTEUla196QZ2lt2rs1AqMeqO8mmctfd2fgMCQ4UOs9LPQYmgs2jrmQBnQonTWKIlJyc6_RAwNh2fG7EUIuGSUZBIjYG_u7JSMR-F_FHveVhHAGrukTcKupj0XxRp2OzuNKL/s1600/20180806_191329.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="900" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVkJp0nhLYzeTEUla196QZ2lt2rs1AqMeqO8mmctfd2fgMCQ4UOs9LPQYmgs2jrmQBnQonTWKIlJyc6_RAwNh2fG7EUIuGSUZBIjYG_u7JSMR-F_FHveVhHAGrukTcKupj0XxRp2OzuNKL/s400/20180806_191329.jpg" width="225" /></a></b></div>
<b><br /></b>
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Un poco más hacia el norte, saliendo ya de la parte más turística del mapa, Berlín descubre otra fisonomía más de barrio, sin prosopopeya arquitectónica alguna. Hay bares, cafeterías, restaurantes baratos de comida turca o vietnamita, comercios, academias de idiomas, tiendas de alquiler de bicicletas, terrazas, galerías de arte, librerías, supermercados, gente tumbada a la bartola en los jardines... Pero sigues un poco más y parece que esa vida se va apagando. Los edificios son más uniformes, las calles más tranquilas, hay menos tráfico. Se diría que uno ha cruzado una frontera borrosa en la ciudad, y sin transición pasas del bullicio a un silencio de domingo por la tarde. Caminas un poco más y llegas a una ancha avenida, la Bernauer Strasse, donde te asalta esa vaga sensación de las cosas que terminan. Allí la metáfora del telón de acero se convertía en un muro de hormigón armado. Su trazado era el de esa misma calle. Una placa metálica en el suelo lo recuerda; luego una serie de listones metálicos clavados en la acera, y un poco más allá, hacia el oeste, el mismo muro, una torre de vigilancia, un jardincillo, que antes fue cementerio y luego, desafectado y convertido en lo que las autoridades de la RDA llamaron "franja de intervención" o "franja de control": la zona anexa al muro donde la presencia de cualquier persona no autorizada podía implicar su muerte a manos de los vigilantes. </div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMii42yT9KcaIBxZO8TD4I0EoG8gHNRs8rBVThrsdbxQjh_qsdVhjBa2AUJW5Tc8xT6H6wRgtiyhJZFHbx6cCtmERXh7tVySGjIT6OZ_N5ynd3zM3zv2GxF6e4Spx1hPVQIOcbjd2J0IOs/s1600/20180803_185239.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="900" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMii42yT9KcaIBxZO8TD4I0EoG8gHNRs8rBVThrsdbxQjh_qsdVhjBa2AUJW5Tc8xT6H6wRgtiyhJZFHbx6cCtmERXh7tVySGjIT6OZ_N5ynd3zM3zv2GxF6e4Spx1hPVQIOcbjd2J0IOs/s400/20180803_185239.jpg" width="225" /></a>Hay otras partes de la ciudad donde se conservan paños del muro: en la Niederkichnerstrasse, frente a lo que hoy es la exposición de la Topografía del Terror, situada sobre el solar donde se levantaba el siniestro edificio del cuartel general de la Gestapo. Y el más conocido, el de la Mühlenstrasse, junto al río Spree, hacia el este, cerca del puente Oberbraum. Son 1.3 kilómetros de muro convertidos en galería de arte (<span style="font-family: "georgia" , serif;">bastaría comparar las
imágenes de un lado con el gris sucio del otro para que uno decidiera de
qué lado del muro le hubiera gustado vivir).</span> Ahí brilla el cuadro de <span style="font-family: "georgia" , serif;">Dimitri Vrubel, "El beso de la muerte", recuerdo satírico de aquel famoso morreo entre Breznev y Honecker de 1979, que concita la peregrinación de los turistas en busca de la foto. </span></div>
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<span style="font-family: "georgia" , serif;"></span></div>
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<span style="font-family: "georgia" , serif;">La consecuencia de la conversión de la metáfora del telón en piedra es que uno puede hacerse una foto junto a ella y, por muy poco dinero, puede llevarse unos gramos de historia a casa. En todas las tiendas de recuerdos venden postales de imágenes del muro con una capsulita de plástico que contiene una porción ínfima de cascote original. En algunas incluso los venden a peso, a tanto el gramo, y hay cascotes que llegan a valer 20.000 euros.</span></div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJOqWwo-ypug1Cqr2XVbkOdZmJO5vhU1drgX8rH79I78OxxBhTEDQGega5astgZjt0GMSF5JcqxYk8dUip79Nkk0MKLJBOsrcSVZQ1dkJisWelliGTzJ3RsFWylmYzo6U8XitVEUBXhzK_/s1600/En+Bernauerstrasse+6.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="900" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJOqWwo-ypug1Cqr2XVbkOdZmJO5vhU1drgX8rH79I78OxxBhTEDQGega5astgZjt0GMSF5JcqxYk8dUip79Nkk0MKLJBOsrcSVZQ1dkJisWelliGTzJ3RsFWylmYzo6U8XitVEUBXhzK_/s320/En+Bernauerstrasse+6.jpg" width="180" /></a><span style="font-family: "georgia" , serif;">Pero a pesar del esplendor icónico de muchas de las imágenes que adornan el muro en Mühlenstrasse, el tramo de la Bernauer Strasse refleja mucho mejor la herida que supuso la separación de la ciudad. Junto al jardín, siguiendo ahora hacia el este, se mantiene el espacio trágico de la "franja de control", pero no a costa del cementerio y de la iglesia, sino de fincas de vecinos que fueron derrocadas para ganar esa tierra de nadie donde se disparaba al fugitivo. De nuevo la historia sale al paso del viajero: unas placas redondas que indican lacónicamente el lugar y fecha por donde huyó tal persona, tal familia o marcan el trazado de un túnel. Pero si el viajero levanta la vista, ya no se encuentra ventanas. Aquellas que daban al muro fueron cubiertas con alambre de espinos, luego fueron cegadas con ladrillos, y finalmente fueron derruidos los edificios que las albergaban. En consecuencia, la vista alcanza a los otros edificios, cuyas paredes medianeras quedaron al descubierto, pintadas ahora con imágenes que homenajean a los primeros berlineses que huyeron. </span></div>
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<span style="font-family: "georgia" , serif;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiaeJbS1N30Lbrd5CYoHWi20sbQRYFEAKVknyumTVwaT98TpnM8qKIreYjfRpwTLvzBro3Hi5pE0bqN8doFNbQyuMktrBRUQrZnz9vD-fjhXwMAr_H9XwT8egPW4j0ZlRUbuFhkdF8iVCeX/s1600/20180806_193229.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="900" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiaeJbS1N30Lbrd5CYoHWi20sbQRYFEAKVknyumTVwaT98TpnM8qKIreYjfRpwTLvzBro3Hi5pE0bqN8doFNbQyuMktrBRUQrZnz9vD-fjhXwMAr_H9XwT8egPW4j0ZlRUbuFhkdF8iVCeX/s400/20180806_193229.jpg" width="225" /></a></span></div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , serif;"> <b>4. El cielo sobre Berlín</b></span><br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh04O2JTVaDOFAdyKW5v2oDnDLrYGEyBA29NuE1wSZvlttZ5Zq25dIoBDEfv9-HOK3TlgOJMJYOevoK7xeWP7rnO38iCHwLq-VTVJzHy6ZpPkZHYL4kqLylYcqGAUgG9VWWCGWyjzSVp4Tr/s1600/2018-08-17+17.02.15.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="955" data-original-width="484" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh04O2JTVaDOFAdyKW5v2oDnDLrYGEyBA29NuE1wSZvlttZ5Zq25dIoBDEfv9-HOK3TlgOJMJYOevoK7xeWP7rnO38iCHwLq-VTVJzHy6ZpPkZHYL4kqLylYcqGAUgG9VWWCGWyjzSVp4Tr/s640/2018-08-17+17.02.15.jpg" width="323" /></a><span style="font-family: "georgia" , serif;">Si un ángel triste quisiera jubilarse de la eternidad y bajar a vivir como hombre en las calles de Berlín, tendría muchas alturas desde donde hacerlo. La más ostentosa sería la Torre de Comunicaciones, que con sus 368 metros no es solo el edificio más alto de la ciudad, sino uno de los más feos. Además tendría el inconveniente de que no podría pasar inadvertido, porque siempre hay gente a cualquier hora por la Alexander Platz. Luego estarían los rascacielos de la Postdamer Platz, pero son demasiado modernos y teñirían de financiero una hazaña tan romántica. Una alternativa son las cúpulas, entre las que destacan la de la catedral protestante, la de la sinagoga nueva y la de cristal que hizo Foster para el Bundestag. Por emplazamiento me quedaría con la catedral, y por vistas, con la de Foster. En ella habita Sísifo en forma de limpiador de cristales, a turnos de ocho horas -espero-, con quien podría echarse un pitillo y su poco de charla sobre el tiempo. Y luego, una vez en tierra, se tiene el Tiergarten a mano, por donde siempre es apetecible pasear, y si aún no se dispone de alojamiento, oye, un banco al resguardo de un roble frondoso puede valer. Otra alternativa muy interesante es la antigua estación de rádar del ejército estadounidense en el Teufelsberg (la montaña del diablo), que despierta, además, connotaciones muy sustanciosas. Sin embargo, cuando en 1987 Wim Wenders tuvo que elegir emplazamiento para su ángel cesante en "El cielo sobre Berlín" se inclinó por la </span><span style="font-family: "georgia" , serif;"> Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche (iglesia en recuerdo del emperador Guillermo), una especie de tarta nupcial construida a finales del siglo XIX en estilo neorrománico y de escaso valor arquitectónico cuya presencia como ruina es mucho mejor que el merengue original. De hecho los mismos vecinos, años antes de la guerra, ya abogaron por demolerla, pero entonces el recuerdo del Káiser aún pesaba algo en la política municipal. Queda ahora esa ruina, convertida en símbolo e icono (o, si se prefiere, en marca), por tanto ya mucho más valiosa por lo que representa -denuncia de la guerra, imagen de la ciudad- que por lo que es. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<iframe allowfullscreen="" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/399AIFYXGXE/0.jpg" frameborder="0" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/399AIFYXGXE?feature=player_embedded" width="320"></iframe></div>
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>5. Otros muros y otros cielos</b><br />
Llego a Berlín en busca de un Berlín que ya no existe, en un ejercicio de documentación para una novela gráfica que escribo desde hace años. Ando por sus calles tras las huellas de un detective de la Kripo (la policía criminal) represaliado por un asunto relacionado con la arianización de bienes del pueblo (es decir, con el robo de posesiones de los judíos). Aquello fue en enero de 1940, un invierno durísimo que dejó en las calles pilas de nieve de más de un metro de altura. Ahora apenas ya nieva aquí. Llevo un par de mapas en mi mochila, uno actual, y otro del Berlín de la guerra en cuyo reverso hay otro del de la RDA. Me siento yo mismo como un detective o como un arqueólogo, solo que los estratos están todos al mismo nivel. Cumplo con la visita a los puntos de rigor marcados en el primero, busco unos y dejo que otros me encuentren. Recorro la Wilhelmstrasse, por ejemplo, la última gran avenida perpendicular hacia el sur de Unter den Linden y la mayor concentración de edificios oficiales durante la época del nazismo. Allí estaba el Palacio Presidencial, el Ministerio de Agricultura y Alimentación, el de Asuntos Exteriores, la cancillería del Reich, el Ministerio de Propaganda, la Cancillería de Hitler, el Ministerio de Aviación, el cuartel general de las SS... Y de todo aquello apenas queda nada. Uno se pasea por allí y parece un barrio nuevo de las afueras de cualquier ciudad. De hecho, la mayor parte de sus edificios están hechos con bloques prefabricados. Entre ellos llama la atención una enorme construcción de tipo administrativo, líneas rectas, corte sobrio y fachada de losas de mármol. Es el Ministerio Federal de Finanzas, que antes fue "la Casa de los Ministerios" en la RDA, y en los bajos de cuyo extremo oriental luce un mural cerámico que representa el paraíso comunista.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpzJd4dwHhxXmhNXDL5EOlHq4mtFiy0XUDJiAJd2I-AWG4-1v4Tzagh5FWDxwAzymPb_gI6LZSdIvC3S8J3d13JplY9XXoPEUbV6CUmskXzw7-FYzYBcg2q-i6FYu7VeEvCZo2KC4XNFSF/s1600/20180806_111847.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="1600" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpzJd4dwHhxXmhNXDL5EOlHq4mtFiy0XUDJiAJd2I-AWG4-1v4Tzagh5FWDxwAzymPb_gI6LZSdIvC3S8J3d13JplY9XXoPEUbV6CUmskXzw7-FYzYBcg2q-i6FYu7VeEvCZo2KC4XNFSF/s640/20180806_111847.jpg" width="640" /></a></div>
<b> </b></div>
<div style="text-align: justify;">
Y un detalle de tanta felicidad:<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMWtVIFG1a9iCDOewA1ngqbZ7S16iwFQqGtnzr4cUrxRw56zClmhrQQMDkii_DBaltB7HJ8SWRMPchUaT7zNj3_7QD_9mkUfvzCFSAUdN0qh2blZloIKbgtWVgdl5HyQ37dCdCy6u07bVR/s1600/20180806_110525.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="900" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMWtVIFG1a9iCDOewA1ngqbZ7S16iwFQqGtnzr4cUrxRw56zClmhrQQMDkii_DBaltB7HJ8SWRMPchUaT7zNj3_7QD_9mkUfvzCFSAUdN0qh2blZloIKbgtWVgdl5HyQ37dCdCy6u07bVR/s320/20180806_110525.jpg" width="180" /></a></div>
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ese fue uno de los pocos edificios que en esa zona de Berlín quedó indemne tras la guerra. Fue construido a instancias de Göring, y albergó el Ministerio de Aviación. Antes del mural de la arcadia socialista lucía este relieve marcial:</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNbkHybqZESzvOuTA2jmSMujHs8nN1ZjjCyBq_ymP6rT-mk33ha_oYPU5taRygk41h2K4taSK1LTuWEfwdpDfxkf2psN1gJbVglq4TQQjsc94SZ6oy-LqjjOXXdDDoU0jMvHIbse8VhlQi/s1600/Relieves+originales+del+a%25C3%25B1o+41+ministerio+aviacion.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="1600" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNbkHybqZESzvOuTA2jmSMujHs8nN1ZjjCyBq_ymP6rT-mk33ha_oYPU5taRygk41h2K4taSK1LTuWEfwdpDfxkf2psN1gJbVglq4TQQjsc94SZ6oy-LqjjOXXdDDoU0jMvHIbse8VhlQi/s320/Relieves+originales+del+a%25C3%25B1o+41+ministerio+aviacion.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
Con todo, la imagen más llamativa de la Wilhelmstrasse nos la ofrece otro relieve y otro perfil: </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwr9nzj0gjiNKS4GzsbYw8-Kr42dv2I5Jo_nPWadoOmVKfbnjMfT-OzIHCQzt8L-IEx5LQWWvYcuE1eefftFx-gTWSkQlFoZrkSdLcnsisnF0feTFb-IhHVNB8R__0WIP5colZxnniUXVc/s1600/Memorial+Georg+Elser+autor+del+atentado+de+Munich.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="900" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwr9nzj0gjiNKS4GzsbYw8-Kr42dv2I5Jo_nPWadoOmVKfbnjMfT-OzIHCQzt8L-IEx5LQWWvYcuE1eefftFx-gTWSkQlFoZrkSdLcnsisnF0feTFb-IhHVNB8R__0WIP5colZxnniUXVc/s320/Memorial+Georg+Elser+autor+del+atentado+de+Munich.jpg" width="180" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Es el monumento en homenaje a Georg Elser, el autor del atentado que a punto estuvo de costarle la vida a Hitler en una cervecería de Múnich el 8 de noviembre de 1939. Su perfil se recorta en el cielo de Berlín, con el globo publicitario de Die Welt al fondo como testigo. Entonces sigo la dirección de su mirada y me encuentro con este edificio anodino:</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcZI9h4qr3xpYTucud6dfG3-gI_4jgovlXdmgRSDdH_zI5PoQYCNk9rFJAcsLkuSxt_6uJhzhfHkNjYswyfwzyGtjjKiWhxnrzToHkllhnezYItOhTPzPy8n9ufD-Ozosie0bWn0GM2RD7/s1600/W.51.+Resodencoa+de+Hitler+de+33+al+45%25281%2529.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="900" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcZI9h4qr3xpYTucud6dfG3-gI_4jgovlXdmgRSDdH_zI5PoQYCNk9rFJAcsLkuSxt_6uJhzhfHkNjYswyfwzyGtjjKiWhxnrzToHkllhnezYItOhTPzPy8n9ufD-Ozosie0bWn0GM2RD7/s320/W.51.+Resodencoa+de+Hitler+de+33+al+45%25281%2529.jpg" width="180" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
Es uno de esos que digo, construido en los años de la RDA a base de bloques prefabricados. No hay en él nada ostentoso ni llamativo. De hecho casi todos los de la zona son así. Entonces, ¿por qué mira Elser hacia ahí? Precisamente porque en el solar que hoy ocupa se levantaba la Cancillería de Hitler, su residencia desde que empezó la guerra. Las bombas la dejaron arrasada; luego, durante años, quedó el espacio abandonado, hasta que finalmente se construyeron esas fincas. De alguna manera esto constituía un caso más de "damnatio memoriae" arquitectónico, es decir, un intento de borrar las huellas de un pasado incómodo y vergonzante. Pero la mirada de Elser, como aquellas placas de metal en las calles, devuelven la memoria como un acto de justicia poética. </div>
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br />
<br />Ricardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-7436002424561408843.post-38946121661229767552018-05-09T14:20:00.000-07:002018-05-09T14:20:03.488-07:00El curare y 84 átomos de kriptón <br />
<div style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; text-align: right;">
</div>
<br />
<span style="font-size: large;">
</span><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjj2LA-p3Z6AaFcpu8lrKzp1SVOTbHPVmt9G-TKo92cGefIrT9ls7HsAXEO_JEjgdmtwoRW-lhXsdLCACwOW8B6fMn9wI_6pkZURuMQbZfbmfZ_cW9DIlDRUgU7PPWIE5vSAv9cZ7k6rir_/s400/angel_of_death-2large.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" width="308" /></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">"El ángel de la muerte", de Evelyn de Morgan</td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> <b>U</b><span>na noche de principios de
febrero de 2009 nos reunimos un fontanero, un antropólogo, un profesor
de instituto –servidor- y un ingeniero industrial, que ejercía de
anfitrión y que fue quien nos convocó para escuchar la grabación de un
programa de radio de la RCN colombiana en el que una persona relataba su
experiencia post mortem en territorio de los indios ticuna, junto al
río Coturé, en la amazonía colombiana.</span></span></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
<span> El redivivo era un ingeniero de
una empresa petrolífera que durante una cacería había sufrido un
accidente cuando uno de aquellos indios, acaso corto de vista o largo de
chicha, confundiéndole con un perezoso le lanzó un dardo impregnado en
curare. El hombre cayó como una pera del olmo al que se había encaramado
y en vez de morirse como Dios manda entró en un estado de catalepsia
del que se recuperó al cabo de dos meses. Extrañamente los ticuna no lo
enterraron, sino que lo cubrieron con hojarasca, y allí, en la humedad
de su lecho, ni los hongos, ni los insectos, ni las serpientes, los
pájaros ni los jaguares se ocuparon de él. De haber sido haitiano, negro
y pobre hubiera explicado el suyo como un caso de subcontrata temporal
zombi a cuenta de algún hechicero vudú de la zona, pero como era
colombiano, ingeniero, blanco y culto, el relato de su experiencia fue
una serie de imágenes ya conocidas del tránsito al trasmundo y un
tratado de escatología new age. Por aquella leve región de la conciencia
de un cerebro a bajas revoluciones encerrado en un cuerpo casi muerto
pululaban al final del túnel unos seres brillantes envueltos en túnicas
blancas, los ángeles de la muerte, quienes en aquel momento impartían un
cursillo de espiritualidad.</span></span></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
<span> Al escuchar aquello me sentí
desfallecer y tuve que echar mano del orujo para recobrar el ánimo. Lo
de que haya vida después de la muerte no me parece mal del todo; pero
más cursillos..., eso es una crueldad innecesaria.</span></span></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
<span> En el currículum de aquel
figuraban, entre otros, los siguientes temas: la constitución del alma,
el “cordón de plata” (vínculo entre aquella y el cuerpo), la zona
fantasmal, los chacras, la teletransportación, el juicio vivencial, la
tercera, cuarta y quinta dimensión y, por último, la reencarnación.</span></span></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
<span> Dos meses dedicado por entero a
esos asuntos, sin que uno no tenga que entretenerse en comer, beber ni
otros menesteres afines dan para mucho, y no seré yo quien cuestione el
aprovechamiento que de ello hizo el ingeniero. Es más, dado su ojo
clínico y gracias a la enseñanza personalizada que se estila en el más
allá, el hombre regresó con el conocimiento exacto de la composición del
alma: 84 átomos de kriptón.</span></span></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
<span> No tengo apenas dudas acerca de
la veracidad de esta historia, tan solo la ordenación cronológica de un
hecho me inquieta: ¿el discurso espiritualista fue una consecuencia del
dardo que le lanzó el indio o fue la causa? A mí me parece más lógico lo
segundo, pero en ambos casos resulta evidente lo extraordinario del
tóxico.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span> </span></span></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0QJuuFGUeq3EsFSnJLvdj_NduNq4AvduqStvqpn_pB1votDPIQo9EhwcBR3OlRGJx9anGRXHNnfWIL8jp3M8_jdP2W-fbKsyza0HFnnbLquKrh06a8xhh6jqYhrz6T1II0GhoqN5bFAFG/s1600/portada+orinoco.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="348" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0QJuuFGUeq3EsFSnJLvdj_NduNq4AvduqStvqpn_pB1votDPIQo9EhwcBR3OlRGJx9anGRXHNnfWIL8jp3M8_jdP2W-fbKsyza0HFnnbLquKrh06a8xhh6jqYhrz6T1II0GhoqN5bFAFG/s400/portada+orinoco.jpg" width="276" /></a> E<span>n el año 1791 el <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Joseph_Gumilla">jesuita padre José Gumilla</a> publicó una edición corregida e ilustrada de su “Historia
natural, civil y geográfica de las regiones situadas en las riberas del
río Orinoco” –una copia de la cual tengo ahora sobre mi mesa-, en cuyo
capítulo XII, bajo el epígrafe “Del mortal veneno llamado curare: raro
modo de fabricarle y de su instantánea actividad”, leemos: “Entre el
cieno corrupto, sobre el que descansan aquellas aguas pestíferas, nace y
crece la raíz del curare, parto legítimo de todo aquel conjunto de
inmundicias: sacan los indios caverres estas raíces, cuyo color es
pardo, y después de lavadas y hechas pedazos, las machacan y ponen en
ollas grandes, a fuego lento: buscan para esta faena la vieja más inútil
del pueblo, y cuando esta cae muerta a violencia del vaho de las ollas,
como regularmente acontece, luego substituyen otra del mismo calibre,
en su lugar, sin que ellas repugnen este empleo, ni el vecindario, o la
parentela lo lleve a mal; pues saben que este es el paradero de las
viejas. Así como se va entibiando el agua, va la pobre anciana amasando
su muerte”. Continúa Gumilla extendiéndose con las propiedades
mortíferas del curare, tan inapelables, que una vez infeccionada la
sangre, siquiera por un rasguño, ni bestia ni hombre alcanzan apenas a
expresar la sorpresa por la herida, porque en un tris la sangre se
enfría, el corazón se para y adiós. Ni en este libro ni en otros he
encontrado que el curare suscitara un estancamiento sensorial externo
compensado con la apertura de un canal perceptivo al otro lado –síntomas
que me parecen más bien propios de otras sustancias vegetales como el
peyote, la ayahuasca, la brugmansia o la amanita muscaria, todas ellas
englobadas en los últimos años bajo la denominación de “enteógenos”, un
neologismo cuyo significado etimológico es “que crea a un dios en su
interior”. Si fuera, pues, un enteógeno, en vez de curare, lo que
hubiera alterado el estado del ingeniero, cabría pensar entonces que el
árbol, el indio del dardo, el dardo y la herida estaban en el mismo
plano sensorial que los ángeles docentes y que los 84 átomos de kriptón,
es decir, en su relato alucinado, y, de paso, confirmaría que esas
experiencias de contacto con Dios o con sus subordinados son tan
intensas y trascendentes para quien las vive como insulsas para quien
las escucha. A no ser, claro, que quien las cuente se llame Santa Teresa
de Jesús. </span></span></div>
Ricardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7436002424561408843.post-2357692287466689942018-03-26T11:48:00.001-07:002018-03-26T11:48:53.052-07:00"Zapatos de ante azul": el inicio de la novela
<br />
<h2 class="western">
<span style="font-size: large;"><span lang="es-ES"><b>1.
</b></span><span lang="es-ES"><span style="font-style: normal;"><b>Zapatos
de ante azul</b></span></span></span></h2>
<span style="font-size: large;">
</span><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9Eyv1WAKcGzHnm1Ry7MkVMh-xC2R4K8xXaXh-pqC7MlsTjdNfN6QHd18762weVZ59AGJ1K1pgfPrQhvxgyrG_SFbzjKBcWZgOIWUpcIZSa1VGbsIsHRM6cTJXSW_HdE8lgL8wG9GVyXkU/s1600/ELVIS_Elvis_fan__3543510k.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="536" data-original-width="858" height="396" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9Eyv1WAKcGzHnm1Ry7MkVMh-xC2R4K8xXaXh-pqC7MlsTjdNfN6QHd18762weVZ59AGJ1K1pgfPrQhvxgyrG_SFbzjKBcWZgOIWUpcIZSa1VGbsIsHRM6cTJXSW_HdE8lgL8wG9GVyXkU/s640/ELVIS_Elvis_fan__3543510k.jpg" width="640" /></a></div>
<div align="justify" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: large;"><br /></span>
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><div align="justify" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: large;"><span lang="es-ES"> Ese
hombre sentado que ahora levanta su jarra de cerveza y la vacía de
un trago mientras con el pie derecho sigue el ritmo de </span><span lang="es-ES"><i>I
will survive</i></span><span lang="es-ES">,
que con voz arrastrada destroza un émulo de Gloria Gaynor sobre el
minúsculo escenario, se llama Elvis, así a secas, aunque algunos,
los que le conocen de más tiempo, le llaman a veces Chico Elvis, y
otros, los menos, Travolta o Toni Manero, porque dicen que se parece
a John Travolta, pero no tan alto, bastante más grueso y con menos
pelo. Hace apenas una hora interpretaba su versión de Z</span><span lang="es-ES"><i>apatos
de ante azul</i></span><span lang="es-ES">:
“una por la pasta,/ dos por el show,/ tres, prepárate,/ venga,
tío, voy...”, pero son las dos de un sábado y apenas hay
clientela, sólo dos parejas que hace tiempo que han apurado sus
copas y que no tienen pinta de consumir más, conque cuando termina
la diva –lánguidos aplausos-, él se levanta y dice: ¡Vamos a
cerrar! Los otros perezosamente lo imitan, se van, y él, como aún
tiene que esperar a que su acompañante de cartel se baje de sus
botas y se vista de calle, aprovecha y, mientras, retira los vasos,
vacía los ceniceros, limpia las mesas y barre un poco el piso.
Aquel, desde un cuarto de baño repleto hasta el techo de cajas de
cerveza le grita: Elvis, ¿que no hay gas?, y él: ¡Se acabó ayer!
Dúchate con agua fría, que no te vas a constipar, guapa. Y aunque
todavía queda bastante porquería en el suelo, sobre todo colillas y
tierra de la obra de al lado, que por mucho que barras se cuela por
todos los rincones, deja la escoba y se sienta de nuevo. ¡Date
prisa, no te me vayas a poner ahora estupenda, que es lo que me
faltaba! Tranquilo, solo es una duchita rápida y ya estoy. Una
duchita rápida y ya está; la madre que lo parió, dice Elvis, y al
cabo de unos minutos se levanta, coge una bayeta de detrás de la
barra y se pone a quitar el polvo al cuadro del Rey que hay pintado
en la pared del fondo, a la izquierda, junto al escenario. </span></span>
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><div align="justify" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: large;"> Él
no se ducha aquí, ya se duchará en casa si le apetece. Maqueado a
pesar del calor con su traje John Belushi, la camisa blanca y sus
botas de tacón cubano, casi siempre actúa con su ropa de calle, por
lo menos aquí, en "Las Cuatro Rosas"; en las galas de
Bolos es diferente, más festivo, como este Elvis de la pared, en
blanco y oro, perfilado en negro, un brazo en alto y el otro al
frente, como tendiendo el micrófono al público para que coree el
estribillo, but don´t you step on my blue suede shoes..., una pierna
parece mucho más corta que la otra, y las cejas..., se les ha ido la
mano con las cejas, ...anything that you wanna do. El tupé es lo que
más me gusta, y el rótulo que hay debajo de la pintura: "Elvis
Presley, el Rey". Lay off of my shoes... y en eso que sale Doli
y dice: Si le sigues frotando así, le vas a poner cachondo. Elvis se
da la vuelta; ya era hora, responde. Y la otra, qué culpa tiene una
si le gusta estar limpia y no ir por ahí oliendo a jamón.</span></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div align="justify" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: large;"> Doli
-abreviatura familiar de María Dolores- lleva un vestidito ceñido y
calza unas zapatillas del cuarenta y dos por donde asoma el antiguo
Manolo.</span></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div align="justify" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: large;"> -Venga,
cerrando- dice Elvis con voz desganada.</span></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div align="justify" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: large;"> En
la placeta no hay nadie. Ella despotrica contra la finca que están
construyendo. Elvis asiente con monosílabos. Luego ella se calla y
siguen en silencio hasta el Mercado. Allí Doli encuentra a una
conocida, y Elvis se despide y continúa solo. En la Bolsería pasa
por enfrente de un garito donde adolescentes embutidos en vaqueros y
camisetas alardean de atributos mientras beben cerveza y oyen música
de Los Rodríguez. Uno de ellos le grita: ¡Eh, Elvis! Él masculla
un insulto y sigue caminando, atraviesa la zona de bares y al poco ya
está en casa.</span></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div align="justify" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: large;"> Es
un tercero pequeño y mal ventilado, que huele a ambientador
revenido, sudor añejo, polvo y hierbas. En su comedor-salita-cocina
un hombre delgado de unos cuarenta y pico lee arrellanado en un
sillón de hule un artículo del "Muy Interesante". Elvis
saluda y antes de sentarse en el otro sillón coge una cerveza de la
nevera. ¿Qué tal la nueva infusión? -pregunta-. Ya ves –responde
el otro-. Pues sí que estamos bien. Y a ti, ¿qué? Bah, nada
especial, muy poca gente -dice, abre la lata de cerveza y bebe un
trago-. Oye, pero si estás empapado de sudor. Sí, es que de
momento, hasta que lleve los otros a que me los arreglen, solo tengo
el Viva Las Vegas y este... Los trajes se pueden entrar, pero no al
revés; tienes que hacerme caso, Chico, te sobran por lo menos diez
kilos. Ya, si lo tengo pensado, no creas. Un día de estos voy a
racionarme las birras. Sí, un día de estos. No te pongas borde
-concluye Elvis, y ya no se dicen nada más, uno vuelve a su revista
y el otro, a su cerveza, hasta que Elvis descubre un acuario sobre el
aparador donde antes se apilaban sus cintas de música. ¡Y esto!
–exclama- ¿qué es esto? ¿Dónde están mis cintas? Tranquilo,
están ahí, en el suelo, las he puesto en unas cajas de zapatos. Es
que he tenido que traerme unas pirañas porque últimamente en la
tienda están muy nerviosas y no comen nada, a ver si aquí puedo
sacarlas adelante. Ah, muy bien, pirañas, y te las traes a casa para
una cura de reposo. Pues espero que no les moleste la música. ¿Y
qué comen? Allí les damos liviano o cebo vivo. ¡Cebo vivo!
Bueno, eso es lo suyo; yo, de momento, lo estoy intentando con
trocitos de longaniza y mortadela, y parece que les va. Ah, cojonudo,
les alabo el gusto, porque eso es justo lo que iba a almorzar mañana.
Ahora para estar en paz supongo que tendré que freírmelas como
boquerones, porque ya he visto que la nevera está pelada. Claro,
como te ha dado pena dejártelas solas, las pobres, pues has dicho
para qué voy a ir a comprar si total es un día y además a Elvis le
va a venir fenomenal un poco de ayuno a ver si pierde algunos de esos
kilos que le sobran y se puede cambiar el traje que lleva. Tú, como
te puedes pasar con tus sopas de mijo y un poco de alpiste, pues no
hay problema, eh.</span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEbJzA_gBLLsXKTua1p4Sw8OtfN2MWzdJH-ARQQUdAYgg5lCPu1MfOidlgaJCnMWrRYryu4t7AQuZUx8asieJiONO__lJHm2zQEB5_Nzivsz9bzQnrlXAUyCPmIiYholxY3EQkCRmGOr-U/s1600/impersonator.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="490" data-original-width="237" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEbJzA_gBLLsXKTua1p4Sw8OtfN2MWzdJH-ARQQUdAYgg5lCPu1MfOidlgaJCnMWrRYryu4t7AQuZUx8asieJiONO__lJHm2zQEB5_Nzivsz9bzQnrlXAUyCPmIiYholxY3EQkCRmGOr-U/s320/impersonator.png" width="154" /></a></div>
<div align="justify" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div align="justify" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<style type="text/css">h2 { margin-left: 0.76cm; text-indent: -0.76cm; margin-top: 0.42cm; text-align: center; text-decoration: underline; }h2.western { font-family: "Liberation Sans", sans-serif; font-style: normal; }h2.cjk { font-family: "Noto Sans CJK SC Regular"; font-size: 14pt; font-style: italic; font-weight: normal; }h2.ctl { font-family: "FreeSans"; font-size: 14pt; font-style: italic; font-weight: normal; }p { margin-bottom: 0.25cm; line-height: 120%; }</style>Ricardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7436002424561408843.post-14884679610891495072018-02-26T14:25:00.000-08:002018-02-26T14:25:25.043-08:00Lecturas adolescentes<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWqyP7rPytxei2sjtoTqZKA-_0T_TzbVEvJ5WzIOzViAnQtMD2ThN94Syj07WyLr9E9wPA5uyW2Z9OL9O9agu6L1D_5sucSRPYmwZkISfLAh4X75wXOMQsmrhaZzZwhLax7ChE-jtqwNKC/s1600/the-lonely-reader-tatyana-tomsickova.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="600" data-original-width="900" height="425" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWqyP7rPytxei2sjtoTqZKA-_0T_TzbVEvJ5WzIOzViAnQtMD2ThN94Syj07WyLr9E9wPA5uyW2Z9OL9O9agu6L1D_5sucSRPYmwZkISfLAh4X75wXOMQsmrhaZzZwhLax7ChE-jtqwNKC/s640/the-lonely-reader-tatyana-tomsickova.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Sí, ya sé que ese lector no es un adolescente, pero denle tiempo. Además, me encanta esta foto de Tatyana Tomsickova</td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Dentro de la jerga didáctica, muy rica en tecnicismos, eufemismos y
estupideces -categoría ésta que a menudo implica a las anteriores-, uno
de los casos más logrados de estulticia es la expresión "libro de
lectura". El término parece sugerir otros usos habituales de ese objeto.
Por ejemplo: "libro arrojadizo", "libro de equilibrios", "libro de
exhibición" o "libro de intimidación"..., es decir, libro de lo que sea o
para lo que sea, menos para leer. Pero no, ya digo que se trata de una
expresión jergal; vaya, que se le puede perdonar la redundancia a cambio
de un matiz. Esto lo sabe cualquiera: el libro de lectura se opone al
libro de texto, que es más serio y sirve para estudiar las lecciones. El
complemento preposicional "de lectura" cumple entonces dos usos: uno de
tipo especificativo, que nos remite a su significado concreto (ese
libro que manda el profesor de lengua cada evaluación y del que suele
poner un examen -al que se denomina con toda propiedad "examen de
lectura" (a veces también "control de lectura", que asusta menos)- o bien
del que pide un resumen. Y otro uso mnemotécnico, muy importante: el de
recordar a los alumnos que lo que tienen que hacer con ese libro es
leerlo y no otra cosa. Por lo general, es el cumplimiento de ese
cometido lo que nos suele preocupar a los profesores y a las
editoriales. De ahí que haya triunfado una expresión tan tonta. Pero lo
peor de esto no es que lastremos la lengua con tanta ganga. Intentaré
explicarlo.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">El otro día me viene un vecino y me pregunta si
tenía por casa alguna adaptación de "La vuelta al mundo en ochenta
días", que era el "libro de lectura" de su hijo en la segunda
evaluación. He de aclarar que su hijo es un zamarro de 13 años que ya
hace tiempo que se afeita. Le dije que me parecía que guardaba por algún
cajón un vídeo de los dibujos animados de Willy Fog, pero no era eso lo
que buscaba. Al menos, no tanto. Él lo que quería era una adaptación:
"ya sabes, para chavales". ¿Pero qué es lo que hay que adaptar en una
novela de Julio Verne? Cuando yo era pequeño leíamos las novelas de
Verne, las de Salgari, Jack London, Stevenson, incluso las de Karl May, y
no nos hacía falta ningún ajuste. Ahora bien, no había nadie que
temiera que el esfuerzo empleado en la lectura pudiera causarnos un
esguince cerebral. Y, lo que es más importante, nuestros padres no se
torturaban con un sentimiento de culpabilidad si nos aburríamos en casa.
En cambio, los niños de hoy, apenas insinúan su primer bostezo, ya
tienen a los suyos corriendo a apuntarles a clases extraescolares de
gaita. ¡Que se aburran los otros! parece ser el lema. Los de las
editoriales, que a veces también son padres, se han aplicado con denuedo
en la batalla contra la gran lacra y se han lanzado a adaptar todo. La
receta es fácil: lo primero es quitar un montón de páginas, cuantas más
mejor. Luego cambian las descripciones por ilustraciones, reducen los
diálogos, eliminan las digresiones, simplifican la trama y quitan las
palabras que puedan requerir una búsqueda en el diccionario. A cambio de
todo esto, te adjuntan después del texto un "dossier didáctico". El
éxito que han tenido con esta maniobra ha sido de tal envergadura, que
ha dado pie a la creación de una subliteratura para alumnos de
instituto. Sus características son las mismas de las adaptaciones que
digo, pero aquí no se dedican a asesinar obras ajenas, sino que son
engendros propios, que muchas veces pretenden colar en los institutos
con la añagaza de los temas transversales -es decir, con las buenas
intenciones-.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRSPLrWwZUvyzrZiAjVux3YrV3j2kOTAO9JYtajazTwAlHwPKjFLwzS5oMn7Ybt8PKtU4jKjsgIjuI1NHBDTllVyS0rznPt5kjpXZGVRSUeq20zZ6jP-K8f9tSCWDD1A4u5VNpF5uJQ2ir/s1600/800_9788491221760-la-vida-es-sueno.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1159" data-original-width="800" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRSPLrWwZUvyzrZiAjVux3YrV3j2kOTAO9JYtajazTwAlHwPKjFLwzS5oMn7Ybt8PKtU4jKjsgIjuI1NHBDTllVyS0rznPt5kjpXZGVRSUeq20zZ6jP-K8f9tSCWDD1A4u5VNpF5uJQ2ir/s400/800_9788491221760-la-vida-es-sueno.jpg" width="275" /></a></span></div>
<span style="font-size: large;">Por supuesto</span><span style="font-size: large;"> que hay excepciones. La semana pasada mi amigo Luis Lajara me invitó al acto de presentación de la colección de clásicos "<a href="https://www.loqueleo.com/es/libros/edad/14">Loqueleo</a>" de la editorial Santillana en Valencia. Allí el profesor y escritor Fernando J. López nos sorprendió con un discurso lleno de gracia y sentido común en el que reivindicó la actualidad de nuestros clásicos: "La Celestina", "Lazarillo de Tormes" "La vida es sueño", "Rimas y Leyendas", "Luces de bohemia"... ¡Sin adaptar! Con toda su complejidad y su riqueza, editadas con mimo y elegancia, pero, sobre todo, con respeto hacia los profesores y hacia los alumnos. A los primeros, por apostar por nosotros como transmisores de la lección de humanismo que enseñan los clásicos; y a los alumnos, por presuponerles la inteligencia y la inquietud para aceptar el desafío. </span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Por todo ello, cuando los planes de estudio han ido acorralando la literatura en los márgenes del currículum, estas propuestas clásicas de "Loqueleo" nos dan herramientas y esperanzas en nuestra batalla contra la infantilización de la enseñanza secundaria. </span></div>
Ricardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7436002424561408843.post-35374543771194278322017-12-25T14:50:00.000-08:002017-12-26T01:51:08.483-08:00Crónicas de Jerusalén, de Guy Delisle<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUhkv92J-Fob6jyGtDIGyBQOc6IFCeE75ObNz3-i9yCPquRgP76b-Z2jq6zhyphenhyphenZpp-xMR6DgbAK6qRWX09yK-4TA6fERxGHUaIFoHKqWif_sKOf1BWkpfrce7QC85HHHYXyPn157BGelhqU/s1600/guy.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="862" data-original-width="1536" height="358" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUhkv92J-Fob6jyGtDIGyBQOc6IFCeE75ObNz3-i9yCPquRgP76b-Z2jq6zhyphenhyphenZpp-xMR6DgbAK6qRWX09yK-4TA6fERxGHUaIFoHKqWif_sKOf1BWkpfrce7QC85HHHYXyPn157BGelhqU/s640/guy.jpeg" width="640" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Para cualquier aficionado al cómic la gran referencia gráfica sobre el conflicto entre israelíes y palestinos es "Palestina", de <a href="http://www.publico.es/culturas/joe-sacco-quiero-dar-voz.html">Joe Sacco</a>, escrita entre 1991 y 1992 como una indagación que diera respuestas a un presente cargado de miedos, inseguridades, injusticias y agravios a través de la yuxtaposición de los relatos de diferentes protagonistas. El resultado, al igual que el de otros trabajos suyos, fue un álbum de poderoso contenido político en el que se constataba el doloroso contraste entre los intereses del individuo y los del estado, especialmente cuando el primero era palestino y el segundo israelí.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Esta <a href="http://astiberri.com/products/cronicas-de-jerusalen">"Crónica de Jerusalén"</a>, de Guy Delisle, es muy distinta ya desde el título, que no implica ni simpatía ni juicio, simplemente nombra la ciudad que fue escenario durante un año de una experiencia personal despojada de cualquier heroísmo (de agosto de 2008 a julio de 2009). Se podría decir que el título es una declaración de intenciones ética y estética. Lo primero, porque la crónica es género mixto entre la información y la opinión; y lo segundo, por la ausencia de prosopopeya y por esa exigencia de precisión y economía que caracteriza al texto periodístico. Delisle no busca contar el gran relato de Jerusalén ni rastrear la genealogía del conflicto; él nos narra con sencillez la experiencia en aquella ciudad a la que acude como marido de una médico de la ONG "Médicos Sin Fronteras" con los hijos de ambos. De hecho esta circunstancia no aparece como una mera información de contexto, sino que supone una parte esencial del cómic, de modo que la crónica discurre paralela al diario, incluso supeditándose a este, puesto que la organización narrativa depende en primer lugar de la ordenación cronológica mensual; y, en segundo, de una selección de vivencias personales donde se intercala lo cotidiano con lo público, especialmente con aquello que a cualquier turista occidental le resultaría curioso (por su interés histórico, religioso, artístico o antropológico), absurdo (por la diferencia de usos, normas y costumbres) o injusto (por las maneras de gestionar las diferencias).</span><br />
<span style="font-size: large;"> Veamos un ejemplo: el mes de septiembre. Está dividido en ocho escenas, cada una con su correspondiente título:</span><br />
<span style="font-size: large;">1: Ramadán; 2: Qalandia; 3: Logística del día a día; 4: La calle Jaffa; 5: El asentamiento de enfrente; 6: Un festival de festivales; 7: En el parque; 8: Psicología de barra. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> En "Ramadán" subraya lo llamativo de los adornos navideños en las fachadas de las casas de los musulmanes y la inactividad de estos durante el día. Son pinceladas costumbristas típicas de una guía de viajeros. De detalles así el álbum está lleno. A veces, incluso, las viñetas se llenan de imágenes que parecen una sucesión de tarjetas postales. Las de Petra, en Jordania, o las del fin de semana en Acre representan por su acumulación uno de los ejemplos más notables. En ellos se aprecia el talento de Delisle en las panorámicas de contenido arquitectónico, en las que sorprende la expresividad que consigue con unas descripciones tan sintéticas.</span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtKF1I9K7n1J_heWIQQn1t02aF1MxFZeBglz4ZZYoDMuOOIynJG2m8pou_f9WY_v081BYQaERb0w9Pz76zlP_JnR16550FMfSLdN9pSkiXfO4I7gq-OpH20e8o911sk0GvWnvYq3I0-byl/s1600/jerusalem-chronicles-guy-delisle-header.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="298" data-original-width="620" height="305" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtKF1I9K7n1J_heWIQQn1t02aF1MxFZeBglz4ZZYoDMuOOIynJG2m8pou_f9WY_v081BYQaERb0w9Pz76zlP_JnR16550FMfSLdN9pSkiXfO4I7gq-OpH20e8o911sk0GvWnvYq3I0-byl/s640/jerusalem-chronicles-guy-delisle-header.jpg" width="640" /></a></span></div>
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtvYc6xKOIxskRhSNEfdHbTfLcE416RboLX_230hOZ3ZVxdRcSCwrtOZs_XBvrK3qkL_C1C0B77t5QbUOPxdEi6uwcykb1QEzYYRrV1pAx6HpSulJg_aYGYDXEbZe4RO6tMOF9uEA2tj7b/s1600/20171226_101649-1.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1352" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtvYc6xKOIxskRhSNEfdHbTfLcE416RboLX_230hOZ3ZVxdRcSCwrtOZs_XBvrK3qkL_C1C0B77t5QbUOPxdEi6uwcykb1QEzYYRrV1pAx6HpSulJg_aYGYDXEbZe4RO6tMOF9uEA2tj7b/s200/20171226_101649-1.jpg" width="168" /></a><span style="font-size: large;">Esa capacidad de síntesis alcanza su mayor expresión en el dibujo de los personajes, en especial en el del propio autor, deliberadamente alejado del retrato realista y que recuerda tanto a aquel perro aplastado que fue mascota de Barcelona 92. </span><br />
<span style="font-size: large;"></span><br />
<span style="font-size: large;"></span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyf6XDIocLuFR8yGKBqNgz6kalvPXteZXymmE44y0EkX7jYI1EZFlzJj09H9sP7fdoga6eC6Swdi0DxYoq7-V-v-vP9g3GeMGTvpXXc2ySgPYbxHrBd6Uq8kH4k4SSDCsAC4DyPuB2cxOE/s1600/Cobi.png" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="451" data-original-width="451" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyf6XDIocLuFR8yGKBqNgz6kalvPXteZXymmE44y0EkX7jYI1EZFlzJj09H9sP7fdoga6eC6Swdi0DxYoq7-V-v-vP9g3GeMGTvpXXc2ySgPYbxHrBd6Uq8kH4k4SSDCsAC4DyPuB2cxOE/s200/Cobi.png" width="200" /></a></div>
<br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbGl8lLaUDK4pQruGLkl5vZAJmTnN18vrjKEkZy8UHo38m974k9PAh5x95hKPMm8GQvbbmCWZIDIvEEZVJg6inryHo8dAtXUpNYFcvwqTIDFEofkAZexFNppq7xwPuY6x8qnKjRYRKPFKh/s1600/jerusalem-mur38-small.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="346" data-original-width="450" height="246" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbGl8lLaUDK4pQruGLkl5vZAJmTnN18vrjKEkZy8UHo38m974k9PAh5x95hKPMm8GQvbbmCWZIDIvEEZVJg6inryHo8dAtXUpNYFcvwqTIDFEofkAZexFNppq7xwPuY6x8qnKjRYRKPFKh/s320/jerusalem-mur38-small.jpg" width="320" /></a> En "Qalandia", el objeto de atención son los obstáculos que plantea el muro a los palestinos. Esta es la escena más larga del mes, porque el muro es como una enorme cicatriz que marca la vida de todos los habitantes de la región (sobre todo si son musulmanes). Por eso su protagonismo se repite a lo largo de otros meses y otras escenas. En realidad Jerusalén es una ciudad de muchos muros: antiguos, recientes, unos de cemento, otros de piedra, unos de palabras, otros de silencio, pero todos de lamentaciones. Y, poco a poco, Delisle nos los va enseñando conforme él mismo los va descubriendo, porque el cómic es en gran medida la historia de su gestación, de modo que él es el protagonista de la mayor parte de las viñetas, con mucha frecuencia en posición de dibujante, conformando así un metarrelato en el que aquí y allá leemos comentarios como los que siguen:</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-yDR6qrXeUVtsgNXPwVqz540LqXDLNwM62Afc7MN2iw8ftBviv0lQPYbo7E32yPAvs4Je-bKIhbWkPat7z_W-5m-1mmyaRKUzhSo_Iudi_HoNO_vTdW-7PoH_H95TniBcrpQpvRwF0uRw/s1600/20171225_122057-1.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1600" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-yDR6qrXeUVtsgNXPwVqz540LqXDLNwM62Afc7MN2iw8ftBviv0lQPYbo7E32yPAvs4Je-bKIhbWkPat7z_W-5m-1mmyaRKUzhSo_Iudi_HoNO_vTdW-7PoH_H95TniBcrpQpvRwF0uRw/s200/20171225_122057-1.jpg" width="200" /></a>-En la ciudad vieja hay mucho que ver. Hoy dibujaré un especial "lugares sagrados". (página 68) </span><br />
<span style="font-size: large;">-Tengo la impresión de no dar el tipo como reportero. ¿Qué huevos voy a contar? (página 120)</span><br />
<span style="font-size: large;">-Mientras dibujo un viejo olivo de 2000 años que había visto a Jesús pegar la oreja a un centurión, la ciudad se paraliza. (página 245) </span><br />
<span style="font-size: large;">-El mejor momento de la semana es cuando cojo el coche y salgo en busca de algo que dibujar (página 286)</span><br />
<span style="font-size: large;"> En muchas páginas la ordenación cronológica lleva a situaciones cotidianas que podrían ser perfectamente prescindibles, como en la tercera secuencia de esta serie: "Logística del día a día", que es una sucesión de labores domésticas y de intendencia familiar; pero a renglón seguido, en la cuarta secuencia -"La calle Jaffa"- una mera salida con su hijo para comprar zapatos le lleva a recordar un atentado de un palestino que arremetió con su excavadora contra civiles en esa concurrida calle, una de las más importantes de Jerusalén. <i>Balance del atentado: 3 muertos y 46 heridos. </i>La ciudad está llena de esas heridas de guerra; todo el país lo está, incluso el desierto: un tanque abandonado en la arena, casas derruidas, colonias levantadas en territorios ocupados, beduinos cuyos caminos son bloqueados por el ejército israelí, niños que caminan dos horas para ir al colegio y que son apedreados por los colonos... Y luego, en el mes de enero, la "<a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Conflicto_de_la_Franja_de_Gaza_de_2008-2009">operación plomo fundido</a>" contra los territorios palestinos de Gaza, donde la renuncia de Delisle a acompañar a un grupo de periodistas a una colina próxima para contemplar los horrores a los que se ve sometida la ciudad por la aviación israelí deja la elocuencia de su testimonio más en el texto que en el dibujo: <i>7 ENE. Más de 40 ataques aéreos sobre Gaza durante toda la noche, una escuela de la ONU bombardeada y más de mil víctimas</i> (página 165). </span><br />
<span style="font-size: large;"> La presencia de los colonos judíos en territorio palestino es el tema de
la quinta secuencia del mes de septiembre (te recuerdo -más para
justificar mi desorden que para atraer tu atención- que, aunque me
refiero también a viñetas y situaciones de un ámbito más general, estoy
explicando la distribución y contenido de las de ese mes). </span><br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGyZYxZF8dV5JsjY_95NMPQp4_SQzCkeo-n5-awfts-HICyw43VHegrf3BHP21JBkufj8c9j4KME8Y4CFgqot9l4JogR2r-wRYj3z40GCDCWx7fT8ov-_uskTnml72H0_E3vYrIdwlprd1/s1600/20171225_213120-1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="846" data-original-width="1600" height="337" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGyZYxZF8dV5JsjY_95NMPQp4_SQzCkeo-n5-awfts-HICyw43VHegrf3BHP21JBkufj8c9j4KME8Y4CFgqot9l4JogR2r-wRYj3z40GCDCWx7fT8ov-_uskTnml72H0_E3vYrIdwlprd1/s640/20171225_213120-1.jpg" width="640" /></a></span></div>
<br />
<span style="font-size: large;"> Su título, "El asentamiento de enfrente", avisa ya de la proximidad con los barrios de Jerusalén oriental, los habitados por musulmanes, donde reside Delisle. De ahí que en sus vivencias en la ciudad -y, por ende, en su relato- abunden las situaciones molestas, trágicas, paradójicas o injustas derivadas de la ocupación. Aquí simplemente se constata esa circunstancia, se subraya el hecho de que hay mucho civil judío que va armado y se presenta como una contradicción el que unas mujeres musulmanas vayan a comprar al supermercado del asentamiento. Pero hacia el final del álbum se nos da cuenta de otras mucho más graves. En el capítulo "Plic ploc", situado en el mes de junio, se produce una de esas situaciones tan apreciadas por Delisle en la que lo cotidiano, lo aparentemente banal, desemboca en lo político: el dibujante se queja a su casero de la escasez de agua en su apartamento. Se produce entonces el siguiente diálogo:</span><br />
<span style="font-size: large;"><i>-Es porque el agua nos llega desde Ramala por la antigua canalización jordana.</i></span><br />
<span style="font-size: large;"><i>-¡No lo entiendo! Hay una torre de agua justo ahí arriba.</i></span><br />
<span style="font-size: large;"><i>-Eso es para los asentamientos, no para nosotros. Pagamos los mismos impuestos que ellos, pero no tenemos derecho. Es como la recogida de basuras. La pagamos, pero no recibimos el servicio.</i></span><br />
<span style="font-size: large;"> Por contra, donde lo cotidiano se queda en lo particular es en la siguiente secuencia -"Un festival de festivales"-, que solo añade unas páginas al álbum que nos informan del celo profesional de los empleados del servicio de seguridad de AL.</span><br />
<span style="font-size: large;"> Otra situación temática que se repite con cierta frecuencia es la que nos presenta en la secuencia nº 7, "En el parque": el paso de un puesto de control policial en una de las muchas fronteras que llenan el país. Primero es el miedo de los policías ante una musulmana que puede resultar una terrorista kamikaze; luego, el miedo de la mujer, a la que obligan a desnudarse. Falsa alarma. Pero el miedo es muy real y permanece. En ese contexto, las viñetas de unos niños judíos ortodoxos jugando en el parque con unos niños musulmanes se agradecen como imágenes de confianza y optimismo. Más adelante veremos que esos sentimientos se refuerzan cuando Delisle da el protagonismo a los miembros de la organización israelí "Breaking the silence" (página 279-284), formada por <i>soldados veteranos que han decidido "romper el silencio" del ejército para dar a conocer la situación de los territorios ocupados tal y como la vivieron</i>. </span><br />
<span style="font-size: large;"> Por último, en "Psicología de barra", acompañamos a Delisle a una reunión de psicólogos donde se ha debatido, entre otras, la cuestión de...</span><br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikBi3Mc5CvayaDDFTHIKF5Zj8FL7PWNv5ZFIb2ErkqDLOe2IaAVIFKLYe-QPw70cPVE8RVwZQJC_fCx2mLO0kbwepmWe5KcqggyuofjWhAj5kYShTFz5CGiPofUjR0nKdVTJPWTI-zE0wh/s1600/20171225_222111-1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1147" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikBi3Mc5CvayaDDFTHIKF5Zj8FL7PWNv5ZFIb2ErkqDLOe2IaAVIFKLYe-QPw70cPVE8RVwZQJC_fCx2mLO0kbwepmWe5KcqggyuofjWhAj5kYShTFz5CGiPofUjR0nKdVTJPWTI-zE0wh/s320/20171225_222111-1.jpg" width="229" /></a></span></div>
<br />
<span style="font-size: large;"> No se dice de dónde han salido esos psicólogos, dónde han estudiado, qué han fumado o qué han bebido durante la reunión, pero Delisle, tan acostumbrado en sus viajes (y en sus álbumes) a lidiar con las mayores estupideces cotidianas, se desmarca de esa afirmación y deja en entredicho la perspicacia clínica de sus anfitriones. </span><br />
<span style="font-size: large;"> He leído alguna crítica a "Crónicas de Jerusalén" en la que se echa en cara a Delisle su parcialidad hacia los palestinos y en contra de los judíos, pero no me parece justo plantearlo así. Sus viñetas más comprometidas son testimonio de una realidad muy dura que a muchos no gustará, pero criticarlo por ello es lo mismo que culpar al periodista de la noticia incómoda que no nos conviene que se conozca. </span><br />
<br />
<br />
</div>
Ricardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7436002424561408843.post-393904605922004782017-11-01T07:00:00.000-07:002017-11-01T07:02:50.818-07:00Historia de la gandulería literaria (1)<br />
<div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEigcwSiBRt-JO0GMca_bHUUsoNtXBzEMyrlich6o5yLb_PqVmAl4AigNrgqFidllqcJad8YRYiif8CttsTydm7YY5Z3F07n1CrW55a2nrTBm5Yz1R4pcV5vsW0R6sxS3juMR6zZfLOJr_GU/s1600/doncelsiguenza_facebook.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="403" data-original-width="843" height="304" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEigcwSiBRt-JO0GMca_bHUUsoNtXBzEMyrlich6o5yLb_PqVmAl4AigNrgqFidllqcJad8YRYiif8CttsTydm7YY5Z3F07n1CrW55a2nrTBm5Yz1R4pcV5vsW0R6sxS3juMR6zZfLOJr_GU/s640/doncelsiguenza_facebook.jpg" width="640" /></a></span></div>
<br />
<br />
<span style="font-size: large;"> A veces me tienta la idea de escribir una historia de la literatura a
través de las semblanzas de sus personajes y autores más gandules, pero
la amplitud de la nómina asusta y, aunque tengo algunos folios de
índices, tablas y esquemas, me falta fuelle para tanta historia:
demasiados vagos, demasiados abúlicos, demasiada molicie... Como decía
Bartleby, uno de los capitanes más subversivos de toda la haraganería,
"preferiría no hacerlo". </span></div>
<div style="border-color: currentcolor; border-style: none; border-width: medium; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
Apenas un par de generaciones atrás la gente estaba más avisada sobre
esa carcoma de la voluntad que transita desde las páginas de las novelas
hasta una región ignota del córtex cerebral. La lectura de ficción era
asunto de señoritas y, a menudo, una actividad furtiva. Los casos de don
Quijote y de Emma Bovary, si bien sublimes en lo literario, eran
ejemplos vivísimos de los efectos secundarios de la lectura. Baltasar
Gracián lo supo ver bien, por lo que desaconsejaba la de Cervantes,
aduciendo que era cosa de pimpollos, lo mismo que silbar, tocar la
guitarra, vestir jubón verde o hablar francés.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9OESh_jRD9dKXn3b9OXq6qOqLIjLkS9rcy7BaktvwZPQnoAcmk_Tv649zXd03WW0ugg-9eHfb9pSBbPDbnrnVtQ0yt29iEto1a57VSM4G_PvmiibTgK99PZKnJoEwOE4CnZYTUJwlZgA7/s1600/DE+XAVIER+DU+MAISTRE.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="600" data-original-width="450" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9OESh_jRD9dKXn3b9OXq6qOqLIjLkS9rcy7BaktvwZPQnoAcmk_Tv649zXd03WW0ugg-9eHfb9pSBbPDbnrnVtQ0yt29iEto1a57VSM4G_PvmiibTgK99PZKnJoEwOE4CnZYTUJwlZgA7/s400/DE+XAVIER+DU+MAISTRE.jpg" width="300" /></a></span></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-size: large;">Él hubiera preferido que le sacaran sentado </span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-size: large;">En tiempos de Goncharov ya no se llevaban jubones, sino levitas, y
aunque no me consta que en el ropero de Oblómov las hubiera de ese
color, queda fuera de duda que hablara francés y, lo que es peor, que su
posición más frecuente en la vida fuera la de una horizontalidad
silbante. Con todo es justo reconocer que su holgazanería no le viene de
su afición a las novelas, sino de su casta nobiliaria. Por lo cual nos
resulta ajena y, desde luego, mucho menos perniciosa que la
del autor del que voy a hablar hoy.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> <b><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Xavier_de_Maistre"> Xavier de Maistre</a></b> (1763-1852), saboyano de nacimiento y ruso de
adopción, fue militar, pintor y novelista, y debe su fama literaria al "<a href="http://www.funambulista.net/2009/viaje-alrededor-de-mi-habitacion/"><span style="color: blue;"><b>Viaje alrededor de mi habitación</b></span></a>",
que escribió durante un arresto domiciliario a consecuencia de un
duelo. Se trata de una apología peligrosísima del enclaustramiento que,
si no fuera porque hoy casi nadie lee, debería estar prohibida. A
diferencia de la de Oblómov, que ya ve el lector que le va a abocar a la
ruina y a una soledad triste, la holgazanería del protagonista del
"Viaje..." deviene en una felicidad paranoide y un punto esquizofrénica.
Además, no contento de convencerse de que su reclusión es un chollo, el
hombre pretende no solo que el lector se lo crea, sino que lo imite
-sin tener necesariamente para ello que pasar por el trámite engorroso
de meterle un balazo a fulano de tal en un duelo-. Dice: "Estoy seguro
de que cualquier hombre sensato adoptará mi sistema, cualesquieran que
sea su carácter y su temperamento [...]; en la inmensa famila de los
hombres que hormiguean por la superficie de la Tierra, no existe ni uno
(me refiero a los que viven en habitaciones) que pueda, tras leer este
libro, rechazar la nueva manera de viajar que introduzco en el mundo.
[... ] ¡Qué todos los desgraciados, los enfermos y los hastiados del
universo me sigan! ¡Que todos los perezosos se levanten en masa!" (cito
de la traducción de Puerto Anadón en la extraordinaria edición de <a href="http://www.funambulista.net/"><b><span style="color: blue;">Funambulista</span></b></a>)</span><br />
<span style="font-size: large;"> </span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgYLZp0VGR9_3698YooiNCGy37C3Thxzr8Ussniwk634VMzwua0pdgYXdJEZTX-efJQv09TkBIG_ZAxbbfk5WudICdShXOYcT058h_6buF6Fd2o_j77y-_EoBh5TgLg0udB1EpVlc7IzLN6/s1600/scan10097-12001.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="413" data-original-width="242" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgYLZp0VGR9_3698YooiNCGy37C3Thxzr8Ussniwk634VMzwua0pdgYXdJEZTX-efJQv09TkBIG_ZAxbbfk5WudICdShXOYcT058h_6buF6Fd2o_j77y-_EoBh5TgLg0udB1EpVlc7IzLN6/s320/scan10097-12001.jpg" width="187" /></a></span></div>
<span style="font-size: large;">
Diríase que uno lee esto y lo que le nace es calarse el salakof y
aventurarse por el pasillo de su casa en dirección a la cocina, a ver si
tiene suerte y puede emular una de las grandes aventuras vividas por de
Maistre: aquélla en la que durante una intrépida preparación de
tostadas logró quemarse la mano con la tenaza de sujetar el pan.</span><br />
<span style="font-size: large;">
A quien no haya leído el "Viaje..." tal vez le parezca un asunto menor,
puede que hasta cómico, pero ahí está el meollo de la concepción
dualista del hombre según de Maistre: "He notado, por diversas
observaciones, que el hombre está compuesto por un alma y una bestia
[...], la una tiene el poder legislativo y la otra el poder ejecutivo,
pero esos dos poderes se contrarían a menudo. El gran arte de un hombre
de genio es saber educar bien a su bestia para que pueda ir sola,
mientras que el alma liberada de esa penosa relación, puede elevarse
hasta el cielo". Teoría que resulta utilísima para explicar, por
ejemplo, el incidente de la tostada: "mientras mi alma viajaba, he aquí
que un tronco ardiendo rueda por el hogar: mi pobre bestia echó la mano a
las tenazas, y yo me quemé los dedos". Es como se ve una dualidad que
recuerda a la del Doctor Jekill y Mr Hyde, de Stevenson, pero lo que
allí es muerte y sexo, aquí café con leche y tostadas.</span><br />
<span style="font-size: large;"> Aún
otra circunstancia convierte en extraordinario ese episodio (y de paso
me mata de envidia): que durante los cuarenta y dos días que dura el
viaje es quizás el único acto que se relaciona con la necesidad y el
trabajo. Es decir, mucha alma y poca bestia. Apenas se sienta hoy uno en
cualquier rincón a escribir cuatro líneas, cuando ya le asaltan las
urgencias: hay que sacar al perro, se ha acabado el detergente para la
lavadora, no hay nada para cenar en la nevera, la bombilla del pasillo
está fundida... Pues nada de eso asoma por allí. ¡Cuánto costará a algún
buen lector encontrar antes del realismo alguna frase del estilo "me
voy a trabajar, que llego tarde"! La única referencia de este estilo que
aparece en esta obra de de Maistre es ofensiva. Estaba reposando de no
se sabe qué el viajero en su butaca, cuando un mendigo llama a la puerta
para pedir limosna, la perrita empieza a ladrar, aquél se sobresalta,
cae de la butaca, hace acopio de fuerzas, se levanta e increpa así al
mendigo: <i>"¡Vago! ¡Id a trabajar!</i> (apóstrofe execrable, inventado por la cruel riqueza)".</span><br />
<span style="font-size: large;"> En el artículo sobre <a href="http://www.zapatosdeanteazul.com/2011/03/goncharov.html"><b><span style="color: blue;">Goncharov</span></b></a>
ya leímos que la extraordinaria pereza tenía contrapartida: "Oblómov" y
"El mal del ímpetu". En de Maistre ocurre igual, "El viaje alrededor de
mi cuarto" y "La joven siberiana". El enclaustramiento por un lado y
Siberia por otro. </span><br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<span style="font-size: large;"> </span></div>
Ricardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7436002424561408843.post-69553923095334983492017-09-30T17:11:00.000-07:002017-09-30T17:11:09.477-07:00"Ánima": Wajdi Mouawad en el laberinto<div style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqk9E8g2OKP-ZIyku5eREIONZR1W6azpXMi5EzMN3jfGBw_-Lik1AjWhQ19vS4SlMLMNF9JVPSOF8E42Tx-MTcyfBJ4VczsDK7aPAvnCzUNy7h9oV5YrYf-TiJ6fooVOONoVxOmQTIOEO5/s1600/Wajdi-Mouawad-Avignon-2009_0_1400_931.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="931" data-original-width="1398" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqk9E8g2OKP-ZIyku5eREIONZR1W6azpXMi5EzMN3jfGBw_-Lik1AjWhQ19vS4SlMLMNF9JVPSOF8E42Tx-MTcyfBJ4VczsDK7aPAvnCzUNy7h9oV5YrYf-TiJ6fooVOONoVxOmQTIOEO5/s400/Wajdi-Mouawad-Avignon-2009_0_1400_931.jpg" width="400" /></a></div>
<span style="font-size: large;">De "ánima" a "animal" solo hay una ele, la letra que representa el esquema del laberinto, un espacio tortuoso, entre lo geográfico y lo simbólico, por el que el lector de la novela de Wajdi Mouawad sigue a Wahhch Debch, un perdedor sin gloria de la estirpe de esos inocentes de Patricia Highsmith que buscando el bien o, al menos, lo conveniente se adentran cada vez más en la tragedia. Como en su obra de teatro "Incendios" ese laberinto trágico conduce a la revelación identitaria al modo de Edipo, y como en aquella el lector se ve sacudido con una fuerza inaudita, al punto de que su lectura es también un ejercicio físico: estómago encogido, sudores, taquicardia... <i>¿Pero qué bestia se esconde dentro de ese hombre? </i>-se pregunta una <i>Tegenaria doméstica</i>, la araña narradora de uno de los capítulos; y un poco más abajo sentencia: "Nadie para ver lo que había que ver", que es precisamente lo que justifica la pluralidad zoológica de los narradores de la novela: una gaviota, un zorro, un perro, un caballo, una mofeta, una hormiga, un cerdo, una mariposa... Son a veces animales de testimonio objetivo, describientes, captadores de conversaciones; a veces impresionables, reflexivos, opinantes, incluso poéticos: "Somos el polvo antiguo de la inocencia olvidada" dice una <i>Lampyris noctiluca</i> (luciérnaga) antes de vaticinar una profecía relativa a ese protagonista, Wahhch Debbch, objeto del asombro de los animales del mismo modo que podría serlo el diluvio en el relato de los pasajeros del arca de Noé.</span><br />
<span style="font-size: large;"> Es un laberinto extraño el que propone Wajdi Mouawad. Extraño y peligroso. Por un lado uno se ve a las primeras de cambio en una novela negra, tras las huellas de un asesino psicópata; al poco se sorprende por esa pluralidad narrativa animal, que acepta como una mera originalidad, quizás con desdén, pues ve en ella diferentes disfraces para el mismo narrador. Pero avanza la lectura por carreteras y moteles, las páginas se llenan de pistas macabras, uno no sabe ya si se trata de una búsqueda o de una huida, y entonces descubre que está quizás en una antifábula: la manera en que en ella se relacionan los papeles del hombre y del animal forman parte de la experiencia lectora, de modo que dejo ahí la palabra y que cada cual descubra su alcance. Mi propósito aquí no es guiar a nadie en el laberinto, sino invitarlo a entrar.</span><br />
<span style="font-size: large;"> He tardado más de un mes y medio después de su lectura en ponerme a escribir sobre ella. El desconcierto emocionado que me produjo me impulsaba más a hablar del entusiasmo que a buscar sus causas. Hoy puedo ver el armazón de novela negra, sencillo y eficaz como el de un best-seller, por debajo de una tragedia griega que es también canadiense, libanesa y, por desgracia, dolorosamente próxima. Entiendo que el dilema de Wahhch es el mismo que el de la madre en "Incendios", y que la búsqueda de los dos hermanos en esa obra es la misma que la de aquel en esta. Hoy veo en los tres el desdoblamiento del propio autor, Wajdi Mouawad, y comprendo que su herida no nos es ajena ni en el dolor ni en su causa. Y esta comprensión me perturba.</span><br />
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<span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9lH2CZPFnSFFeeEewpbj9LxWuKCwal8WShnQYGDTlDQ4TJNCzlm-AjJUg4XLsOWczeil3ZPBVWRiBWQYDICZPu2Pdd1B_NL3O0u-0ZK48wAxaNRIIqJTLDJupYhPtA7dkAyKKlWz9wAIq/s1600/sabra+y+chatila.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="450" data-original-width="800" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9lH2CZPFnSFFeeEewpbj9LxWuKCwal8WShnQYGDTlDQ4TJNCzlm-AjJUg4XLsOWczeil3ZPBVWRiBWQYDICZPu2Pdd1B_NL3O0u-0ZK48wAxaNRIIqJTLDJupYhPtA7dkAyKKlWz9wAIq/s400/sabra+y+chatila.jpg" width="400" /></a></span></div>
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<span style="font-size: large;"> </span><br />
<span style="font-size: large;"> De alguna manera los libros que leímos dialogan con los que leemos. A veces son evidentes las relaciones, como me ocurre con algunos momentos de esta "Ánima" respecto a "La llamada de lo salvaje", de Jack London. Otras es más sutil, y quizás más profunda, pero se resiste a la explicación, tal vez porque la causa no esté en el texto tanto como en el lector; y esto es lo que me pasa con "El corazón es un cazador solitario", de Carson McCullers, cuyo protagonista sordomudo, John Singer, comparte mesa y bebida con Wahhch en mi biblioteca imaginaria.</span><br />
<span style="font-size: large;"> Singer no dice nada. Son los demás los que le hacen decir lo que quieren y necesitan oír. Y Wahhch... </span><br />
<span style="font-size: large;"> "Todas las almas necesitan un barquero, un Caronte a bordo de su lancha, para alcanzar las ardientes orillas del infierno, tú eres mi barquero con tu camioneta, pequeña hada, y sí, huyendo de Virgil, y abandonando mañana Ulysses, deberemos dejar aquí, ya lo dijo el poeta, toda esperanza." Esas son sus palabras a una adolescente que le ayuda a seguir su camino, escapando ella misma de la prostitución y la violencia. Volvemos al laberinto, desde Quebec a Arizona, de las reservas de los mohawk a los campos de Sabra y Chatila, de los testimonios de denuncia a los documentales de resistencia, de la literatura clásica a lo más profundo de esta "Ánima". </span><br />
<span style="font-size: large;"> </span><br />
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<span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhboxHzvLZ-gchqvMJlHRMOYidhMfSJHSkvzxOwzTeczMCkA5gUCwMdFvJuqTXvdU18xmDL94hdP6ocESAYJsqcbo1jsLVNvfovTjAogneQmRRmamtzTYRyXtmCBx0Ps8MYv34RyTxxpEXg/s1600/anima_9788423347773.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1106" data-original-width="650" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhboxHzvLZ-gchqvMJlHRMOYidhMfSJHSkvzxOwzTeczMCkA5gUCwMdFvJuqTXvdU18xmDL94hdP6ocESAYJsqcbo1jsLVNvfovTjAogneQmRRmamtzTYRyXtmCBx0Ps8MYv34RyTxxpEXg/s320/anima_9788423347773.jpg" width="188" /></a></span></div>
<span style="font-size: large;"> </span> <br />
"Ánima", de Wajdi Mouawad.<br />
Editorial Destino. Barcelona, 2014<br />
Traducción de Pablo Martín Sánchez </div>
Ricardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7436002424561408843.post-85304841834363559982017-07-17T15:29:00.000-07:002017-09-06T23:04:49.709-07:00"Patria", de Fernando Aramburu: literatura y consolación<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimQNL9Qoy6nNWXg9QPO2HvLdxcoit0Aa1UE4-fTiJ_ytdcBxtW5OiukIQKF98R1yIqHWPtKsN1eij5DeYaEpfFBoWiGF-vNBoU0yc6tugzQXdPn1Ja0UTuqQAxQTTN0Wi8LBdUSVC-fV9_/s1600/AVT_Fernando-Aramburu_4432.jpeg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="501" data-original-width="750" height="425" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimQNL9Qoy6nNWXg9QPO2HvLdxcoit0Aa1UE4-fTiJ_ytdcBxtW5OiukIQKF98R1yIqHWPtKsN1eij5DeYaEpfFBoWiGF-vNBoU0yc6tugzQXdPn1Ja0UTuqQAxQTTN0Wi8LBdUSVC-fV9_/s640/AVT_Fernando-Aramburu_4432.jpeg" style="cursor: move;" width="640" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;"><br /></span>
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<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;"><br /></span>
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<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;"></span><br />
<a name='more'></a><span style="font-size: large;"><br /></span><br />
<span style="font-size: large;">"Patria", de Fernando Aramburu, apuntala literariamente un momento de nuestra historia reciente y ayuda a reparar a las víctimas de ETA y a sus familiares de los agravios añadidos de la incomprensión y la desmemoria. Es por tanto una novela de conocimiento y de consuelo que, concebida de un modo circular, recorre los espacios que hay desde la inocencia a la perversión, desde el crimen al castigo y desde el dolor hasta el perdón. Sus protagonistas son dos familias guipuzcoanas, bien arraigadas en su pueblo, amigas íntimas, hasta que el hijo mayor de la una participa en el asesinato del padre de la otra. En cierta medida es una novela coral, pues todos los miembros de las familias asumen la voz de la narración y toman la palabra alternadamente en una polifonía sustentada en el estilo indirecto libre. Con ello, el autor y su delegado en el relato -el narrador en tercera persona- se apartan a un lado y dejan el peso de la historia a sus protagonistas, de modo que las emociones, los sentimientos e incluso las reflexiones sobre los acontecimientos se imponen al análisis de las causas que los originan. En algunas críticas que he leído este es un punto -desde luego nada menor- que se le reprocha a Aramburu, pero ello supone juzgar la novela no por lo que es, sino por lo que a uno le hubiera gustado que fuera, lo cual no tiene demasiado interés a no ser que lo que se contraste sea el logro con la pretensión del propio autor, algo esto último que, por lo general, queda a la especulación de cada quisque, pero que en este caso no da lugar, porque en un ejercicio de metaficción el propio Aramburu se incluye como personaje en el capítulo 109 -"Si a la brasa le da el viento"-, como un escritor que habla de una novela que ha publicado recientemente ante un auditorio convocado por el Colectivo de Víctimas del Terrorismo en el País Vasco en unas <i>Jornadas sobre Víctimas del Terrorismo y Violencia Terrorista</i>: </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> <i>-Escribí, pues, en contra del sufrimiento inferido por unos hombres a otros, procurando mostrar en qué consiste dicho sufrimiento y, por descontado, quién lo genera y qué consecuencias físicas y psíquicas acarrea a las víctimas supervivientes</i> [...] </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> <i>-Asimismo escribí en contra del crimen perpetrado con excusa política, en nombre de una patria donde un puñado de gente armada, con el vergonzoso apoyo de un sector de la sociedad, decide quién pertenece a dicha patria y quién debe abandonarla o desaparecer. Escribí sin odio contra el lenguaje del odio y contra la desmemoria y el olvido tramado por quienes tratan de inventarse una historia al servicio de su proyecto y sus convicciones totalitarias. </i></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> (pág. 552)</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> <i> -Procuré evitar los dos peligros que considero más graves en este tipo de literatura: los tonos patéticos, sentimentales, por un lado; por otro, la tentación de detener el relato para tomar de forma explícita postura política.</i> [...]</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> <i> -...Procurando trazar un panorama representativo de la sociedad sometida al terror.</i></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><i> </i> (pág. 553) </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> En las dos primeras declaraciones constato como lector y con agrado la coincidencia entre el propósito del personaje-escritor y el resultado de la novela. No obstante, en lo de los peligros de la implicación política del autor en el relato no estoy del todo de acuerdo; y no me refiero a que no lo haya conseguido, sino al hecho de que eso sea peligroso o inconveniente, pues tan político como un sermón, un discurso o un panfleto pueden ser un diálogo, una descripción o una narración. Ahora bien, si la objeción se refiere solo al adverbio "explícitamente", entonces me callo. De hecho, en la presentación de una situación social compleja la elusión de lo político no solo es muy difícil, sino que resulta contraproducente. Por tanto, enlazando con la última frase citada, en ese "panorama representativo" a mí me falta en la novela un mayor abundamiento en el entorno social del etarra, en su complejo sistema de apoyos e influencias que llevan a convertir a Joxe Mari en un asesino. Dos de los personajes que hubieran podido aportar más en ese sentido -Andoni, trabajador en la empresa del Txato y sindicalista de LAB- y Patxi -propietario o regente de la Arrano Taberna- aparecen apenas desdibujados con un trazo demasiado grueso que les resta credibilidad, asumiendo sin más el papel de malvados necesarios. Otro, el cura del pueblo, don Serapio, presenta unos perfiles algo más trabajados, con buenos apuntes de su cómoda y contradictoria instalación entre la política y el evangelio, aunque su complejidad se queda en rasgos como su halitosis y su besuconería que lo decantan hacia la caricatura. Pero ya sin darme cuenta, echando de menos lo que no hay, me paso a hablar de una novela que no es. Vuelvo a la de Aramburu, un relato circular y coral -decía-, cuya polifonía unida a la ruptura del orden cronológico y a la brevedad de sus capítulos le confieren una agilidad narrativa propia de <i>bestseller</i>. </span><br />
<span style="font-size: large;"> En cuanto al estilo distingo los fragmentos del narrador en tercera persona de aquellos, más numerosos -aunque por lo general entreverados los unos en el otro- escritos en estilo indirecto libre. Los primeros me parecen muy sencillos, casi de prosa periodística, un tanto grises, menos afortunados en la descripción y en el diálogo que en la narración, recargados a veces con una engorrosa matización:</span><br />
<br />
<span style="font-size: large;"> <i> Él acudió al aeropuerto con un ramo de flores a recibirla consolador/cariñoso, acariciante/cortés </i></span><br />
<span style="font-size: large;"> (pág. 205)</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;"> Los otros, en los que recae el peso del relato, coloquiales, fragmentarios, punteados por preguntas de un interlocutor ficticio que, al mismo tiempo, que confieren un mayor tono de oralidad al texto lo precisan en un doble sentido: aportando una mayor información referencial o matizándolo emocionalmente.</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;"> <i> A poca distancia de la bocacalle, estaba la cabina telefónica. De verdad, era como si la hubieran puesto adrede en aquel sitio para facilitar la "ekintza". ¿Y eso? Es que, por un lado, allí metido se libraba de mojarse; por otro, la cabina ofrecía un escondite y al mismo tiempo un puesto de observación inmejorables. ¿Que se acercaba algún lugareño? Entonces él podía fingir que hablaba por teléfono. </i>[...]</span><br />
<span style="font-size: large;"> <i> Vio aparecer el Renault 21 rojo al comienzo de la calle. El corazón le dio un vuelco. ¿Nervios? Bueno, sí, un poco.</i></span><br />
<span style="font-size: large;"> (pág. 455) </span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;"> Es precisamente esa oralidad el rasgo que da a la novela un tono testimonial que recuerda tanto a lo que hemos visto en documentales como "La pelota vasca", de Julio Medem o "Trece entre mil", de Iñaki Arteta. Por ejemplo, el capítulo en el que se narran las torturas a Joxe Mari tras su detención nos remite directamente al relato de Anika Gil en el documental de Medem.</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><iframe allowfullscreen="" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/ssfTWWyrjdU/0.jpg" frameborder="0" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/ssfTWWyrjdU?feature=player_embedded" width="320"></iframe></span></div>
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;"> O, más significativo aún, el testimonio de Pedro Baglietto, hermano del concejal de UCD <b><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Ram%C3%B3n_Baglietto">Ramón Baglietto</a></b>, asesinado por ETA en Elgóibar el 12 de mayo de 1980, que ilustra de manera trágica y evidente (con una contundencia que lo haría inverosímil en un relato literario) ese trayecto que mencionaba al principio entre la inocencia y la perversión:</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;"> <i>Lo patético de esta historia es que aquel niño que quedó en sus brazos aquel día, aquel niño a quien él salvó la vida ese día, fue precisamente quien dieciocho años después atentó contra su vida pegándole un tiro en la sien.</i></span><br />
<span style="font-size: large;"> (Pedro Baglietto en <u><i>Trece entre mil</i></u>): </span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><iframe allowfullscreen="" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/LU8Eh6_LZIU/0.jpg" frameborder="0" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/LU8Eh6_LZIU?feature=player_embedded" width="320"></iframe></span></div>
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;"> Un ejercicio similar de relación de los principales personajes de la novela con protagonistas reales del drama terrorista no solo es posible, sino que revela algunas de las fuentes directas de la novela de Aramburu. Ello es causa seguramente de la sensación de verdad que transmite la expresión de dolor de los personajes. Junto a ello, el hecho de que, aparte de en los diálogos, solo asuman la voz narrativa los miembros de las dos familias anuncia desde el principio la preeminencia de lo emocional sobre lo analítico. Lo cual sorprende y contradice la afirmación del personaje-escritor que he copiado arriba:
"-Procuré evitar los dos peligros que considero más graves en este tipo
de literatura: los tonos patéticos, sentimentales, por un lado". Pues es justamente ello -dejando de lado el matiz que hoy tilda peyorativamente el adjetivo "patético"- el rasgo literario más sobresaliente de la novela. </span><br />
<span style="font-size: large;"><i> </i></span><br />
<span style="font-size: large;"> El sintagma "oralidad testimonial emocionante" podría valernos si tuviéramos prisa para definir la prosa de Aramburu en "Patria". Su estilo indirecto libre en el que mayormente se basa me ha tenido algo despistado a lo largo de la novela y finalmente me ha llevado a una valoración contradictoria de mi primera impresión. La ventaja evidente de ese procedimiento es la proximidad empática que se consigue con el lector. El problema es que las distintas voces que se suceden están tan poco caracterizadas las unas respecto a las otras (apenas el uso del condicional en la prótasis en lugar del subjuntivo en construcciones condicionales, la introducción de una blasfemia como muletilla y poco más), que todas parecen la misma. Pero esto que en principio consideraba un error, puede que sea un recurso premeditado para subrayar la semejanza esencial de los personajes, una manera de desmentir la distancia creada por un discurso y, en definitiva, un argumento lingüístico por la reconciliación no tan evidente pero tan eficaz y esperanzador como el abrazo final entre Miren y Bittori. </span> <br />
<br /></div>
Ricardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7436002424561408843.post-73214611045507200452017-06-18T08:09:00.000-07:002017-06-18T08:09:36.386-07:00"Kanikosen el pesquero", de Takiji Kobayashi<div style="text-align: justify;">
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0MiVz4xdktKRfOcjzfoeB9m8tqIUg021Gve2N3OB9PS3N9pH3UQHCIf3Sd7pQ_jphCIgfoX96F-EJIxpoRLv0M-DVrIuFtKzrt0kwS77n0aFS6SMNU4kZuafsPjvdUiE7DKhwbJG4spcS/s1600/corey_arnold_16.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="601" data-original-width="870" height="441" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0MiVz4xdktKRfOcjzfoeB9m8tqIUg021Gve2N3OB9PS3N9pH3UQHCIf3Sd7pQ_jphCIgfoX96F-EJIxpoRLv0M-DVrIuFtKzrt0kwS77n0aFS6SMNU4kZuafsPjvdUiE7DKhwbJG4spcS/s640/corey_arnold_16.jpeg" width="640" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<span style="font-size: large;"> </span><span style="font-size: large;"><span style="font-size: x-large;"><b> E</b></span>n las
novelas ambientadas en barcos suele haber una épica de la lucha contra
la naturaleza: tormentas, huracanes, vórtices, corrientes, el paso del
cabo de Hornos, bajíos, escollos, arrecifes, hambre, sed, escorbuto,
desesperación, monstruos marinos, vías de agua en la sentina, ratas en
la bodega y coscojo en las galletas, un capitán alcohólico, un
contramaestre sádico, rumores de motín en el sollado, el calor de los
trópicos y las placas de hielo que se ciernen sobre el casco y hacen
crujir las cuadernas. Es el ancho mar de la literatura, donde se cruzan
pentecónteras, balandras, galeones, bergantines, goletas y fragatas con buques de
acero movidos por motores a gasoil. Allí Jasón saluda a lo lejos a Ahab
mientras Nemo sigue la estela de Ulises. </span><br />
<span style="font-size: large;">
En mi carta de navegación de la novela de Kobayashi he escrito el
nombre de algunos puertos, ensenadas, islotes, corrientes, estrechos,
canales y demás, que me ayudan a trazar la derrota del Kanikosen por el
vasto mar literario. Por ejemplo, la gran corriente de Hugo, el faro de
"Los trabajadores de la mar", Puerto Baroja, el archipiélago Melville,
Isla Stevenson, los fiordos de "El gran sol", el atolón de Zola,
punta London... Ya se sabe: el palimpsesto continuo.</span><br />
<span style="font-size: large;"> Con cada una de las novelas y autores citados mantiene un diálogo <b><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Takiji_Kobayashi">Kobayashi</a></b>, un autor japonés, nacido en 1903, y asesinado por la policía imperial treinta años más tarde. La edición de <i><a href="http://aticodeloslibros.com/index.php">Ático de los libros</a></i> -traducción de Jordi Juste y Shizuko Ono- incluye al final una nota del editor estadounidense de la edición inglesa de la que entresaco las siguientes líneas:</span><br />
<span style="font-size: large;"> </span><br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDukXvBvKZZfZBiRs2meHeAbWbgc_QXjV02tedvwPLB2sl-J4KU_NpOhwCyt_9W98YbDNhZUqmd04vJgDjUQTs_GIUONjntsEPw6xv0m6Zj2A8u50rc__kfeVs3ByeMRmOdk2TJQiKPgYl/s1600/Takiji_Kobayashi.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="366" data-original-width="220" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDukXvBvKZZfZBiRs2meHeAbWbgc_QXjV02tedvwPLB2sl-J4KU_NpOhwCyt_9W98YbDNhZUqmd04vJgDjUQTs_GIUONjntsEPw6xv0m6Zj2A8u50rc__kfeVs3ByeMRmOdk2TJQiKPgYl/s400/Takiji_Kobayashi.JPG" width="240" /></a><span style="font-size: large;"> <i>Takiji Kobayashi ya había sido encarcelado varias veces, aunque hace un año consiguió escapar de una redada policial en su casa. Colaboraba clandestinamente con el Partido Comunista cuando hacia la una del mediodía del 21 de febrero de 1933 fue arrestado mientras caminaba por la calle. Cinco horas después había muerto a causa de las torturas que se le habían infligido. En el momento de su arresto forcejeó con la policía durante media hora y casi logró escapar. Finalmente fue arrastrado a la comisaría y se le aplicó el tercer grado, a pesar de lo cual no confesó nada ni divulgó ningún nombre. Su voluntad de acero le permitió resistir la tortura hasta que cayó inconsciente y la muerte lo rescató de aquel infierno. La policía llevó el cadáver a u hospital, donde consiguió un falso certificado de defunción en el que el médico declaró que era un paciente habitual y que padecía una enfermedad cardíaca que le había provocado la muerte. </i> (pág. 150) </span><br />
<span style="font-size: large;"> Es interesante constatar cómo todas esas circunstancias que convergen en el asesinato de Kobayashi lo hacen igualmente en la trama de su novela: alienación, enmascaramiento del patriotismo, rebelión, muerte y denuncia, de modo que el heroísmo del autor se convierte por la vía literaria en un modelo de actuación social que va más allá del contexto que lo inspiró. Ahí radica la fuerza poética de esta novela, una fuerza perturbadora que hace sentir al lector como miembro de ese pesquero, pero no porque la ambientación resulte tan vívida que le arrastre a un buque factoría japonés de los años treinta, sino al revés: porque aún queda tanto de aquella deshumanización, que se diría que nada de lo que se nos cuenta nos es ajeno. </span><br />
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg840MoPFkh5Vb9FmUUHM28ZpGDP5YkvtOLX7aFXkKK5EQi9B80Cv041uWzqRItGvqeixhBsmEe2dFS9TBK6LMr8H6heXCxLhtob2SpHxpUGClyfDWsYANTii3_lynaCetxsthYNaPeK7hy/s1600/Kanikoseno+Fujio.png" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="248" data-original-width="650" height="243" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg840MoPFkh5Vb9FmUUHM28ZpGDP5YkvtOLX7aFXkKK5EQi9B80Cv041uWzqRItGvqeixhBsmEe2dFS9TBK6LMr8H6heXCxLhtob2SpHxpUGClyfDWsYANTii3_lynaCetxsthYNaPeK7hy/s640/Kanikoseno+Fujio.png" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">viñeta del cómic de Go Fujio sobre la novela de Kobayashi</td><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><br /></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-size: large;"> </span><br />
<span style="font-size: large;"> "Vamos hacia el infierno". Esta es la oración que abre "Kanikosen el pesquero", su mascarón de proa, como quien dice, el grito de Flegias o el aviso fatal de un coro trágico. Surca un pesquero japonés el mar de Ojotsk adentrándose en aguas territoriales rusas próximas a la península de Kamchatka. A bordo, una tripulación de parias condenada por la miseria y el engaño a la captura y conserva del cangrejo: vagabundos, campesinos, estudiantes, temporeros, desesperados curtidos en diversas formas de esclavitud. Estamos a principios de la década de los años 30, Japón ha invadido Manchuria y ha abandonado la Sociedad de Naciones. El colonialismo es su propia receta para salir de la crisis. En consecuencia, aparte del sake, los cigarrillos y unas raciones magras de rancho, el combustible con el que se alienta a los trabajadores del mar es el honor patriótico:</span><br />
<span style="font-size: large;"> "Algunos ya lo saben, pero tengo que deciros que el cometido de este barco factoría de cangrejos no debe verse como una empresa cuyo único objetivo sea ganar dinero. Se trata de un problema internacional de gran importancia. Nosotros, los ciudadanos del Imperio japonés, ¿somos más capaces que los <i>ruskis</i> o no lo somos? Es una lucha de hombre a hombre. Por lo tanto, si..., solo si..., aunque es imposible que eso suceda, si perdemos, los japones que tenemos cojones tendremos que hacernos el haraquiri y dejarnos caer al mar de Kamchatka". (pág. 21)</span><br />
<span style="font-size: large;"> Y para que a nadie se le olviden o enfríen esos ardores, el pesquero es custodiado por buques de la armada imperial nipona. Y si aun así a alguien se le olvida, peor para él, por ejemplo al capitán, que tiene la ocurrencia de desviar el rumbo para socorrer a otro pesquero japonés que se está yendo a pique.</span><br />
<br />
<span style="font-size: large;"> "-¿Así que<i> capitán</i>? -dijo el patrón en tono insultante mientras le impedía pasar con los brazos extendidos de la do a lado-. ¿Y de quién te crees tú que es este barco? La compañía lo ha fletado y ha pagado por él. Los únicos que tenemos algo que decir somos el señor Suda, de la empresa, y yo. A ti te llaman capitán y te crees muy importante, pero no vales más que un trozo de papel higiénico. ¿Te has enterado? Si nos metemos en cosas así, perderemos una semana. ¿Estás de guasa, o qué? ¡Pierde un solo día y verás! Y además, el <i>Chichibu Maru</i> tiene un seguro tan elevado que duele. Si se hunde ese viejo cascarón, aun saldremos ganando." (pág. 32)</span><br />
<span style="font-size: large;"> </span><br />
<span style="font-size: large;"> Esa lógica del patrón, que es la lógica de la conservera y, con mayor o menor habilidad en el disimulo, la del neoliberalismo, es la que conduce al Kanikosen a lo largo de toda la novela por las aguas heladas del mar de Ojotsk a la caza del cangrejo, un monstruo marino de menor abolengo literario y espectacularidad que el cachalote blanco, pero alentador de semejantes ambición y ruina. En el capítulo 99 de "Moby Dick" el capitán Ahab clava en el mástil una onza de oro como recompensa para aquel que divise la ballena blanca. Aquí la moneda se sustituye por la arenga: el oro por la palabra en un trueque que no ennoblece la segunda, sino, al contrario, la envilece dándole la categoría de la cáscara de un huevo huero. Es un contraste entre la retórica de la dominación y sus consecuencias entre los más desfavorecidos que aumenta la carga política de la novela, pero no tanto como para encallar entre los panfletos. Le ocurre al Kanikosen lo que al Pequod de Melville, que por la gracia de su escritura van más allá del contexto concreto en el que fueron botados y, así, surcan el mar de la literatura con la fuerza eterna de los símbolos.</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiueVOGJXgqdYpju6NJrBFA1GaWC-CQVHvs4A4QtX5jsaxhKEh-cJmYpiYfgTBOzn5cXYyNzKOUvJCuGIpiCiAeXgwZxr68DfPReVqMj4wKCtCy7-seKwx5VslQYfWSH-SYPJf4zPzqJ659/s1600/moby-dick2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="300" data-original-width="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiueVOGJXgqdYpju6NJrBFA1GaWC-CQVHvs4A4QtX5jsaxhKEh-cJmYpiYfgTBOzn5cXYyNzKOUvJCuGIpiCiAeXgwZxr68DfPReVqMj4wKCtCy7-seKwx5VslQYfWSH-SYPJf4zPzqJ659/s1600/moby-dick2.jpg" /></a></div>
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<span style="font-size: large;"> </span></div>
Ricardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7436002424561408843.post-32626062142136609112017-03-18T02:36:00.001-07:002017-03-18T02:36:26.381-07:00"La ciudad", de Frans Masereel<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYCdDp7sSNpvf2kByJDyvh71fwkXu4TozefzabiaW7haFp8neN2Qoi8okWmuWUi5XejsYvclmrer8BebmRvajKUkcd67mBWezueTsCJ7EpWjgb81XX-56u0lqriANSc2or5mYYO-xSQFuH/s1600/la+ciudad+1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYCdDp7sSNpvf2kByJDyvh71fwkXu4TozefzabiaW7haFp8neN2Qoi8okWmuWUi5XejsYvclmrer8BebmRvajKUkcd67mBWezueTsCJ7EpWjgb81XX-56u0lqriANSc2or5mYYO-xSQFuH/s640/la+ciudad+1.jpg" width="438" /></a></div>
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<span style="font-size: large;"><b>E</b>l caminante sobre el mar de nubes de Kaspar Friedrich después de ciento siete años se cansa, se sienta en la ladera de una colina y contempla triste las imponentes alturas de las chimeneas que cubren de hollín el paisaje. Es la primera imagen de "La ciudad", de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Frans_Masereel"><b>Frans Masereel</b></a>, un extraordinario conjunto de noventa y ocho xilografías sobre la alienación en el medio urbano y fabril concebido con una audacia que le mereció el elogio de Will Eisner, Art Spiegelman y Thomas Mann. </span><br />
<span style="font-size: large;"> </span><br />
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<iframe allowfullscreen="" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/0Zm55r5OutQ/0.jpg" frameborder="0" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/0Zm55r5OutQ?feature=player_embedded" width="320"></iframe></div>
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<span style="font-size: large;">Por una parte cada lámina es en sí misma un relato compuesto de acuerdo con uno de los principios de la estética expresionista: todos los elementos de la composición son significativos en su relación con el resto, de modo que es el conjunto el que determina la lectura de cada uno de ellos. En este sentido la obra la constituyen al mismo tiempo noventa y ocho relatos, uno solo que es el resultado de la ordenación cronológica de todos ellos, y aún más, beneficiándose tanto de la potencia expresiva de las imágenes como de la ausencia de texto escrito, tantos como cualquier lectura posible que evite ese orden. En relación íntima con esta pluralidad hay un protagonismo de cientos de personajes, a veces caracterizados como masas (de espectadores, trabajadores, caminantes, especuladores y consumidores); otras individualizados, con frecuencia como mujeres en su condición de víctimas: abandonadas, empobrecidas, acosadas, exhibidas, prostituidas, golpeadas, alcoholizadas, desesperadas, humilladas, muertas... Hay incluso una imagen en las que se aúnan varias de esas situaciones: la del cadáver de una mujer expuesto a la miradas de los hombres durante la lección de de anatomía, en la que lo obsceno no es la desnudez, sino la exhibición del cuerpo como un conjunto de engranajes. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> La imagen de esa mujer nos remite a dos láminas anteriores en las que sendos cadáveres sobre la calzada suscitan todas las miradas; la primera es la de un hombre que quizás ha sido atropellado; en la otra, el protagonismo recae en un caballo muerto tras haber sido sometido a un esfuerzo excesivo. El cuadro está separado limpiamente por un eje diagonal que deja a la izquierda un triángulo rectángulo abigarrado de gente que exhibe su violencia y su prisa, mientras que en la derecha, en el triángulo complementario, una imagen mucho más limpia: la del cadáver del caballo, la carreta que arrastraba, un hombre que, de rodillas, le acaricia el morro, y un niño de pie que observa la escena. Se trata de una oposición de emociones -violencia y piedad- que es menos habitual en el mismo cuadro que las que se establecen entre diferentes xilografías, aunque tampoco son raras, ya que con ellas Masereel ilustra un tema recurrente en el expresionismo: el contraste angustioso entre el individuo y la sociedad. Es un tópico tratado de varias maneras. A veces la posición divergente de un personaje en medio de una multitud nos lleva al K. de "El proceso" kafkiano: </span> </div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5GNamWuFJ-3kK6PwglBbU5BJQYoS00RICnewAcc54mx5XF-U4p-Caya56066i34-xCNpFj9Zrro2ZNfCfmmeZgN0VrBO4rgT36LCSRPk2wXDm-_fYXsvH8zDMWWkXsA2G-Ma2TBOirKgr/s1600/la+ciudad+5.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5GNamWuFJ-3kK6PwglBbU5BJQYoS00RICnewAcc54mx5XF-U4p-Caya56066i34-xCNpFj9Zrro2ZNfCfmmeZgN0VrBO4rgT36LCSRPk2wXDm-_fYXsvH8zDMWWkXsA2G-Ma2TBOirKgr/s400/la+ciudad+5.jpg" width="276" /></a></div>
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<span style="font-size: large;">A veces, la brillantez compositiva establece un diálogo incuestionable con la pintura. La influencia de George Grosz es evidente tanto en la arquitectura de la ciudad como en la denuncia de unas relaciones sociales basadas en la dominación, en las cuales el sexo es fundamentalmente una mercancía. En lo arquitectónico, Grosz dibujó en el año 1915 una serie de cuatro láminas, agrupadas bajo el título de "Gran ciudad", que muestran un grafismo y unas angulaciones que perfectamente pudieron haber influido en las xilografías de Masereel, aunque quizás sea en su famoso cuadro "Metrópolis", de 1917, donde mejor se aprecie una coincidencia estética e ideológica en la visión de esos dos grandes artistas. </span><br />
<span style="font-size: large;"> "Las casas son geométricas, desnudas, como si hubieran sufrido los estragos de la guerra. Los trenes suburbanos pasan a toda velocidad, como una tormenta entran con la rapidez de un rayo y al instante siguiente desaparecen. Los hombres, la mayoría de ellos mera expresión de su avidez, con rostros desfigurados, parecen espantados. ¡Unos encima de otros!" </span><br />
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjg_UpUOtt3Y33wwBdKzs2I7Xs1Eowrcrp0mpseOKAaX2jB1Ng09vf0fyVRy83lhnVudTWciw1jPG-wfDXABdwKoMSkJ7HyOjIlegK_iqjDGn0jJFn5Rmh2m-fPeKAnIaASOJeZqXcJEjY7/s1600/b-georges-grosz.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="318" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjg_UpUOtt3Y33wwBdKzs2I7Xs1Eowrcrp0mpseOKAaX2jB1Ng09vf0fyVRy83lhnVudTWciw1jPG-wfDXABdwKoMSkJ7HyOjIlegK_iqjDGn0jJFn5Rmh2m-fPeKAnIaASOJeZqXcJEjY7/s320/b-georges-grosz.jpg" width="320" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">George Grosz: "Metropolis", 1917</td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-size: large;"> Estas palabras del poeta expresionista Theodor Däubler referidas al cuadro "Metrópolis" valdrían como descripción de muchas láminas de Masereel y nos recuerdan la deuda de los</span><span style="font-size: large;"> artistas del expresionismo con los románticos en la interpretación del paisaje como metáfora de un estado de ánimo, pero así como estos buscaron el esplendor de la naturaleza frente a las ruinas de la civilización, los expresionistas se fijaron en lo contrario: la apoteosis de la ciudad frente a la insignificancia de la naturaleza. Es el suyo un mundo de forja y alicatado en el que lo vegetal solo se encuentra en los árboles raquíticos de una avenida, en un parque perdido como un islote o en la maceta del salón de un suicida. Son esas flores y esas hojas como las columnas rotas de las ruinas de los templos que añoraban los románticos: la expresión nostálgica de una pérdida. </span><br />
<span style="font-size: large;"> Los acantilados, las cumbres peñascosas, el páramo asolado y el bosque en el crepúsculo son ahora los bulevares, la estación de trenes, el hospital, el teatro y el café. Sobre el mar de nubes el caminante ya solo ve chimeneas entre las inmensas moles de ladrillo y cemento; se sienta, deja a un lado el sombrero y saca un cuaderno de apuntes en el que dibuja los panoramas de la ciudad, desde lo exterior y lo público a los secretos de su intimidad. Es entonces cuando se nos descubren personajes hermanos de</span><span style="font-size: large;"> los opulentos y porcinos burgueses de Grosz, aunque en general Masereel atiende más a la víctima que al victimario, lo cual le lleva menos a la sátira que a la compasión. Es quizás esta empatía la que le ata estéticamente a la variante más realista del expresionismo, a diferencia de Grosz, que se desentiende con más libertad de modelos de representación de una sociedad a la que fustiga con una violencia desconocida en el mundo del arte desde Goya.</span><br />
<br />
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZIxzAXoOzITI8t1_Q3Zlbe2R0N1TP5BNvyxfbRG9tFfg2fDn4xJp3FCN-MxWE_jclW-HazP7cFiIMxPyhlYaplbECZKfiC-5MFqQywOID8KPrxkyMOQYTYvcBO9G8Ygp_XcaMFSXmHVN6/s1600/laciudad9.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZIxzAXoOzITI8t1_Q3Zlbe2R0N1TP5BNvyxfbRG9tFfg2fDn4xJp3FCN-MxWE_jclW-HazP7cFiIMxPyhlYaplbECZKfiC-5MFqQywOID8KPrxkyMOQYTYvcBO9G8Ygp_XcaMFSXmHVN6/s320/laciudad9.jpg" width="219" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Masereel: xilografía 50</td></tr>
</tbody></table>
<br />
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIyyj9AQePWayOzSfTP3UDROo6pOMnzU1Ro5o7phN4HFH5CB6pfKKpaTCpGdi1gHg0diNyqJFifb1oY-7G-taexkRl-tYpTQWyEHXg-PZZ9tnpWd99X8dN1Cp8YVPSTjyWLnyLLWGe3zTm/s1600/laciudad10.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIyyj9AQePWayOzSfTP3UDROo6pOMnzU1Ro5o7phN4HFH5CB6pfKKpaTCpGdi1gHg0diNyqJFifb1oY-7G-taexkRl-tYpTQWyEHXg-PZZ9tnpWd99X8dN1Cp8YVPSTjyWLnyLLWGe3zTm/s1600/laciudad10.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Masereel: xilografía 78</td></tr>
</tbody></table>
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<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimcwHpMHnZeCcFU_P7MTO2TiUQlhHajR08vQVUVOpZzzvwk5bCgL_5Ky1pabPu6OLcXVm-S6_vzfpq2CGWlXrq3TWDfEcGjwWP7yvZhxBUArBQiw0FkokuP1hgJABJ_hKYqotCoS6NCHNJ/s1600/grosz2.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimcwHpMHnZeCcFU_P7MTO2TiUQlhHajR08vQVUVOpZzzvwk5bCgL_5Ky1pabPu6OLcXVm-S6_vzfpq2CGWlXrq3TWDfEcGjwWP7yvZhxBUArBQiw0FkokuP1hgJABJ_hKYqotCoS6NCHNJ/s320/grosz2.jpg" width="253" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Grosz: "Ecce homo", 1922</td></tr>
</tbody></table>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjMzeqXHrsiQ4AJ74r82MHJzfjXvqzBXu29ytqm3BZihfAmTewNXDiM5Dr_50T_E1HZIem4CrZy2FeO-00w-98cX0Zi04AosJV5ELnuScT0peaOcPl42d65y4YEFXtJWnFX4V7Sz0wkivY/s1600/grosz+cerdo+y+puta.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjMzeqXHrsiQ4AJ74r82MHJzfjXvqzBXu29ytqm3BZihfAmTewNXDiM5Dr_50T_E1HZIem4CrZy2FeO-00w-98cX0Zi04AosJV5ELnuScT0peaOcPl42d65y4YEFXtJWnFX4V7Sz0wkivY/s320/grosz+cerdo+y+puta.jpg" width="229" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Grosz: "Circe", 1921</td></tr>
</tbody></table>
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<span style="font-size: large;">Esa piedad de Masereel nos permite descubrir nuevas relaciones de intertextualidad, como por ejemplo las que suscita la lámina 68 de <a href="http://www.nordicalibros.com/la-ciudad">la edición de Nórdica</a>, que recuerda tanto a la "Bebedora de absenta" de Degas, pintada cincuenta años antes, como a los "Nighthawks" de Edward Hopper, pintado diecisiete años después. En las tres los personajes están arrinconados, las líneas geométricas enfatizan el espacio vacío, el punto de vista se asume desde un picado y las miradas de sus protagonistas se rehuyen. Su tema es el mismo -la soledad y la incomunicación- que se repite en muchas de las xilografías como una consecuencia de la alienación a la que somete la ciudad al individuo. En realidad se trata de tres constantes estéticas de toda la obra que van paralelas a un relato de soledad y muerte. </span><br />
<br />
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3EPLKaYY7fxQyv4e3gyM6PBMW9TqCtJwnX3TSpSQIOI2pd2qYWb3LQrI580qSokrZVAGjfsAqM0-uM7Z_xteCKMgFVfb0FsmXr3pQpZqN2qoMoMjBwgJahsukmtTQpTTsEth4GNaCXjd2/s1600/ciudad7.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3EPLKaYY7fxQyv4e3gyM6PBMW9TqCtJwnX3TSpSQIOI2pd2qYWb3LQrI580qSokrZVAGjfsAqM0-uM7Z_xteCKMgFVfb0FsmXr3pQpZqN2qoMoMjBwgJahsukmtTQpTTsEth4GNaCXjd2/s320/ciudad7.jpg" width="180" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Masereel: lámina 68</td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNPwaG45MqxHU4roRx3w8Dgptomw5o9EWjhjAKbBi4MYovhLBGYoq_koEaJA_RgY7Iyzw7wrRvrNkju9PY2LIpug2b0RTa2Nst5ht9c-58c52yG9Ucmg0hDzmi0RqLK4oSo_IcMQeNE7xH/s1600/degas_bebedora_absenta_jpg.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNPwaG45MqxHU4roRx3w8Dgptomw5o9EWjhjAKbBi4MYovhLBGYoq_koEaJA_RgY7Iyzw7wrRvrNkju9PY2LIpug2b0RTa2Nst5ht9c-58c52yG9Ucmg0hDzmi0RqLK4oSo_IcMQeNE7xH/s320/degas_bebedora_absenta_jpg.jpg" width="230" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Degas: "La bebedora de absenta"</td></tr>
</tbody></table>
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<br />
<span style="font-size: large;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzeoTKe3Pssz0EaY3TMCa5ISJsn3q29NERbhZr9OJuMdp8KNaXRIYFuxvfkwTJ_Fbb-UUVcdK7NitvE6UiADgIRZWHtLJ3woqGmQllIYp45l4ifp71Wv_-dd3X8DEgoyOUwrRsUNaoSoER/s1600/nighthawks.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="217" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzeoTKe3Pssz0EaY3TMCa5ISJsn3q29NERbhZr9OJuMdp8KNaXRIYFuxvfkwTJ_Fbb-UUVcdK7NitvE6UiADgIRZWHtLJ3woqGmQllIYp45l4ifp71Wv_-dd3X8DEgoyOUwrRsUNaoSoER/s400/nighthawks.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Edward Hopper: "Nighthawks"</td><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><br /></td><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><br /></td></tr>
</tbody></table>
</span><br />
<span style="font-size: large;">El desencuentro de miradas es quizás el recurso con el que Masereel expresa de modo más elocuente el silencio en esta obra en la que la ausencia de palabras multiplica por equis sus posibilidades de lectura. Solo unos versos de Walt Withman dan pie como un ábrete sésamo a una historia que sigue siendo actual:</span><br />
<br />
<i><span style="font-size: large;">Esta es la ciudad, y yo soy uno de los ciudadanos.</span></i><br />
<span style="font-size: large;"><i>Lo que interesa a los demás me interesa a mí...</i> </span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgg9ABIXE-JJyU7pbSKGyNq8-Ys9Zwu5m2QicCCjQbQzEqmRb-slwOKGIWb34G272M2dJJbve0q26HlXugwL9PBfpzpxkl5W35T4C2i80ekBZX9lkm9PeAZTKbUL2QwHoGPu8_gUKW74y9t/s1600/laciudad+ventanas.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgg9ABIXE-JJyU7pbSKGyNq8-Ys9Zwu5m2QicCCjQbQzEqmRb-slwOKGIWb34G272M2dJJbve0q26HlXugwL9PBfpzpxkl5W35T4C2i80ekBZX9lkm9PeAZTKbUL2QwHoGPu8_gUKW74y9t/s400/laciudad+ventanas.jpg" width="277" /></a></div>
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">Pero si uno tuviera que elegir un texto para acompañar esta obra con una dignidad muy superior a la de cualquier reseña, ese tendría que ser "A los enmudecidos", de Georg Trakl:</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<div align="left" style="line-height: 150%;">
<span style="color: black;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: Georgia;">
Ah, la locura de la gran ciudad cuando al
anochecer, <br />
junto a los negros muros, se levantan los árboles
deformes <br />
y a través de la máscara de plata se asoma el genio
del mal; <br />
la luz con látigos que atraen ahuyenta pétrea noche.
<br />
Oh, el hundido repique de las campanas del crepúsculo.
<br />
<br />
Ramera que entre escalofríos alumbra una criatura
<br />
muerta. La ira de Dios con rabia azota la frente de los
poseídos, <br />
epidemia purpúrea, hambre que rompe verdes ojos.
<br />
Ah, la odiosa carcajada del oro. <br />
<br />
Pero una humanidad
más silenciosa sangra en oscura cueva <br />
forjando con metales
duros el rostro redentor.</span></span></span></div>
<div align="left" style="line-height: 150%;">
<br /></div>
<div align="left" style="line-height: 150%;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Georgia;"><span style="font-size: small;">(traducción de Helmut Pfeiffer)<i><br />
</i></span></span></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<br />
<br />
<br />
</div>
Ricardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-7436002424561408843.post-59175362802809364602017-01-29T13:23:00.000-08:002017-02-24T11:45:24.590-08:00Kafka me mira<h3 class="post-title entry-title" itemprop="name">
</h3>
<div class="post-header">
</div>
<div style="text-align: justify;">
<div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="border-collapse: collapse; font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13px;"> <b><span style="color: blue; font-size: medium;"> </span></b></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgB3LPcWH0_PYDyXa7jdDM8-X6DGtGNriyrTMXZv3FMXfPTqtbbwpYo4mxomOJXBRr8w0Qe3n9v_KeSgI0GW2XJJXP-HFI787ez9r4febO74gl-Q_kT-K4dZruDA7CPKoTtn2m2RuI4az6R/s1600/kafkaeyes.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="219" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgB3LPcWH0_PYDyXa7jdDM8-X6DGtGNriyrTMXZv3FMXfPTqtbbwpYo4mxomOJXBRr8w0Qe3n9v_KeSgI0GW2XJJXP-HFI787ez9r4febO74gl-Q_kT-K4dZruDA7CPKoTtn2m2RuI4az6R/s640/kafkaeyes.JPG" width="640" /></a></div>
<div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;">
<br /></div>
<div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;">
<br /></div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;">
<span class="Apple-style-span" style="border-collapse: collapse; font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13px;"> <span style="font-size: large;"> <span style="font-family: "arial" , "helvetica" , sans-serif;">
Hace años que Kafka no me quita ojo cuando escribo en la mesa de mi
cuarto. A veces logro olvidarme de él, pero cuando me doy la vuelta,
siempre chocan nuestras miradas y entonces me achanto, hago una
pelotilla y tiro lo escrito a la papelera. Durante algún tiempo confié
en que el poder de su mirada menguaría a medida que mi edad igualara los
cuarenta años de la suya, pero nada. Ni la barrera a la que me obliga
la presbicia me protege. Todo lo atraviesan sus ojos: las gafas, el
cristal del marco de su fotografía, mi mirada o mi cogote. Yo creo que
fue el deseo de librarme de ella lo que me convirtió en un escritor
callejero. En el metro, en los bares o en los parques, escribiendo
siempre en el reverso de papeles usados, incluso en servilletas o en los
márgenes de los periódicos me siento libre de aquella presencia y de
toda ambición, las oraciones no se me deshilachan ni me chorrean los
adjetivos al cabo de cualquier sintagma. Pero estos días, después de
publicar el artículo “Bohemios” me castiga con fuerza la picazón
kafkiana. Mi psiquiatra me dice que tal vez se deba a la serie que
dediqué a Kafka, a Elvis y a sus respectivas <b><a href="http://www.zapatosdeanteazul.com/2010/12/de-kafka-elvis-2.html"><span style="color: magenta;">metamorfosis</span></a></b>,
aunque yo sé que no cree en su conjetura, que la suelta a ver si pico,
porque a lo que parece hay pastillas en la farmacia contra las
conspiraciones esquizoides -incluso contra las protagonizadas por
escritores checos-, pero lo de las miradas que te atraviesan el
colodrillo mientras redactas está más complicado y, desde luego, no
entra en la Seguridad Social.</span></span></span><span style="font-size: large;"><br />
<span style="font-family: "arial" , "helvetica" , sans-serif;"> Por lo
privado, pues, visito el viernes a un psicólogo y psicoanalista. La
primera impresión es excelente: fuma en pipa, luce sotabarba y un
estante de la librería de su despacho está repleto de figuritas raras.
Por lo demás, lleva una mancha de aceite en la corbata y al hablar
asperja de saliva una zona que alcanza en los momentos más efusivos
hasta medio metro de distancia de su boca. Muy solemne, al transcurrir
la sesión me comunica que padezco una proyección fantasmal debida a una
introspección traumática en mi subconsciente. Le digo que no entiendo
nada, él sonríe satisfecho y me explica que en realidad yo no veo
ninguna mirada, que todo se debe a una metáfora. Ahí empiezo a marearme y
me entran arcadas. Resulta que los ojos no son los ojos de Kafka, sino
los de un cuervo que me he creado y que no me atrevo a reconocer. Sí,
amigos, un cuervo, que es una sencilla traslación de un pariente
próximo, el grajo, que es justamente lo que significa "kafka" en checo y
el emblema comercial, en negro y sobre una rama, que utilizaba la
familia de su padre. Es, por tanto, el pico del grajo lo que me
incordia, al igual que otro pariente, el buitre, le abría la úlcera a
Prometeo. Y así llegamos, por otro camino, a lo mismo que mi psiquiatra:
la culpa.</span><br />
<span style="font-family: "arial";"> Flaubert en vez de aves de rapiña
tenía un loro, que al menos te alegra con sus colorines y se da más
maña en lo lingüístico. Le cogió tanto cariño, que cuando se murió lo
llevó a que se lo disecaran, pero ya me dirán ustedes cómo diseco yo una
metáfora, y eso en el supuesto de que se muera. Total, que salgo
desmoralizado de la consulta y desciendo al metro, donde me tranquiliza
la certeza de que por allí no frecuentan los pájaros. Luego me acomodo
en un asiento y me pongo a escribir lo que tienes delante, pero como el
trayecto y mi inspiración son cortos recorro la línea un par de veces de
punta a cabo hasta que doy con la relación entre Kafka y el artículo
que desencadenó el ataque de metáfora. Uno: que K., como natural y
residente en Praga toda la vida, es un bohemio en su acepción de
gentilicio, pues tal capital también lo es de la región de Bohemia. Y
dos: si la marca del bohemio es, como he señalado, la carencia y la
exhibición, la obra que mejor ilustra ese maridaje es, sin duda, <b><i>Un artista del hambre</i></b>. </span><br />
</span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEht48E4tte-JS-yd_o6g0gJ_kVbGXKFDWfi_NYvM2rE9tRficuyX_nnGmZr2ORPXAGgkhX4927QtpDukRXPIPZzlF5mvyeZGFS7T9pSC31cfKXUN4bnHJLLDuKEt2w_ua77e4XZYV2lP_Rz/s1600/jackdaw.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="200px" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEht48E4tte-JS-yd_o6g0gJ_kVbGXKFDWfi_NYvM2rE9tRficuyX_nnGmZr2ORPXAGgkhX4927QtpDukRXPIPZzlF5mvyeZGFS7T9pSC31cfKXUN4bnHJLLDuKEt2w_ua77e4XZYV2lP_Rz/s200/jackdaw.jpg" width="200px" /></a></span></div>
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "arial";">
Tras este hallazgo, la mirada, el grajo o la metáfora se desvanecen, al
menos de momento, y con ellas mis reservas para publicar este artículo,
pues la lectura de ese relato a la que posiblita un simple <a href="http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/euro/kafka/hambre.htm"><b><span style="color: magenta;">clic</span></b></a> compensa de sobra al lector de haber soportado esta monserga. </span><br />
<br />
</span><span style="font-family: "arial";"><span style="font-size: large;">(Nota para mí: he guardado en la cartera la publicidad del <a href="http://bibliotecadegotham.blogspot.com.es/search?updated-min=2017-01-01T00:00:00-08:00&updated-max=2018-01-01T00:00:00-08:00&max-results=1">hipnotista</a> que he recogido del suelo del andén.) </span></span></div>
</div>
Ricardo Signeshttp://www.blogger.com/profile/05833175541431964088noreply@blogger.com3